La historia del chocolate?
EL ELIXIR DE LOS DIOSES
Los orígenes
de esta sustancia sólida, sensual y para algunos adictiva que llamamos chocolate
hunden sus raíces en la prehistoria del Nuevo Mundo, en el misterioso reino de
los olmecas y los mayas. Fueron estas antiguas civilizaciones mesoamericanas,
que vivieron en el corazón de la América central ecuatorial, las primeras que
cultivaron el árbol del que proviene el chocolate.
Hace tres
mil años los olmecas, una de las civilizaciones mesoamericanas mas antiguas,
ocupaba un área de selvas tropicales al sur de Veracruz, en el golfo de México.
Los lingüistas modernos han reconstruido el antiguo vocabulario olmeca y han
encontrado que comprende la voz “cacao”. Dados los requerimientos de calor,
humedad y sombra que tiene el árbol del cacao, condiciones que se dan donde
vivían los olmecas, muchos historiadores están convencidos de que la primera
civilización que cultivo este árbol fue la de los olmecas, y no la de los
aztecas, como se creía comúnmente.
En torno al
siglo IV antes de Cristo, varios siglos después de la desaparición de los
olmecas, los mayas se habían establecido en una extensa región situada al sur
del México actual, que se extiende desde la península del Yucatán en América
Central a lo largo de la región de Chiapas y la costa de Guatemala en el
Pacifico. El clima húmedo de esta región era perfecto para el árbol del cacao,
que florecía fácilmente en las zonas mas umbrías del bosque tropical.
Los mayas
llamaban a este árbol “cacahuaqucht”; de hecho, para ellos, no existían ningún
otro árbol que mereciese tanto el nombre de árbol como este. Creían que era un
árbol que pertenecía a los dioses y que las vainas que crecían en su tronco eran
un regalo que los dioses hacían a los hombre.
El periodo en
torno al año 300 de nuestra era, conocido como la época clásica de la
Civilización Maya, fue de un gran desarrollo artístico, espiritual e intelectual.
Los mayas construyeron palacio y templos de piedra, grabando en sus sagrados
muros imágenes de vainas de cacao, que parra ellos eran un símbolo de vida y
fertilidad. Conocido como “el pueblo del libro”, los mayas también idearon un
sistema de jeroglíficos que escribían en unas fragiles hojas de papel hechas con
corteza de árbol. Actualmente solo se conservan cuatro de los libros mayas,
todos ellos del periodo post-clásico. Los libros están llenos de ilustraciones
que representas a los diversos dioses practicando diferentes rituales religiosos
en los que frecuentemente aparecen las vainas del cacao, y cuyo texto se refiere
a menudo al cacao como un manjar de dioses.
Los mayas
crearon una especie de brebaje amargo hecho de semillas de cacao que consumían
exclusivamente los reyes y los miembros de la nobleza y también usado para dar
solemnidad a determinados rituales sagrados. En sus libros, los mayas describen
diversas formas de elaborar y perfumar este brebaje, desde unas gachas espesas
hechas con harina de maíz, hasta un brebaje mas liquido para ser bebido. Una
antigua pintura muestra ese oscuro brebaje marrón siendo vertido de un
recipiente a otro hasta producir una importante cantidad de espuma. Diversas
especias se usaban como aditamento para perfumar el brebaje, siendo el chile
picante el preferido. Otras pruebas del uso del cacao por los mayas aparecen en
los muchos recipientes pintados hallados en sus tumbas funerarias. Una tumba
excavada en Guatemala en 1984 contenía varios recipientes que se había usado
para el consumo del chocolate. Uno de los ejemplares mas exóticos y hermosos
lleva el símbolo maya para el chocolate en su interior se encontraron residuos
de esta bebida.
Tras la
misteriosa caída del imperio maya en torno al año 900 de nuestra era, los
habilidoso toltecas, mas tarde seguidos por los aztecas de México, se instalaron
en el antiguo territorio de los mayas. Quetzalcoarl, el rey de los toltecas, era
también el dios del aire, y una de sus misiones era llevar las semillas del
árbol del cacao desde el Edén hasta la tierra de los hombre y enseñarles las
diversas formas de cultivo. A causa de una serie de levantamientos políticos,
Quetzalcoarl y sus seguidores huyeron hacia el sur del Yucatán. Encontrándose
enfermo, fue persuadido de beber una misteriosa pócima que le hizo volverse
loco. Convencido de que tenia que abandonar su reino, Quetzalcoarl se hizo a la
mar en una pequeña balsa prometiendo a sus súbditos que regresaría en un año
especifico para reclamar su reino. L a leyenda de este exilio llego a
convertirse en parte de la mitología azteca, y los astrólogos pronosticaron que
en 1519 un rey de tez blanco regresaría para liberar a su pueblo. Esta creencia
iba a tener consecuencias duradera en el futuro del Nuevo Mundo.
De Bebida A Golosina:
Chocolate para comer
Una vez que se
consiguió separar la manteca del cacao, la industria se encontró ante el dilema
de que hacer con ella –realmente era algo demasiado valioso para desperdiciarlo.
Lo que paso fue que, de un modo u otro, a algún fabricante de cacao- y hay
discusiones acerca de quien fue el primero- se le ocurrió la idea de mezclar la
manteca de cacao con una pasta hecha a base de cacao molido y azúcar.
La mixtura
resultante fue una pasta suave y maleable a la que se podía añadir azúcar sin
que se volviera grumosa; la grasa facilitaba su disolución. La pasta era lo
suficientemente fina para ser vertida en un molde y darle forma, y a partir de
este momento empezó a formularse la idea de las pastillas de chocolate para
comer. La familia Fry afirma haber sido la primera en comercializar el producto.
“Chocolat Délicieux a manger”, así llamaron a sus barritas de chocolate y las
presentaron en una fuera comercial celebrada en Birmingham en 1849. Las barritas
tuvieron un éxito instantáneo, y comer chocolate se convirtió en una autentica
moda.
Cadbury introdujo la primera caja de bombones de chocolate,
a la que siguió una caja diseñada para el Día de San Valentín. Otras empresas,
como Bovril, empezaron a fabricar chocolate para comer. Al poco tiempo, la nueva
industria chocolatera estaba firmemente establecida. Como consecuencia de la
nueva moda, el precio de la manteca de cacao subió como la espuma y comer
chocolate se convirtió en una actividad cara y practicada sobre todo por las
capas altas de la sociedad. Mientras, el cacao quedaba relegado para las masas.
Los Estados
Unidos desarrollaron su propia versión del chocolate mas tarde. Tras
experimentar con crema de leche y chocolate –una y otra vez, la mezcla se
quemaba o no solidificaba bien- las barritas de chocolate con leche de Milton
Hershey aparecieron en el mercado en 1900. Siete años mas tarde aparecieron sus
famosos bombones “little kisses”. Al otro lado del país, Ghirardelli empezaba a
usar la nueva tecnología para moldear el chocolate, y pronto introdujo las
barritas de chocolate en su catalogo. Las tiendas especializadas en chocolate
empezaron a proliferar por todo el país y la mayoría de ciudades disponían de un
establecimiento de prestigio que fabricaba bombones de chocolate. Los primeros
chocolateros eran demasiado pequeños para importar cacao o invertir en
maquinaria cara. Lo que hacían era comprar bloques de chocolate de tamaño
industrial a empresas grandes como Guittard y los desleían ellos mismos para
usarlos como “couverture” en sus pastelillos y bombones. El libro de Alice
Btadley “Candy Cook Book”, publicado en América en 1917, dedicaba un capitulo a
los bombones de chocolate, con mas de sesenta recetas para hacer los rellenos.
Dice Bradley: “Mas de cien clases distintas de bombones pueden encontrarse en
los catálogos de algunos fabricantes”. La industria chocolatera americana
alcanzo su máximo esplendor durante la segunda Guerra Mundial, cuando millones
de barras de chocolate se enviaron a las fuerzas armadas que combatían en Europa.
Por entonces, Ghirardelli y Hershey estaban ya perfectamente equipados para ser
los proveedores del ejército.
El Chocolate se usaba con fines terapéuticos en el siglo
IV, cuando los mayas empezaron a cultivar el árbol del cacao. Los hechiceros
prescribían el consumo de cacao tanto como estimulante como por sus efectos
calmantes. Los guerreros lo consumían como una bebida reconstituyente, y la
manteca de cacao era usada como ungüento para curar heridas.
Mas tarde, los
aztecas prescribieron una poción a base de cacao mezclado con el polvo de los
huesos machacados de sus antepasados para curar la diarrea. Los colonos
españoles también fueron conscientes de la virtudes curativas del cacao. Un
viajero de la época dice de sus compatriotas: “Con estos granos elaboran una
especie de pasta que según ellos es buena para el estomago y contra el catarro”.
Sin embargo, el
chocolate despertó sentimientos encontrados entre la comunidad científica y
médica, que se mostró tan vocinglera como la Iglesia a la hora de debatir las
virtudes y los defectos de que la misteriosa nueva sustancia. Durante el siglo
XVI, cuando la medicina todavía estaba en mantillas, muchas teorías médicas se
basaban en la existencia de humores “calientes” y “fríos”, o en las energías
corporales, de cuyo correcto equilibrio dependía la no aparición de enfermedades.
Los españoles clasificaron al chocolate como una sustancia “fría” y
neutralizaban sus efectos tomándola muy caliente y aderezada con especias “calientes”.
No podían entender por qué los aztecas se tomaban el chocolate sin calentarlo
tratándose de un alimento esencialmente “frío”.
Durante el siglo
XVII, el chocolate ya había recibido la aprobadora bendición de un buen numero
de botánicos y médicos, que habían descubierto que contenía toda clase de
sustancias beneficiosas. Henry Stubbe (1632-72), el medico de la corte inglesa,
visito las Indias Occidentales para investigar los efectos físicos del
chocolate. A su regreso publico “The Indian Néctar”, en la que se deshacía en
elogios por la bebida, pero que echarle demasiado azúcar o especias era
desaconsejable. Stephani Blancardi (1650-1702), un médico italiano comento: “El
chocolate no solo tiene un sabor agradable, sino que es también un autentico
bálsamo para la boca, pues contribuye a mantener todas las glándulas y humores
en un perfecto estado de salud. Todo aquel que lo bebe posee un aliento muy
dulce”.
La facultad
francesa de Medicina aprobó oficialmente su uso el año 1661. El magistrado y
gastrónomo Brillat-Savarin (1755-1826), escribe en su célebre obra “Physiologie
du Gout”: “El chocolate, cuando ha sido cuidadosamente preparado, es un alimento
completo y agradable... muy apropiado para quien realiza un gran esfuerzo
mental, predicadores, abogados, y sobre todo viajeros... se aposenta bien en los
mas débiles estómagos, es beneficiosos en enfermedades crónicas y contribuye el
último recurso en las dolencias del piloro”. Algunos de los contemporáneos de
Brillat-Savarin afirmaban que el chocolate puede curar la tuberculosis. Un
medico francés, quizás habiendo experimentado que el chocolate levantaba el
ánimo, estaba convencido de que era un antídoto contra los corazones rotos:
“Quienes tienen mal de amores y sufren de la mas universal de las dolencias
galantes, tendran en el chocolate el mas agradable de los consuelos”. Las
alabanzas no eran ni mucho menos universales. Un medico de la corte toscana del
siglo XVIII declaro que el chocolate era una sustancia “caliente” y que era una
locura mezclarlo con otras “drogas calientes”. Evidentemente había observado los
efectos de la cafeína, puesto que cita entre sus efectos la locuacidad
persistente, el insomnio, la irritabilidad y la hiperactividad en los niños. En
general, los beneficios efectos médicos y nutritivos del chocolate fueron bien
aceptados. Un escritor ingles de la época lo describe así: “Una bebida
incomparables desde el punto de vista familiar, para el desayuno o la cena, para
cuando el té o el café están realmente fuera de lugar, a menos que este ultimo
se sirva con mucha leche”. Brillat-Savarin comentaba acerca de la digestión:
“Cuando uno ha comido bien y copiosamente, tomando una buena taza de chocolate
al final de la comida, lo habrá digerido todo perfectamente al cabo de tres
horas”. Durante el siglo XIX muchos charlatanes empezaron a hacer su agosto
gracias al prestigio que la aprobación de los médicos dio al chocolate. Diversas
formas de “chocolate” medicinal hicieron su aparición, incluyendo productos de
nombres tan siniestros como el “Chocolate pectoral”, elaborado con tapioca india
y recomendado para combatir la tisis, y el “chocolate analéptico”, elaborado con
un misterioso “toxico persa”. Hacia finales de siglo, el articulo genuino
recibió la aprobación de todos los hospitales y sanatorios, así como el de la
armada, el ejercito y diversas instituciones publicas.
En el Puerto Rico de los años 60 en que yo me criaba era
común tomarse una taza de chocolate Cortés en las noches, habia que rasparlo
para poderlo hacer. Mmmmmm... que rico es, el chocolate Cortés. |