Kilómetros de pescuezo

En un lugar que esta requetelejos y hace tiempo que nadie se acuerda cuanto, vivía una manada de jirafas. ¿Una manada? Si, un montón de jirafas todas juntas.

¡Como eran de altas! Como una torre… no… un poco menos, ¡como una casa de diez pisos!

¡Y el pescuezo! Largo, largo, larguísimo. Como el camino de aquí hasta allá… no… un poco menos, ¡como diez niños tomados de la mano!

La cabeza chiquita, chiquita. Los ojos negros, renegros. Las pestañas arqueadas y brillantes. ¡Y que color tan vistoso tenían las jirafas! Amarillo de girasoles, salpicado con marrón de chocolate.

Caminaban muy elegantonas, tranquilas. La verdad, no tenían apuro por llegar a ningún lado.

Pero yo, que las vi desde bien cerquita, descubrí algo muy extraño: los ojos de las jirafas eran tristones. Hasta me pareció que… ¡plic! Una lagrima… ¡plic!, otra lagrima… ¡plic! ¡plic! ¡plic!, tres lagrimas.

Me rasque la cabeza. Volví a rascármela. Me la requeterrasque.

“No puede ser”, pensé. “Tan fuertes, tan graciosas, tan altas… ¿Por qué lloran? ¿Qué les pasa? ¿No encuentran novio?”

Las mire de arribabajo. De las colas a las cabezas. De las patas de adelante a las patas de atrás.

Y cuando las mire de abajo para arriba… entonces si me di cuenta de por que lloraban.

Sus pescuezos eran tan kilométricos que las pobres jirafas estaban siempre lejos de sus amigas. Casi, casi no podían ver a los otros animales de la selva. ¡Y otra cosa peor! Nunca podían charlar con ellos, contar bromas, jugar a la ronda…

Eso si. De vez en cuando algunos pajaritos volaban bien, bien alto, se pasaban sobre los cuernitos de las jirafas y las alegraban con sus cantos. Entonces las lágrimas de las jirafas se secaban por un rato. Pero cuando las aves volvían a sus nidos, otra vez: ¡plic! ¡plic! ¡plic! ¡plic!

Un día pasó algo en la selva. ¡Espantoso! ¡Terrible! ¡Imposible de creer!

Empezó a llover, llover, llover… ¡Que manera de llover!

Un día, dos días, muchísimos días sin parar. La enorme selva se convirtió en un enorme lago.

¡Que susto se dieron los animales! No sabían que hacer. Unos se treparon a los árboles. Otros se escondieron en sus cuevas.

Paso algo en la selva. ¡Espantoso! ¡Terrible! ¡Imposible de creer!

Empezó a llover, llover, llover… ¡Que manera de llover!

Un día, dos días, muchísimos días sin parar. La enorme selva se convirtió en un enorme lago.

¡Que susto se dieron los animales! No sabían que hacer. Unos treparon a los árboles. Otros se escondieron en los troncos. Algunos se metieron en sus cuevas.

El agua subía, subía, subía…

-¡Rápido! ¡Escapemos! -gritaban de todos lados.

La corriente del agua era tan fuerte…

Entonces a Plutonia, la más vieja de las jirafas, se le prendió la lamparita. Le dijo algo al oído a Clorinda; Clorinda le pasó el secreto a Micaela, Micaela a Zoroida, a Dositea… hasta que el secreto no era mas secreto.

Una por una, abrieron las patas de adelante, bajaron las cabezas. ¡Todos los animalitos de la selva treparon y treparon por sus pescuezos, como si fueran ramas de árboles!

Después, alcanzaron a los animales pequeños.

Empujaron a los grandes.

Arrastraron a los medianos.

Siempre nada que te nada, con los pescuezos fuera del agua, hacia las tierras altas. ¡Como trabajaron!

Poquito a poco, la lluvia paro. Poquito a poco el agua desapareció. Poquito a poco, los animales volvieron a sus cuevas o a sus nidos, a sus madrigueras o a sus hormigueros.

Estaban mojados. Empapados. Chorreando agua.

Pero… ¡que contentos!

Y lo mejor de esta historia de locos es que las jirafas ya no están tristes. Se acabaron las ¡plic! ¡plic! ¡plic!

Están orgullosos de sus pescuezos kilométricos.

A cada rato, un animal de la selva mira para el cielo y las saluda. ¡Tiene montones de amigos!

 

Olga Mankman

(argentina)

(adaptación)

 

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1. ¿Por qué estaban tristes las jirafas?

a. Porque los animales las maltrataban.

b. Porque no podían comer.

c. Porque no podían compartir con sus amigos.

 

2. ¿Quiénes son los personajes principales del cuento?

3. ¿Cuándo dejaron de estar tristes?

a. Cuando se fueron de pasadía.

b. Cuando celebraron sus cumpleaños.

c. Cuando salvaron a sus amigos de la inundación.