La jaula dorada
El día que trajeron a la abuelita del hospital, Nicolás quedo muy sorprendido al verla, porque la abuelita estaba en una silla de ruedas.
-Abuelita ha estado muy enferma -le explico su mama-. No le es fácil caminar bien, por eso esta en la silla de ruedas.
Para Nicolás, eso era muy difícil de aceptar. Porque la abuelita siempre había caminado a la tienda, caminado a la escuela acompañándolo, caminado por la casa haciendo cosas. Verla siempre sentada en una silla la ponía muy triste.
La abuelita que ante siempre estaba ocupada, cocinando, limpiando cosiendo, ahora se pasaba largar horas frente a la ventana.
-¿Qué miras, Abue? -le pregunto una tarde Nicolás.
-Los gorriones -dijo la abuelita-. Mira como encuentran siempre algo que comer. Fíjate en aquel ¡que gordito esta!
Se acerca Navidad. Nicolás, en lugar de pensar en un regalo para si, pensaba en un regalo para la abuelita. Algo que le pudiera gustar, algo que le alegrara.
El día que fue a las tiendas con su madre vio en una tienda de animales una hermosa jaula dorada llena de pajaritos. Y Nicolás se acordó de la abuelita mirando a los pajaritos por la ventana. Se dijo a si mismo:
-Eso es lo que quiero regalarle a la abuelita.
El sábado, Nicolás le pregunto a su mama si le daba permiso para limpiar los patios llenos de hojas secas de los vecinos. El dinero que le entregaron lo puso en una caja.
Y cuando le pagaron por haber repartido periódico todo el mes, guardo hasta el ultimo centavo con lo que ya tenia. Ya no le faltaba mucho para tener la cantidad que necesitaba.
Nicola tenia una pecera llena de pececitos. El ultimo mes habían nacido muchísimos. Nicolás los puso casi todos en un pomo. Se fue a la tienda de animales y se lo vendió al dueño.
-Quisiera comprar esa jaula dorada, pero todavía me faltan seis dólares -le explico al dueño de la tienda-. Si usted me dejara llevar hoy la jaula, le prometo seguirle trayendo pececitos.
-Me parece muy bien -le dijo el hombre de la tienda-. Siempre necesito pececitos. ¿Qué pajaritos quieres?
-Ahora solo quiero llevar la jaula -dijo Nicolás-.
Tengo un libro de pájaros y quiero averiguar cuales le gustan mas a mi abuelita.
El hombre le dio una caja para la jaula. Cuando llego a su casa, Nicolás envolvió la jaula con cuidado. Luego le puso un gran lazo que le dio su madre.
El dia antes de la Navidad, Nicolás se sentó junto a la abuelita con su libro de pájaros. Y le pregunto:
-¿Abue, cuales son tus pajaros preferidos?
-Me gustan tantos… le respondió la abuelita-. Siempre me da una gran alegría ver a los petirrojos anunciado la primavera. Y quiero mucho a los azulejos. Una vez crie uno que se había caído de un nido… Tenia que alimentarlo todo el tiempo. Y se pasaba el dia emperchado en mi dedo. Fue muy difícil dejarlo ir. Pero, ¡que alegría verlo volar libremente!
-Y de estos pajaritos, Abuelita, de los que se pueden poner en jaula, ¿no te gustan ninguno?
-¿Sabes, Nicolás, que hay lugares en la Tierra donde esos pajaritos viven libremente volando entre los árboles?
Si yo viviera en uno de esos países a mi me gustarían esos pajaritos, por que podría verlos volar libremente…
Nicolás la miro muy sorprendido.
-Precisamente ahora -siguió diciendo la abuelita-, que no me puedo mover como quisiera, cuando veo a los pájaros por la ventana en como si ellos volaran por mi… Por eso me seria difícil poner a un pajarito en una jaula.
Nicolás oyó que su madre lo llamaba y salio apurado. No sabia que pensar. Por una vez se alegro de que fuera hora de ir a repartir periódicos. Los primeros los tiro con furia a los portales. Después de tanto esfuerzo, ¡había escogido el regalo equivocado! Pero luego se calmo, y entonces le vino una idea. Ahora si tenia que darse prisa.
Cuando Nicolás llego a su casa, entro corriendo y luego volvió a salir, con la caja hermosamente envuelta en brazos.
-Quisiera devolver la jaula - le explico Nicolás al hombre de la tienda-. Necesito algo muy diferente.
Cuando Nicolás regreso de la tienda traía en las manos una canasta. Y le explico a su abuelita.
-Tu regalo no se va a quedarse tranquilo debajo del árbol, Abuelita. Vas a tener que abrirlo enseguida, aunque todavía no sea Navidad.
-Es un regalo perfecto, Nicolás. ¡Un regalo perfecto!
-dijo la abuelita mientras acariciaba al precioso gatito en su regazo.
Alma Flor Ada
(cubana)
(adaptación)
Contesta con oraciones. Recuerda usar la coma.
1. ¿Qué lugares ha visitado la abuelita?
2. ¿Cuáles son las fotos de Alaska que mas le gustan a Nicolás?
3. ¿Qué haces tu pera entenderte con tu familia?
Menciona, al menos, tres actividades.
4. ¿Qué deportes prácticas con tu familia?
Menciona, al menos, tres.