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El
acto más sangriento de la historia de la represión de los sentimientos
independentistas en Puerto Rico se dio el 21 de marzo de 1937, en lo que se
conoce como la Masacre de Ponce. Para conocer mejor lo que ocurrió aquel día
transcribimos a continuación el relato de los hechos a cargo del escritor y
poeta Juan Antonio Corretjer que publicó en un libro en Montevideo en 1969.
“Alrededor del 14 de marzo, Plinio Gracián y Luis Castro Quesada, dirigentes
nacionalistas de Ponce, le notificaron al gobierno municipal que el 21 de
marzo la Junta Nacionalista celebraría un mitin público, que sería precedido
por un desfile. Aún en estos tormentosos días de 1937, el pueblo sentía una
gran atracción por los desfiles y actos públicos del Partido Nacionalista.
El alcalde de Ponce, José Tormos Diego, concedió inmediatamente el permiso.
Debe señalarse que la solicitud del permiso era un mero acto de cortesía de
los nacionalistas al gobierno municipal. De acuerdo a la ley, en Puerto Rico
no se necesitaban permisos para celebrar desfiles o actos públicos en los
parques o plazas de la isla.
El
viernes 19 de marzo, el Jefe de la Policía, Coronel Orbeta, llegó a Ponce
para estudiar la situación. Orbeta regresó a San Juan y conferenció con el
general Winship. Allí, en aquellos momentos, se planeó y se ordenó la
masacre de Ponce. Winship le ordenó a Orbeta que regresara a Ponce y
convenciera (u obligara) al alcalde Tormos de que debía suspender el
desfile.
El 20
de marzo, el día anterior al desfile que iba a celebrarse, el jefe de la
Policía del distrito de Ponce, capitán Felipe Blanco, le escribió la
siguiente carta a los dirigentes nacionalistas Luis Castro Quesada y Plinio
Graciany: “Me place acusar recibo de su carta, fechada ayer a las 7:40 p.m.,
informándole del desfile de los Cadetes de la República y del acto que será
celebrado el próximo domingo 21 de marzo, en esa ciudad de Ponce, cuyo
programa he leído en la página 3 de El Mundo de ayer y que dice, en parte:
2:00 p.m.- Concentración de las Divisiones del Ejército Libertador del
distrito de Ponce y pueblos limítrofes, para desfilar a lo largo de las
calles de Ponce-. Deseo informarle a ustedes que, de acuerdo a las
instrucciones que he recibido de mis superiores, la Policía no permitirá tal
celebración y, en cumplimiento de mi deber, así se lo comunico a ustedes por
medio de esta carta”.
Preparativos de la Masacre
El 21
de marzo y, durante los días que precedieron a la masacre, se llevó a cabo
una significativa concentración de fuerzas policíacas en Ponce. Estaban bien
armados: rifles, carabinas, sub-ametralladoras, bombas lacrimógenas,
granadas de mano, todo esto en adición a las armas usuales: revólveres,
macanas, etc. A la dotación policíaca de Ponce se sumó una fuerza adicional
de 200 hombres.
El
coronel Orbeta volvió a discutir la situación con el capitán Blanco. Orbeta
y Blanco decidieron ir a ver al alcalde Tormos y convencerlo de que
cancelara el permiso. No fue hasta después de pasado el mediodía que
pudieron localizar al alcalde, quien les hizo bien claro que había concedido
el permiso. El coronel Orbeta trató de impresionar al alcalde Tormos con los
peligros que envolvía la celebración de dichos actos. Le dijo que él, Orbeta,
tenía información de que los nacionalistas iban a venir armados y que tenía
información específica de que venían grupos armados de Mayagüez. Sin
embargo, luego, bajo contra-interrogatorio del Comité Investigador de la
UALC, el coronel dijo que él le había dicho al alcalde que era un escándalo
permitir dicho desfile y que él no contaba con información alguna, sino que
cualquiera de los nacionalistas podría actuar alocadamente y lanzar piedras
a las ventanas de los comercios o cometer actos desordenados. De hecho, se
probó fuera de toda duda que el grupo de 50 personas que vino de Mayagüez
(compuesto de hombres, mujeres y niños) estaba desarmado, al igual que los
otros nacionalistas.
Después de una larga discusión, el alcalde accedió a los deseos de Orbeta.
Tormos llamó inmediatamente a los dirigentes nacionalistas y les comunicó
que él no se había dado cuenta de que ese era un día de fiesta religioso,
Domingo de Ramos; y que los Padre Paules le habían pedido que no permitiera
el desfile. Los nacionalistas sabían que Tormos mentía, pero aparentando
ignorarlo, le dijeron que la gente que venía para el desfile ya se
encontraba en Ponce; que el desfile se llevaría a cabo ordenadamente, en
silencio, y que ellos así se lo informarían a los Padres Paules. Entonces
Tormos abruptamente dio por terminada la entrevista y dijo que el permiso
estaba cancelado.
Desde
ese instante hasta las 3:00 p.m., se llevaron a cabo una serie de
discusiones entre el coronel Orbeta y el capitán Blanco, de una parte, y los
nacionalistas por la otra. Mientras los jefes de ambas partes discutían, la
Policía concentraba sólidamente sus fuerzas en las calles que rodeaban el
local de la Junta Nacionalista y en la esquina de las calles Marina y
Aurora. Los nacionalistas entraban al local acompañados de sus hijos y
esposas. Hay suficiente evidencia para probar que la Policía le decía a
aquellos que no eran nacionalistas que no entraran en el área comprendida
entre las calles Marina, Aurora y Jobos. Sin embargo a los nacionalistas
(fáciles de reconocer, ya que muchos de ellos estaban uniformados y aquellos
que vestían de civil llevaban insignias) se les permitía cruzar las líneas
montadas por la Policía. Se le permitió el paso a alrededor de 80 Cadetes
nacionalistas uniformados.
Poco
antes de comenzar el tiroteo, el coronel Orbeta y el capitán Blanco
visitaron el área. Había una gran tensión. La Policía había tomado
posiciones y los nacionalistas estaban rodeados. El coronel Orbeta y el
capitán Blanco se marcharon. Luego alegaron que ellos no le habían dado
órdenes a la Policía. De acuerdo a las declaraciones del coronel Orbeta, él
y Blanco montaron en un auto de la Policía, y se fueron a pasear por Ponce y
sus alrededores, a disfrutar de las bellezas del paisaje. Orbeta y Blanco
regresaron después de haber terminado el tiroteo.
La encerrona de la Policía
Alrededor de las 3:15, los Cadetes formaron fila de tres en fondo, listos
para dar comienzo al desfile. Detrás de ellos estaba el Cuerpo de Enfermeras
con uniformes blancos. Tras el Cuerpo de Enfermeras, la banda, que consistía
de sólo cuatro músicos. Los cadetes y las enfermeras se cuadraron
militarmente cuando la banda comenzó a tocar La Borinqueña.
Veamos
ahora la relación de posiciones entre la Policía, los cadetes, las
enfermeras y el público. La calle Marina corre de norte a sur. Primero la
atraviesa la calle Luna y, un poco más arriba, la calle Aurora. En esta
esquina –en la esquina de las calles Marina y Aurora- estaba el local de la
Junta Nacionalista. Entonces viene la calle Jobos. Un grupo de policías se
alineó en el lado este de la calle Marina, entre Luna y Aurora. En las
inmediaciones de la calle Aurora, a corta distancia de Marina, estaba un
nutrido grupo de policías, listo para entrar en acción. En la parte oeste de
la calle Marina, frente al local de la Junta Nacionalista, ocupó posiciones
otro grupo policíaco. Todos estaban armados con rifles, bombas lacrimógenas,
carabinas, etc. Los Cadetes estaban parados en atención, en el lado sur de
la calle Aurora.
Detrás
de los nacionalistas había otro grupo de policías, armados con sub-ametralladoras
Thompson. Testigos oculares y fotografías han probado que los nacionalistas
estaban totalmente arriconados y atrapados –y además desarmados. Dos
fotógrafos de la prensa habían tomado posiciones en el balcón de la
residencia de una distinguida familia ponceña, la familia Amy. Estos
fotógrafos tomaron muchas fotografías. Una de las fotos, tomadas por José
Luis Conde segundos después de haber comenzado la masacre, muestra a la
Policía avanzando hacia el pueblo desde el norte, o sea desde la calle
Aurora. En la foto puede observarse a amplios grupos de personas –hombres,
mujeres y niños-, casi todos congregados en la esquina de las calles Aurora
y Marina, casi frente al local de la Junta Nacionalista. Dicha foto muestra
además a los Cadetes puestos en atención, seguidos de las enfermeras y
directamente detrás de ellos, al destacamento de los policías armados de sub-ametralladoras,
comandado por el Jefe Pérez Segarra.
Debe
recordarse que el coronel Orbeta y el capitán Blanco, quienes aparentemente
esperaban que los nacionalistas llevaran a cabo una serie de actos
brutales, se habían marchado para visitar puntos de interés de la ciudad. El
capitán Blanco, luego declaró que nadie quedó en comando de la fuerza
policíaca y que los jefes auxiliares Soldevilla, Bernal y Pérez Segarra
–cada uno al mando de un grupo separado de policías- no habían recibido
ningún tipo de instrucciones.
Los
Cadetes estaban completamente rodeados, sin oportunidad alguna para escapar.
Por la forma en que estaban organizadas sus fuerzas, queda claro que la
Policía tenía sólo un fin. Y ese fin no era, simplemente, impedir el desfile
de los Cadetes o disolver un motín. La táctica clásica para dispersar una
multitud y disolver un motín, es darle a esos sobre los que se carga una
oportunidad para que se dispersen. Esa oportunidad les fue deliberadamente
negada a los nacionalistas puertorriqueños la tarde del 21 de marzo de 1937.
El propósito era amedrentar a todo el pueblo de Puerto Rico con un
despliegue brutal de crueldad: una masacre.
Informe a la Unión Americana de
Libertades Civiles
En una
situación como ésta, cualquiera puede disparar el primer tiro. Y cada bando,
como es natural, alegará haber sido víctima del primer disparo. Sin
embargo, Arthur Garfield Hays –quien investigó la masacre- escribió lo
siguiente en su informe a al Unión Americana de Libertades Civiles: “Carlos
Torres Morales, un fotógrafo de El Imparcial, enterado de la actitud
amenazante de la Policía, llevó la cámara a sus ojos. Antes de que él
pudiera enfocar, sonó un disparo, quizás dos; no está seguro. Pero tomó la
foto. En esta foto podemos ver prácticamente a todos los policías que se
encontraban en las calles Aurora y Marina (quizás 17 o 18) listos para
disparar contra la gente. Todos ellos tenían armas en sus manos. También
vemos a un policía en los momentos en que dispara su revolver. Aunque hemos
hecho uso de testimonios de expertos, es realmente innecesario, ya que el
policía que dispara aparece con la parte superior de su brazo apuntando
sobre la multitud que huye. Su antebrazo está oculto por otra persona, pero
de acuerdo con la dirección de su brazo y tras la otra persona que está
allí, hay una nube blanca y el humo del disparo. El disparo es hecho
directamente a la gente que está en la acera. El policía que dispara puede
verse con toda claridad.
Este
Comité no ha podido comprender por qué este policía y los otros agentes le
disparaban a la multitud y no a los Cadetes, excepto que ellos quisieran
despejar del frente de la Junta Nacionalista a la gente que estaba parada en
la acera y en los alrededores. O quizás el fin era atemorizarlos. Nosotros
no estamos diciendo que esta foto muestra el primer disparo. De hecho, el
testimonio de otro testigo identifica precisamente a otro policía como el
que hizo el primer disparo.
Nosotros no hemos podido comprender por qué el gobierno no ha hecho uso de
estas fotografías, las cuales han sido extensamente publicadas. Estas fotos
muestran a la Policía en acción. Muestran a un número de 50 a 70 Cadetes
Nacionalistas parados en silencio e inmóviles, con sus manos suspendidas a
los lados. Cerca de ellos está un niño, con camisa negra, que tiene su brazo
echado sobre el hombro de un camarada. Detrás de ellos está el abanderado de
los Cadetes. Todos parecían extrañados, esperando pacientemente a que las
tragedia les golpeara. Ninguno se ve listo para correr, ni siquiera para
moverse. Detrás de ellos están las muchachas, vestidas de blanco, algunas de
ellas se alejan corriendo. Una de ellas casi ha llegado a la acera. Esto en
sí mismo corrobora la declaración del fotógrafo de que él tomó la foto
inmediatamente después de que empezara el tiroteo. Detrás de la banda está
un pelotón de la Policía, unos quince hombres, armados con sub-ametralladoras
y rifles. Nacionalistas y no nacionalistas fueron asesinados”.
Relato de la tragedia
La
Policía enloqueció al sonar el primer disparo. Descargas cerradas cayeron
desde todos los lados sobre los Cadetes y el público en general. Durante
unos diez minutos fueron sometidos a un fuego cruzado. Cuando la última
descarga hubo producido su efecto, 21 personas quedaron muertas sobre el
pavimento. Más de 150 fueron heridas. Otro niño murión en un hospital
cercano; algunos quedaron mutilados de por vida.
Esa
media hora que antecedió al tiroteo y esos criminales diez minutos de los
asesinatos han pasado a la historia como un ejemplo insuperado de la
serenidad y el coraje de un pueblo bajo fuego. Bolívar Márquez, un cadete,
cayó mortalmente herido; arrastró su cuerpo hasta la acera y en la pared de
una casa escribió con su sangre “Viva la República, Abajo los asesinos”.
Carmen
Fernández, de 35 años de edad, vio cuando mataron al abanderado. Al tratar
ella de tomar la bandera, recibió una descarga de carabina. Cayó, gravemente
herida. Dominga Cruz Becerril, una señora de Mayagüez, ya se encontraba a
cubierto, cuando vio caer la bandera sobre el pavimento. Salió de su refugio
y corrió hacia la bandera, la levantó, la ondeó y luego corrió con ella
hacia el Hospital Pila. No resultó herida. Cuando le preguntaron por qué
había hecho lo que hizo, ella, serenamente, respondió: “El Maestro nos ha
dicho que la bandera siempre debe estar en alto” (El Maestro era Pedro
Albizu).
El
policía Genaro Lugo no se quedó en el lugar después de que vió el asesinato
de una niña. Al alejarse corriendo, vio cómo el pelotón de policías que
portaban sub-ametralladoras, comandado por el Jefe Pérez Segarra, disparaba
contra el público aterrorizado.
Los
Rodríguez estaban parados frente a una zapatería, en el lado sur de la calle
Jobos. Rafael, de 18 años de edad, acababa de tomar dos fotografías con su
pequeña cámara. En los momentos en que se preparaba para tomar otra
instantánea, comenzó el tiroteo. Se tiraron al piso para protegerse. Hubo
allí una descarga general. Oyó a su hermano decir “Ay” y vio a su padre
levantarse inmediatamente para proteger a su hijo. Advirtió que su padre
sangraba por la cabeza. Había sido mortalmente herido. Murió en cuestión de
segundos. Su hermano también. Rafael mismo fue herido. Dos policías lo
recogieron un cuarto de hora después. Lo tiraron como un fardo en un
vehículo policíaco.
Un
hombre joven iba hacia abajo por la calle Jobos. De momento, vio que un
policía venía hacia él. El hombre estaba por lo menos a una distancia de 50
pies del centro del tiroteo. Al ver el crimen reflejado en el rostro del
policía y que éste venía revolver en mano, gritó “Yo no soy nacionalista, yo
soy de la Guardia Nacional. Yo soy...” hasta que la muerte lo silenció para
siempre. Era verdaderamente un Guardia Nacional. Esa misma mañana había
hecho sus ejercicios en la explanada El Castillo, a unos 100 metros del
lugar donde fue asesinado. Se llamaba José Delgado y tenía 20 años.
Un
caballero de la alta sociedad, don Luis Sánchez Frasqueri vio cómo iban a
matar a un hombre y gritó “No lo maten”. Un teniente de la Policía, al
reconocer quien era él y no estando dispuesto a que una persona tan
respetada testificara en su contra, detuvo a sus hombres. El hombre, que
estaba ileso, fue obligado a entrar en un camión de la Policía. Cuando el
señor Sánchez Frasqueri volvió a ver a este hombre, estaba todo envuelto en
vendajes. El hombre le dijo que la Policía lo había golpeado brutalmente,
primero en el camión y luego en el cuartel.
Un
vendedor de frutas estaba parado al lado del automóvil del Dr. Sánchez
Frasqueri, a más de 75 yardas del local de la Junta Nacionalista. Un policía
vio al vendedor, regresó y le abrió la cabeza de un macanazo. Eso también
fue parte de la declaración de Sánchez Frasqueri. A esa misma distancia de
la Junta Nacionalista vio un cadáver. Su cuerpo estaba lleno de agujeros. En
su agonía, el hombre había tratado de escribir la palabra “valor”, pero sólo
vivió para escribir VAL”.
Nunca se hizo justicia
El
Comité Investigador de los sucesos dictaminó que realmente se había actuado
de forma injustificada por lo que los responsables policíacos de estas
actuaciones fueron suspendidos de sus cargos, pero nunca se hizo realmente
justicia ya que éstos no sufrieron ningún tipo de prisión ni los familiares
de las víctimas recibieron compensación alguna. El general Winship,
gobernador norteamericano de Puerto Rico, y quien ordenó directamente la
Masacre de Ponce, salió impune y todavía gobernó durante dos años más la
isla.
†Muertes
|
Cotal Nieves, Juan Delgado
Hernandez del Rosario, Maria
Jimenez Morales, Luis
Loyola Perez, Ceferino ( Policia)
Maldonado, Georgina (niña de 12 años.)
Marquez Telechea, Bolivar (26 años.)
Ortiz Toro, Ramon
Perea, Ulpiano
Pietrantoni, Juan Antonio
Reyes Rivera, Juan
Rivera Lopez, Conrado
Rodriguez Figueras, Ivan G.
Rodriguez Mendez, Jenaro
Rodriguez Rivera, Pedro Juan
Rosario, Obdulio
Sanchez Perez, Eusebio (Policia)
Santos Ortiz, Juan
Torres Gregory, Juan
Velez Torres, Teodoro |
Policias envueltos en las actividades de Ponce para 1937. |
Rango y Número |
Nombre |
Clase, número y
calibre del arma |
Distrito de
donde procedía |
Jefe Dtto. |
Guillermo Soldevila |
Revolv. 403388 C. 38 |
Coamo |
Guardia # 78 |
Ceferino Loyola |
Revolv. 342782 C. 45 |
Ponce |
Guardia #700 |
Eusebio Sanchez |
Revolv. 403937 C. 38 |
Arroyo |
Guardia #630 |
Armando Martinez |
Revolv. 343065 C. 45 |
Ponce |
Guardia #474 |
Ramon Robles Barreto |
Revolv. 343485 C. 45 |
Juana Díaz |
Guardia #870 |
Francisco Lao |
Revolv. 367805 C. 38 |
Guayama |
Guardia #221 |
Ramon Oliveras |
Revolv. 342878 C. 45 |
Utuado |
Guardia #583 |
Rafael A. Hernandez |
Revolv. 343258 C. 45 |
Utuado |
Guardia #518 |
Abelardo Diaz |
Revolv. 342871 C. 45 |
Aibonito |
Guardia #116 |
Gustavo Rosado |
Revolv. 342793 C. 45 |
Salinas |
Guardia #837 |
Rafael Maldonado |
Revolv. 384741 C. 38 |
Sabana Grande |
Guardia #265 |
Demetrio Alameda |
Revolv. 343130 C. 45 |
Mayagüez |
Guardia #490 |
Antero Diaz |
Revolv. 342328 C. 45 |
Patillas |
Guardia #676 |
Segismundo Raul Irizarry |
Revolv. 342779 C. 45 |
San German |
Guardia #166 |
Radames Pierantoni |
Revolv. 342808 C. 45 |
Ponce |
Guardia #39 |
Manuel Ortiz Fuentes |
Revolv. 342678 C. 45 |
Coamo |
Jefe Dtto. |
Antonio Bernart |
Revolv. 404955 C. 38 |
Guayanilla |
Guardia #90 |
Jobo Santiago |
Revolv. 342639 C. 45 |
Guánica |
Guardia #363 |
Juan Rodriguez |
Revolv. 342946 C. 45 |
Coamo |
Guardia #458 |
Sergio Merle |
Revolv. 343411 C. 45 |
Juana Díaz |
Guardia #466 |
Luis W. Lynn |
Revolv. 334870 C. 45 |
Ponce |
Guardia #188 |
Domingo Nicot |
Revolv. 342805 C. 45 |
Cayey |
Guardia #742 |
Francisco Casalduc |
Revolv. 404455 C. 38 |
Adjuntas |
Guardia #377 |
Jorge Camacho |
Revolv. 342868 C. 45 |
Guánica |
Guardia #398 |
Angel S. Bonilla |
Revolv. 343490 C. 45 |
Guayanilla |
Guardia #505 |
Humberto Lucca |
Revolv. 343073 C. 45 |
Ponce |
Guardia #483 |
Luis Anes Mariani |
Revolv. 343056 C. 45 |
Ponce |
Guardia #305 |
Pedro V. Vazquez |
Revolv. 342906 C. 45 |
Ponce |
Jefe Dtto. |
A. Perez Segarra |
Pistola C180842 C. 45 |
San Juan |
Sargento |
Rafael Molina |
Revolv. 335066 C. 45 |
Ponce |
Guardia #175 |
Manuel Gonzalez |
Revolv. 342812 C. 45 |
Ponce |
Guardia #254 |
Andres A. Velez |
Revolv. 342885 C. 45 |
Mayagüez |
Guardia #470 |
Juan A. Morcilio |
Revolv. 343249 C. 45 |
Mayagüez |
Guardia #56 |
Evelio Maldonado |
Revolv. 345454 C. 45 |
Yauco |
Guardia #844 |
Ramon Rodriguez |
Revolv. 405121 C. 38 |
Guayama |
Guardia #98 |
Luis A. Munera |
Revolv. 342762 C. 45 |
Aguadilla |
Guardia #706 |
Vicente Rivera |
Revolv. 314056 C. 38 |
Arecibo |
Guardia #286 |
Felix Hernandez |
Revolv. 342552 C. 45 |
San Juan |
Guardia #324 |
Narciso Miranda |
Revolv. 343180 C. 45 |
Barranquitas |
Guardia #690 |
Angel Berlingeri |
Revolv. 340985 C. 45 |
Cayey |
Detective |
Juan R. Colon |
Revolv. 403390 C. 38 |
Ponce |
Detective |
Pablo Diaz Casiano |
Revolv. 407201 C. 38 |
Ponce |
LanceCorpl. |
Carmelo Rivera (229) |
Revolv. 342888 C. 45 |
Ponce |
Guardia #675 |
Alberto Benson |
Revolv. 342486 C. 45 |
Ponce |
Guardia #28 |
Ramon C. Perez |
Revolv. 342749 C. 45 |
Ponce |
Guardia #782 |
Roman Pacheco |
Revolv. 334749 C. 38 |
Ponce |
Guardia #513 |
Arturo Garrastazu |
Revolv. 343074 C. 45 |
Ponce |
Guardia #815 |
Emilio Colon |
Revolv. 308401 C. 38 |
Ponce |
Guardia #225 |
Oscar Correa |
Revolv. 342885 C. 45 |
Ponce |
Guardia #859 |
Enrique Figueroa |
Revolv. 334738 C. 38 |
Ponce |
Guardia #707 |
Luis M. Garcia |
Revolv. 403496 C. 38 |
Ponce |
Guardia #72 |
Sergio Diaz Cartagena |
Revolv. 343136 C. 45 |
Ponce |
Guardia #828 |
Casimiro Sepulveda |
Revolv. 402708 C. 38 |
Ponce |
Guardia #773 |
Pedro Claudio |
Revolv. 368925 C. 38 |
Ponce |
Guardia #183 |
Antonio S. Fantauzzi |
Revolv. 342873 C. 45 |
Ponce |
Guardia #594 |
Juan Santana Monero |
Revolv. 343086 C. 45 |
Ponce |
Guardia #619 |
Leon R. Aponte |
Revolv. 343122 C. 45 |
Ponce |
Guardia #190 |
John Padilla |
Revolv. 342991 C. 45 |
Ponce |
Guardia #677 |
Jose R. Colon |
Revolv. 406658 C. 38 |
Guayama |
Guardia #635 |
Luis Magin del Toro |
Revolv. 343164 C. 45 |
Mayagüez |
Guardia #339 |
Ramon Cintron |
Revolv. 342918 C. 45 |
Ponce |
Guardia #643 |
Felipe Ramirez |
Revolv. 343211 C. 45 |
Ponce |
Guardia #517 |
Diego Ortega |
Revolv. 342830 C. 45 |
Ponce |
Guardia #341 |
Julio Guzman |
Revolv. 343332 C. 45 |
Ponce |
Guardia #802 |
Eleuterio P. Rivera |
Revolv. 368932 C. 38 |
Ponce |
Guardia #379 |
Jose Maria Colon |
Revolv. 343028 C. 45 |
Ponce |
Guardia #267 |
Luis Pieraldi |
Revolv. 403356 C. 38 |
Ponce |
Guardia #731 |
Hipolito Ortiz |
Revolv. 367051 C. 38 |
Ponce |
Guardia #812 |
Daniel Vallejo |
Revolv. 405440 C. 38 |
Ponce |
Guardia #51 |
Carmelo Rosario |
Revolv. 342750 C. 45 |
Ponce |
Jefe Dtto. |
Esteban Rodriguez |
Revolv. 405417 C. 38 |
Ponce |
Guardia #533 |
Cristobal Arce |
Revolv. 342936 C. 45 |
Ponce |
Guardia #369 |
Silvestre Vivaldi |
Revolv. 342960 C. 45 |
Ponce |
Guardia #448 |
Rafael Carranza |
Revolv. 343117 C. 45 |
Ponce |
Guardia #178 |
Jose M. Sanchez |
Revolv. 343076 C. 45 |
Mayagüez |
Guardia #851 |
Gilberto Morales |
Revolv. 405626 C. 38 |
Peñuelas |
Guardia #508 |
Jose Cruz Martinez |
Revolv. 343343 C. 45 |
Guayama |
Guardia #741 |
Ramon Cruz Reyes |
Revolv. 368144 C. 38 |
Santa Isabel |
Guardia #130 |
Juan A. Ramirez |
Revolv. 342826 C. 45 |
Villalba |
Guardia #582 |
Juan Alvarez |
Pistola C179982 C. 45 |
San Juan |
Guardia #293 |
Mariano Vazquez |
Revolv. 343012 C. 45 |
San Juan |
Guardia #185 |
Frank Salgado |
Revolv. 343347 C. 45 |
San Juan |
Guardia #537 |
Luis M. Perez |
Revolv. 342980 C. 45 |
San Juan |
Guardia #321 |
Francisco Guzman |
Revolv. 342924 C. 45 |
San Juan |
Coronel |
Enrique de Orbeta |
Revolv. 406064 C. 38 |
Cuartel General
San Juan |
Jefe Dtto. |
Felipe Blanco |
Revolv. 406104 C. 38 |
Ponce |
www.proyectosalonhogar.com |
|