|
Create buenos
habitos |
y ellos guiaran tu
vida |
Sensibilidad
Es el valor que nos hace despertar hacia la
realidad, descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al
desarrollo personal, familiar y social.
|
Antes de hablar de sensibilidad hay que distinguirla de la “sensiblería”
que casi siempre es sinónimo de cursilería, superficialidad o debilidad.
En realidad el valor de la sensibilidad es la capacidad que tenemos los
seres humanos para percibir y comprender el estado de ánimo, el modo de
ser y de actuar de las personas, así como la naturaleza de las
circunstancias y los ambientes, para actuar correctamente en beneficio
de los demás.
Para comprender la importancia de este valor, necesitamos recordar que
en distintos momentos de nuestra vida hemos buscado afecto, comprensión
y cuidados, sin encontrar a ese alguien que muestre interés por nuestras
necesidades y particulares circunstancias. ¿Qué podríamos hacer si
viviéramos aislados? La sensibilidad nos permite descubrir en los demás
a ese “otro yo” que piensa, siente y requiere de nuestra ayuda.
No pensemos en esa sensibilidad emocional que se manifiesta
exageradamente con risas o llanto y tal vez “sintiendo” pena o disgusto
por todo. Ser sensible va más allá de un estado de ánimo, es permanecer
alerta de todo lo que ocurre a nuestro alrededor. ¿Acaso ser sensible es
signo de debilidad? No es blando el padre de familia que se preocupa por
la educación y formación que reciben sus hijos; el empresario que vela
por el bienestar y seguridad de sus empleados; quien escucha, conforta y
alienta a un amigo en los buenos y malos momentos. La sensibilidad es
interés, preocupación, colaboración y entrega generosa hacia los demás.
La realidad es que las personas prefieren aparentar ser duras o
insensibles, para no comprometerse e involucrarse en cosas que califican
como fuera de su competencia. Todas las penas y padecimientos de los
demás resultan incómodos y molestos, pensando que cada quien tiene ya
suficiente con sus propios problemas como para preocuparse de los ajenos.
La indiferencia es el peor enemigo de la sensibilidad.
Lo peor de todo es mostrar esa misma indiferencia en familia, algunos
padres nunca se enteran de los conocimientos que reciben sus hijos; de
los ambientes que frecuentan; las costumbres y hábitos que adquieren con
los amigos; de los programas que ven en la televisión; del uso que hacen
del dinero; de la información que reciben respecto a la familia, la moda,
la religión, la política... todas ellas son realidades que afectan a los
adultos por igual.
¿Es que todo está bien? No se puede esperar que las nuevas generaciones
construyan ese futuro mejor que tanto se espera, si nos da lo mismo todo
y no estamos ahí para dar criterio, para formar hábitos y hacer valer
las buenas costumbres.
Puede parecer extraño, pero en cierta forma somos insensibles con
nosotros mismos, pues generalmente no advertimos el rumbo que le estamos
dando a nuestra vida: pensamos poco en cambiar nuestros hábitos para
bien; casi nunca hacemos propósitos de mejora personal o profesional;
fácilmente nos dejamos llevar por el ambiente de los amigos o del
trabajo sin poner objeción alguna; trabajamos sin orden y desmedidamente;
dedicamos mucho tiempo a la diversión personal. Dejarse llevar por lo
más fácil y cómodo es la muestra más clara de insensibilidad hacia todo
lo que afecta nuestra vida.
Reaccionar frente ante las críticas, la murmuración y el desprestigio de
las personas, es una forma de salir de ese estado de pasividad e
indiferencia para crear una mejor calidad de vida y de convivencia entre
los seres humanos.
Muchas veces nos limitamos a conocer el nombre de las personas, incluso
compañeros de trabajo o estudio, criticamos y enjuiciamos sin conocer lo
que ocurre a su alrededor: el motivo de sus preocupaciones y el bajo
rendimiento que en momentos tiene, si su familia pasa por una difícil
etapa económica o alguien tiene graves problemas de salud. Todo sería
más fácil si tuviéramos un interés verdadero por las personas y su
bienestar.
En todas partes se habla de los problemas sociales, corrupción,
inseguridad, vicios, etc. y es algo tan cotidiano que ya forma parte de
nuestra vida, dejamos que sean otros quienes piensen, tomen decisiones y
actúen para solucionarnos hasta que nos vemos afectados. La sensibilidad
nos hace ser más previsores y participativos, pues no es correcto
contemplar el mal creyendo que somos inmunes.
Podemos afirmar que la sensibilidad nos hace despertar hacia la realidad,
descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al
desarrollo personal, familiar y social. Con sentido común y un criterio
bien formado, podemos hacer frente a todo tipo de inconvenientes, con la
seguridad de hacer el bien poniendo todas nuestras capacidades al
servicio de los demás.
|
|