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Democracia
Democracia es una forma de
organización de grupos de personas, cuya
característica predominante es que la
titularidad del poder reside en la totalidad
de sus miembros, haciendo que la toma de
decisiones responda a la voluntad colectiva
de los miembros del grupo.
En sentido
estricto la democracia es una forma de
gobierno, de organización del Estado, en la
cual las decisiones colectivas son adoptadas
por el pueblo mediante mecanismos de
participación directa o indirecta que le
confieren legitimidad a los representantes.
En sentido amplio, democracia es una forma
de convivencia social en la que todos sus
habitantes son libres e iguales ante la ley
y las relaciones sociales se establecen de
acuerdo a mecanismos contractuales.
La democracia se define
también a partir de la clásica clasificación
de las formas de gobierno realizada por
Platón primero y Aristóteles después, en
tres tipos básicos: monarquía (gobierno de
uno), aristocracia (gobierno de pocos),
democracia
(gobierno de la multitud para Platón y "de
los más", para Aristóteles).
Hay
democracia directa cuando la decisión es
adoptada directamente por los miembros del
pueblo. Hay democracia indirecta o
representativa cuando la decisión es
adoptada por personas reconocidas por el
pueblo como sus representantes. Por último,
hay democracia participativa cuando se
aplica un modelo político que facilita a los
ciudadanos su capacidad de asociarse y
organizarse de tal modo que puedan ejercer
una influencia directa en las decisiones
públicas o cuando se facilita a la
ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios.
Estas tres formas no son excluyentes y
suelen integrarse como mecanismos
complementarios.
Democracia (del griego, demos, ‘pueblo’
y kratein, ‘gobernar’), sistema político por el que el
pueblo de un Estado ejerce su soberanía mediante cualquier forma
de gobierno que haya decidido establecer. En las democracias
modernas, la autoridad suprema la ejercen en su mayor parte los
representantes elegidos por sufragio popular en reconocimiento
de la soberanía nacional. Dichos representantes pueden ser
sustituidos por el electorado de acuerdo con los procedimientos
legales de destitución y referéndum y son, al menos en
principio, responsables de su gestión de los asuntos públicos
ante el electorado. En muchos sistemas democráticos, éste elige
tanto al jefe del poder ejecutivo como al cuerpo responsable del
legislativo. En las monarquías constitucionales típicas, como
puede ser el caso de Gran Bretaña, España y Noruega, sólo se
eligen a los parlamentarios, de cuyas filas saldrá el primer
ministro, quien a su vez nombrará un gabinete.
La esencia del sistema democrático
supone, pues, la participación de la población en el
nombramiento de representantes para el ejercicio de los poderes
ejecutivo y legislativo del Estado, independientemente de que
éste se rija por un régimen monárquico o republicano.
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LA DEMOCRACIA
EN LA GRECIA Y ROMA ANTIGUAS |
El gobierno del pueblo tuvo un
importante papel en las democracias de la era precristiana. A
diferencia de las democracias actuales, las democracias de las
ciudades Estado de la Grecia clásica y de la República de Roma
eran democracias directas, donde todos los ciudadanos tenían voz
y voto en sus respectivos órganos asamblearios. No se conocía el
gobierno representativo, innecesario debido a las pequeñas
dimensiones de las ciudades Estado (que no sobrepasaban casi
nunca los 10.000 habitantes). La primigenia democracia de estas
primeras civilizaciones europeas no presuponía la igualdad de
todos los individuos, ya que la mayor parte del pueblo, que
estaba constituido por esclavos y mujeres, no tenía reconocidos
derechos políticos. Atenas, la mayor de las ciudades Estado
griegas regida por un sistema democrático, restringía el derecho
al voto a aquellos ciudadanos que hubieran nacido en la ciudad.
La democracia romana era similar a la ateniense, aunque
concediese a veces la ciudadanía a quienes no eran de origen
romano. El estoicismo romano, que definía a la especie humana
como parte de un principio divino, y las religiones judía y
cristiana, que defendían los derechos de los menos privilegiados
y la igualdad de todos ante Dios, contribuyeron a desarrollar la
teoría democrática moderna.
La República romana degeneró en el
despotismo del Imperio. Las ciudades libres de las actuales
Italia, Alemania y Países Bajos siguieron aplicando algunos
principios democráticos durante la edad media, en especial, en
el autogobierno del pueblo a través de las instituciones
municipales. Los esclavos dejaron de constituir una parte
mayoritaria de las poblaciones nacionales. A medida que el
feudalismo desaparecía, surgía, a su vez, una clase media
comercial y rica que disponía de los recursos y tiempo
necesarios para participar en los asuntos de gobierno. Resultado
de esto fue el resurgimiento de un espíritu de libertad basado
en los antiguos principios griegos y romanos. Los conceptos de
igualdad de derechos políticos y sociales se definieron aún más
durante el renacimiento, en el que se vio potenciado el
desarrollo del humanismo, y más tarde durante la Reforma
protestante en la lucha por la libertad religiosa.
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EUROPA
OCCIDENTAL Y ESTADOS UNIDOS |
Comenzando con la primera rebelión
popular contra la monarquía, que tuvo lugar durante la Guerra
Civil inglesa (1642-1649), llevada a su punto culminante con la
ejecución del propio rey Carlos I, las acciones políticas y
revolucionarias contra los gobiernos autocráticos europeos
dieron como resultado el establecimiento de gobiernos
republicanos, algunos autocráticos, aunque con una tendencia
creciente hacia la democracia. Este tipo de acciones estuvieron
inspiradas y guiadas en gran parte por filósofos políticos,
sobre todo por los franceses Charles-Louis de Montesquieu y
Jean-Jacques Rousseau, y por los estadistas estadounidenses
Thomas Jefferson y James Madison. Antes de que finalizase el
siglo XIX las monarquías más significativas de Europa occidental
habían adoptado una constitución que limitaba el poder de la
corona y entregaba una parte considerable del poder político al
pueblo. En muchos de estos países se instituyó un cuerpo
legislativo representativo creado a semejanza del Parlamento
británico. Es posible que la política británica ejerciese pues
la mayor influencia en la universalización de la democracia,
aunque el influjo de la Revolución Francesa fue de igual forma
poderoso. Más tarde, el éxito de la consolidación de las
instituciones democráticas en Estados Unidos sirvió como modelo
para muchos pueblos.
Las principales características de
la democracia moderna son la libertad individual, que
proporciona a los ciudadanos el derecho a decidir y la
responsabilidad de determinar sus propias trayectorias y dirigir
sus propios asuntos, la igualdad ante la ley, el sufragio
universal y la educación. Estas características han sido
proclamadas en grandes documentos históricos, como la
Declaración de Independencia estadounidense, que afirmaba el
derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad,
la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano
francesa, que defendía los principios de libertad civil e
igualdad ante la ley, y la Declaración Universal de Derechos
Humanos, aprobada por la Asamblea General de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) en diciembre de 1948. En ella se
recogen los derechos civiles y políticos fundamentales que
atañen a personas y naciones, tales como la vida, la libertad,
la intimidad, las garantías procesales, la condena y prohibición
de la tortura, de la esclavitud, y los derechos de reunión,
asociación, huelga y autodeterminación entre otros. Desde su
promulgación, la Declaración, aunque sólo fue ratificada por una
parte de los estados miembros, ha servido de base para numerosas
reivindicaciones políticas y civiles, en cualquier Estado.
Hacia mediados del siglo XX todos
los países independientes del mundo, a excepción de un pequeño
número de ellos, contaban con un gobierno que, en su forma si no
en la práctica, encarnaba algunos de los principios democráticos.
Aunque los ideales de la democracia han sido puestos en práctica,
su ejercicio y realización han variado en muchos países.
En Latinoamérica, la instauración
de los valores esenciales de la democracia se inició con el
proceso de su propia emancipación (1808-1826), al que sucedió
una época de regímenes constitucionalistas. Se promulgaron
constituciones en todos los países pero se multiplicaron de
forma excesiva a consecuencia de los constantes cambios
políticos y las imposiciones de los grupos dominantes, lo que
impidió una temprana estabilización de regímenes políticos
fundamentados en un sistema basado en los principios
democráticos.
El predominio del caudillismo, las
presiones de los caciques y las oligarquías, los enfrentamientos
ideológicos y la dependencia económica externa, fueron algunos
de los factores que provocaron la inestabilidad, la lucha de
multitud de facciones, el subdesarrollo y el estancamiento
generalizado, que se convirtieron en rasgos característicos de
la política latinoamericana.
Se sucedieron épocas de libertad y
democracia con otras en las que se generalizaron los regímenes
autoritarios y las dictaduras militares.
Al iniciarse la década de 1980,
Latinoamérica vivía un auténtico renacer de la democracia, que
se ha extendido, a partir de los cambios ocurridos en Perú y
Ecuador, a los demás países. En casi todos ellos se manifiesta
un fuerte apego a las constituciones, que consagran los
contenidos del Estado de Derecho. Quienes propugnan el
desarrollo democrático en Latinoamérica luchan, sin embargo,
contra una cultura política en la que el autoritarismo ha jugado
un papel muy significativo a lo largo de su historia. No
obstante, el consenso en que la lucha por generalizar la
democracia debería ser la principal misión de los gobiernos
latinoamericanos fue la principal conclusión extraída por los
jefes de Estado de la zona reunidos en Chile durante la VI
Cumbre Iberoamericana celebrada en 1996.
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