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Autoestima
No basta tener seguridad en nuestras capacidades,
el valor de la autoestima esta fundamentado en un profundo conocimiento
de nosotros mismos |
Hoy en día se habla de la autoestima como una herramienta para generar
seguridad en sí mismo, evitando así, sentirnos menospreciados y
reafirmarnos como personas capaces de alcanzar metas ambiciosas. Pero
existe el riesgo de cerrar los ojos a la realidad de nuestra persona,
convirtiéndonos en seres soberbios que piensan únicamente en sobresalir
por encima de los demás.
Nuestra vida transcurre entre logros y fracasos, y la autoestima es el
valor que nos hace tener plena seguridad en nuestras capacidades, además,
da la fortaleza necesaria para superar los momentos difíciles de nuestra
vida, evitando caer en el pesimismo y el desánimo.
Para que la autoestima sea realmente un valor, debemos tener un
fundamento sólido sobre el cual queremos edificarla. Si solamente
pensamos en ella como un producto del éxito, la posición profesional,
una elevada capacidad intelectual o la aceptación social, reducimos todo
a un actuar soberbio y con fines meramente protagonistas.
Aunque todo lo anterior aporta y contribuye, este valor se sustenta en
la sencillez con que apreciamos nuestras capacidades, sin considerarnos
mejores o peores que los demás. Recordemos que una persona vale por lo
que es, y no por lo que aparenta ser.
Es conveniente señalar que este valor se construye y edifica en nuestro
interior, pues existe la tendencia a pensar que el nivel de autoestima
únicamente depende del actuar de las personas y de la forma como se
presentan los acontecimientos y las circunstancias, surgiendo una
evidente confusión entre lo que es la autoestima y nuestros sentimientos.
Una persona puede sentirse mal porque en un determinado momento no pudo
concretar un negocio, tener éxito en un proyecto, ingresar a un nivel
superior de estudios o llevar a buen fin sus relaciones personales. La
autoestima nos ayuda a superar ese estado de frustración y desánimo
porque nuestra persona no ha cambiado interiormente, conservamos todo lo
que somos, en todo caso, adquirimos una nueva experiencia y conocimiento
para poner más empeño, tener más cuidado y ser más previsores en lo
sucesivo.
Cuando tenemos la conciencia del deber cumplido, el esfuerzo empleado y
nuestra rectitud de intención para hacer o realizar algo, adquirimos esa
seguridad que brinda la autoestima porque sencillamente las cosas no
dependían de nosotros en su totalidad... simplemente no estaba en
nuestras manos la solución.
Debemos estar atentos con nuestras aspiraciones y planes. Casi siempre
jugamos con la imaginación y nos visualizamos como triunfadores, dueños
de la admiración general y el control absoluto de las circunstancias:
sea la competencia escolar, la junta de planeación en la oficina, la
reunión de amigos o el evento social que todos esperan. Algunas veces
las cosas resultarán como soñamos, pero la mayoría de las veces todo
tiene un fin totalmente opuesto, por eso es conveniente "tener los pies
en la tierra" para no sufrir desilusiones provocadas por nosotros mismos
y que indudablemente nos afectarán.
Si la autoestima debe estar bien fundamentada en una visión realista y
objetiva de nuestra persona, es necesario alcanzar la plena aceptación
de nuestros defectos y limitaciones, con el sobrio reconocimiento de
nuestras aptitudes y destrezas.
Este equilibrio interior basado en el conocimiento propio, se logra si
procuramos rectificar nuestras intenciones haciendo a un lado el afán de
ser particularmente especiales, buscando solamente el desarrollo del
valor de la autoestima.
Reflexionemos un poco en algunas ideas que nos ayudarán a ubicarnos y
conocernos mejor:
- Evita ser susceptible, no tienes que tomar seriamente todas las
criticas hacia tu persona, primero analiza la verdad que encierran, si
de ahí tomas una enseñanza haz lo que sea necesario para mejorar, si no
es así olvídalo, no vale la pena menospreciarse por un comentario que
seguramente es de mala fe.
En sentido opuesto existe el riesgo de considerarse un ser superior,
incomprendido y poco apreciado en su persona, lo cual de ningún modo es
un valor... es defecto.
- Procura no sentirte culpable y responsable de los fracasos colectivos,
toma sólo lo que a ti te corresponde, tu esfuerzo y dedicación hablarán
por ti. No olvides proporcionar tu ayuda y consejo para que mejoren las
personas, lo cual es muy gratificante.
- Todo aquello que te propongas lograr, debe estar precedido por un
análisis profundo de las posibilidades, reconociendo si está en tus
manos alcanzarlo. Evita soñar demasiado.
- Pierde el temor a preguntar y a pedir ayuda, ya que son los medios más
importantes de aprendizaje. Causa más pena la persona que prefiere
quedarse en la ignorancia, que quien muestra deseos de saber y aprender.
- Si tienes gusto por algo (deporte, pasatiempo, habilidades manuales,
etc.), infórmate, estudia y practica para realizarlo lo mejor posible.
Si descubres que te falta habilidad, no lo abandones porque es tu
pasatiempo; es muy distinto a dejar las cosas por falta de perseverancia.
Todos tenemos una habilidad (nadar, tocar guitarra, pintar, escribir
novelas, etc.) y debemos buscar la manera de perfeccionarnos en la misma.
- Si te comparas con otras personas, enfoca sus cualidades para aprender
de ellas y cultivar tu persona; en cuanto a los defectos, primero
observa si no los tienes y después piensa como los ayudarías a
superarlos, y díselos.
La autoestima aparenta ser un valor muy personalista, sin embargo, todo
aquello que nos perfecciona como seres humanos, tarde o temprano se pone
al servicio de los demás; una vez que hemos recorrido el camino, es más
sencillo conducir a otros por una vía más ligera hacia esa mejora
personal a la que todos aspiramos.
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