Para que el silencio se vaya lejos
El día que Nando cumplió cinco años sus papas organizaron una gran fiesta. Colgaron globos y carteles, pusieron una mesa con bizcochos y el abuelo Roque repartió caramelos.
Nunca se supo por que, pero la noche siguiente a su cumpleaños Nando se enfermo. Cuando la fiebre subió, su papa y el abuelo Roque opinaron que había que llamar al medico.
Nando se quedo dormido durante mucho tiempo. Soñó con peligrosos dragones que lanzaban lenguas de fuego y con piratas que gritaban y se lo llevaban lejos.
Por suerte, el sueño no duro cien años como en los cuentos y llego el día en que Nando se despertó bien despierto. Pero igual se sentía extraño. Pero igual se sentía extraño.
Entonces, se acordó de la vez que su mama le había puesto un caracol en la oreja y a el le había parecido gracioso. Pero. Ahora, no le gustaba nada esa sensación.
Parecía que esa mañana todos los sonidos habían volado lejos. Tan lejos que Nando ya no podía atraparlos.
El tiempo fue pasado. Por que el tiempo siempre pasa, con onidos o sin ellos.
Nando empezó primer grado. Pero, por mas que prestaba atención y copiaba todo lo que la maestra escribía, no entendía nada.
Se aburría de lo lindo hasta en los recreo por que, como le daba vergüenza no escuchar, tampoco quería hablar. Entonces, se hacia el antipático.
En realidad, con el único que Nando lo pasaba bien era con el abuelo Roque. Por eso, cuando llegaron las vacaciones, aprovecharon para estar casi todo el tiempo juntos.
Un día, mientras los dos miraban el rió y compartían el silencio, paso lo inesperado. De pronto, vieron a lo lejos como el Sol caía al agua.
Nando quiso decir. “¡Que lindo, Abuelo!”.
Pero las palabras se le atoraron en la boca y se hicieron muy finitas, hasta que una a una llegaron a sus manos. Entonces, Nando, por fin, hablo, pero de una manera diferente.
El abuelo Roque, sorprendido, abrió grandes sus ojos. Al volver a la casa contó lo que había pasado.
Cuando termino el verano, Nando empezó a ir a una escuela nueva. Allí, a todos los chicos les salían las palabras de las manos, igual que el.
Nando, por fin, se sentía feliz de verdad. Ya no tenia que hacerse el antipático. Al contrario: tenia nuevos amigos y, con ellos, podía jugar, aprender y hacer travesuras como solo los chicos alegres saben hacer.
Samy Bayala
(Argentina) (adaptación)
Contesta.
1. ¿Cuál era el problema de Nando?
2. ¿Con quien lo pasaba bien Nando?
3. ¿Cómo logro comunicarse Nando al final del cuento?