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Los historiadores toman la instauración de
los
Juegos Olímpicos como fecha de inicio del "Periodo
Helénico"
en el que Grecia alcanzó su máximo esplendor. Pero el
resurgir
de Grecia fue, naturalmente, un proceso gradual, y es a partir del siglo
VII cuando la recuperación se hizo realmente palpable.
Entre
la heterogeneidad de las polis griegas, había dos que llaman
especialmente
la atención. Por una parte la belicosa Esparta, que había
demostrado su tesón y su fuerza en la larga guerra de veinte
años
contra Mesenia. En un extremo contraste con ella estaba Atenas.
Atenas fue pionera en un proceso que poco a poco
iría
afectando a la mayoría de las Polis: la decadencia de la
monarquía.
En una ciudad pequeña y austera, un rey no era muy diferente de
otros nobles ni podía acumular mucha autoridad. Esto
facilitó
la experimentación de formas de gobierno alternativas. Atenas
carecía
de rey desde hacía mucho tiempo. Según la última
tradición,
su último rey fue Clodro, que en tiempos de las
invasiones
dorias luchó por mantener libre a Atenas. Un oráculo
predijo
que vencería aquel ejército cuyo rey muriese primero, por
lo que Clodro decidió dar su vida para que Atenas siguiera
siendo
jónica. Los atenienses decidieron que un rey tan bueno no
podía
tener sucesor, pues ninguno estaría a su altura. A partir de
entonces
Atenas fue gobernada por un Arconte, (que en griego significa
algo
así como "presidente"). Al principio el cargo era vitalicio y
pasaba
de padre a hijo a partir de los descendientes de Clodro (o sea, el
arconte
era un rey), pero luego se estipuló una duración de diez
años para el arcontado, así como que éste no
tenía
por qué pasar necesariamente de padres a hijos, pero sí
conservarse
dentro de la nobleza. Evidentemente la historia del origen del
arcontado
es falsa, pero lo cierto es que de un modo u otro Atenas había
pasado
a un sistema de gobierno diferente de la monarquía usual.
Mientras Esparta imponía su autoridad sobre
el
Peloponeso por la fuerza de sus hoplitas, Atenas logró la
supremacía
sobre el Ática por procedimientos exclusivamente
políticos.
Lentamente fue absorbiendo a las poblaciones vecinas, en el sentido de
que todos los habitantes del Ática eran considerados atenienses
aunque no hubieran nacido ni habitaran la ciudad. Este proceso de
unificación
del Ática terminó en 700,
cuando
se incorporó Eleusis, ciudad situada al noroeste del
Ática.
En Eleusis se practicaban unos ritos que en muchos
aspectos
fueron más importantes que la religión oficial griega, la
de los dioses del Olimpo. La religión oficial había sido
modelada en gran parte a gusto de los grandes señores, pero
aportaba
poco al hombre común. Los Misterios Eleusinos eran
probablemente
un resto de la religión arcaica de Grecia. Los iniciados
tenían
prohibido revelar nada sobre ellos bajo pena de muerte. Estaban
relacionados
con ciertos dioses agrícolas, con el grano que muere en
otoño
pero deja una semilla que le hace renacer en primavera. Al principio
debieron
de ser ritos para garantizar buenas cosechas, pero más tarde se
aplicaron sus principios de muerte y resurrección a los hombres,
de modo que quien participaba en los ritos moriría y
resurgiría
otra vez en otro mundo. La religión olímpica, en cambio,
sólo ofrecía a los muertos un Averno desolador.
Al norte de Grecia había cinco regiones
diferenciadas:
Al noroeste estaba Iliria, que permanecería lejos del
contacto
con la civilización durante siglos, salvo la presencia de
algunas
colonias griegas en su costa. Al sur de Iliria estaba Épiro,
habitada desde los tiempos de Homero por diversos pueblos
grecohablantes
en los que sólo se encuentran pequeños vestigios de la
cultura
griega, como el culto a Zeus. En esta época los preponderantes
eran
los Tesprotas. Al este de Iliria y Épiro estaba Macedonia,
ocupada en un principio por pueblos tracios, pero unas tribus que
descendieron
del monte Pindo los expulsaron hacia el este y se organizaron en una
monarquía
cuyo primer rey fue Perdicas I. Éste construyó la
ciudad de Egas y la convirtió en la capital de
Macedonia.
Al sur de Macedonia estaba Tesalia, una región fértil y
llana
que había gozado de cierta notoriedad en la época
micénica.
Es la única zona de Grecia lo suficientemente llana como para
que
los caballos tengan utilidad en las batallas. Por ello fue cuna de
buenos
jinetes. Los mitos griegos sitúan a los legendarios centaruros
en Tesalia, probablemente un recuerdo de los primeros encuentros de los
griegos del sur con los jinetes tesalios. Según la
tradición,
un rey llamado Alevas organizó el territorio en cuatro tetrarquías
confederadas, dirigidas conjuntamente en tiempos de guerra por un
único
líder llamado tagos. Por último, al este de
Macedonia,
sobre la costa norte del Egeo, estaba Tracia, región que
ya había empezado a alojar numerosas colonias griegas,
especialmente
en la península calcídica.
Mientras tanto, Judá acababa de librarse por
poco
de la destrucción total. Senaquerib dejó entera a
Jerusalén,
si bien Jerusalén fue lo único que quedó entero en
Judá. En 697 el rey
Ezequías,
cansado y deshonrado, delegó el gobierno en su hijo Manasés.
Mientras tanto Senaquerib se preparaba para un ataque definitivo contra
Babilonia. Comprendió que el reino de Elam era responsable en
gran
parte de las rebeliones periódicas de Babilonia, pues
había
adoptado como forma de defensa el ayudar a todos los rebeldes
babilónicos
para que mantuvieran ocupados los ejércitos asirios. Así
que decidió atacar primero a Elam, pero no a través de
Babilonia,
lo que haría llegar a sus ejércitos debilitados, sino
mediante
un ataque inesperado por mar. Construyó secretamente una flota,
para lo que recurrió a los fenicios y tal vez a los griegos. Es
posible que este fuera el primer contacto de los griegos con Asiria y
el
origen de las leyendas sobre Nino y Semíramis. La flota
descendió
por el Éufrates, pasando junto a Babilonia sin detenerse y
desembarcando
en Elam. Sin embargo, los elamitas respondieron al inesperado ataque de
forma igualmente inesperada: dejaron en el país una
mínima
defensa mientras el grueso de su ejército huyó a
Babilonia,
para unirse allí con los rebeldes y amenazando con incomunicar
al
ejército Asirio.
Esta jugada debió de provocar la
cólera
de Senaquerib. Hasta entonces, Asiria había sido relativamente
respetuosa
con Babilonia. Sin duda, la ciudad tenía una tradición
cultural
que impresionaba a los Asirios. Aunque Asiria superaba sin duda alguna
a Babilonia en cuanto a poderío militar, tanto Asirios como
Babilonios
reconocían la superioridad cultural de Babilonia, pero ahora
Senaquerib
ya no estaba dispuesto a reconocer nada. En 689
se abrió paso hasta Babilonia, arrasó sus canales,
derribó
los diques, llenó las acequias del barro de las casas que hizo
abatir
desviando el Éufrates, destruyó incluso los templos y se
llevó a Asiria la estatua del mismo Marduk.
En 687 murió
Ezequías
y su hijo Manasés ocupó el trono. Su política fue
la de una total sumisión a Asiria. Pagó puntualmente el
tributo,
fomentó el culto a los dioses asirios y se opuso al culto a
Yahveh,
cuyos partidarios continuaban propugnando la rebelión contra el
yugo asirio. Naturalmente, esto le hizo blanco de toda suerte de
descalificaciones
en la Biblia. Pese a ello, el reinado de Manasés fue un periodo
de paz para Judá.
El mismo año en que murió
Ezequías
surgió un nuevo reino en Asia menor. Se trataba del reino de Lidia.
Los lidios eran una tribu que había estado bajo el dominio
frigio
y que lucharon junto a ellos contra los cimerios. Ahora habían
encontrado
un general capaz llamado Giges, que fundó el nuevo reino
y continuó la lucha contra los nómadas invasores.
En 685 el duque Huan
se convirtió en el señor del estado chino de Qi. Por esta
época nuevos pueblos bárbaros amenazaban a China: las
tribus
de Man e I al sur y las de Jung y Ti al
norte.
Se trataba de pueblos seminómadas que compartían los
rasgos
fundamentales de la cultura china, por lo que "bárbaros" ha de
ser
entendido simplemente como "extranjeros".
Mientras tanto, colonizadores griegos llegaron hasta
el
estrecho del Bósforo y fundaron una ciudad en la costa
asiática
a la que llamaron Calcedonia, por las minas de cobre que
había
en sus cercanías. Ese mismo año, la opresión que
Esparta
infligía a Mesenia se hizo tan insufrible que los mesenios se
alzaron
de nuevo en armas, dirigidos por Aristómenes, dando
así
comienzo a la Segunda Guerra Mesenia. Poco después
Atenas
modificaba ligeramente su sistema de gobierno. En 683
el arconte dejó de ser el gobernante absoluto. La ciudad
pasó
a estar gobernada por nueve hombres elegidos anualmente entre los
nobles.
Uno de ellos era el arconte, que daba nombre al año, pero
también
estaba el polemarca, que gobernaba el ejército, otro
ejercía
de sumo sacerdote, y así las tareas de gobierno se
distribuían
entre los nueve. Además surgió el Areópago,
un consejo de nobles que actuaba como tribunal supremo.
En 681 Huan, el
señor
de Qi, negoció una alianza con Song, Lu, y otros estados chinos
periféricos, a la que paulatinamente se fueron incorporando
nuevos
miembros, preocupados por las incursiones bárbaras.
Entre tanto, el rey asirio Senaquerib fue asesinado
en
una conjuración organizada por sus dos hijos mayores. No
conocemos
los detalles, pero algo debió de salir mal, pues ambos se vieron
obligados a huir a Urartu, donde reclutaron un ejército. Otro
hijo
del rey asesinado reclamó el trono y consiguió el
respaldo
de la nobleza. Se llamaba Asarhaddón, y no tuvo
dificultad
en derrotar a sus hermanos. Su política fue radicalmente
diferente
a la de sus antecesores. Inició la reconstrucción de
Babilonia,
una tarea que le llevó años. Llegó a un acuerdo de
paz con Elam, el cual se comprometió a no fomentar más
rebeliones
en Babilonia. Con Judá no tuvo problemas, pues Manasés no
dejó de pagar el tributo convenido. En 679
tuvo que dirigir una campaña contra los cimerios, que ante la
presión
de los escitas volvieron a penetrar en Urartu. Asarhaddón los
derrotó,
pero a la vez trató de llegar a un acuerdo con ellos, el cual
fue
sellado, según era habitual, incorporando a su harén una
de sus princesas.
El rey asirio tomó medidas para que su propia
sucesión
no pusiera en peligro el poder asirio, como había ocurrido con
las
sucesiones precedentes. Tenía dos hijos adultos y no estaba
dispuesto
a pasar por traiciones o intentos de asesinato que pudieran terminar en
una guerra civil. Eligió a su hijo menor como sucesor y
obligó
a toda la nobleza a jurarle fidelidad como futuro rey. A su hijo mayor
lo nombró virrey de Babilonia
Finalmente a Egipto le tocó el turno de
enfrentarse
a Asiria. El rey actual era Taharka, el que había dirigido el
ejército
egipcio contra Senaquerib mientras sitiaba Jerusalén. Asiria era
consciente de las mil intrigas que Egipto había urdido en los
últimos
años, y ahora estaba dispuesta a pedirle cuentas. En 675
Asarhaddón envió una expedición a Egipto que,
contra
todo pronóstico, Taharka supo rechazar.
En 673 dice la
tradición
que murió el segundo rey de Roma, el sabino Numa Pompilio. Su
sucesor
fue Tulo Hostilio. Hasta entonces Roma ocupaba tres colinas:
los
montes Palatino, Capitolino y Quirinal. El nuevo rey la
extendió
al monte Celio edificando allí su palacio. El poder del
rey
no era absoluto, sino que era aconsejado por el senado, una
asamblea
de cien ancianos, representantes de los diversos clanes que
componían
la ciudad.
En 671
Asarhaddón
pudo enviar de nuevo a Egipto un ejército mayor y mejor equipado
que el anterior. Tomó Menfis y el Delta, mientras Taharka se vio
obligado a retroceder hacia el sur. En 669
Babilonia estaba completamente reconstruida y recuperó su
esplendor.
Mientras tanto Esparta seguía enzarzada en la
Segunda
Guerra Mesenia, que ya duraba 17 años. Argos debió de
pensar
que era un buen momento para atacar a Esparta y efectivamente
ganó
una batalla, pero no pudo sacar mucho partido, pues al año
siguiente,
en 668, Esparta pudo derrotar finalmente
a
los mesenios. Su caudillo Aristómenes y un grupo de aliados tuvo
que abandonar su patria, mientras Mesenia quedaba postrada una vez
más
ante Esparta. Fueron acogidos en la ciudad de Zancle, en Sicilia, donde
un poco después se hicieron con el poder y le cambiaron el
nombre
por el de Messana, en honor a su tierra de origen.
El mismo año en que terminaba la Segunda
Guerra
Mesenia murió el rey asirio Asarhaddón, mientras marchaba
a Egipto en una tercera campaña. Tal y como había sido
dispuesto,
fue sucedido por su hijo menor, Asurbanipal. Bajo su reinado
Nínive
llegó a su apogeo. Su población alcanzó los
100.000
habitantes y sus caravanas comerciales llegaban hasta la India.
Asurbanipal
había recibido una esmerada eduación, y se
interesó
por la cultura babilónica. Construyó una inmensa
biblioteca
en su palacio en la que catalogaba cuidadosamente ejemplares de cuantas
tablillas cuneiformes interesantes llegaban a sus manos. Gran parte de
los conocimientos que tenemos de Mesopotamia se deben a esta
biblioteca.
En 667 la alianza de
estados
chinos que había promovido Huan se convirtió en una
confederación
de todos los estados periféricos liderada por el propio Huan.
Los
estados de la confederación dejaron de considerarse
bárbaros,
y se incluyeron entre los reinos del centro, que reconocían
formalmente
la autoridad Cheu. La capital se trasladó a la ciudad de Yong,
más hacia el este. La supremacía de Huan se debió
en gran parte a la eficiencia de su primer ministro Kuan Tsong,
que realizó notables reformas económicas y fiscales.
Entre
otras cosas, introdujo en China el uso de monedas. A pesar de la
confederación,
las incursiones bárbaras seguían produciéndose.
Algunos
estados más alejados se aliaron con los bárbaros y
aumentaron
su poder. Entre ellos estaban Wu y Yue.
Entre tanto Roma se vio enfrentada a la que hasta
entonces
era considerada la mayor potencia del Lacio: la ciudad de Alba Longa.
Los
detalles están envueltos en la leyenda. Según los
historiadores
romanos Roma y Alba convinieron en sustituir una eventual batalla por
un
duelo de tres hombres contra tres hombres, con el compromiso de acatar
los resultados. Los romanos eligieron a tres hermanos de la familia de
los Horacios, mientras que los albanos escogieron a tres
hermanos
de la familia de los Curiacios. Dos de los Horacios murieron,
pero
el tercero echó a correr y fue perseguido por los otros.
Entonces
se detuvo y luchó con ellos uno a uno, a medida que llegaban a
él,
y los mató a los tres. Alba aceptó el resultado, pero
poco
después aprovechó una ocasión para rebelarse, con
lo que en 665 fue tomada y destruida por
Roma.
En resumen, que Roma acabó de un modo u otro con la
hegemonía
albana y se inventó una leyenda para demostrar que su conducta
fue
justa.
En 661 Asurbanipal
dirigió
una nueva campaña contra Egipto. Esta vez llegó hasta
Tebas
y la saqueó, con lo que puso fin a la dinastía de reyes
nubios.
Éstos continuaron reinando en Nubia mil años más,
pero su civilización declinó pronto. Asurbanipal
nombró
virrey de Egipto a Necao, un príncipe del Bajo Egipto
que
había sido prisionero de guerra durante algunos años, con
lo que conocía bien a Asiria y sabía lo peligroso que era
rebelarse contra ella.
En 660 una
expedición
griega fundó una ciudad en la parte europea del Bósforo,
enfrente de Calcedonia. Se llamó Bizancio. Según
la
tradición, el nombre procede de Bizas, que era el jefe
de
la expedición, pero los griegos eran muy dados a inventar
personas
que daban nombre a pueblos o ciudades. Calcedonia y Bizancio se
hallaban
en la situación de privilegio en que antes había estado
Troya,
pues podían regular a su antojo el comercio con el mar Negro (o
el Ponto Euxino, como lo llamaban los griegos), que cada vez
era
más floreciente. A partir de esta fecha, las costas del mar
Negro
fueron poblándose con más y más colonias griegas.
Ahora nos encontramos con un precedente de un
fenómeno
que iba a ser común en las ciudades griegas de los años
posteriores.
Cuando una ciudad pequeña, como lo eran todas las polis griegas,
alcanza un cierto nivel de prosperidad, el pueblo podía ejercer
mucha presión sobre un gobernante ineficaz, y algunos hombres
carismáticos
podían canalizar la insatisfacción del pueblo para
hacerse
con el poder, lo cual ahora (antes no) suponía un ascenso social
significativo. Así empezaron a surgir los tiranos,
palabra
que designaba simplemente a alguien que asumía el poder sin
ninguna
clase de respaldo dinástico, nobiliario o religioso, sin las
connotaciones
negativas que hoy tiene esta palabra para nosotros. Así, en 655,
Cipselo
se hizo con el poder en Corinto.
Por estas fechas murió Necao, el gobernador
de
Egipto nombrado por los asirios, y su hijo Psamético
ocupó
su lugar. Compró mercenarios lidios y con su ayuda plantó
cara a las guarniciones asirias destacadas en Egipto. Al mismo tiempo,
Asurbanipal recibió la petición de auxilio de los
principados
de Asia Menor, que sufrían de nuevo los ataques de los cimerios.
Decidió atender antes este asunto, con lo que combatió
una
vez más al lado del rey lidio Giges contra los nómadas.
Entre
ambos consiguieron abatir a los cimerios, pero Giges murió en la
lucha, en el año 652. Este mismo
año
Psamético había expulsado definitivamente a los asirios
de
Egipto y fue convertido en Psamético I, el primer rey de la XXVI
dinastía. Estableció la capital en Sais, al
oeste
del Delta. Por ello su dinastía es también conocida como
saítica.
Asurbanipal no pudo ocuparse de él porque al mismo tiempo le
surgió
un problema mucho mayor. Elam había vuelto a su antigua
política
de intrigas y había convencido al hermano del rey, que gobernaba
Babilonia, a que se rebelara, con lo que Asiria se vio envuelta en una
guerra civil.
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