El niño y el coqui

Carlitos llego de Nueva York en el primer vuelo de la tarde. Venia a pasar las vacaciones en la finca del tío Luis.

-¡Que isla tan llena de luz! -exclamo al bajar del avión.

Doña Rosa lo esperaba en la casa campestre.

Cuando abrazo a Carlitos, le dijo:

-Es tu primer viaje a Puerto Rico. Quiero que lo pases bien.

-¡Jau, jau, jau! ¡Jau, jau! -Canela de saludo tan animada como la familia.

Después de cenar, doña Rosa fue con Carlitos a su cuarto. El niño se acostó temprano, pero estuvo atento a los ruidos de la noche tropical.

 

-¡Coqui, coqui! ¡Coqui, coqui!

-¿Qué pajaritos serán esos que cantan? -se pregunto

Carlitos mientras abría la ventana.

Los sonidos venían en secuencias: unos eran agudos y otros, graves; unos, fuertes y otros, suaves . Todo juntos formaban una orquesta natural.

Carlitos bajo al jardín y se dirigió a la fuente, donde eran mas intensos los sonidos. Levanto una rama y vio los ojos verdes de Minino, el gato aventurero.

-¡Miau, miau!

El maullido de Minino despertó a Canela.

-¡Jau, jau, jau!

El ladrillo de Canela despertó a tío Luis.

-¿Qué vive?

La voz de tío Luis despertó a tía Rosa.

-¿Qué pasa?

Y todos corrieron al jardín sorprendidos:

-¡Carlitos…!

-Quiero ver esos pajaritos que cantan sin cesar.

¿Dónde están?

-¡Coqui, coqui¡ ¡Coqui, coqui!

-Esos no son pajaritos. Son coquies que viven en estos lugares húmedos -aclaro don Luis.

Al otro día, Carlitos se levanto con la idea de cuidar un coqui como animal favorito.

-Si me coge cariño, lo llevare a Nueva York -pensó, mientras le echaba agua a la pecera.

Le puso dos piedras y una planta acuática. Luego la coloco debajo de una frondosa rama, cerca de la fuente.

Mas tarde, cuando volvió al lugar, descubrió que un coqui dormía sobre las hojas.

Carlitos llevo cuidadosamente la pecera a su cuarto. Le puso algunos insectos al coqui y cerro la puerta. El quería que se adaptara a vivir en la pecera y lo dejo solo durante el día.

El coqui despertó azorado. Hacia calor y el cuarto estaba oscuro. Sus ojitos saltones exploraban alrededor, girando como dos hélices. El coqui salto a la orilla de la pecera:

-¡Tip! ¡Tip!

De seguro estaba en el jardín.

Comenzó a estirar sus patitas posteriores. Eran bien largas. Cada una tenia cinco deditos.

Luego estiro las patitas anteriores. ¡Eran tan cortas! Y solo tenían cuatro deditos. Y solo tenían cuatro deditos.

El coqui estaba inquieto. Dio un salto:

¡Top! ¡Top!

Y otro salto mas:

De momento volvió a la pecera. Salto al borde, luego a una piedra y …

-¡Glu, glu, glu! -se sumergió totalmente en el agua.

Usaba las patas posteriores para nadar. Con las patas anteriores se agarraba de las piedras para salir del agua. Tenia cojincitos adhesivos.

Salio húmedo, ágil, alegre. Parecía estar feliz.

Todos los días Carlitos jugaba con el coqui. El le saltaba a los pies, a las manos y a los brazos. También saltaba por la casa y Carlitos seguía sus pasos rítmicos.

A medida que pasaban los días, Carlitos notaba un cambio en el coqui. Estaba triste y apenas se oía su flauta cristalina.

Un día el coqui salto a las manos de Carlitos. Se miraron fijamente y el niño le dijo con ternura:

-Quiero oírte cantar.

-¡Co…qui! -fue su única respuesta.

Aquel canto débil del coqui fue un rayo de luz para el alma de Carlitos. Pronto saldría para Nueva York. ¿Qué iba hacer con el triste coqui?

Carlitos quedo pensativo. De momento cogio la pecera con sus manos llenas de amor. Se dirigio al jardin y la puso sabre la yerba humeda. Luego, levanto las hojas de la plantita, y le dio paso al coqui:

-Aquí vas, corazon mio, quiero verte feliz. Esta noche le contaras a la estrella mas clara de nuestro cielo.

-¡Coqui, coqui! ¡Coqui, coqui!

La tia Rosa le dio un beso a Carlitos. Una leve llovizna de planta ilumino la brisa del jardin.

Isabel Freire de Matos

(puertorriqueña)

 

Contesta.

1. ¿Crees que Carlitos tomo una buena decisión? ¿Por qué?

2. ¿Qué habrías hecho tu?

3 ¿Qué le pudo haber pasado al coqui si Carlitos se lo llevaba para Nueva York?