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Orden
A todos nos agrada encontrar las cosas en su
lugar, pero lo más importante es el orden interior y es el que más
impacta a la vida. |
Es muy fácil dejar cautivarse por la primera impresión. Eso todos lo
sabemos. Pero el orden es un valor en el cual fácilmente podemos
percibir la parte más superficial del mismo. Por supuesto que a todos
nos agrada encontrar las cosas en su lugar, ver un sitio limpio y donde
cada cosa tiene su propio espacio. Sin embargo el orden es algo mucho
más profundo que eso.
El orden externo de la persona, de su espacio de trabajo, de su casa o
incluso de su automóvil, son muy importantes, es cierto, pero lo más
importante es el orden interior y es el que más impacta a la vida.
Sin duda todos conocemos a gente desordenada que olvida pagar sus
cuentas, o que no sabe colocar sus prioridades adecuadamente en la vida
y que termina generando un desastre en su propia vida y en la de los
demás.
Adquirir el valor del orden va mucho más que acomodar cosas y objetos,
es poner todas las cosas de nuestra vida en su lugar. Por ejemplo nadie
sale del trabajo a media mañana para ir a jugar un partido de base ball
con los amigos, tampoco a nadie se le ocurre amar perdidamente a su
mascota y desatender a sus hijos. Sin embargo el desorden puede estar
disfrazado muy sutilmente y es fácil darle tres o cuatro horas más al
trabajo y no estar con la familia, y uno puede sentirse muy tranquilo
porque "está poniendo en orden sus prioridades". Si, el trabajo es
importante, pero tiene su espacio y sus límites. Igualmente ocurre con
aquella persona que decide no tomar una oportunidad única de trabajo
porque le implica sacrificar un poco de su familia. El valor del orden
debe ayudarnos a darle a cada cosa su peso, a cada actividad su
prioridad. A cada afecto el espacio que le corresponde.
El orden interior se refleja en todas nuestras cosas. Si recreamos
nuestra imaginación en fraguar proyectos un tanto inalcanzables, nos
entretenemos en pensar que haremos el próximo fin de semana, o en los
nuevos accesorios para nuestro automóvil, difícilmente nos
concentraremos en las cosas importantes que debemos hacer y perdemos un
tiempo valioso. En este ambiente ficticio esta la pereza, no nos extrañe
que nos cueste "mucho trabajo" recoger las cosas o terminar a tiempo
cualquier actividad.
No muy lejos están nuestras palabras y conducta. Hay personas que
constantemente (por no decir siempre) hacen bromas, juegan con las
palabras para provocar la risa general, tienen mil y una ocurrencias
divertidas, y en ocasiones es muy difícil hablar de algo serio con ellas.
Esto que parece alegría y buen humor, podría ser la viva representación
de una mente ocupada en cosas superfluas y con poca -o nula- reflexión;
algunas veces esta personalidad se asocia con tener prisa por terminar,
hacer las cosas a la ligera y presentar muchos errores en sus trabajos
finales.
Como un agregado surge la apatía hacia el trabajo disfrazada de
actitudes aparentemente normales: levantarse a preparar una taza de café
y conversar varios minutos con algún encontradizo; revisar una y otra
vez nuestros pendientes, cuando en realidad estamos buscando cual es el
más fácil y cómodo para comenzar a trabajar; pasar de un escritorio a
otro para preguntar cualquier asunto del trabajo, y de paso platicar de
algunas trivialidades. La falta de orden se presenta muchas veces con el
activismo: dar la apariencia de hacer... sin hacer.
En medio de nuestras ocupaciones habituales, e incluso con alto
rendimiento y eficacia personal y profesional, podemos estar rodeados de
papeles, objetos, libros, cajones de uso múltiple y adornos de todo tipo.
Este descuido generalmente va acompañado de un propósito de arreglo,
pocas veces concretado debido a la prisa por hacer lo "verdaderamente
importante", pero el orden exige plasmar en la agenda un momento y
tiempo determinado para cuidar este pequeño pero significativo detalle,
cada cual sabe dónde deben estar las cosas.
La alegría, la convivencia, los planes personales y una gran capacidad
de trabajo caracterizan positivamente a la persona, sin embargo, todo
aquello que se omite o se hace fuera de tiempo y oportunidad, provoca
desorden e ineficiencia.
Algunas personas no tienen el interés o la conciencia de la importancia
de este valor porque todo lo tienen resuelto, tienen a su alrededor,
personas (en el hogar, oficina, escuela, etc.) que se ocupan de la
limpieza y disposición de las cosas para crear un ambiente agradable.
Esta comodidad en nada favorece a quienes cuentan con este "servicio".
Pensemos en los niños y jóvenes (aunque los adultos no escapan del todo)
que no hacen nada en este aspecto; tarde o temprano tienen dificultades
para organizar su tiempo de estudio, elaborar y cumplir con sus trabajos
escolares, perder con frecuencia todo tipo de objetos o abandonarlos en
cualquier lugar. Si lo vemos en futuro, su capacidad de trabajo estará
seriamente afectada por la falta de práctica y ejercicio de este valor.
Por el contrario, toda persona que vive el orden en extremo (más que
meticuloso, un perfeccionista molesto) dificulta la convivencia y
manifiesta poca comprensión hacia las personas, y eso aniquila su
rectitud de intención en este valor, suplantándolo por la soberbia y la
intolerancia. El orden debe tener un equilibrio.
Estas son algunas de las sugerencias que pueden ayudarte a vivir mejor
el valor del orden:
- Dedica tiempo a la familia, con este ejemplo, todos aprenderán que
ordenas tu vida de acuerdo a tus responsabilidades, dando a los tuyos la
prioridad que les corresponde.
- Lleva una vida espiritual de acuerdo a los preceptos de tu religión,
son normas de conducta que facilitan y hacen nuestra vida mejor.
- Planea tus gastos.
- Distribuye tu tiempo, así serás puntual, cumplirás según lo previsto y
tu persona adquiere formalidad.
- Cuida tu persona por dentro y por fuera: Conserva un buen aspecto
personal aún los fines de semana y en temporada de vacaciones; establece
un horario fijo para el descanso y los alimentos.
- Da un correcto uso a las cosas y serán más durables; igualmente
procura la limpieza y cuidado de todo, máxime si es prestado.
Es tan importante en todos los aspectos de la vida el valor del orden
que vale la pena el esfuerzo por cultivarlo: formalidad, eficacia,
pulcritud, cuidado... El valor del orden puede cambiar
significativamente nuestras vidas, pero aún más importante, la vida de
quienes nos rodean.
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