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El periodo de anarquía en que se vio envuelta
Mesopotamia
al final del tercer milenio facilitó una nueva invasión
del
territorio por una nueva oleada de pueblos semitas. Éstos se
llamaban
a sí mismos Amurru, pero actualmente son más
conocidos
como Amorritas o Amorreos. La invasión no fue
tan
traumática como las anteriores, en parte porque esta vez el caos
de la región no lo habían ocasionado ellos, en parte
porque
su lengua era muy similar al acadio, por lo que fueron asimilados
fácilmente
y no se les tuvo por odiosos extranjeros, como había sucedido
con
los guti. Tal vez no sería exagerado afirmar que los amorreos,
pese
a su falta de cultura, impusieron el orden necesario para que la
cultura
mesopotámica siguiera floreciendo. No obstante, fueron
necesarios
unos dos siglos para que la vida volviera a ser la de antes. Los
amorreos
se asentaron en lo que había sido Acad y también en
Canaán.
La ciudad más importante tras la caída de Ur fue Isin.
El reino de Elam también ejercía su influencia sobre las
ciudades mesopotámicas más cercanas. Más al norte
destacaban las viejas ciudades de Mari y Assur, así como la
ciudad
de Eshnunna. No fueron ocupadas por los amorreos, pero parece
que
dependieron seriamente de ellos.
Los amorreos no introdujeron muchas novedades. Se
limitaron
a asimilar la cultura preexistente. Ni siquiera introdujeron nuevos
dioses,
pues la similitud de su lengua con el acadio favoreció que sus
dioses
se identificaran con algunos de los ya existentes. Tenían un
dios
nacional, Amurru, que pervivió como un dios secundario.
También hubo movimientos en el norte. Los
indoeruropeos
domesticaron el caballo. Hasta entonces los únicos
animales
de carga eran los bueyes y los asnos. El caballo, aun
domesticado,
no servía para estos fines, pues los arneses primitivos les
oprimian
la tráquea y los axfisiaban. Durante un par de siglos tal vez
fue
usado únicamente como alimento. Ya hacía tiempo que un
pueblo
indoeuropeo se había asentado en el norte de Grecia, y ahora
otro
se asentó al sureste de Anatolia. Se les conoce como Hititas.
Como es habitual, tanto los hititas como los griegos tardaron varios
siglos
en asimilar la cultura de la zona y durante este periodo dieron poco
que
hablar.
Al mismo tiempo, la civilización empezaba a
cuajar
en dos zonas de América: En México aparecen los primeros
núcleos urbanos con viviendas rectangulares de techos de paja.
En
las ciudades se desarrolló una economía autosuficiente
basada
en la agricultura, caza, pesca y recolección. El metal era
desconocido.
En Perú los avances fueron más espectaculares,
allí
las ciudades contaban con edificios públicos para ceremonias y
en
Las
Haldas destaca un templo piramidal compuesto por siete terrazas
superpuestas.
No conocemos muchos detalles sobre la sociedad que llevó a cabo
estas construcciones, pero en cualquier caso podemos deducir que
había
excedentes económicos y una organización social
estratificada
que regulaba la actividad comunal.
La isla de Creta se convirtió en una nueva
potencia.
Ya llevaba mucho tiempo comerciando por mar con Egipto y Canaán
principalmente, pero ahora la isla se unió bajo un gobierno
poderoso,
cuya capital fue la ciudad de Cnosos. Ahora los barcos
comerciales
cretenses estaban protegidos por una flota militar. La prosperidad y la
influencia de la isla fue aumentando gradualmente en los siglos
siguientes.
La Grecia continental fue ocupada por un pueblo indoeuropeo que
implantó
una cultura homogénea en la región, típica de las
primeras fases de la edad del bronce. No obstante esta cultura no
llegó
al Peloponeso ni a las zonas costeras, que continuaron habitadas por
una
población nativa bajo la influencia de Creta.
Egipto estaba en los mejores días del Imperio
Medio.
Los reyes Mentuhotep IV y Mentuhotep V tuvieron un
capaz
primer ministro llamado Amenemhat, de origen tebano. De
algún
modo se rebeló y en 1991 se
convirtió
en rey con el nombre de Amenemhat I, inaugurando así la XII
dinastía. Trasladó la capital del imperio a Lisht,
cerca de Menfis, pues debió de juzgar que Tebas estaba demasiado
al sur para controlar eficazmente el Bajo Egipto. La
construcción
de pirámides continuó, si bien éstas nunca
volvieron
a alcanzar las proporciones de las del Imperio Antiguo. Amenemhat
reforzó
el dominio egipcio sobre el Sinaí, reestableció el
comercio
con el sur y mantuvo controlada a la nobleza. Así mismo ordeno
la
limpieza y restauración del canal que unía el Nilo con el
lago Moeris, lo que aumentó considerablemente la fertilidad de
la
región.
La XII dinastía fue considerada en
épocas
posteriores como la edad de oro de la literatura egipcia. A esta
época
corresponden los ejemplos más antiguos que conocemos de
literatura
de ficción no relacionada con la mitología, como el
cuento
del náufrago que se encuentra con una serpiente monstruosa, o el
cuento de Sinuhé, que cuenta la vida de un exiliado egipcio
entre
las tribus nómadas de Siria. También las ciencias
progresaron.
Se conoce un papiro que explica cómo operar con fracciones,
así
como el cálculo de ciertas áreas y volúmenes. Hay
recopilaciones de refranes y proverbios. Se cree que uno de ellos fue
escrito
por el propio Amenemhat I para su hijo. Parece que la vida de palacio
no
era del todo fácil, pues entre otros consejos leemos:
Ten cuidado con tus subordinados... ten
cuidado
con tu hermano, no conozcas al amigo y no intimes con nadie...
En 1971 Amenemhat I fue
sucedido
por su hijo Sesostris I, quien conquistó la
región
de Nubia, situada al sur de la primera catarata del Nilo. Los nativos
eran
un pueblo primitivo que no tenía nada que hacer frente al
ejército
egipcio. Quince siglos despues, cuando Egipto había perdido su
poderío,
los sacerdotes contaban historias legendarias sobre las extraordinarias
hazañas de los reyes del pasado, que habían conquistado
todo
el mundo conocido, y el mayor de todos los conquistadores era Sesostris
I.
Mientras tanto, en Mesopotamia, la ciudad de Larsa
se liberó de la dominación de Elam, en 1924
derrotó a Isin y tuvo su propio siglo de grandeza. Podemos decir
que hacia 1900 los sumerios
habían
desaparecido de la historia. No fueron exterminados ni expulsados.
Simplemente
perdieron su identidad nacional. Ya nadie hablaba sumerio, si bien la
lengua
se conservo como "lengua culta" en los rituales religiosos (algo
similar
a lo que le sucedería al latín mucho después).
Durante
2.000 años los sumerios habían inventado el transporte
con
ruedas, la astronomía, la matemática, la empresa
comercial,
la construcción con ladrillo a gran escala y la escritura, y a
partir
de este momento fueron paulatinamente olvidados, hasta tal punto que no
se volvió a saber de su existencia hasta los descubrimientos
arqueológicos
del siglo XIX d.C.
A esta época corresponden los sucesos
narrados
en la parte final del libro del Génesis, en la Biblia. El
génesis
fue escrito por sacerdotes judíos más de mil años
después. Su primera parte es una versión de los mitos
sumerios
sobre el Diluvio y las épocas anteriores, drástica y
sistemáticamente
adaptados para dejar como único protagonista al dios
judío,
que en la época que tratamos ahora no existía
todavía.
Por ejemplo, se conserva una tablilla sumeria de esta época que
hace referencia a un conflicto entre un dios pastor y un dios
agricultor,
en los que no es difícil reconocer a los que la Biblia presenta
como Caín y Abel. Los diez reyes legendarios de
antes
del Diluvio son sustituidos por diez patriarcas de Adán a
Noé.
Luego viene la adaptación de la leyenda sobre los hombres que
querían
construir una torre que llegara al cielo. Ahora es el dios judío
el que lo impide haciendo que cada cual hablara una lengua distinta. La
Biblia sitúa la historia en la ciudad de Babel o Babilonia.
Al parecer los judíos encontraron una falsa etimología
que
relaciona el nombre con la palabra "confusión", cuando en
realidad
Babel es una derivación de Bab-Ilum (puerta de Dios),
nombre
de una pequeña ciudad mesopotámica que tomaron los
amorreos
y que pronto iba a destacar en la región. Tras una larga lista
de
descendientes de Noé, el génesis prosigue con la historia
del patriarca Abram. Las fuentes de esta última parte ya
no son mesopotámicas, sino cananeas. No se conoce ninguna otra
versión
más que la de la propia Biblia. En principio, toda la historia
de
Abram podría ser una invención muy posterior, pero hay
indicios
de que existe un sustrato que se remonta realmente a los finales del
siglo
XX o principios del XIX. Por una parte, se describe una
situación
política que cuadra con la realidad histórica:
Aconteció por aquel tiempo que
Amrafel,
rey de Senaar; Arioc, rey de Elasar; Codorlahomor, rey de Elam y Tadal,
rey de Naciones, hicieron la guerra contra Bara, rey de Sodoma, y
contra
Bersa, rey de Gomorra, y contra Senaab, rey de Adama y contra el rey de
Bala, la misma que después se llamó Segor. Todos estos
vinieron
a juntarse en el valle de las Selvas, que ahora es el marsalado. Y el
motivo
fue que, habiendo estado doce años sujetos a Codorlahomor, al
decimotercero
sacudieron el yugo. (Gen. XIV, 1-4)
Senaar es el nombre que la Biblia da a Mesopotamia,
mientras
que Elasar debe de ser Larsa y, obviamente, el mar salado es el mar
Muerto.
Las ciudades de Sodoma, Gomorra, etc. eran cananeas. Debían de
estar
cerca del mar Muerto, pues la Biblia sigue explicando que allí
tuvo
lugar el enfrentamiento como consecuencia del cual fueron derrotadas y
saqueadas. En el texto hay una aparente contradicción, pues
parece
que Elam es la potencia más poderosa (era la que tenía
sometidas
a las ciudades cananeas), mientras que a Amrafel se le presenta como
rey
de Mesopotamia. Probablemente Amrafel era rey de Babel, y se le
atribuye
el gobierno de toda Mesopotamia anacrónicamente, pues poco
después
la ciudad dominaría en verdad toda la región.
Otro indicio del valor histórico de la
última
parte del Génesis es que la historia de Abram parece haber sido
modificada varias veces, en particular para encajarla con el siguiente
libro de la Biblia, el Éxodo. Así, los protagonistas
cambian
de nombre de forma repentina y a veces muy forzada. El propio Abram
(padre
excelso) pasa a llamarse Abraham (padre de una multitud excelsa), su
mujer
Sarai (señora mía) pasa a llamarse Sara (señora) y
sus nietos Esaú (velloso) y Jacob (que echa la zancadilla) pasan
a llamarse Edom e Israel. Estas modificaciones sugieren que
existía
una primera versión que fue necesario conciliar con la que
más
convenía a los judíos.
El núcleo de la historia de Abram es el
siguiente:
Abram parte de Ur con su padre, su mujer y su sobrino y se asienta en
Canaán
(donde muere el padre). Durante un periodo de hambre viajan a Egipto,
donde
son bien recibidos por el rey, pero Abram le hace creer que Sarai es su
hermana, el rey la toma como esposa y Dios castiga a Egipto con
terribles
plagas. Cuando el rey se entera de que Sarai es la mujer de Abram, le
invita
a marcharse de sus tierras con ella y toda su familia. Vuelven a
Canaán.
Abram se asienta en la ciudad de Hebrón, a mitad de camino entre
la costa y el mar Muerto, mientras que su sobrino Lot se asienta en
Sodoma,
que debía de estar junto al Jordán, al norte del mar
Muerto.
Entonces
tuvo lugar el enfrentamiento descrito más arriba, en el cual Lot
fue hecho prisionero por Codorlahomor. Abram se entera, recluta un
ejército,
persigue y derrota a Codorlahomor, librando así a Lot y
restituyendo
a Sodoma sus prisioneros y riquezas incautadas. Luego Abram pasa a la
ciudad
de Gerara, donde nuevamente hace creer a su rey que Sarai es su hermana
y se repite el mismo incidente que en Egipto, pero esta vez se aclaran
las cosas y el rey de Gerara permite a Abram que ocupe la parte de su
territorio
que más le plazca. Pero la parte más importante de la
leyenda
es que, en varios momentos, Dios promete a Abram que entregará a
sus descendientes toda la tierra de Canaán. A partir de
aquí,
los distintos apaños posteriores de la leyenda parecen intentos
de unos y otros por considerarse descendientes directos de Abram y, por
consiguiente, legítimos propietarios por voluntad divina de la
tierra
de Canaán.
El primogénito de Abram es Ismael y la Biblia
afirma
que sus descendientes poblaron la costa arábiga del mar Rojo.
(Más
de dos mil años después, Mahoma se consideraría
descendiente
de Ismael.) Pero resultó que no era hijo de Sarai, la
mujér
legítima, sino de una esclava, luego el verdadero
primogénito
era Isaac. A su vez, éste tuvo dos hijos gemelos, Esaú
nació
primero y Jacob nació después cogiéndolo por el
tobillo
(como intentando nacer antes, de ahí su nombre).
Teóricamente,
la posesión de Canaán correspondía a Esaú,
pero éste la vendió a su hermano por un plato de
lentejas,
lo cual fue ratificado por Isaac en su lecho de muerte mediante un
engaño.
Un posible análisis de esta fábula
sería
el siguiente: El hecho de que Abram pudiera reclutar un ejército
indica que en realidad debía de ser un rey de alguna ciudad o
bien
un caudillo de una de las tribus amorreas que llegaron de Arabia. La
procedencia
de Ur no es verosímil. Tras todo el folletín de la
descendencia
de Abram, los judíos terminaban siendo (obviamente) sus
legítimos
herederos. Son muchos los pueblos que remontan su origen a un personaje
concreto, y siempre tratan de atribuirle un origen ilustre. Cuando se
escribió
el Génesis, la ciudad de Ur conservaba la leyenda de su antigua
fama, y es natural que los judíos la eligieran como patria de su
antepasado. Lo más razonable es que Abram fuera un caudillo
amorreo
que no consiguió un buen territorio en la invasión, por
lo
que llevó a sus hombres hacia Egipto con la esperanza de
encontrar
mejores oportunidades. Allí se encontró con un poderoso
Imperio
Medio que debió de rechazarlo sin apenas esfuerzo. Naturalmente
los hombres de Abram debieron de silenciar rápidamente esta
parte
de la historia, por lo que se convirtió en un punto oscuro que
los
judíos rellenaron con fragmentos posteriores: por una parte, las
plagas de Egipto están tomadas del siguiente libro
bíblico,
el Éxodo, y el incidente entre Sarai y el rey tiene toda la
traza
de ser una duplicación del incidente análogo con el rey
de
Gerara. Es probable que los hombres de Abram se sintieran descontentos
con un caudillo que los llevaba de un sitio a otro infructuosamente.
Tal
vez Abram los aplacó con alguna historia sobre un dios
portentoso
enfadado con los cananeos y los (restantes) amorreos y que estaba
dispuesto
a usarlos a ellos como brazo de su venganza, de modo que con su ayuda
conquistarían
todo Canaán. No podemos saber nada sobre el dios de Abram, pues
la Biblia atribuyó toda intervención divina al dios de
los
judíos, eliminando cualquier resto de otra religión. En
cualquier
caso, parece que los hombres de Abram cobraron ánimo y, de
vuelta
en Canaán, tuvieron alguna victoria destacada (probablemente no
tan importante como derrotar al rey de Elam). Finalmente pudieron
asentarse
en Gerara (la historia de que el rey les ofreciera voluntariamente su
territorio
es increíble). Fuera así o de otro modo, es plausible que
los amorreos de alguna ciudad de Canaán se formaron la leyenda
de
que un dios les había otorgado el territorio que ocupaban a
través
de un pacto con su primer caudillo, Abram. Tal vez fueron muchos los
toscos
invasores amorreos que se sentían acomplejados frente a la
cultura
de los pueblos conquistados, por lo que acogieron gratamente la
historia
y se apresuraron a encontrar líneas genealógicas que los
remontaran al patriarca y legitimaran así (con la voluntad
divina)
su posición dominante. La genealogía de Abram que recoge
la Biblia es posterior, pues termina con pueblos que todavía no
habían entrado en escena.
Otro hecho notable que narra el Génesis es la
destrucción
de Sodoma y Gomorra. Es posible que la caída de un meteorito o,
más probablemente, un terremoto acabara con estas ciudades.
Naturalmente
una catástrofe de esta envergadura debió de suscitar
muchas
historias cuya conclusión natural era el castigo divino. De
todos
modos no debía de haber muchos detalles (o los que había
debían de discordar mucho de la religión judía)
porque
para describir la vida pecaminosa de sodoma y gomorra los autores
bíblicos
tuvieron que adaptar una historia posterior contenida en el libro de
los
Jueces sobre unos hombres que trataron de sodomizar a un levita
(Capítulo
XIX) y en su lugar éste les ofreció a su mujer para que
la
violaran. (Irónicamente, los pecados que los judíos
atribuían
a los sodomitas están basados en historias sobre los propios
israelitas.)
Por esta época, las ciudades más
importantes
del sur de Canaán eran Siquem, Betel, Salem, Hebrón y
Beersheba. Salem no debía ser la más destacada por
estas
fechas, pero tal vez era la mejor emplazada, sobre una colina con
fuentes
de agua, lo que la hacía fácil de defender y la
capacitaba
para resistir asedios. Más adelante cobraría importancia
bajo el nombre modificado de Jerusalén. En general, lo
amorreos
pasaron los siglos XX y XIX entre tensiones y disputas. Durante el
siglo
XIX la ciudad de Kish tuvo una época de predominio, pero no
tardó
en cedérselo a Babel. En 1850
los
amorreos
tomaron la ciudad de Assur, que por aquel entonces era una
próspera
ciudad comercial.
En 1842 murió
el rey
de Egipto Sesostris III, poco después de haber sometido
a
su dominio a todo Canaán. Le sucedió su hijo Amenemhat
III, que extendió la hegemonía egipcia a algunas
ciudades
interiores de Siria. La ciudad de Biblos se benefició de su
larga
tradición de buenas relaciones con Egipto, y gozó de una
especial protección. Hacia el sur, Egipto dominó el curso
del Nilo hasta la tercera catarata. Por esta época debió
de implantarse en Canaán la circuncisión, un rito egipcio
tal vez relacionado con la fecundidad que los cananeos
terminarían
interpretando como símbolo del pacto entre Abram y su dios.
Aunque
no sabemos nada a ciencia cierta sobre este dios, el hecho de que los
cananeos
se circuncidaran en su nombre es indicio de que ser identificados como
descendientes de Abram era de suma importancia para ellos.
Amenenmhat III construyó dos pirámides
junto
al lago Moeris, además de numerosas estatuas colosales con su
imagen
y un complejo grupo de palacios, todo ello rodeado de un mismo muro. Al
parecer la construcción contaba con tres mil quinientas
habitaciones,
la mitad de las cuales eran subterráneas y se usaban como
cámaras
funerarias. Al parecer el rey trató de burlar a los ladrones de
tumbas escondiendo las momias y los tesoros en un complicado sistema de
pasadizos en lugar de bajo una mole de piedra. Los egipcios denominaron
a esta construcción con una palabra que significa "el templo a
la
entrada del lago", pero los griegos de tiempos posteriores la
deformaron
a Labyrinthos, esto es, Laberinto. El Laberinto egipcio
debió
de ser una obra imponente, hecha de mármol blanco, con una
cuidada
ornamentación, si bien no cumplió su cometido, pues todas
las tumbas que contuvo fueron saqueadas con el tiempo. También
la
ciudad de Tebas fue embellecida con nuevos templos, estatuas y otros
edificios
notables.
En 1822 ocupó
el trono
de Larsa el rey Rim-Sin, que tuvo que luchar frecuentemente con
Isin para mantener la supremacía de su ciudad sobre la
región.
En 1814 un amorreo consiguió
hacerse
con el poder de Assur, fundando una dinastía que iba a gobernar
durante mil años. Se llamaba Shamshi-Adad I.
Sometió
a Mari, que por entonces era la otra gran potencia comercial del
entorno,
y dominó así el norte de Mesopotamia, formando un
pequeño
imperio que más adelante crecería y sería conocido
como el Imperio Asirio.
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