Pinocho
En una
vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático,
terminaba más un día de trabajo dando los últimos
retoques de pintura a un muñeco de madera que había
construído este día. Al mirarlo, pensó: ¡qué bonito me
ha quedado! Y como el muñeco había sido hecho de madera
de pino, Geppetto decidió llamarlo Pinocho.
Aquella noche, Geppeto se fue a dormir deseando que su
muñeco fuese un niño de verdad. Siempre había deseado
tener un hijo. Y al encontrarse profundamente dormido,
llegó un hada buena y viendo a Pinocho tan bonito, quiso
premiar al buen carpintero, dando, con su varita mágica,
vida al muñeco.
Al día siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba
crédito a sus ojos. Pinocho se movía, caminaba, se reía
y hablaba como un niño de verdad, para alegría del viejo
carpintero. Feliz y muy satisfecho, Geppeto mandó a
Pinocho a la escuela. Quería que fuese un niño muy listo
y que aprendiera muchas cosas. Le acompañó su amigo
Pepito Grillo, el consejero que le había dado el hada
buena.
Pero, en el camino del colegio, Pinocho se hizo amigo de
dos niños muy malos, siguiendo sus travesuras, e
ignorando los consejos del grillito. En lugar de ir a la
escuela, Pinocho decidió seguir a sus nuevos amigos,
buscando aventuras no muy buenas. Al ver esta situación,
el hada buena le puso un hechizo. Por no ir a la escuela,
le puso dos orejas de burro, y por portarse mal, cada
vez que decía una mentira, se le crecía la nariz
poniéndose colorada. Pinocho acabó reconociendo que no
estaba siendo bueno, y arrepentido decidió buscar a
Geppetto. Supo entonces que Geppeto, al salir en su
busca por el mar, había sido tragado por una enorme
ballena.
Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue a la mar para
rescatar al pobre viejecito. Cuando Pinocho estuvo
frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá,
pero la ballena abrió muy grande su boca y se lo tragó
también a él. Dentro de la tripa de la ballena, Geppetto
y Pinocho se reencontraron. Y se pusieran a pensar cómo
salir de allí. Y gracias a Pepito Grillo encontraron una
salida. Hicieron una fogata. El fuego hizo estornudar a
la enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres
tripulantes. Todos se encontraban salvados.
Pinocho volvió a casa y al colegio, y a partir de ese
día siempre se ha comportado bien. Y en recompensa de su
bondad el hada buena lo convirtió en un niño de carne y
hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.
FIN