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Empatía
El valor de la empatía nos ayuda a recuperar el
interés por las personas que nos rodean y a consolidar la relación que
con cada una de ellas tenemos. |
Cada vez que nos acercamos a las
personas esperamos atención y comprensión, dando por hecho que seremos
tratados con delicadeza y respeto. Pero, ¿cuántas veces procuramos
tratar a los demás de la misma forma?
Debemos reconocer que en medio de nuestras prisas y preocupaciones nos
volvemos egoístas y olvidamos que los demás también tienen algo
importante que comunicarnos. El valor de la empatía nos ayuda a
recuperar el interés por las personas que nos rodean y a consolidar la
relación que con cada una de ellas tenemos.
La empatía es el esfuerzo que realizamos para reconocer y comprender los
sentimientos y actitudes de las personas, así como las circunstancias
que los afectan en un momento determinado.
Es muy común escuchar que la empatía es la tendencia o actitud que
tenemos para ponernos en el lugar de los demás e identificarnos
plenamente con sus sentimientos. Sin embargo, esto tiene el riesgo de
dejar a la empatía en un nivel meramente emocional: "si siento lo mismo
que el otro, entonces hay verdadera empatía".
La realidad es que la empatía no es el producto del buen humor con que
despertamos, como tampoco del afecto que nos une a las personas. Si esta
combinación fuera común, siempre estaríamos disponibles para escuchar a
los demás y dejaríamos momentáneamente nuestras ocupaciones,
pensamientos y preocupaciones para atender a quienes nos rodean.
Desgraciadamente las circunstancias pocas veces son tan favorables, por
eso la empatía es un valor que se vive habitualmente, totalmente
independiente de nuestro estado de ánimo y disposición interior.
La empatía se facilita en la medida que conocemos a las personas, la
relación frecuente nos facilita descubrir los motivos de enojo, alegría
o desánimo de nuestros allegados y su consecuente modo de actuar. Esto
se manifiesta claramente entre padres e hijos, en las parejas y con los
amigos donde la relación es muy estrecha, quienes parecen haber
adquirido el "poder de adivinar" que sucede antes de haber escuchado una
palabra, teniendo siempre a la mano la respuesta y el consejo adecuados
para la ocasión.
Aún así, este valor debe superar ciertos obstáculos: el cansancio, el
mal humor, el dolor de cabeza y las preocupaciones propias del trabajo y
el estudio. En casa se nota cuando los padres prestan poca atención a
los "pequeños" problemas o alegrías de sus hijos, con su actitud -y
muchas veces sin querer- procuran evadir esa molestia e inoportunidad
para encerrarse en sí mismos; en la pareja cuando alguno da monosílabos,
gestos o sonidos guturales como respuesta; cuando tenemos tantos
problemas, y lo que menos deseamos es escuchar lo bien o lo mal que les
sucede a los demás.
El problema es dejarnos llevar por nuestro estado de ánimo y obstinarnos
en permanecer en nuestro mundo, damos a todo lo que ocupa nuestra mente
la máxima importancia, comportándonos indiferentes y poco amables;
queremos ser entendidos sin antes intentar comprender a los demás. Por
tanto, la empatía implica generosidad y genuina comprensión: para
olvidarnos de nosotros mismos y hacer el esfuerzo por considerar los
asuntos y sentimientos que los demás quieren participarnos.
Este esfuerzo es mayor cuando ante nosotros está el empleado, el alumno,
el vecino, la empleada doméstica o el vecino, pues sin darnos cuenta,
podemos limitar nuestra atención e interés, o peor aún, menospreciarlos
por considerarlos en una posición inferior. Debemos ser enérgicos y
afirmar que la empatía como valor -y al igual que todos los valores- no
hace diferencias entre personas, es una actitud propia de la
personalidad, siempre abierta y dispuesta a las necesidades de los demás.
La empatía nos da un sin fin de posibilidades, primero hacia nuestros
semejantes, quienes buscan con quien compartir y confiar sus problemas,
alegrías, triunfos y fracasos, ser escuchados y comprendidos. De esta
forma tenemos la inmejorable oportunidad de procurar el bienestar,
desarrollo y perfeccionamiento de las personas, lo cual manifiesta el
profundo respeto que les debemos.
Para nosotros, la empatía nos permite conocer y comprender mejor a las
personas, a través del trato cotidiano, estamos en condiciones de
mejorar en familia, obteniendo una mayor colaboración y entendimiento
entre todos; con la pareja la relación es cada vez más estable y alegre;
con los amigos garantiza una amistad duradera; con los conocidos abre la
posibilidad a nuevas amistades; en la empresa ayuda a conseguir una
mayor productividad al interesarnos por los empleados y compañeros; en
la escuela se obtiene un mejor rendimiento por la relación que se tiene
con los alumnos y entre ellos mismos.
El valor de la empatía desarrolla en nosotros la capacidad de motivar y
encauzar positivamente a las personas; enseñar a tener ese interés por
los demás y vivirlo habitualmente, es la mejor forma de transmitir
empatía e identificarnos plenamente con los demás, cambiando
radicalmente el entorno social en el que vivimos.
Vivir el valor de la empatía es algo sencillo si nos detenemos a pensar
un poco en los demás y en consecuencia, aprenderemos a actuar
favorablemente en todas las circunstancias. Por eso, debemos estar
pendientes y cuidar los pequeños detalles que reafirmarán este valor en
nuestra persona:
- Procura sonreír siempre, esto genera un ambiente de confianza y
cordialidad. La serenidad que se manifiesta desarma hasta el más
exaltado.
- Primeramente considera como importantes los asuntos de los demás y
después los propios. Después de haber escuchado, la persona que se ha
acercado a ti seguramente tendrá la capacidad de entender tu situación y
estado de ánimo, por lo cual estará dispuesta ayudarte.
- No hagas un juicio prematuro de las personas porque te hace cambiar tu
disposición interior (no pienses: "ya llego este molesto", "otra vez con
lo mismo", "no me deja en paz", "otra interrupción") Si alguien se
acerca a ti, es porque necesita con quien hablar... No los defraudes.
- Si no tienes tiempo o es un mal momento, exprésalo con cortesía y
delicadeza -que también es empatía- y las personas se sentirán
igualmente atendidas. Importante: no dejes pasar mucho tiempo para
charlar con la persona.
- Evita demostrar prisa, aburrimiento, cansancio, dar respuestas
tajantes u distraerte en otras cosas; además de ser una falta de respeto,
logras autodominio y demuestras interés por las personas. Aprende a
escuchar.
- No olvides infundir ánimo con palabras, una palmada en el hombro o un
gesto amable, sobre todo si la persona tiene problemas.
Podemos concluir que la empatía es un valor indispensable en todos los
aspectos de nuestra vida, sin él, sería muy difícil enriquecer las
relaciones interpersonales; quien se preocupa por vivir este valor,
cultiva simultáneamente entre otros: confianza, amistad, comprensión,
generosidad, respeto y comunicación.
El ritmo de vida actual nos brinda pocas oportunidades de servir a los
demás, de conocerlos y de tratarlos como es debido, la empatía se
convierte en esa pieza fundamental que nos enriquece y nos identifica
mejor como seres humanos. |
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