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El Corazón
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El Sistema
Sanguíneo
Contenido Revisado
La
vida que fluye- Por
este sistema transitan todos los nutrientes que necesitamos para la vida. Pero
su función no se limita solo al transporte; también nos protege
y mantiene a la temperatura exacta.
Tal
como el agua que tomamos a diario se distribuye a través de una extensa
red de cañerías hasta llegar a nuestras casas y servirnos de alimento,
de similar manera la sangre fluye por el cuerpo mediante una intrincada red de
tuberías.
Nuestro organismo, que está compuesto por millones de células, necesita
para su normal funcionamiento oxígeno y sustancias generadoras de energía.
Estos elementos vitales se encuentran en la sangre, y es el aparato circulatorio
el encargado de realizar su distribución por todo el organismo. Es
decir, es un sistema de bombeo continuo en circuito cerrado, formado por
un motor, que es el corazón; los conductos o vasos sanguíneos,
que son las arterias, venas y capilares; y el fluido que
transita por ellos, la sangre.
Además de transportar los elementos nutritivos, este centro de distribución
cumple otras funciones primordiales, como el transporte de algunas hormonas, la
eliminación de los productos finales del metabolismo y la regulación
de la temperatura.
Músculo
fundamental de la vida: el corazón
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Siempre
circulando
El corazón impele día y noche la sangre que mantiene
regulado tu organismo. Esta circulación es permanente,
y sólo si sufrieras alguna alteración la sangre
no podría ser transportada por los vasos sanguíneos.
Por ello, aunque te pongas de cabeza, tu sangre seguirá
de todos modos circulando a través del cuerpo. |
El
corazón se puede comparar con un trabajador incansable, que día
y noche bombea el líquido que nos mantiene vivos: la sangre. Se
calcula que el corazón late a un promedio de 70 veces por minuto
en estado de reposo. Tiene forma de pera, mide 12,5 centímetros
de longitud y pesa aproximadamente 450 gramos.
Este poderosísimo órgano se encuentra situado en el interior
del tórax, entre ambos pulmones. Está formado por un músculo
hueco llamado miocardio, el que a su vez se recubre en el lado
interno y externo por el endocardio y el pericardio, respectivamente.
Posee
cuatro cavidades: dos superiores, llamadas aurículas, y dos inferiores,
los ventrículos. Estas cavidades están separadas
por tres tipos de tabiques: el interauricular, que divide las aurículas;
el interventricular, que divide los ventrículos, y el auriculoventricular,
que separa las aurículas de los ventrículos.
Ahora que ya sabemos cómo está formado nuestro corazón,
te habrás preguntado cómo se comunican sus cavidades, si
aparentemente hay tabiques que las separan. Pues bien, te lo vamos a explicar:
la aurícula derecha comunica con el ventrículo derecho
por un orificio llamado auriculoventricular derecho. En los bordes
de este agujero se sitúa la válvula tricúspide.
La
aurícula izquierda hace lo mismo con el ventrículo izquierdo
a través del orificio auriculoventricular izquierdo, en
cuyos contornos se encuentra la válvula mitral o bicúspide.
Estas válvulas son sumamente importantes, por cuanto dejan pasar
la sangre desde las aurículas hacia los ventrículos, pero
impiden el paso en sentido contrario.
Otras dos válvulas, denominadas pulmonar y aórtica,
evitan que la sangre que está en las arterias refluya hacia los
ventrículos.
Cómo
trabaja nuestro corazón
La
principal acción que ejecuta nuestro corazón es la contracción,
por lo que existen en él unos centros nerviosos -de células
altamente especializadas- capaces de provocar impulsos rítmicos
que ocasionan el latido cardíaco. Este sistema está formado
por cuatro estructuras, que son: el nódulo sinoauricular,
el nódulo auriculoventricular, el fascículo auriculoventricular
de His y las fibras de Purkinje.
La
conducción de los impulsos en el corazón, en estado normal,
se inicia en el nódulo sinoauricular y se propaga a través
del fascículo de His por las fibras de Purkinje, desde donde llega
a los músculos papilares y las paredes ventriculares, donde tiene
lugar el estímulo contráctil.
La actividad del corazón consiste en la alternancia sucesiva de
un movimiento de contracción, llamado sístole, y
uno de relajación, denominado diástole, de las paredes
musculares de aurículas y ventrículos. Este
proceso se puede resumir en los siguientes etapas:
1. La aurícula se encuentra en diástole (relajación)
y recibe la sangre que viene por las venas hasta llenarse.
2. Se produce la sístole (contracción) auricular
que envía la sangre al ventrículo a través del orificio
auriculoventricular. Esta contracción no es muy enérgica,
porque la sangre pasa al ventrículo, que está muy cerca.
3. Una vez lleno el ventrículo, se contrae a su vez. Esta
sístole (contracción) impulsa la sangre hacia la arteria,
cuyas válvulas están abiertas. La sangre no puede retroceder
a la aurícula porque las válvulas aurículo-ventriculares
se cierran. Esta contracción es muy enérgica, porque el
ventrículo izquierdo debe impulsar la sangre a todo el cuerpo.
4. Una vez en la arteria, la sangre no puede retroceder al ventrículo,
porque se cierran las válvulas sigmoideas.
5. Terminada la sístole ventricular, se inicia la diástole
(relajación) general del corazón.
El ciclo completo -que tiene una duración aproximada a los 0.8
segundos- se puede dividir, en términos generales, en tres períodos.
El primero, donde se contraen las aurículas; el segundo, donde
se produce la contracción de los ventrículos; y el tercero,
en que tanto las aurículas como los ventrículos permanecen
en reposo.
Así
es tu sangre |
La sangre
está contenida en el cuerpo en cantidad de unos 5 a 6 litros. Se encuentra
compuesta por una parte líquida y una sólida, que son las células
sanguíneas. Se calcula que en un milímetro de sangre hay de
cuatro a cinco millones de hematíes o glóbulos rojos; de 6 mil quinientos
a 7 mil leucocitos o glóbulos blancos, y de 200 a 300 mil plaquetas o trombocitos. | |
Un
motor a toda marcha |
De seguro
has experimentado muchas veces la sensación de que el corazón
se te sale por la boca. Cuando, por ejemplo, realizas una actividad
física intensa, se produce un aumento en la demanda de oxígeno,
y como éste se transporta en la sangre, el corazón debe bombear
más rápidamente para mantener a los músculos con el suministro
sanguíneo adecuado. El ritmo cardíaco solo se restablece cuando
la actividad cesa o va disminuyendo en intensidad. | |
Presión
arterial
Cada célula tiene
sus propias necesidades de alimento y energía, que han de ser satisfechas
por un sistema de abastecimiento común. Las células precisan de
oxígeno y alimento, proporcionados por la sangre, que tiene que llegar
a cada parte del cuerpo a la presión adecuada, ya que si es muy baja estos
nutrientes no podrán llegar a su destino, y si es muy alta se corre el
riesgo incluso de dañar a las células que debe nutrir.
La presión arterial es un índice de diagnóstico importante,
en especial de la función circulatoria. El corazón puede impulsar
hacia las grandes arterias un volumen de sangre mayor que el que las pequeñas
arteriolas y capilares pueden absorber. Es por esto que cualquier trastorno que
dilate o contraiga los vasos sanguíneos, afecte su elasticidad o interfiera
con la función de bombeo, afecta a la presión sanguínea. En
las personas sanas, la presión arterial normal se suele mantener dentro
de un margen determinado, que se calcula en base a dos valores: el punto máximo
en que el corazón se contrae para vaciar su sangre en la circulación
(sístole), y el punto mínimo en que el corazón se relaja
para llenarse con la sangre que regresa de la circulación (diástole). La
presión se mide en milímetros de mercurio, con la ayuda de un instrumento
denominado esfigmomanómetro.
Una
medición necesaria |
A pesar de
que actualmente existen máquinas digitales que detectan fácilmente
la presión sanguínea, todavía se sigue utilizando mayoritariamente
el esfigmomanómetro. Este es un aparato que consta de un manguito de goma
inflable conectado a un dispositivo que detecta la presión con un marcador.
Con el manguito se rodea el brazo izquierdo y se insufla apretando una pera de
goma conectada a éste por un tubo. Mientras, la persona que evalúa
la presión ausculta con un estetoscopio aplicado sobre una arteria en el
antebrazo. A medida que el manguito se expande, se comprime la arteria de forma
gradual. El punto en que el manguito interrumpe la circulación y las pulsaciones
no son audibles determina la presión sistólica o presión
máxima. Sin embargo, su lectura habitual se realiza cuando al desinflarlo
lentamente la circulación se restablece. Entonces es posible escuchar un
sonido enérgico a medida que la contracción cardíaca impulsa
la sangre a través de las arterias. Después se permite que el manguito
se desinfle gradualmente, hasta que de nuevo el sonido del flujo sanguíneo
desaparece. La lectura en este punto determina la presión diastólica
o presión mínima, que se produce durante la relajación
del corazón. En las personas sanas la tensión varía desde
80/40 en lactantes, 120/80 a los 30 años y hasta 140/85 a los 40 años
o más. Cuando la presión sistólica se eleva por sobre los
140 milímetros de mercurio y la diastólica sobre los 90, se habla
de hipertensión arterial. | |
Arterias,
venas y capilares
El
sistema de canalizaciones de nuestro cuerpo está constituido por
los vasos sanguíneos, que según su diámetro se clasifican
en: arterias, venas y capilares. Por
esta estructura de conductos grandes y pequeños, circula la totalidad
de nuestra sangre una y otra vez.
Las arterias
Son tubos que parten del corazón y se ramifican como lo hace el
tronco de un árbol. Tienen paredes gruesas y resistentes formadas
por tres capas: una interna o endotelial, una media con fibras musculares
y elásticas, y una externa de fibras conjuntivas.
Llevan
sangre rica en oxígeno, y según la forma que adopten, o
hueso y órgano junto al cual corran, reciben diferentes denominaciones,
tales como humeral, renal o coronaria, entre otras.
Las
venas
Una
vez que la sangre ha descargado el oxígeno y recogido el anhídrido
carbónico, este fluido emprende el viaje de regreso hacia el corazón
y los pulmones a través de las venas. Estos conductos constan de
dos capas, una endotelial y otra formada por fibras elásticas,
musculares y conjuntivas. A diferencia de las arterias, sus paredes son
menos elásticas, y cada cierta distancia poseen válvulas
que impiden que la sangre descienda por su propio peso.
Los
capilares
Los
vasos sanguíneos se hacen cada vez más finos a medida que
se van ramificando en el cuerpo. Formados por una sola capa de células,
la endotelial, esta red, por su extrema delgadez, facilita su función
de intercambio gaseoso entre la sangre y los tejidos o entre la sangre
y el aire que ha penetrado en los pulmones.
En
la entrada de estos pequeños tejidos hay unas franjas que se distienden
o contraen para permitir o impedir el paso de la sangre. En todo el cuerpo
se estima que hay más de 60 mil kilómetros de ellos, siendo
el punto más lejano del viaje que hace la sangre, y el lugar de
aprovisionamiento de todos los tejidos y órganos, porque cada una
de las células del cuerpo está a menos de 0,2 milímetro
de un capilar.
La
sangre: el líquido de la vida
|
Homeotermia
Los seres humanos, como todos los mamíferos, somos homeotermos.
Esto quiere decir que nuestro cuerpo siempre se mantiene a una
temperatura constante. En este sentido, la sangre juega un papel
primordial, al regular -mediante el control del hipotálamo-
la temperatura corporal. |
Este vital elemento
se encuentra compuesto por diferentes elementos líquidos y sólidos:
el plasma, un líquido que contiene agua y proteínas, y tres
tipos de células, que son los leucocitos, las plaquetas y
los hematíes.
Los leucocitos o glóbulos blancos tienen como función
principal defender al organismo contra las infecciones. De acuerdo con
el aspecto de su citoplasma y su núcleo, se dividen en polimorfonucleares
(neutrófilos, basófilos y eosinófilos) y mononucleares
(monocitos y linfocitos).
Las
plaquetas o trombocitos son restos celulares derivados de
unas células llamadas megacariocitos, y participan en el proceso
de coagulación sanguínea.
Los
hematíes o glóbulos rojos contienen una sustancia
llamada hemoglobina, a la cual deben su color rojo; y como este
compuesto de hierro es sumamente afín con el oxígeno, los
hematíes son los responsables de fijarlo y transportarlo a través
de la sangre.
Todas
estas células, aunque viven en la sangre, no nacieron en ella,
sino en los huesos y los nódulos linfáticos.
La
sangre puede dividirse, según su calidad, en dos tipos: oxigenada
y carboxigenada. La primera de ellas es la sangre limpia que circula
por las arterias; la segunda, con abundante cantidad de dióxido
de carbono, circula por las venas en dirección al corazón
y los pulmones, a efecto de ser renovada y oxigenada.
Cuenta,
además, con otra función que es de gran importancia, como
es la de mantener una adecuada temperatura corporal, la que en una persona
adulta normal suele ser de entre 36,5 y 37 grados Celsius; y cuyo centro
regulador se encuentra a nivel hipotalámico.
Millones
de litros en tu vida |
El torrente
sanguíneo proporciona la completa circulación de la sangre cada
22 segundos. Por esto, si hacemos una simple multiplicación, podemos obtener
que por hora habrá circulado un caudal aproximado de 800 litros de sangre.
De este modo, se calcula que en una persona de 80 años, el caudal que ha
circulado por sus vasos sanguíneos es de 560. 640. 000 litros ó
560. 640 milímetros cúbicos. | |
Cómo
se alimenta el corazón
|
Mareo
repentino
¿Has notado alguna vez que cuando te paras muy rápido
a veces te sientes un poco mareado?. La razón se debe
a que tu corazón debe trabajar más para enviar
la sangre hacia tu cabeza que hacia tus piernas. Por eso, si
te paras de repente después de haber descansado un rato,
tu presión sanguínea podría ser más
baja como para enviar rápidamente la sangre a tu cabeza
y sentirte mareado. |
Pareciera
ser que al corazón solo le preocupa trabajar para alimentar a nuestro
organismo; pero muchas veces nos preguntamos: ¿quién nutre
al corazón para que luego nos nutra a nosotros?.
La
verdad es que el corazón recibe el aporte sanguíneo
a través de dos arterias denominadas coronarias,
derecha e izquierda. Ambas salen de la aorta, la gran arteria
que recibe la sangre del ventrículo izquierdo, casi inmediatamente
después de las válvulas aórticas.
Las
arterias coronarias no están aisladas entre sí; cada una
de ellas es responsable de suministrar sangre a un área cardíaca,
en un complejo de ramificaciones que constituyen una red de vasos de menor
calibre unidos los unos con los otros. Luego, por un proceso de repetidas
divisiones, las arterias más pequeñas van disminuyendo de
calibre hasta convertirse en capilares que se hallan distribuidos por
toda la masa del corazón, en contacto íntimo con el miocardio.
Es aquí donde sus finas paredes permiten el paso del oxígeno
y los nutrientes, además de recoger anhídrido carbónico,
ácido láctico y otros productos de desecho desde las células
cardíacas.
Los
capilares se reúnen nuevamente en vasos de mayor diámetro,
hasta formar las venas coronarias que drenan la sangre en la aurícula
derecha.
Se estima que aproximadamente una vigésima parte de la sangre que
bombea el corazón sirve para su propio mantenimiento.
Marcapasos:
ritmo artificial |
El marcapasos
cardíaco es un aparato que estimula artificialmente el corazón cuando
este presenta alteraciones en su ritmo. Por lo general se implanta bajo la piel,
y los modelos más sencillos funcionan a una frecuencia preestablecida de
70 latidos por minuto. Existen otros que son capaces de detectar los impulsos
naturales del nodo sinusal y transmitirlos a los ventrículos. | |
Tipos
de circulación
El
lado derecho del corazón bombea sangre carente de oxígeno,
procedente de los tejidos, hacia los pulmones, donde se oxigena. El lado
izquierdo, en tanto, recibe la sangre oxigenada desde los pulmones y la
impulsa a través de las arterias a todos los tejidos del organismo.
Es por ello que se habla de dos tipos de circulación: la menor
o pulmonar, y la sistémica o mayor.
En
la circulación menor o pulmonar, la sangre procedente
de todo el organismo llega a la aurícula derecha a través
de dos venas principales: la cava superior y la cava inferior.
Cuando la aurícula se contrae, impulsa la sangre a través
de un orificio hacia el ventrículo derecho. La contracción
de este ventrículo conduce la sangre hacia los pulmones. En esta
etapa, una válvula denominada tricúspide evita el reflujo
de sangre hacia la aurícula, ya que se cierra por completo durante
la contracción del ventrículo derecho.
En
su recorrido por los pulmones, la sangre se satura de oxígeno -el
que se obtiene cuando inhalamos al respirar-, para regresar luego al corazón
por medio de las cuatro venas pulmonares, que desembocan en la aurícula
izquierda. Es aquí cuando se inicia lo que se denomina circulación
mayor, mediante la cual la sangre oxigenada proveniente de los pulmones
pasa a la aurícula izquierda (como dijimos, a través de
las venas pulmonares), desde allí, pasando por la válvula
mitral, al ventrículo izquierdo y luego a la aorta, desde donde,
a partir de sucesivas ramificaciones, llega a cada uno de los rincones
de nuestro organismo.
Se
me durmió la pierna... |
A veces, una
posición incorrecta de las piernas provoca la compresión de venas
y capilares, lo que perturba el ritmo de la irrigación sanguínea,
produciéndose un exceso de presión. Cuando esta presión cesa
y mientras se vuelve a restablecer el equilibrio de la circulación de la
sangre, se presenta en las extremidades un cosquilleo por el que comúnmente
decimos se nos durmió la pierna, que es el área del
cuerpo donde con más frecuencia ocurre este fenómeno. | |
Sistema
linfático
|
Drenaje
linfático
El sistema linfático se distribuye en áreas estratégicas
a lo largo de todo tu cuerpo, y tiene como función drenar
la linfa sobrante alojada en los espacios intercelulares, junto
con algunos residuos de las células, además de
grasas y proteínas. |
La
sangre transporta oxígeno y sustancias nutritivas a las células
y recoge los productos de desecho, como el dióxido de carbono.
Pero como no todo el plasma (la parte líquida de la sangre) involucrado
en estos intercambios se reabsorbe por la circulación general,
el que queda en los espacios existentes entre las células es drenado
por el sistema linfático junto con otros elementos, como residuos
celulares, grasas y proteínas. Por esta razón, se dice que
el sistema linfático es la segunda máquina de transporte
y drenaje de los sistemas celulares, participando también de una
parte del sistema de defensa del organismo.
Los
vasos linfáticos pequeños se unen entre sí para formar
canales mayores que van al cuello y desembocan en las venas grandes. Los
nódulos linfáticos se hallan en lugares estratégicos
a lo largo de los vasos linfáticos de tamaño medio, y se
encuentran en la rodilla, el codo, la axila, la ingle, el cuello, el abdomen
y el pecho. Su función es la de actuar como filtros para atrapar
a las bacterias y otros residuos.
Parte
importante del sistema linfático lo constituyen el bazo, el timo
y los ganglios linfáticos. El primero de ellos está implicado
en la eliminación de células, y el segundo es necesario
para obtener una inmunidad normal.
Para
tener presente... |
El
trabajo que efectúa el corazón en solo una hora alcanzaría
para levantar un peso de una tonelada a un metro de altura. Las venas
tienen válvulas que le permiten a la sangre circular en un sentido e impiden
su retorno hacia el corazón. En todos los seres vivos (aun los
unicelulares) existe una circulación interna que les permite mantener su
organismo. Cada pulsación (que se puede percibir aplicando el
dedo sobre la arteria radial que está en la parte interna de la muñeca)
corresponde a un latido, que es una contracción del corazón.
El infarto de miocardio se produce por el insuficiente riego de sangre
de las arterias sobre el propio músculo cardíaco. Esto hace que
parte del tejido muera. Si el infarto es muy extenso, puede producirse un paro
cardíaco. El corazón comienza a funcionar mucho antes
de nuestro nacimiento, a los pocos días de la concepción, y solo
se detiene con la muerte. Se ha estimado que la longitud total del
sistema circulatorio alcanza la asombrosa cifra de 125.000 kilómetros. | |
En
términos generales, podemos decir que nuestro sistema circulatorio
se enferma básicamente según dos tipos de patologías:
las congénitas y las adquiridas.
Las
enfermedades congénitas son aquellas con las cuales viene
el ser humano desde su nacimiento, y se originan cuando en el feto se
comienza a desarrollar el corazón. Este proceso se inicia con la
formación de un simple tubo contorsionado en forma de S, el cual,
hacia la cuarta semana de gestación, se divide en cinco segmentos,
y alrededor de la octava semana ya prácticamente tiene la mayor
parte de sus características definitivas.
Sin
embargo, puede ocurrir que este órgano no se desarrolle adecuadamente
y presente malformaciones que repercutirán en un inadecuado funcionamiento.
Esto puede deberse a una enfermedad de la madre, como la rubéola
o la diabetes mal controlada, por anormalidades cromosómicas o
por efectos secundarios de ciertos medicamentos.
Dichas
causas pueden provocar fallas, como estrechez de la aorta, que produce
una disminución en el flujo sanguíneo; tabique interauricular
defectuoso, que permite un flujo excesivo de sangre hacia los pulmones;
tetralogía de Fallot, un grupo de cuatro defectos cardíacos;
y tabique interventricular defectuoso, que permite el bombeo de demasiada
sangre a presión a los pulmones.
Afortunadamente,
con los avances de la cirugía y el perfeccionamiento de los exámenes
ultrasónicos, estos defectos pueden ser detectados e incluso corregidos
antes del nacimiento.
Enfermedades
adquiridas
Las
enfermedades adquiridas son aquellas que se desarrollan después
del nacimiento, siendo mucho más frecuentes, y pueden clasificarse
en valvulares y coronarias. Estas últimas también
se denominan isquémicas, puesto que el origen del problema es un
insuficiente aporte sanguíneo al corazón.
Dentro
de las valvulares se encuentran la estenosis o válvula demasiado
estrecha (esta enfermedad también puede ser de origen congénito);
la incompetencia o insuficiencia, que es un estado en que las válvulas
no pueden cerrarse adecuadamente debido a una enfermedad coronaria o a
una infección.
Como ya dijimos, las enfermedades coronarias suponen siempre alguna alteración
a nivel del suministro sanguíneo. Por eso también se llaman
isquémicas (isquemia = falta de sangre) y se producen cuando
el corazón, al no recibir suficiente sangre, está falto
de nutrientes y oxígeno. Por lo mismo, es un corazón que
puede morir y el culpable de este trastorno es el ateroma, un depósito
graso que se va formando como consecuencia de la enfermedad arterosclerótica,
que tiende a estrechar y endurecer las arterias, imprimiendo un trabajo
de sobreesfuerzo al corazón, quien debe bombear con más
energía.
Asimismo,
puede haber otras fallas, como el infarto al miocardio, que es
la muerte de una parte o de todo el corazón debido a la interrupción
del aporte sanguíneo; paro cardíaco, que puede ser
consecuencia de un infarto cuando uno o ambos ventrículos son incapaces
de mantener una función adecuada a causa de su fuerza motriz; y
las alteraciones eléctricas, que generan ritmos cardíacos
irregulares llamados arritmias.
Síndrome
de la clase turista: un problema de circulación |
Los
viajes aéreos pueden ser considerados como una actividad bastante segura.
Sin embargo, en el último tiempo se ha debatido bastante sobre la ocurrencia
de un problema denominado síndrome del viajero de clase económica
o jet-leg. Esta alteración se refiere a las complicaciones vasculares
producto de la inmovilidad obligada a la que se someten los pasajeros que viajan
en un avión durante muchas horas. La explicación a este fenómeno
es bastante simple: las venas localizadas en la parte posterior de la articulación
de la rodilla se ven comprimidas cuando ésta se flexiona; por tanto, aumenta
la tendencia a una cierta retención de líquidos en los miembros
inferiores. A este factor mecánico se debe añadir la predisposición
a la deshidratación, por la escasa ingesta de líquidos; a una atmósfera
de cabina con escaso porcentaje de humedad, y a la presencia de patologías
vasculares previas. Algunas medidas prácticas para evitar este problema
son: No disminuir el espacio destinado a las piernas colocando equipaje
adicional entre las mismas. Realizar ejercicios de contractura muscular
en miembros inferiores, flexionando y extendiendo los pies y caminando por el
pasillo de la aeronave al menos una vez cada hora. No quedarse dormido
en una posición de flexión forzada. Asegurar un consumo
adecuado de líquidos durante el vuelo. Evitar las bebidas alcohólicas,
por tener un efecto diurético y vasodilatador. | |
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