Teología:¨Teología
es literalmente estudio de Dios (del griego θεος, theos, «Dios»; +
λογος, logos, «estudio»).
|
Teología
Estudio que
trata sobre la naturaleza y la existencia de Dios
La Teología puede ser definida como
la ciencia de la fe. Su función consiste en intentar explicar,
consciente y metódicamente, la revelación divina. La teología trata,
según la definición tradicional, de Dios, de su existencia, su
naturaleza y atributos, así como de su relación con el mundo y de
las posibilidades con que los hombres cuentan para comunicarse con
él o acceder al conocimiento de su esencia de alguna manera.
Teniendo en cuenta que el punto de partida existencial de toda vida
religiosa es la convicción por parte del hombre acerca del carácter
precario de su condición, al creyente se le plantea una paradoja que
consiste en sentir esa llamada a la trascendencia que con tanta
fuerza se halla inscrita en la mente humana, mientras que el mundo
material sólo le da signos contrarios a esa pretensión de trascender.
La idea de Dios como espíritu creador, ordenador y salvador, se
convierte así en la llave que le abre al hombre la puerta de la
liberación de sus ataduras a una existencia terrenal que resulta
limitada por definición. Pero la comprensión de tal idea se presenta
como necesariamente extraña a los caminos racionales y lógicos de la
mente humana, que se ve impulsada a plantearse y responderse todas
las preguntas posibles acerca de una noción, la de una divinidad
salvadora capaz de abrir el acceso a la vida eterna prometida por
muchas religiones, que resulta sumamente extraña a la realidad
material humana. La Teología se presenta así al hombre como el
planteamiento y como los intentos de respuesta a estas preguntas.
En realidad, puesto que es propio
de todos los hombres el preguntarse acerca de sus creencias, el
término "Teología" podría aplicarse a los escritos y planteamientos
llevados a cabo a propósito de cualquier religión. Sin embargo, las
disciplinas teológicas tal y como hoy las entendemos solamente
definen sus métodos y contenidos con el Cristianismo, si bien la
tradición del pensamiento teológico se encuentra ya expresado a lo
largo de la historia de la filosofía griega.
Es posibles diferenciar, en un
primer momento y a grandes rasgos, diferentes tipos de teología:
Teología ascética. Parte de
la teología dogmática y moral que se refiere al ejercicio de las
virtudes.
Teología dogmática. La que trata de Dios y de sus atributos y
perfecciones a la luz de los principios revelados.
Teología de la liberación. Movimiento teológico cristiano
surgido en Sudamérica, que defiende una nueva lectura del Evangelio.
Teología escolástica. Teología dogmática que, partiendo de
las verdades reveladas, deduce sus conclusiones usando los
principios y métodos de la filosofía escolástica.
Teología mística. Parte de la teología dogmática y moral que
se refiere a la perfección de la vida cristiana en las relaciones
más íntimas que tiene la inteligencia humana con Dios. (Véase
misticismo).
Teología moral. La que trata de las aplicaciones de los
principios de la teología dogmática o natural al orden de las
acciones humanas.
Teología natural (o racional). La que trata de Dios y
de sus atributos y perfecciones a la luz de los principios de la
razón, independientemente de las verdades reveladas.
Teología pastoral. La que trata de las obligaciones de la
cura de almas.
Teología positiva (o revelada). La dogmática que apoya
y demuestra sus conclusiones con los principios, hechos y monumentos
de la revelación cristiana
Ya desde muy temprano, en la
historia del pensamiento teológico comenzaron a distinguirse dos
diferentes concepciones acerca de la materia teológica. Utilizando
los términos tomados del
Pseudo-Dionisio,
se diferenció entre una teología afirmativa y una teología negativa.
Ambos conceptos resultan opuestos, ya que mientras que la primera
consiste en un efectivo decir, la segunda se caracteriza porque
consiste en un silenciar. Mientras que, desde el punto de vista de
la teología positiva, Dios resulta cognoscible, o al menos asequible
para la capacidad de raciocinio de la mente humana, la teología
negativa parte desde el principio de la inefabilidad de Dios, por
tratarse de un ser que se encuentra más allá de todo ser y, por lo
tanto, resulta ininteligible para la comprensión de toda mente y
toda capacidad de conocimiento que se encuentre por debajo de Él.
Se ha
afirmado que el término "teología negativa" resulta equivalente al
de "teología mística", la cual, en palabras de
Fray Francisco de Osuna,
"no tiene conversación en conocimiento de letras, ni tiene
necesidad de tal escuela, que puede ser dicha de entendimiento"
sino que busca "en la escuela de la afección por vehemente
ejercicio de las virtudes". La pretensión de acceder al
conocimiento de la divinidad mediante la vía mística se aleja por
completo del método lógico escolástico que con tanta fuerza ha
caracterizado las tradicionales concepciones teológicas adoptadas
por la Iglesia cristiana de manera recurrente a lo largo de
diferentes épocas. La Teología, entendida desde el punto de vista
místico, no podría nunca ser considerada como una ciencia, pues ni
los métodos de conocimiento utilizados serían sistemáticos, ni los
logros alcanzados resultarían susceptibles de ser comunicados
mediante el lenguaje convencional. Así pues, la teología negativa, o
teología mística, no puede consistir más que en un camino de
introspección que presenta más rasgos en común con ciertos métodos
de conocimiento practicadas por los adeptos a las religiones
orientales no reveladas, que con las categorías lógicas de la
teología tradicional.
La
teología positiva es, al contrario de la negativa, un sermo
que se compone de proposiciones acerca de Dios. Pero dentro de
este sermo de Deo, cabe distinguir entre dos clases de
teología: la teología revelada y la teología natural.
|
|
|
|
La teología
revelada se caracteriza por estar dirigida por la "luz de la fe",
que constituiría el último criterio y el último recurso que asiste
a aquél que emprende el camino de las dilucidaciones acerca de la
divinidad y de su relación con los hombres. La teología natural
comparte sus métodos de conocimiento con los de la filosofía. El
principio que guía el camino de la teología natural sería el de la
razón, que asumiría en ella el papel que desempeña la fe en el
campo de la teología revelada. Guiado por la luz de la razón, el
teólogo se adentra en el camino que conduce a saber de Dios
mediante el conocimiento de las realidades del mundo asequibles a
la capacidad de discernimiento humana. Así pues, teóricamente
resultaría posible conocer "sin fe" dentro del campo de la
teología natural, mientras que este conocimiento sin fe resultaría
imposible desde el punto de vista de al teología revelada.
En todas las épocas los teólogos se
ha planteado multitud de preguntas, no sólo acerca de la divinidad y
de la capacidad de la inteligencia humana para comprender la esencia
de Dios, sino también acerca de la naturaleza misma del saber
teológico. Estas cuestiones han dado lugar a lo largo de la historia
a grandes controversias y debates no sólo entre teólogos y
antiteólogos, sino también dentro del campo mismo de la teología.
Estos debates tuvieron lugar sobre todo durante la Edad Media,
cuando aún no se encontraban bien delimitados los límites del
pensamiento teológico y, tras la hegemonía de la teología natural de
la última época griega, comenzaba a tomar cuerpo la teología
revelada del cristianismo, planteando el problema de la oposición
entre la verdad transmitida y el saber racional-natural sobre Dios.
Esta clase de controversias de origen medieval dieron lugar a
posiciones que se han mantenido o han resurgido periódicamente hasta
nuestros días.
Para ciertos autores, no cabe
hablar simplemente de "teología" sin más calificaciones, pues
dependiendo del punto de vista adoptado en un principio (el de la
teología natural o revelada...) se presentarán o no ciertas
cuestiones y se tenderá a un tipo de respuesta u otro. Otros
teólogos afirman que existe una cierta "jerarquía" dentro del saber
teológico, que va desde la teología natural, basada en el
conocimiento de realidades ajenas al conocimiento humano, hasta la
teología mística, basada en la introspección y en la pretensión de
acceso inmediato a la divinidad. Los diferentes presupuestos
teológicos no se entenderían, según este punto de vista, como las
diferentes ramas de un mismo árbol, sino, más bien, como las gradas
superpuestas que compondrían la pirámide que da acceso al
conocimiento de lo divino. Desde el punto de vista de otros teólogos,
la teología se entendería en un sentido general, como sermo
de Dios cuyas relaciones y divergencias con el discurso racional
propio de la filosofía pueden ser examinadas y analizadas. Puede así
hacerse depender enteramente la filosofía de la teología, o
viceversa, supeditando los logros alcanzados por una de las dos
disciplinas a los presupuestos de la otra. Puede, por otra parte,
declararse estas dos disciplinas como incompatibles.
Uno más de estos diferentes puntos
de vista teológicos, sin duda aquél que más difusión ha alcanzado
dentro de la historia de la teología y de la Iglesia en general, es
el del tomismo, que sigue la norma intelectual de que la fe que
realmente está viva exige la inteligencia y requiere el esfuerzo de
la capacidad de raciocinio para explicar a la mente del creyente
aquello que le va siendo revelado por la divinidad, o bien aquellas
creencias que, sin esa ayuda racional, dejarían de fortalecerse día
a día. Desde este último punto de vista, la fe carece de plenitud
sin la asistencia de la razón, del mismo modo que la razón,
abandonada a su suerte, tiende a extraviarse en laberintos cuando no
cuenta con la asistencia de la fe. De esta manera, la teología y la
filosofía se mantendrían en una especie de equilibrio dinámico que
obliga a la filosofía a encontrar una respuesta para las cuestiones
y problemas que le plantea la teología y, del mismo modo, obligaría
a esta última a renovarse constantemente y a enfrentarse con los
nuevos planteamientos y cuestiones que la filosofía le va
proponiendo día a día.
Los intentos de explicar y
desarrollar racionalmente las verdades reveladas se hacen posibles y
se manifiestan como necesarios debido al hecho de que las Sagradas
Escrituras que, según el punto de vista de la fe, contienen la
Palabra de Dios, presentan la necesidad de ser interpretadas para
que su contenido pueda ser comprendido en todas las épocas y por
hombres pertenecientes a todas las culturas. Si se atribuye a la
Teología el calificativo de "ciencia", esto se hace tan sólo
atendiendo a su carácter de reflexión metódica, si bien el objeto
del conocimiento obtenido a través de esta reflexión no es, por
supuesto, ningún tipo de realidad tangible. La Teología presenta así
la fe como objeto de estudio metódico y desapasionado, y no sólo
como una realidad interna y subjetiva para el creyente. Dado que la
Teología es una ciencia tan antigua como la historia de la Iglesia,
pues se puede considerar que su origen se remonta a la misma
generación apostólica, no sólo resulta interesante emplear sus
métodos de análisis para conocer en sincronía las verdades que se
esconden tras las los textos sagrados, sino que, también en
diacronía, remontándonos en el estudio a los escritos dejados por
teólogos de todas las épocas, se puede llegar a conclusiones, no
sólo a propósito de la religión, sino también del pensamiento y los
diferentes puntos de vista que a lo largo de la historia del
cristianismo han adoptado los hombres para acercarse a Dios. Puede
así aplicarse con toda propiedad a las disciplinas teológicas la
frase de
Santo Tomás a
propósito de la Filosofía, cuando se refería a que el estudio de lo
que dijeron los antiguos debía tener por objeto, no tanto conocer lo
que afirmaron, cuanto dialogar con ellos a fin de profundizar en la
percepción de la verdad de las cosas.
Los cristianos no sólo heredaron
las Escrituras pertenecientes a la antigua tradición judía, así como
la realidad de la revelación contenida en estos textos sagrados,
sino que también se encontraron con el hecho del advenimiento de
Jesucristo.
Lo que en un principio había constituido un hecho de fe se convirtió
además en un objeto de pensamiento y de estudio. El mesías se
mostraba desde entonces a los hombres como un hombre que era a la
vez hijo de Dios, que había muerto pero estaba vivo, que se mostraba
débil pero a la vez era el Señor de todo lo creado. Dios tenía así
que ser contemplado desde entonces como una figura que comprendía al
Padre y al Hijo que actuaban a través del Espíritu Santo . La
ayuda para la difícil expresión de esta idea la toman los primeros
teólogos de los estoicos de la época.
|
|
|