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Autenticidad
Las experiencias, el conocimiento y la lucha por
concretar propósitos de mejora, hacen que con el tiempo se vaya
conformando una personalidad propia. |
Toda obra original es valiosa, sobre todo si pensamos en algunas
esculturas y pinturas, cualquier copia tendrá algunos rasgos que la
hacen diferente e imperfecta de acuerdo al original. Por el hecho de
existir y poseer unas características y cualidades propias, todos somos
"originales", pero no quiere decir que somos personas "de una pieza",
íntegros, es decir, auténticos.
El valor de la autenticidad le da a la persona autoridad sobre sí mismo
ante sus gustos y caprichos, iniciativa para proponerse y alcanzar metas
altas, carácter estable y sinceridad a toda prueba, lo que le hace tener
una coherencia de vida.
El deseo de superación siempre será bien visto, pero con relativa
frecuencia perdemos tiempo en querer ser precisamente lo que no somos:
porque en ocasiones gastamos más de lo que tenemos para dar la
apariencia de un muy buen trabajo o una mejor posición económica, no se
diga en el modo de comportarse o de vestir según el círculo social al
que queremos pertenecer; copiar el estilo de hablar elocuente o gracioso
que utiliza otra persona, o la tendencia a participar activamente en
conversaciones como conocedor y erudito, sin tener el mínimo
conocimiento. En resumidas cuentas, esta manera de ser se debe a la
falta de aceptación de sí mismo.
En ocasiones la auto-aceptación se hace más difícil por lamentarnos de
lo que no tenemos. En distintos momentos y circunstancias personas han
dicho: "si hubiera nacido en una familia con mejor posición económica,
otra cosa hubiera sido"; "si yo tuviera las cualidades que (aquel) tiene...";
"si hubiera tenido la posibilidad de una mejor educación..."; "si se me
hubiera presentado esa oportunidad..." ¿No es también una pérdida de
tiempo de la que hablamos al principio?
Pensar y analizar lo que somos, nos lleva a encontrar pequeñas -e
incluso grandes- incongruencias en nuestra persona: si nos dejamos
llevar por la opinión general de las personas que frecuentamos, es
posible entrever una conducta mecánica, y tal vez contraria a nuestros
valores. ¿Cuántas veces callamos nuestro punto de vista por temor a
quedar mal y ser relegado? Se ha visto a personas entrar casi "de
incógnitos" a la iglesia, por temor a verse sorprendido por alguno de
sus conocidos que pase en ese momento por ahí. Una persona congruente
reacciona, opina y actúa siempre de acuerdo a sus convicciones y su
formación.
Reflexionar sobre lo que queremos ser, debe ir acompañado de propósitos
con metas alcanzables. ¿Qué hace la persona que es excelente conversador?,
se da tiempo para leer, para informarse, para aprender a contar
anécdotas. ¿Cómo es que aquel compañero de trabajo es tan eficiente?,
estudió, profundizó y aprendió aquellos temas que eran de su particular
interés, además de una autodisciplina que lo hace realizar las cosas con
orden. ¿Por qué un amigo es capaz de interpretar cualquier melodía que
le piden en una reunión? Seguramente aprendió música y dedica tiempo
suficiente para practicar. Toda persona que posee una serie de
características distintivas, ha puesto empeño y esfuerzo en lograr "lo
que quiere ser".
Para ser auténticos hace falta algo más que copiar partes de un modelo,
como si quisiéramos adueñarnos de una personalidad que no nos pertenece,
o peor aún, pasar la vida esperando "la gran oportunidad" para demostrar
lo que somos y lo que podemos lograr. Las experiencias, el conocimiento
y la lucha por concretar propósitos de mejora, hacen que con el tiempo
se vaya conformando una personalidad propia.
¿Qué hacer entonces para ser auténticos?
- Evitar la mentira y la personalidad múltiple. Ser el mismo siempre,
independientemente de las circunstancias.
- Luchar contra la vanidad. Que nos lleva a elevarnos por encima de lo
que somos para cubrir nuestras flaquezas o exaltar nuestras cualidades.
Vivir de acuerdo a nuestra posibilidades, evitando lujos fuera de
nuestro alcance.
- Prepararnos para adquirir aquellas destrezas o habilidades que nos
hacen falta para el trabajo o para sacar adelante a la familia.
- Cooperación y comprensión para evitar el deseo de dominio sobre los
demás, respetando sus derechos y opiniones.
- Ser fieles a las promesas que hemos hecho, de esta manera, somos
fieles con nosotros mismos.
- Cumplir responsablemente con las obligaciones que hemos adquirido en
la familia o el trabajo.
- Hacer a un lado simpatías e intereses propios, para poder juzgar y
obrar justamente.
- Esforzarnos por vivir las leyes, normas y costumbres de nuestra
sociedad.
- No tener miedo a que "me vean como soy". De cualquier manera, mientras
no hagamos algo para cambiar, no podemos ser otra cosa.
La autenticidad da a la persona una natural confianza, pues con el paso
del tiempo ha sabido cumplir con los deberes que le son propios en el
estudio, la familia y el trabajo, procurando perfeccionar el ejercicio
de estas labores superando la apatía y la superficialidad, sin quejas ni
lamentaciones. Por la integridad que da el cultivo de este valor, nos
convertimos en personas dignas de confianza y honorables, poniendo
nuestras cualidades y aptitudes al servicio de los demás, pues nuestras
miras van más allá de nuestra persona e intereses.
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