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Al inicio del siglo X
una
gran parte de las regiones civilizadas estaban atravesando una crisis
más
o menos profunda. Los mayas eran ya una sombra de su pasado.
Japón
era la excepción más notable, pues el clan Fujiwara
seguía
dirigiendo el país con mano firme. Los emperadores eran meros
títeres.
La propiedad privada estaba ya consolidada: el territorio se
fragmentó
en grandes propiedades, los terratenientes reclutaron ejércitos
particulares entre los colonos guerreros del norte y del este. Estos
ejércitos
actuaban a modo de policía contra el bandidaje. Los Fujiwara
también
tenían sus propios ejércitos, aunque no se produjeron
conflictos
significativos. Al contrario, el periodo de los Fujiwara fue una
época
pacífica que trajo un gran desarrollo cultural.
Muy diferente era la situación de China, que se encontraba prácticamente en la anarquía. Oficialmente seguía habiendo un emperador Tang, pero en la práctica no había ninguna autoridad a nivel nacional. El Tibet seguía sumido en la inestabilidad política, lo cual benefició al budismo, que cada vez estaba más arraigado. En el sur de la India los Chola habían formado un imperio que dominaba los mares, mientras los reinos del norte seguían impidiendo el avance del islam. El antaño gran Califato de Bagdad seguía fragmentado en numerosos emiratos independientes, mientras los Califas seguían dominados por los mercenarios turcos. No obstante, la cultura seguía avanzando. En una ciudad el Éufrates superior llamada Rakka trabajaba el astrónomo al-Battani. Sus observaciones le permitieron determinar la oblicuidad de la eclíptica, midió la duración del año trópico, detectó el movimiento del Sol y rectificó la constante de precesión dada por Ptolomeo. En el hospital de Bagdad trabajaba al-Razi, al que se le atribuyen más de cincuenta libros de medicina, entre ellos un Tratado sobre la viruela y la escarlatina, que es la primera descripción clásica de estas enfermedades. También tiene unos cuarenta libros de filosofía (lógica, metafísica, teología) y sobre alquimia. Los turcos pechenegos seguían presionando sobre los húngaros, los cuales presionaban a los moravos, e incluso habían llegado a realizar algunas incursiones por Italia en los años precedentes. El Imperio Bizantino había llegado a un acuerdo de paz con los búlgaros, y el mayor problema del emperador León VI era que no tenía un heredero. Ahora que los bizantinos estaban aceptando que era Dios el que designaba los emperadores concediéndoles hijos, era algo molesto que a León VI no le concediera ninguno. En sus intentos de remediarlo, León VI se había casado ya tres veces, lo cual no complacía a la Iglesia, cuyo ideal era el de un único matrimonio. De hecho, el propio León VI había promulgado tiempo atrás una ley que prohibía que un hombre contrajera matrimonio por cuarta vez. Las terceras nupcias eran admitidas, pero estaban mal vistas. El Imperio Romano de Occidente era poco más que nada. La parte occidental estaba gobernada por Carlos el Simple, mientras que en la oriental reinaba teóricamente Luis el Niño, si bien el territorio estaba dividido en la práctica en varios ducados independientes, los más importantes de los cuales eran Lorena, Suabia, Sajonia, Franconia y Baviera. El más poderoso era el de Sajonia, cuyo duque era conocido como Otón el Magnífico y dominaba además el condado de Turingia. Sin embargo, el regente Hatton, considerando a los sajones una amenaza para la escasa autoridad del rey, decidió apoyarse en Conrado de Lahngau, duque de Franconia, que estaba casado con Glismut, hermana de Luis el Niño. En Italia, Berengario reclamó nuevamente el título imperial que le había negado su derrota frente a Guido de Spoleto doce años atrás, pero sus enemigos apoyaron al nieto del emperador Luis II, al que el Papa Benedicto IV coronó emperador en 901, con lo que pasó a ser Luis III. Un príncipe omeya predicó la guerra santa entre los bereberes que habitaban en la frontera de Al-Ándalus con el reino de Asturias. Ibn al Qitt reunió un ejército de varios miles de hombres con el que atacó Zamora, donde el rey Alfonso III pudo resistir. El emperador Japonés Daigo I dio crédito a las calumnias propagadas por los Fujiwara y desterró al ministro Sugawara no Michizane, que murió pocos años después y fue divinizado por el pueblo. En la isla de Java la dinastía de Mataram se había impuesto sobre la de los Sailendra. Ahora ascendía al trono el rey Balitung, que a su muerte fue venerado como divinidad. En 902 el Imperio Bizantino perdió frente a los musulmanes sus últimas posesiones en Sicilia. Mientras tanto, un noble persa llamado Ismaíl ibn Ahmad derrocó al príncipe saffarí Amr ibn al-Layt y fundó así la dinastía de los Samaníes, llamada así por el abuelo de Ismaíl, que se llamaba Samán Judat. Al parecer era un mazdeísta que se convirtió al islam. En Inglaterra reinaba Eduardo, pero su primo Ethelwald logró el apoyo de los daneses de Anglia Oriental para que invadieran Inglaterra y le concedieran el trono. No obstante, Ethelwald murió en la batalla apenas se iniciaron las hostilidades. Esto no puso fin al ataque danés, pero Inglaterra era ahora mucho más fuerte que a principios del reinado de Alfredo el Grande, y los daneses asentados en la isla habían perdido buena parte de su furia. Además no estaban unidos bajo un monarca común, por lo que sus actuaciones estaban peor coordinadas. Se inició un largo ciclo de guerras en el que los ejércitos de Eduardo no tuvieron dificultades en mantener a raya a los daneses. En Bohemia murió el duque Borivoj I, y fue sucedido por su hijo Spytihnev I, que rechazó una invasión húngara en 903. Ese año murió el Papa Benedicto IV y fue sucedido por León V, pero al cabo de un mes fue derrocado y murió en la cárcel. Sergio III se hizo proclamar Papa con la ayuda de una escolta franca. Persiguió encarnizadamente a los defensores de la memoria del Papa Formoso. En 904 el rey Constantino II de Escocia logró una victoria decisiva frente a los escandinavos, tras la cual extendió considerablemente las fronteras de su reino. Los esfuerzos bizantinos por contener la piratería musulmana resultaban infructuosos. Un pirata especialmente audaz, conocido como León de Trípoli, navegó por el Egeo y llegó a la ciudad de Tesalónica, donde capturó unos veinte mil prisioneros que vendió en los mercados islámicos. León VI reforzó su flota para evitar que sucesos como éste se repitieran, y finalmente logró echar a los piratas del Egeo, pero la piratería musulmana siguió siendo fuerte. El rey de Asturias Alfonso III estaba asediando la ciudad de Grañón, pero tuvo que abandonarla ante el ataque del banú Qasí Lope ibn Muhammad. En 905 León VI tuvo un hijo con su amante Zoe. Puesto que no había tenido descendencia con ninguna de sus tres esposas anteriores, decidió casarse con Zoe, pero el Patriarca de Constantinopla, conocido como Nicolás el Místico, se negó a consagrar un cuarto matrimonio. Se inició así una tensa negociación entre el emperador y el Patriarca que se prolongó más de un año. Mientras tanto Berengario seguía luchando por el título imperial y logró expulsar de Italia al emperador Luis III. Cuando éste trató de volver, Berengario lo capturó, lo cegó y lo obligó a permanecer en Provenza. Desde entonces Luis fue conocido como Luis el Ciego. Delegó el gobierno de Provenza en el conde Hugo de Arles. Sin embargo, Berengario no pudo obtener el ansiado título imperial, que continuó disputado entre varios pretendientes sin que el Papa Sergio III se lo concediera a ninguno. Tras la muerte de Conrado de Lahngau, el ducado de Franconia pasó a su hijo Conrado el Joven. El Califato de Bagdad reconquistó Egipto y
Siria,
poniendo fin a la dinastía de los tulúnidas. En Japón, un alto funcionario llamado Ki no Tsurayuki compuso por orden
del emperador el Korin-waka-shu
(Colección de poemas de antaño y de no hace mucho), cuya
introducción es la más antigua arte poética del waka (poema japonés). Se
establecieron formas poéticas consistentes el versos alternados
de cinco y siete sílabas, sin rima (nagauta, tanka y haiku). El rey de Navarra Fortún Garcés mantenía buenas relaciones con el banú Qasí Lope ibn Muhammad, por lo que el rey asturiano Alfonso III, junto con el conde de Pallars, ambos enemigos de los banú Qasí, organizaron un golpe de estado en Navarra por el que ocupó el trono Sancho Garcés I, hijo de García Jiménez, el que había sido regente de Navarra durante el cautiverio de Fortún Garcés. Para legitimar su posición Sancho Garcés I se casó con Toda Aznar, hija de Aznar Sánchez, sobrino de Fortún Garcés, y de Oneca, la hija de Fortún Garcés que había estado casada previamente con el Emir de Córdoba Abd Allah. Fortún Garcés murió en 906. También murió el rey Mojmir II de Moravia, bajo cuyo reinado la presión húngara se hizo insoportable. El país cayó en la anarquía y la desintegración. Enrique, el hijo de Otón el Magnífico obtuvo una victoria contra los húngaros. El Papa Sergio III tuvo un hijo con su amante Marozia, hija de Teofilacto, un influyente senador romano, y esposa de un marqués de Toscana llamado Alberico. A través del Papa, Marozia se convirtió en la auténtica gobernante de Roma, juntamente con su madre, Teodora. En 907 murió en su retiro Boris I, el que fue rey de Bulgaria, padre del rey actual, Simeón. El emperador bizantino León VI logró convencer al Patriarca Nicolás de la imperiosa necesidad de que legitimara a su heredero. Nicolás consintió en bautizarlo a condición de que León renunciara por completo a su amante Zoe. El emperador aceptó, el niño fue bautizado con el nombre de Constantino, y a los tres días León VI se casó con Zoe. Nicolás se puso furioso, pero León VI lo destituyó y lo envió al exilio. El príncipe ruso Oleg dirigió una expedición naval contra Constantinopla. El emperador pudo resolver el conflicto diplomáticamente, y el resultado final fue un acuerdo comercial según el cual los rusos disfrutarían de una protección especial en la capital bizantina. El caudillo húngaro Árpád aprovechó un conflicto entre dos aspirantes al gobierno de la marca del Este para invadirla y apoderarse de ella. Poco después murió y fue sucedido por su hijo Zolta. En China fue derrocado el último emperador Tang, si bien ya hacía años que los emperadores carecían de poder real. La parte norte del país permaneció unida bajo emperadores débiles divididos en una rápida sucesión de cinco dinastías, por lo que el periodo es conocido como el de las cinco dinastías. En cambio, durante la última década el sur se había ido dividiendo en varios reinos: Shu, Chu, Han Meridional, Min, Wu-Yue, Wu, Anhui, Jiangxi y Ping Meridional. Algunos de ellos fueron sustituidos por otros y en total se habla de los "diez reinos". La división política no supuso una recesión económica, sino que algunos de estos reinos fueron prósperos. El más pujante fue el de Wu-Yue, resultado de la unión de dos reinos bajo el principado de Qian-Lu, quien estuvo a punto de erigirse en emperador, pero que terminó aceptando nominalmente la autoridad del emperador Zhu-Wen. Por otra parte, al norte de China habitaban los Khitán, que habían estado sometidos al Imperio, pero que al caer la dinastía Tang eligieron emperador a uno de sus caudillos, Apaoki, el iniciador de la dinastía Liao, que formó un Imperio de características similares al Imperio Chino. En 908 murió Lope ibn Muhammad, y con él terminó la hegemonía de su familia. Los banú Qasí se disgregaron. Algunos se convirtieron al cristianismo y emigraron a los reinos de Asturias y Navarra, mientras que los más se instalaron en Córdoba. Esto fortaleció al viejo rey asturiano Alfonso III el Magno. En 909 los aglabíes fueron derrotados por un ejército encabezado por Ubayd Allah al-Mahdí, que decía ser descendiente del séptimo iman chiita, Ismaíl, y, por consiguiente, de Alí y Fátima, la hija de Mahoma. Era, pues, el enviado que los chiitas septimanos estaban esperando desde hacía más de un siglo. Ello hizo que sus partidarios lo reconocieran como Califa, y gobernó como tal el territorio de los aglabíes. Sus descendientes y partidarios son conocidos como Fatimíes. Aunque Bagdad no tenía ninguna autoridad efectiva sobre las distintas regiones islámicas, hasta entonces todas las dinastías de gobernantes habían aceptado teóricamente la autoridad del Califa Abasí. Con Ubayd hubo por primera vez dos Califas al mismo tiempo. En 910 el rey de Asturias Alfonso III descubrió una conjuración de su hijo mayor, García, al que hizo encarcelar, si bien la intervención del conde Nuño Fernández, yerno de García, hizo que fuera el rey el que acabó encarcelado en Zamora, donde no tardó en morir. Durante su reinado Asturias había multiplicado su extensión y en él se formó una sociedad nueva integrada por cristianos en el norte y mozárabes en el sur, que aportaron una versión islamizada de la cultura visigótica. Ahora los hijos de Alfonso III se repartieron el reino. García se quedó con los territorios conquistados más recientemente, y estableció su capital en León, con lo que pasó a ser el rey García I de León. Su hermano Fruela gobernó los territorios más antiguos con el título de Príncipe de Asturias, mientras que Ordoño pasó de ser conde de Galicia a proclamarse Rey de Galicia. Los tres hermanos lucharon entre sí durante los años siguientes. Los húngaros destruyeron definitivamente el reino de Moravia y ocuparon una buena parte de su territorio. A partir de este momento se volvieron contra los ducados de Francia Oriental, que habían sido sus aliados en la época del rey Arnulfo. Las rivalidades entre los distintos ducados hicieron imposible una resistencia organizada y los húngaros terminaron imponiéndoles un pesado tributo anual. El duque Guillermo I de Aquitania donó a la Iglesia una villa (junto con sus siervos, bosques, viñas, campos, prados, aguas, granjas, molinos y arrendatarios) para que fuese construido un monasterio en honor de los santos Pedro y Pablo. Así surgió la abadía benedictina de Cluny, bajo la dirección del abad Bernón. Guillermo I estableció que la abadía no estaría sujeta a ningún obispo o noble, sino que dependería directamente del Papa. Desde entonces fue conocido como Guillermo I el Piadoso. En la India murió el rey Prathiara Mahendrapala I, que fue sucedido por Bhoja II. El rey Eduardo de Inglaterra había nombrado conde de Mercia a su cuñado Ethelred, si bien la auténtica gobernante del territorio fue su esposa, Ethelflede, conocida como La Dama de los Mercianos. Eduardo y Ethelflede, mantuvieron una vigorosa lucha contra los daneses y conquistaron Northumbria. En 911 murió Ethelred, pero ello no alteró el status de Ethelflede. Los dos hermanos cuidaron de no perder los éxitos cosechados en un exceso de confianza, de modo que dedicaron los años siguientes a consolidar su posición mediante fortificaciones en la frontera danesa. El pirata León de Trípoli infligió una derrota a la flota bizantina en el Mediterráneo, mientras el rey García I de León realizaba una expedición hasta Toledo en la que capturó un buen número de prisioneros. Tras la muerte de Sergio III fue elegido Papa Anastasio III, un títere de Marozia y de su madre. En Barcelona murió el conde Wifredo II Borrell, y el condado siguió gobernado por su hermano Suñer I. Luis el Niño, el rey de Francia Oriental, murió sin descendencia a los dieciocho años de edad. Carlos el Simple, el rey de Francia Occidental, pensó que era su ocasión para reunificar una vez más el reino franco, pues era el único descendiente vivo de Carlomagno por vía estrictamente masculina. Sin embargo, para hacer valer sus derechos en la parte oriental del reino, tenía que tener libertad de acción, y el mayor inconveniente para ello eran los vikingos de Rollón que se habían asentado en su territorio. Si Carlos el Simple llevaba sus ejércitos hacia el este, Rollón podría expandir fácilmente sus dominios. Por ello llegó a un acuerdo con él. Rollón pidió que Carlos lo reconociera como legítimo gobernante del territorio que de hecho ya ocupaba, mientras que Carlos exigió a cambio que Rollón lo reconociera como su señor (lo cual era sólo un formulismo sin contenido, pero que permitía que la capitulación vergonzosa de Carlos el Simple pudiera presentarse como un tratado de paz. Se cuenta que, Rollón no quiso pasar por el ritual de besar el pie al rey, por lo que ordenó a uno de sus subalternos que lo hiciera en su nombre. Éste tampoco estaba por la labor, así que levantó el pie del monarca para no tener que agacharse, y lo hizo con tal brusquedad que Carlos el Simple cayó torpemente hacia atrás. El territorio de Rollón pasó a ser el ducado de Nortmannia (el ducado de los hombres del norte), si bien el nombre se deformó pronto en Normandía, y sus habitantes nórdicos fueron conocidos como Normandos. Rollón admitió convertirse al cristianismo y fue bautizado como Roberto. Zanjado el problema nórdico, Carlos el Simple marchó hacia el este y conquistó Lorena, pero los demás ducados de Francia Oriental lo consideraron un invasor y se pusieron de acuerdo en combatirle. Hatton, el arzobispo de Maguncia que había sido regente de Luis el Joven, se pusó a la cabeza de la nobleza y logró que fuera elegido rey el duque de Franconia, Conrado el Joven, que se convirtió así en Conrado I. Así, Luis el Joven fue el último carolingio que gobernó la parte oriental del reino franco. En realidad, los habitantes de Francia Oriental no se consideraban francos, y la expulsión de los carolingios fue presentada como una liberación del dominio que los francos habían ejercido sobre sus territorios desde Carlomagno. Por ello ya no se volvió a hablar de Francia Oriental, sino que el territorio retomó el antiguo nombre de Deutschland, (la tierra de los teutones) que es lo que en castellano llamamos Alemania, si bien este nombre procede de la también antigua confederación de los Alamanes. Desde entonces, Francia Occidental pasó a ser simplemente Francia. Podemos considerar, pues, a Conrado I como el primer rey de Alemania. Sin embargo, los duques que lo habían aclamado como rey no estaban dispuestos a concederle más que el mero título. Además, el duque de Sajonia, Otón el Magnífico, consideraba que el título real debía haber sido para él, pues Sajonia era sin duda el ducado más poderoso. Otón murió en 912, pero su hijo Enrique tomó el relevo en la lucha por el trono alemán. También murieron el rey Rodolfo I de Borgoña, que fue sucedido por su hijo, Rodolfo II, y el príncipe ruso Oleg, que fue sucedido por su yerno Ígor. En la India, el rey Prathiara Bhoja II fue derrocado por Mahipala. Poco antes había muerto el rey Narayapala de Bengala y había sido sucedido por Rajyapala, pero por esta época se había convertido en potencia dominante un reino situado más al sur (en el centro de la India) llamado Rashtrakuta, a la sazón gobernado por Indra II. Éste atacó a Mahipala, y al resultar patente la debilidad del rey Prathiara algunos de sus gobernadores se declararon independientes. Fue el principio de un lento proceso de desintegración del reino, que se prolongó durante los cien años siguientes. En Córdoba murió el Emir Abd Allah. Unos años antes, su segundo hijo, Al-Mutarrif, había asesinado a su hermano mayor, Muhammad, en un intento de tomar el poder que incluía también el asesinato de Abd Allah. Sin embargo, el padre logró apresarlo y lo hizo decapitar. El sucesor de Abd Allah fue su nieto Abd al-Rahmán III. En Constantinopla murió el emperador León VI y su hijo Constantino tenía entonces seis años de edad. Nadie cuestionó su derecho al título imperial, pero su tío se erigió en regente y adoptó todas las prerrogativas del emperador, por lo que habitualmente se le incluye en la lista de emperadores bizantinos como Alejandro II. Emprendió una política opuesta a la de León VI. Exilió a Zoe e hizo regresar al Patriarca Nicolás. También dio orden de que se dejara de pagar el tributo exigido por el rey búlgaro Simeón. Esto fue un grave error, pues, a pesar de que los húngaros habían arrebatado a Bulgaria las provincias del norte, Simeón había fortalecido notablemente el resto en los años anteriores. Ahora se hacía llamar Simeón el Grande, y en 913 estaba ante las murallas de Constantinopla. Sin embargo, Alejandro II no tuvo la oportunidad de enfrentarse a las consecuencias de sus decisiones, pues murió ese mismo año. Dejó un consejo de regentes formado por seis hombres que no dejaban de discutir entre sí. El Patriarca Nicolás tuvo que dirigir la resistencia frente a los búlgaros, y no tuvo mejores armas que la diplomacia, los regalos y agasajos para Simeón. El kan búlgaro quería la promesa de que el emperador Constantino se casaría cuando tuviera la edad adecuada con una hija suya, y Nicolás habría aceptado probablemente si no hubiera entrado de nuevo en escena la Emperatriz Zoe. Aprovechando las disensiones entre los regentes y el desprestigio de Nicolás por las concesiones que había hecho a los búlgaros, se incorporó al consejo de regentes. Mientras tanto murio Hatton, el arzobispo de Maguncia, cuyo arzobispado había sufrido en los últimos años varios ataques por parte de su enemigo, el duque Enrique de Sajonia. Tras la muerte de Radulfo, el hermano de Wifredo el Velloso, conde de Besalú, su condado pasó a su sobrino Miró, conde de Cerdaña. También murió el Papa Anastasio III y Teodora hizo que eligieran a Landón, pero éste murió en 914 y entonces puso en la silla de san Pedro al arzobispo de Ravena (y, según se decía, antiguo amante suyo), Juan X. El rey García I de León atacó a los musulmanes en La Rioja y obtuvo una victoria, pero poco después enfermó y murió. Su hermano Ordoño marchó a León, donde fue aclamado rey, con el nombre de Ordoño II. Cabe suponer que su hermano Fruela, que gobernaba en Oviedo, aceptaba su soberanía, con lo que el antiguo reino de Asturias volvía a estar unido, sólo que ahora la capital quedó definitivamente asentada en León y el reino pasó a ser conocido como Reino de León. Ordoño II entabló una alianza con el rey de Navarra Sancho Garcés I contra el Emir Abd al-Rahmán III. Simeón el Grande tomó la ciudad de Adrianópolis a los bizantinos. Tras la muerte de Wifredo II Borrell, su hermano
Suñer,
con quien compartía el condado de Barcelona, heredó sus
posesiones.
En 915 murió el otro Suñer,
el conde de Rosellón y Ampurias, que fue sucedido por su hijo
Gausberto
I.
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