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Definición y
áreas de interés
Proyecto Salón Hogar |
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Los Mayas
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Templo II de Tikal (siglo VIII d.C.). Tiene
46 metros de alto. |
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Pese al fin de la civilización maya,
sus descendientes conservan muchos de sus rasgos étnicos y
lingüísticos. |
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La civilización de Yucatán
En los territorios que actualmente corresponden
a los países de Guatemala, Belice, parte de El Salvador y
Honduras, y los estados mexicanos de Chiapas, Tabasco, Campeche,
Yucatán y Quintana Roo, se desarrolló una de las culturas
prehispánicas más importante de nuestro continente:
la de los mayas.
Aunque el origen de
este pueblo es un tanto desconocido, se cree que provienen del
sur del actual territorio de Estados Unidos, y que, por tanto,
descienden de los pobladores que llegaron desde Asia a América
a través del estrecho de Bering.
Los mayas no eran un pueblo uniforme, sino una serie de grupos
étnicos y lingüísticos integrados, entre los
que se contaban los huastecas, los tzental-maya y
los tzotzil.
La región en la que se establecieron se encontraba dividida
naturalmente, por diferencias geográficas y climáticas,
en:
zona norte o septentrional.
Corresponde a la parte norte y seca de la península de Yucatán,
que comprende los estados mexicanos de Yucatán, Campeche
y Quintana Roo;
zona central,
con características tropicales. Está situada en las
tierras bajas de Guatemala, Belice, el oeste de Honduras y las selvas
de Tabasco, Campeche y Chiapas en México; y
zona sur, de
territorio montañoso. Corresponde a las zonas altas de Guatemala,
el sur de Chiapas, el norte de El Salvador y el noroeste de Honduras.
Cada una de estas regiones representó un momento específico
de la historia de esta civilización. Nació en las
tierras altas del sur, donde desarrolló sus principales características,
en lo que correspondió a su etapa arcaica, que habría
comenzado entre los años 2500 y 1500 a.C . Su máximo
desarrollo fue en la zona central durante el período clásico
(siglos III al IX d.C.). Algunos siglos después de que abandonaran
la zona selvática, y tras una época de decadencia,
la cultura maya resurgió en la zona norte, durante la etapa
denominada posclásica (s. X al XVI).
Su imperio estuvo formado por un conjunto de ciudades que no estaban
relacionadas o unificadas en un Estado central, ya que tenían
instituciones y costumbres propias. Al mando de estas ciudades-estado
estaban los Halach Uinic, después venían los
jefes locales, consejeros, magistrados, otros funcionarios, la clase
sacerdotal, comerciantes, artesanos, campesinos, y al último,
los esclavos. Los de menor importancia eran los prisioneros de guerra,
que usaban para realizar sacrificios humanos en honor a sus dioses,
en especial durante el período posclásico.
En la medida que se desarrollaron, y luego de algunos desplazamientos
territoriales, Tikal, Copán, Chichén-Itzá y
Uxmal llegaron a ser las ciudades más poderosas. Producían
bienes agrícolas y mantenían relaciones comerciales
entre ellas.
Los mayas recibieron la influencia de las culturas mexicanas, pero
también crearon un patrimonio que incluso ha sido catalogado
como el más avanzado del mundo prehispánico. Desarrollaron
una compleja escritura jeroglífica; un sistema
numérico vigesimal, que incluía el concepto del
número 0; construyeron templos piramidales escalonados,
con una ornamentación muy rica; realizaron avanzados estudios
astronómicos que les permitieron calcular los ciclos solar
y lunar, el curso de Venus, predecir acertadamente eclipses solares
y lunares. También estudiaron los solsticios y equinoccios,
que determinan el inicio de las estaciones. Con todo lo anterior,
desarrollaron un calendario más exacto que el actual.
Las manifestaciones más importantes de su arquitectura fueron
los palacios de piedra ubicados en El Petén guatemalteco,
pirámides y templos (Uaxactún, Uxmal, Chichén
Itzá). En escultura sobresalieron Tikal, Copán y Palenque.
En pintura, las más destacadas son las inscripciones jeroglíficas
de los murales de Palenque, Bonampak, Uaxactún y Chichén
Itzá.
Fueron politeístas (creían en varios dioses). Sin
embargo, sus creencias evolucionaron a lo largo de su historia.
Tenían una cosmovisión muy compleja, establecieron
diferentes tipos y jerarquías de dioses y creían en
la vida después de la muerte.
Cuando llegaron los españoles, las ciudades mayas se encontraban
en desintegración. En 1546, estos lograron el control de
la mayor parte de la península de Yucatán. Sin embargo,
durante algún tiempo hubo algunos focos de resistencia a
la conquista. El último bastión maya en la zona central,
se mantuvo independiente hasta 1697.
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Vaso policromo. Cerámica del período
clásico maya ( 550-800 d.C.). |
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Escultura de un jugador de pelota. |
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Esta pintura ilustra la conquista de Guatemala,
encabezada por Pedro de Alvarado. |
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En Guatemala todavía se encuentran
mercados bastante parecidos a los de los tiempos de la civilización
maya. |
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Dieta alimenticia
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Los mayas cazaban mediante la
fabricación de trampas o usando dardos. Sus presas
eran jaguares, ciervos, conejos y armadillos, entre otros.
También comían tortugas, peces, iguanas
e insectos.
Su principal alimento era el maíz. Lo comían
cocido o en forma de tortillas, que hacían moliendo
los granos sobre un mortero (metate) con una piedra
cilíndrica. Acompañaban el maíz con
frijoles y ají.
En cuanto a las bebidas, tomaban pozole, una mezcla
de harina con agua, que alternaban con el chocolate
proveniente del cacao. |
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La historia de este pueblo
Los primeros ancestros
del pueblo maya comenzaron a poblar las zonas montañosas
de Guatemala y Chiapas alrededor del 2500 a.C. Influidos por
la civilización de los olmecas -ubicada en la costa
del Golfo de México-, construyeron las primeras aldeas y
centros ceremoniales y practicaron una agricultura primitiva, cultivando
maíz, frijoles, calabazas y tubérculos.
Durante este período, conocido como arcaico, que
terminó aproximadamente el 300 d.C., construyeron templos
en madera, esculpieron pequeñas figurillas en piedra y crearon
una cerámica monocroma (de un color). Los principales centros
poblacionales fueron La Victoria, Uaxactún y Tikal.
El período clásico
El viejo imperio, también conocido como período
clásico, ocurrido entre los siglos III y IX, fue la
época en la que alcanzaron su máximo esplendor,
desarrollándose especialmente en los ámbitos de la
religión y las creencias, la ciencia y la arquitectura. Construyeron
ciudades y pirámides, donde sepultaban a sus gobernantes
y los veneraban después de muertos, junto a sus dioses.
Al comienzo, se ubicaron en la región de El Petén,
donde se encontraban las ciudades de Uaxactún y Tikal. Se
cree que esta última fue la más antigua capital de
la civilización maya.
Durante el siglo IV, los mayas iniciaron su expansión territorial
por el oeste y el sudeste, donde fundaron las ciudades de Palenque,
Piedras Negras y Copán. Más tarde, se dirigieron al
norte, incorporando el territorio de la península de Yucatán.
Se cree que esta expansión se debió al explosivo crecimiento
de la población.
Los siglos VII y VIII permitieron la consolidación de su
cultura en los nuevos territorios. Durante la segunda mitad del
siglo VIII alcanzaron su mayor desarrollo cultural, que se aprecia
en las ruinas de los templos de Tikal, Palenque y Copán,
así como en una gran cantidad de estelas (monumento
en forma de pedestal) con relieves jeroglíficos, y en una
rica cerámica policromada (de varios colores) y figurativa
(representación de figuras y cosas).
Según algunos investigadores, las ciudades estado mayas
formaban en aquella época una especie de federación,
en la que los gobernantes ejercían la autoridad divina (teocracia).
La sociedad estaba estrictamente jerarquizada en diferentes clases
sociales.
Después vino un período de decadencia, que
llevó a la población a abandonar las ciudades y trasladarse
al norte de la península de Yucatán. Esta migración
se debió a que no había suficiente alimento para la
gran cantidad de población, debido a la explotación
intensiva de tierras que ya estaban erosionadas. Además,
la caída de Teotihuacán (centro religioso tolteca
situado en México) terminó el flujo de mercaderías
que llegaban de esa zona.
Debido al hambre, se produjeron disturbios y rebeliones contra
los sacerdotes y entre las clases sociales, lo que fue aprovechado
por otros pueblos para invadir.
El período posclásico
Con el tiempo, la paulatina migración ocasionó una
nueva concentración de los mayas al norte de la península
de Yucatán, lo que permitió revivir las tradiciones
y reorganizar el Estado. Comenzaba el nuevo imperio o
imperio posclásico (s. X al XVI).
Al inicio de este nuevo período, los pobladores mayas se
fundieron con el grupo invasor de origen tolteca, liderado por un
rey-sacerdote llamado Quetzalcóatl (serpiente emplumada)
o Kukulcán por los mayas, que impuso sus cultos religiosos
y un sistema militarista. Se instalaron en Chichén Itzá,
donde recrearon su antigua capital, Tula, al amparo de Quetzalcóatl,
que presidía la vida maya-tolteca desde la cumbre del Castillo,
la principal pirámide de la ciudad. Esta tenía escalinatas
en los cuatro costados, y desde su parte superior se apreciaba gran
parte de la península.
Otro pueblo invasor fue el de los itzáes, que se
habían establecido en el siglo IX en Champoton, sobre la
costa de Campeche, región que ocuparon hasta el año
1240. Tiempo después, fundaron Mayapán en el
sector centro oriental de la península.
Durante el período posclásico, las principales ciudades
fueron Chichén Itzá, Uxmal y Mayapán, que durante
algún tiempo mantuvieron una alianza conocida como la liga
de Mayapán. Esto, hasta que un breve período bélico
(guerras) dio la hegemonía a Mayapán, que organizó
una especie de imperio del que dependían una docena de ciudades.
Al parecer, los señores de estas ciudades fueron capturados
para evitar rebeliones. Además, mediante matrimonios se establecieron
alianzas familiares con los dominados. Los personajes más
conflictivos fueron vendidos como esclavos a los pueblos vecinos.
Todas estas medidas permitieron a Mayapán mantener su liderazgo
hasta alrededor de 1450, cuando Ah Xupan Xiú, perteneciente
a la familia Tutul-Xiú, se rebeló. Los gobernantes,
de la dinastía de los Cocom, fueron asesinados, y la ciudad
fue saqueada y luego destruida.
Después de esto vino la anarquía y desintegración
del imperio. Las ciudades recuperaron su independencia y se enfrentaron
en luchas para imponer su poderío. Se produjo un rechazo
a las influencias mexicanas, por lo que se retomó la cultura
maya clásica. En las tierras altas de Guatemala, los quichés
formaron un pequeño imperio que no duró mucho tiempo.
A todo esto, hay que sumarle el huracán de 1464 y la peste
de 1480, por lo que los centros poblacionales fueron abandonados.
Los mayas se instalaron nuevamente en la zona central, en la región
de Petén.
La decadencia de los mayas y sus múltiples conflictos internos
facilitaron la conquista y asentamiento de los españoles,
que descubrieron la península de Yucatán en 1517 (Hernández
de Córdoba).
Aunque las primeras incursiones conquistadoras fracasaron, a finales
de la década de 1520 casi todos los territorios de influencia
maya habían sido dominados. En 1524, Pedro de Alvarado conquistó
el territorio de Guatemala, fundando la ciudad de Quezaltenango.
En 1527, Francisco de Montejo ocupó Yucatán, ocupación
que culminó su hijo en 1536. En 1546 ya se había conquistado
la mayor parte de la península, aunque los mayas que quedaban
seguían resistiéndose.
La zona central, donde se encontraban los itzáes, fue sometida
en 1697, cuando Martín de Ursúa atacó su fortaleza,
Tayasal, a orillas del lago Petén Itzá, en las profundidades
de la selva de la actual Guatemala.
Durante este tiempo, también hubo algunas revueltas en Yucatán
y Chiapas. Sin embargo, los conquistadores lograron imponerse.
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Relieve maya. Probablemente representa a un
gran señor. |
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Medicina
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Este pueblo también se
preocupó del cuidado de los enfermos, para lo cual
combinaban el uso de la ciencia y la magia. Esto, porque
consideraban que las enfermedades también podían
tener un origen sobrenatural. El médico o hechicero
(ahmén) recetaba infusiones, ungüentos,
sangrías o productos mágicos. |
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Los funerales |
Las personas que se enfermaban
eran atendidas por los sacerdotes, quienes empleaban sangrías,
oraciones y las propiedades medicinales de algunas plantas.
Cuando alguien moría, envolvían su cuerpo
en una sábana y le llenaban la boca de maíz,
para que no pasara hambre en la otra vida.
Las personas del pueblo enterraban a sus muertos en el
patio de su casa y les ponían sus objetos personales
dentro de la tumba. Los nobles quemaban a los difuntos
y guardaban sus cenizas en grandes vasijas.
Los muertos eran adorados y respetados como dioses de
la familia.
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Organización política y social
En términos
generales, las ciudades mayas se dividían en dos sectores:
uno urbano, en el que se encontraban los residentes del centro
ceremonial, la clase dirigente, sacerdotes, artesanos y mercaderes,
y otro rural, en el que habitaban los campesinos.
Cada ciudad funcionaba como un Estado ordenado jerárquicamente:
Halach Uinic
(Hombre Verdadero): era el soberano absoluto, la máxima autoridad
política. Se encargaba de dictar las leyes, administrar justicia
y organizaba el comercio. Gobernaba asesorado por el Gran Consejo,
integrado por los principales jefes de aldea y sacerdotes. Era divinizado
y en muchos casos tenía el cargo de supremo sacerdote. Vivía
en un palacio rodeado de sirvientes y esclavos. Músicos,
bailarines y una especie de bufones amenizaban sus momentos de esparcimiento.
El cargo se traspasaba de padre a hijo. Si este aún era menor
de edad, ejercía como regente el hermano del señor
difunto.
Ah cuch caboob:
miembros del consejo asesor. Estos siempre estaban acompañados
por ayudantes mensajeros, los kuleloob.
Bataboob: jefes
de las aldeas, que cumplían funciones civiles, militares
y religiosas. Eran los encargados de mantener los lazos y obligaciones
entre los campesinos y el centro ceremonial, especialmente en lo
referido al trabajo tributario y el servicio militar.
Eran elegidos por el sumo sacerdote de entre los miembros de la
nobleza.
Nacom: suprema
autoridad militar, que se elegía cada tres años en
relación a sus hazañas militares.
Tupiles: guardianes,
que velaban por el cumplimiento de las leyes.
Ah holpopoob:
jefes de los linajes, que cumplían las órdenes de
los Ah cuch caboob.
Los bataboob constituían la nobleza hereditaria o almehenoob.
No pagaban impuestos y eran como una corte real. Los funcionarios
menores también gozaban de privilegios mientras ejercían
sus cargos.
Cada funcionario llevaba implementos distintivos de su cargo: indumentaria,
tocado, aros, collares, anillos. Los principales eran transportados
en literas cargadas por esclavos, y recibían a la gente común
sentados en una especie de trono.
La clase sacerdotal tenía un gran poder, ya que solo ellos
conocían el desarrollo de las estaciones y los movimientos
de los astros, de gran importancia en la vida económica maya.
El sumo sacerdote (Ahuacán) poseía los secretos
de la ciencia astronómica, redactaba los códices -libros-
y organizaba los templos. Por debajo de él estaban los ahkin,
encargados de elaborar los discursos religiosos; los chilán
o adivinos, y los ahmén, que eran los hechiceros/curanderos.
Los sacerdotes eran la clase más culta, ya que sabían
leer y organizaban el calendario mediante la astronomía y
las matemáticas. Además, se dedicaban al estudio de
la arquitectura.
Durante el período clásico, los sacerdotes detentaron
el poder político, que posteriormente les fue arrebatado
por los guerreros. La dignidad de supremo sacerdote tenía
carácter hereditario.
Los artesanos y los campesinos constituían la clase inferior,
llamada ah chembal uinicoob. Ellos debían trabajar y además
pagar tributos a los altos dignatarios civiles y religiosos. Por
lo general, los campesinos se encontraban en las selvas, agrupados
en pequeñas comunidades. Vivían a bastante distancia
del centro de las ciudades, pero cerca de los terrenos de cultivo.
Pese a la distancia, iban periódicamente al centro urbano,
donde compraban bienes traídos desde el exterior, que intercambiaban
por alimentos y trabajo. En los meses en los que no trabajaban en
las labores agrícolas, acudían a ejecutar las tareas
encomendadas por los dirigentes. Su trabajo permitió la construcción
de pirámides, templos, palacios y otros monumentos que caracterizan
a sus centros urbanos.
También asistían a ceremonias religiosas, efectuaban
sacrificios personales y recibían la administración
de justicia.
En el último nivel estaban los esclavos o pentacoob.
Podían ser prisioneros de guerra (destinados a los sacrificios
humanos), se compraban en las poblaciones vecinas o eran ladrones
y asesinos que adquirían esa condición.
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Pirámide del Adivino, templo
principal de la ciudad de Uxmal. |
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Plaza principal de la ciudad de Tikal. |
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Su arquitectura
Las ciudades clásicas
mayas estaban formadas por un núcleo, llamado centro ceremonial.
Estos estaban distribuidos en torno a una plaza central, delimitada
por plataformas a cuyos costados se erigían otras estructuras
generalmente orientadas hacia los puntos cardinales (norte, sur,
este y oeste).
Los edificios de piedra eran recubiertos con un estuco de tierra
y arena.
Las principales obras mayas son los templos piramidales.
Conformados por varios cuerpos escalonados, culminaban en una cima
en la que se ubicaba el templo, al que se llegaba mediante una escalinata
central de peldaños muy angostos. En su interior se realizaban
los sacrificios. Algunas pirámides, como el Templo IV de
Tikal, superaban los sesenta metros de alto.
Frente a los templos colocaban altares de piedra y estelas,
que eran monumentos esculpidos con figuras, en bajo o sobrerrelieve,
representando dioses o personajes significativos en la historia
o estructura social maya. En los costados escribían el hecho
conmemorado y la fecha en que ocurrió.
Los altares, colocados junto a las estelas, tenían formas
redondas, y en algunos casos imitaban a animales. En ellos se depositaban
ofrendas, que podían ser animales, piedras preciosas, plumas
y alimentos. En ocasiones muy importantes ofrendaban sangre humana,
pinchándose con agujas de hueso los labios, lengua o lóbulos
de las orejas. También quemaban mucho incienso de copal.
Los palacios tenían varios cuartos con anchas puertas. Los
techos planos eran sostenidos por vigas y columnas. Sobre el techo,
y paralelo a la fachada principal, construían otro muro,
que decoraban con bajorrelieves. Estos tenían por objetivo
elevar las construcciones respecto a los árboles que las
rodeaban. Se les conoce como cresterías.
La parte superior de los muros y sus costados eran decorados con
mosaicos o mascarones de deidades.
Durante el período clásico se han identificado tres
estilos arquitectónicos, correspondientes a las ciudades
ubicadas en la zona norte de la península de Yucatán:
Río Bec: trataba de imitar las construcciones
de la ciudad de Tikal, con torres sólidas y escalinatas de
peldaños tan angostos que eran imposibles de subir. Las fachadas
eran adornadas con estucos, en los que se entrelazaban motivos geométricos
con figuras humanas o de animales.
Este estilo correspondía a las ciudades de Xpuhil, Becán,
Hormiguero y Río Bec.
Chenes: muy similar al anterior, pero sin torres
falsas. Las fachadas eran más recargadas y tenían
incrustaciones de figuras talladas en piedra.
Este estilo fue característico en las ciudades ubicadas entre
la zona sur y las montañas Puuc. Las más representativas
son Santa Rosa Xtampax, Dzibilnocac y Hochob.
Puuc: las fachadas eran cubiertas de estucos con
mosaicos, sobre los que se superponían cuerpos de serpientes
y máscaras de deidades con nariz ganchuda. Con mucha frecuencia
utilizaban arcos falsos y columnas redondas o cuadradas.
Chichén Itzá, Uxmal, Kabah, Labná, Sayil y
Kayal son las ciudades más conocidas que corresponden a este
estilo.
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Las familias |
La base de la organización
político-social maya era el parentesco, tanto consanguíneo
como ritual.
Los derechos de la familia se transmitían hereditariamente.
Los grupos familiares se distinguían por el apellido
del padre y se evitaban los matrimonios dentro de la misma
familia.
Los jóvenes se casaban con quienes les destinaban
sus padres. Los contrayentes generalmente eran del mismo
territorio, pero algunas veces no se conocían sino
hasta el momento de la ceremonia nupcial. Los casamenteros
se encargaban de concertar los matrimonios. Desde el día
de la boda, el varón se quedaba en casa de la esposa,
con la obligación de trabajar para su suegro por
espacio de seis o siete años; si durante ese tiempo
no cumplía con lo estipulado, los suegros lo echaban
de la casa y entregaban su hija a otro hombre.
La educación de los hijos estaba a cargo del padre
más que de la madre. A los niños del pueblo
se les enseñaban, especialmente, las labores del
campo, mientras que los hijos de los señores recibían
una educación que los preparaba para ser gobernantes. |
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Vasija con efigie de un dios. |
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Las actividades económicas
La base de su economía
era la agricultura, aunque su nivel de avance era mínimo.
El sistema de cultivo, basado en rozas (quemas), provocó
el fin del viejo imperio, tras la migración de la población
por el agotamiento de los suelos fértiles.
Este sistema consistía en que, para cultivar, despojaban
el terreno de todo tipo de árboles y plantas, que luego quemaban.
Las semillas eran puestas en agujeros cavados en el suelo mediante
palos puntiagudos. Agotada la tierra, debían mantenerla sin
cultivar (en barbecho) durante unos años. Al mismo tiempo,
debían limpiar nuevas zonas de la selva para el cultivo.
La agricultura estaba ligada a sus conocimientos de las matemáticas
y la astronomía, lo que les permitía conocer el ciclo
estacional para lograr mejores cosechas. Cultivaban maíz,
judías o porotos verdes, calabazas, algodón, tabaco
y algunos tubérculos (papas, camotes y yuca o mandioca).
También cosechaban cacao, tomates, ají, pimientos
y vainilla, entre otros, y recolectaban frutas silvestres, como
el aguacate (palta), papayas, guayabas, plátanos, etc. También
practicaban la caza, pesca y domesticaban animales para alimentarse.
No conocieron la rueda, el arado o la tracción animal.
Cuando las cosechas eran buenas, comerciaban los excedentes. Cada
ciudad tenía recursos propios, por lo que se vieron obligadas
a establecer un contacto comercial a través del cual lograron
integrarse constituyendo una sola civilización, aunque desde
el punto de vista político eran totalmente autónomas.
El intercambio se realizaba a través de rutas fluviales.
Las embarcaciones transportaban, de un lugar a otro, pedernal, obsidiana,
ámbar, lava volcánica, incienso, pieles, plumas y
sal. Este comercio estaba en manos de la clase dirigente, que organizaba
caravanas de esclavos, único medio de carga que conocían,
para hacer llegar sus mercaderías a otras ciudades.
Como medios de intercambio empleaban plumas, semillas de cacao,
cal, incienso, algodón, plaquitas de jade o esclavos.
La clase dirigente repartía estos bienes entre los campesinos,
quienes a cambio le entregaban su trabajo y servicios.
Trabajaron la piedra, que utilizaron para construir armas, adornos
e instrumentos de trabajo. Además, trabajaron la cestería
y la alfarería.
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Esta es otra porción del mural del templo
de la ciudad de Bonampak. |
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Matemáticas |
Los mayas desarrollaron el sistema
de numeración vigesimal, a base de puntos y líneas,
además de crear un número equivalente al
cero y establecer el valor posicional de las cifras. |
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Testimonios escritos
Los mayas escribieron
innumerables libros sobre historia, genealogía, astronomía
y religión. Estos fueron estampados en estelas jeroglíficas,
códices y también en vasijas de cerámica,
muchas de las cuales han sido recuperadas porque eran puestas junto
a los difuntos cuando los enterraron.
Los códices estaban hechos en corteza de árbol bañada
en cal, sobre la que se pintaban jeroglíficos y numerales
en colores. Formaban una larga tira que se doblaba como biombo.
Gran parte de los códices estuvieron almacenados en la ciudad
de Maní, en lo que prácticamente fue la biblioteca
de los mayas que habitaron en la península de Yucatán.
Estos relatos fueron quemados por orden del obispo Diego de
Landa, que pretendía eliminar las fuentes de creencias
e idolatrías mayas. Solo lograron salvarse tres, que se conocen
por el nombre del lugar donde están guardados: el Dresdensis
(en Dresde, Alemania), el Tro-Cortesianus (en Madrid), y
el Perezianus (en París).
En el siglo XVI se escribieron en lengua maya, pero con alfabeto
latino, varios textos de gran interés que se convirtieron
en una gran fuente de investigación. Entre los más
importantes están el Popol Vuh, relato mítico
sobre el origen del mundo y la historia y mitología del pueblo
quiché, habitantes de las tierras altas de Guatemala, y los
libros de Chilam Balam, recopilación de varios relatos
sobre mitos, profecías, medicina e historia del Yucatán.
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Astronomía |
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El Caracol, observatorio
astronómico de Chichén Itzá.
Es el único edificio circular de la zona
norte del territorio maya. |
Los mayas estudiaron minuciosamente los astros, lo
que les permitió determinar con una gran precisión
el año solar en 365, 242 días, además
del año lunar y la trayectoria de Venus.
La astronomía les facilitó los trabajos
agrarios, ya que el conocimiento del ciclo de las estaciones
contribuía a la optimización de las cosechas.
Para realizar sus estudios astronómicos construyeron
edificios cuyo fin era ser observatorios.
Los mayas idearon un complejo calendario que combinaba
dos divisiones temporales: el tzolkin, o conjunto
de 260 días, y el haab, que tenía
365 días, divididos en 18 meses de 20 días
cada uno, más cinco días libres.
Ambos calendarios se superponían, dando origen
a la rueda o calendario circular. Tenían dos
formas de fechar las cosas: una cuenta larga o
serie inicial, que partía del comienzo de la
era maya; y una cuenta corta, que permitía
determinar fechas por tiempos más breves, y que
duraba 256 años.
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Palacio de las Monjas en Chichén Itzá.
La decoración en piedra de su fachada es un ejemplo del estilo
Chenes de la zona norte. |
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Estela conservada en el museo de Tikal. |
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El uso de los árboles
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La selva les proporcionaba abundantes
recursos, fuera de la madera y los combustibles.
El árbol zapodilla o chiclero era
utilizado para las esculturas; del caucho sacaban
resinas impermeabilizantes y materia prima para hacer
pelotas; del copal obtenían una especie
de incienso; y de la corteza de otros árboles fabricaban
papel, perfumes y adhesivos. |
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Las creencias mayas
Al igual que otras
culturas prehispánicas, los mayas eran politeístas;
es decir, creían en varios dioses, a los cuales jerarquizaban
y relacionaban con distintos elementos o situaciones.
Pensaban que su vida estaba regida por los dioses, desde su nacimiento
hasta la hora de su muerte; les rendían culto durante todo
el año, les ofrecían ayunos, oraciones y sacrificios
humanos.
A lo largo de su historia, la religión maya fue evolucionando.
Al principio, las fuerzas de la naturaleza eran el centro de su
devoción, como es característico de los pueblos nómadas.
Posteriormente, con el asentamiento del viejo imperio, surgió
una poderosa clase sacerdotal y un gran panteón de divinidades.
El tiempo era considerado un proceso cíclico, continuo y
de carácter divino. Creían que antes del mundo en
el que se desarrollaron habían existido otros, y que el de
ellos se destruiría al cumplir su período, para hacer
posible el comienzo de un nuevo ciclo.
Pensaban que al principio el hombre fue creado de tierra y destruido
por su falta de inteligencia; luego, de madera y, finalmente, de
una pasta de maíz.
Los mayas creían que el creador del mundo era Hunab
Ku, único dios existente, que después pasó
a ser un dios ocioso. Su hijo Itzamná, con forma de
serpiente, presidía a los demás dioses, tenía
el poder del fuego y del hogar, y era el inventor de la escritura
y los libros. Fue especialmente venerado en Yucatán.
Otro dios serpiente, pero emplumada, fue Kukulcán,
versión maya del Quetzalcóatl de aztecas y toltecas.
Era el garante de la descendencia real, y su imagen en forma de
cetro era usada por los soberanos.
El dios del maíz era representado en forma juvenil,
de árbol o cruz ramificada, y frecuentemente en lucha con
el dios de los muertos, Ah Puch, señor de los infiernos,
representado como un esqueleto.
El dios solar era Kinich Ahau, y la diosa lunar, Ixchel,
que según sus creencias brillaba menos porque su marido,
el Sol, le arrancó un ojo en castigo por su infidelidad.
El dios de la lluvia, Chaac, con nariz a modo de trompa
prolongada, era muy venerado en la zonas áridas.
Además de los dioses mencionados, había muchos otros:
del firmamento, los números, los meses y los días.
El panteón era mucho más complejo, ya que dividían
el mundo en cuatro direcciones, cada una asociada a un dios, un
color, un árbol y un pájaro.
Los cielos estaban escalonados en trece estratos sobre la tierra
y en nueve bajo ella. Cada estrato correspondía a un dios.
Los trece dioses que gobernaban el cielo recibían el nombre
de Oxlahuntikú, y los nueve del mundo inferior se
denominaban Bolontikú.
La actitud de los mayas ante los dioses era de plena sumisión
y súplica, ya que eran dueños de la felicidad o la
desgracia de los hombres.
En honor a los dioses se ofrecían sacrificios de animales,
aves, insectos, peces, productos agrícolas, flores, caucho,
jade y sangre humana (autosacrificios) derramada por cortes en la
lengua, orejas, brazos, piernas o genitales. También se realizaron
sacrificios humanos, en los que lo más común era la
extracción del corazón de la víctima mediante
un cuchillo de pedernal (piedra). Esta práctica aumentó
en el período posclásico, aunque nunca fueron tantos
como los de la civilización azteca.
El sacrificio humano y el desangramiento era entendido como un
intercambio de fluidos sagrados: los seres humanos daban su sangre
para el sostenimiento de sus dioses. A cambio, estos les retribuían
enviándoles el agua necesaria para la vida.
También practicaban la oración, el ayuno y la continencia
sexual (a veces durante 260 días) antes de los principales
actos de culto.
Creían en la vida después de la muerte, aunque no
hay indicios de que esperaran un paraíso feliz luego de la
muerte. Sí aguardaban una supervivencia sin sufrimientos.
El elemento distintivo de la religión maya fue la profundidad
de sus conocimientos científicos mezclados con la mitología,
además de su culto a la eternidad del tiempo.
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Héctor A. García |
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