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España
se convierte en el punto de partida. |
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Enrique el Navegante lideró la primera
etapa de las expediciones portuguesas a África. |
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Los productos provenientes de Oriente
llegaban a Europa en caravanas similares a esta. |
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Los descubrimientos geográficos
provocaron el encuentro entre europeos y nativos desde América
hasta Oceanía. En muchos casos, los aborígenes, que no sabían lo
que era la conquista y el esclavismo, fueron sumamente
hospitalarios. |
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El desembarco de la Edad Moderna
Después
de dos
números centrados en el Islam, volvemos a la Europa
del siglo XV, a los preparativos de la carrera marítima
entre Portugal y España para encontrar una nueva ruta a Oriente.
¿Los motivos? Comerciales. Querían conseguir las mercancías
orientales más baratas y en mayor cantidad, sin tener que pasar
por tantos intermediarios. ¿Resultado? Creció el mundo conocido,
ya que descubrieron América y Oceanía, y la mayor parte de
África y Asia.
El año 1453 se señala como el fin de la Edad Media y el
comienzo de la Edad Moderna. Ese año ocurrieron dos hechos de
gran importancia: la caída de Constantinopla (actual
Estambul), capital del Imperio Greco-Bizantino, ante el ejército
del emperador de los turcos otomanos Mohammed II, y el fin de la
guerra de los Cien años entre Francia e Inglaterra.
Durante gran parte de la Edad Media los conocimientos
geográficos de los europeos se limitaron a su propio continente
y a las zonas que rodeaban el mar Mediterráneo. Recién con las
cruzadas se estableció un contacto con el Oriente, iniciándose
un comercio fluido con las islas de Cipango (actual Japón),
Catay (China), India y las islas Molucas, entre otras.
Los europeos estaban interesados en sus ámbares, aceites de
rosas, almizcles, sedas indias y chinas, perlas, porcelanas,
tapices, perfumes, marfil y en las especias, como la canela,
clavos de olor, laurel, nuez moscada, vainilla, jengibre y
pimienta, que utilizaban para cocinar y conservar los alimentos,
especialmente la carne, que ahora podían consumir durante todo
el año. Los farmacéuticos compraban opio, alcanfor, resinas y
bálsamos. El incienso era utilizado en las ceremonias religiosas.
A medida que aumentaba la demanda de estos productos, se
incrementaba su precio. Por ejemplo, la pimienta se contaba
grano a grano y su valor era casi igual al de la plata. Los
precios también tenían relación con las dificultades y peligros
del transporte de estas mercaderías (hordas de salteadores,
climas muy fríos, desiertos). Debido a las enormes distancias
que había entre el Oriente y Europa, se calcula que por lo menos
habían doce intermediarios antes de que los productos llegaran a
manos del consumidor.
El aumento del comercio dio prosperidad a los mercaderes y
sus ciudades. Los italianos, especialmente los genoveses,
lograron un gran poder, ya que controlaban las rutas del
Mediterráneo. Algunas familias de negociantes constituyeron
extensas redes comerciales, se formaron bancos que recibían
dinero en depósito y efectuaban préstamos, aparecieron el
pagaré y la letra de cambio, que facilitaban las
transacciones de una ciudad a otra.
Con la toma de Constantinopla, se bloquearon las rutas de las
caravanas que traían los productos por tierra a través de la
península de Anatolia. En tanto, la ruta que llegaba al Mar Rojo
estaba controlaba por los árabes y los comerciantes italianos
establecidos en el litoral de Egipto.
La escasez progresiva de metales preciosos (oro y plata) en
Europa, también hacía necesario encontrar dónde obtenerlos, ya
que con estos se fabricaban monedas que se usaban como medio de
pago.
Era imprescindible encontrar una nueva ruta hacia Oriente,
que permitiera obtener las mercaderías a un precio menor y de
manera directa.
Los pioneros
El deseo de descubrir nuevas rutas marítimas impulsó a los
hombres a emprender audaces viajes, en el curso de los cuales no
solo exploraron mares y tierras desconocidas, sino que también
descubrieron dos continentes: América y Oceanía.
Los líderes de esta búsqueda fueron los reinos de Portugal
y España, en quienes centraremos este número de Icarito.
Con el tiempo, los siguieron Inglaterra, Holanda y Francia.
Portugal, reino ubicado al oeste de la península ibérica y
fundado por la casa real de los Capetos de Borgoña, que continuó
con una rama ilegítima, la de Avis. Las expediciones portuguesas
a África se iniciaron durante el reinado de Juan I, a
partir de la conquista de Ceuta en 1415, encabezadas por su hijo,
el príncipe Enrique el Navegante.
Las travesías españolas se iniciaron varias décadas más tarde,
pero no fueron menos importantes, ya que pese a que llegaron a
Asia después, encontraron un nuevo continente en el intento:
América. Recién en 1492 se logró la expulsión de los musulmanes
de Granada, liberando por completo a la península ibérica del
dominio árabe, que duró 782 años. Al unir Granada con los
estados cristianos de Navarra, Aragón, Castilla y Portugal, la
Corona española estaba lista para aceptar el proyecto de
Cristóbal Colón, de buscar una nueva ruta a Oriente viajando
hacia el oste.
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Portulano del siglo XVI en el que se
representa América del Sur y el estrecho de Magallanes. |
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Astrolabio.
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Mercator inventó la “proyección cilíndrica”, creando un
planisferio, que fue de enorme utilidad para los navegantes.
Cualquier barco que siguiera un rumbo fijo de la brújula,
llevaba una trayectoria que aparecía en línea recta en la
proyección de Mercator.
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Avances de la navegación
Tres aspectos
fueron claves para la exploración y el inicio de la expansión
europea:
I. El estudio de la geografía y la
astronomía, y su aplicación a los problemas de la navegación.
Al parecer, y pese a que se cree lo contrario, en el siglo XV
era de conocimiento popular que la Tierra era redonda. Esto,
debido a los conocimientos académicos alcanzados durante la Edad
Media, que tenían su base en la Antigüedad.
La civilización griega produjo una escuela de matemáticos y
cosmógrafos, de la cual Hiparco, Eratóstenes, Marino de Tiro y
el geógrafo Estrabón son los más conocidos.
Eratóstenes
calculó la circunferencia de la Tierra y
llegó a un resultado muy exacto. Tanto este como Estrabón
dejaron descripciones reconocibles de los continentes conocidos
hasta entonces. Y manejaron la hipótesis de un vasto océano
circundante.
El gran geógrafo de la Antigüedad fue el egipcio helenizado
Ptolomeo, quien escribió hacia el 130 d.C., en la época
de mayor extensión del imperio romano, una obra de astronomía,
más conocida por su nombre árabe Almagesto, y una
Geografía descriptiva con excelentes mapas.
Los herederos de los griegos en geografía fueron los árabes,
quienes prefirieron la descripción del mundo de Ptolomeo. Estos
creían que el océano Atlántico no era navegable y tuvieron un
profundo temor al “verde mar tenebroso”, contagiado de la Europa
Occidental. Por esto, sus viajes fueron por zonas ya conocidas.
En 1410, el cardenal Pierre d’Ailly escribió “Imago
Mundi”, que contenía citas de eruditos griegos, latinos y árabes.
Pese a que este texto no tenía relación con la realidad náutica,
fue estudiado por Cristóbal Colón.
En 1410 también se dio a conocer una versión latina de la
Geografía de Ptolomeo. El problema de este texto era que las
regiones descritas fuera del Imperio Romano eran irreales.
Inventó un vasto continente meridional (al sur) unido por un
extremo a África y por el otro a China, con lo que el océano
Índico se describió como un mar interior. Además, desestimó el
cálculo de la circunferencia de la Tierra de Eratóstenes,
sustituyéndolo por otro que estaba errado: era un sexto menos
del real. El texto de Ptolomeo, que tuvo gran prestigio, fue
desmentido al iniciarse los primeros descubrimientos.
Paralelamente, desde el siglo XIII surgió en los puertos
italianos y catalanes una escuela de hidrógrafos que dibujaban
portolani, más conocidos como portulanos. Eran
mapas dibujados en base a la experiencia náutica, que servían
para conocer las distancias, los rumbos y los accidentes
geográficos. La mayoría abarcaba el Mediterráneo y el Mar Negro,
aunque algunos se extendían hasta Europa septentrional y parte
de África.
Los portulanos estaban dibujados a una escala de distancias,
pero no la más conveniente para distancias largas. Recién en el
siglo XV, Mercator, matemático y geógrafo flamenco,
inventó una proyección cartográfica que muestra tanto la latitud
como la longitud con líneas rectas.
II. La construcción de barcos y el desarrollo de
instrumentos que facilitaron la pericia de los navegantes para
manejarlos.
Desde el siglo XII, la navegación había logrado importantes
avances. Se construían barcos más grandes y seguros. Aparecieron
las carabelas y las nâos, naves mejor preparadas
para las prolongadas travesías y las condiciones de navegación
en el Atlántico.
Especial importancia tuvo la masificación del uso de la
brújula y el astrolabio. Antes de que se
desarrollaran estos instrumentos, los navegantes se orientaban
mediante la observación del Sol durante el día, y de la estrella
polar durante la noche, pero no podían conocer su posición. Por
esto los barcos trataban de mantenerse cerca de la costa.
En el siglo XIII, los navegantes europeos comenzaron a usar
la brújula, que conocieron gracias a los árabes -que la trajeron
desde China- y que permite saber hacia dónde está el norte.
El astrolabio, que se empezó a usar en el siglo XV, permitía
determinar la posición de un barco, midiendo su distancia en
relación a los astros.
III. El mejoramiento de las armas de fuego, y en particular
de la artillería naval.
La pólvora, mezcla de carbón, salitre y azufre, fue
inventada por los chinos, que la utilizaban para confeccionar
fuegos artificiales y cohetes.
Los árabes perfeccionaron este invento con posterioridad, y
dándole más fuerza explosiva, la utilizaron para impulsar
proyectiles. En el siglo XII, los musulmanes llevaron a España
cañones que lanzaban proyectiles impulsados por pólvora. A
comienzos del siglo XIV, ya habían cañones en Italia, Francia e
Inglaterra, que con el tiempo serían instalados en los barcos.
En el siglo XV se logró un mayor desarrollo de las armas de
fuego, creándose incluso las portátiles, aunque todavía se
seguían ocupando de manera eficaz el arco y la flecha.
Las armas de fuego fueron claves en la imposición de los
conquistadores en América Latina y el resto de los lugares
colonizados.
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Un grupo de carracas portuguesas,
ancladas en un puerto asiático. Obra de Cornelius Alberzoom (siglo
XVI). |
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Medalla en honor al
navegante portugués Vasco da Gama. |
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En el siglo XIII, el
veneciano Marco Polo viajó por tierra a China y vivió durante
varios años en la corte del emperador mongol Kublai Khan. A su
regreso a Europa trajo finas sedas y piedras preciosas.
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Alfonso de Albuquerque.
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Francisco de Almeida.
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Bartolomé Díaz.
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Las expediciones portuguesas
La guerra y el
comercio marcharon juntos en las últimas cruzadas, Portugal
tenía una gran costa, una población considerable de pescadores y
marinos, y una clase comercial poderosa que actuaba fuera de la
injerencia feudal.
Los portugueses podían y deseaban pasar de un comercio
atlántico de vinos, pescados y sal, a operaciones de mayor
riesgo, más amplias y lucrativas, con esclavos, oro y especias.
La nobleza rural estaba interesada en la aparición de nuevas
tierras para poder cultivar trigo.
El primer objetivo de la expansión militar y comercial de
Portugal fue Ceuta, en el noroeste de África (1415). Allí
vivía una colectividad musulmana grande y próspera, a muy corta
distancia. Las operaciones se iniciaron con un ataque por mar a
esta ciudad fortaleza, que tenía una ubicación estratégica, ya
que era un puerto de entrada al Mediterráneo.
La campaña, organizada por el rey Juan I, concluyó con éxito.
En vez de arrasar esta ciudad, optaron por administrar y
defender una posesión ultramarina en territorio árabe. Ceuta
permitía establecer una base para avanzar hacia Marruecos o para
el ataque a Gibraltar, otro enclave moro en el Mediterráneo
occidental. Despejar este estrecho se hacía necesario para
iniciar la exploración y el comercio con África.
El impulsor de la exploración portuguesa fue el
príncipe Enrique el Navegante (1394-1460), hijo del rey
Juan I, quien como gobernador de Algarve (cargo que asumió en
1419), se estableció lejos de la corte, en el extremo meridional
del reino. Fundó una escuela de navegación en Sagres, para la
que contrató a los mejores capitanes y cartógrafos. Desde ahí se
organizaban las expediciones que recorrerían las costas
africanas.
En 1419 los portugueses se apoderaron de las islas que
llamaron Madeira, donde el príncipe Enrique mandó a
plantar viñas con cepas procedentes de Grecia.
En 1432, Gonçalvo Velho incorporó las islas Azores a
los dominios portugueses.
Hasta ese momento, las exploraciones portuguesas en África solo
habían conseguido llegar hasta el Cabo Bojador, en la
costa de Sahara Occidental. Le llamaban el “cabo del miedo”,
debido a una serie de leyendas que contaban que el que se
atreviese a cruzarlo moriría.
En un segundo intento, Gil Eanes consiguió avanzar más allá
del cabo Bojador en 1434. Su regreso a Portugal aclaró que el
mundo no se acababa en ese punto.
En 1436, Afonso Gonçalves Baldaia llegó al cabo Barbas.
En 1441, Antâo Gonçalves y Nunho Tristâo (Nuño Tristam)
regresaron a Portugal, tras cruzar el cabo Blanco, con los
primeros nativos negros. Fue entonces cuando Enrique el
Navegante solicitó al Papa que por medio de una bula (documento
pontificio) le concediera al reino todas las tierras que sus
marinos descubrieran en África.
En 1444, Nunho Tristâo llegó hasta la desembocadura del río
Senegal, mientras que Dionís Díaz (Dinis Dias) divisó el cabo
Verde y descubrió la Terra dos Guineus (Senegal-Guinea).
En 1446, Alvaro Fernández superó el Cabo Verde y llegó hasta
Sierra Leona.
En 1455, el veneciano al servicio de Portugal Alvise Ca’da Mosto
(Cadamosto), exploró hasta la desembocadura del río Gambia. Al
año siguiente, juntó con el genovés Antonio de Noli, descubrió
las islas del cabo Verde y recorrió el litoral africano hasta
Casamance.
En 1460, Diogo Gomes (Diego Gómez) regresó a Portugal con las
primeras noticias sobre el interior tropical del continente
africano. Ese mismo año murió Enrique el Navegante.
En 1462, Pedro de Sintra llegó hasta el cabo Mesurado, en la
actual costa de Liberia.
En 1470, viajando hacia el este, Soeiro da Costa alcanzó la
Costa de Marfil. Un año después, Joâo de Santarém y Pedro
Escobar descubrieron la Costa de Oro, actual Ghana.
Debido a la guerra civil en España, por la sucesión en el
trono de Enrique IV, en la que Portugal también participó, se
estancaron las exploraciones. En 1479 se firmó con el reino de
Castilla el tratado de Alcáçovas, por el cual esta corona
renunciaba a competir con el reino de Portugal en la ruta hacia
Guinea y reconocía su soberanía sobre Madeira, las Azores y Cabo
Verde, a cambio de la posesión de las islas Canarias.
Entre 1482 y 1483, Diogo Câo (Diego) descubrió el río Congo y
llegó al Cabo de Santa María, más al sur de la actual Namibia.
Tres años después, en un segundo viaje (1485-1486) casi alcanzó
el trópico de Capricornio (Walvis Bay).
En 1487, Bartolomé Díaz (Bartolomeu Dias) (1466-1500) llegó
hasta el extremo sur de África, al cual dio el nombre de Cabo de
las Tormentas (Tempestades), probando que había un paso hacia el
Lejano Oriente. Al conocer esta noticia, el rey de Portugal
cambió el nombre del cabo por el de Buena Esperanza.
Al fin en la India
En julio de 1497, Vasco da Gama zarpó de Lisboa con cuatro
barcos. En noviembre de ese año bordeó el cabo de la Buena
Esperanza, después recorrió la costa oriental de África del
Norte y el océano Índico. En abril de 1498 llegó al puerto de
Calicut en la India.
Devolviéndose por la misma ruta, llegó a Lisboa en septiembre
de 1499. Fue recibido con gran entusiasmo: había descubierto la
ansiada ruta marítima directa a las Indias, que permitía
prescindir de los intermediarios y terminar con el monopolio de
los comerciantes asiáticos e italianos. Había perdido dos barcos
y dos terceras partes de la tripulación; sin embargo, la venta
de las especias y joyas que había comprado en la India generó
ganancias por una suma sesenta veces mayor que todo el costo de
la expedición.
En 1500 llegó a la India Pedro Álvares Cabral (Álvarez del
Cabral), quien en vez de seguir la ruta por la costa africana,
navegó hacia el oeste pasando por la costa de Brasil antes de
llegar al cabo de la Buena Esperanza. En Calicut fundó la
primera factoría europea en la región.
Los portugueses tenían la intención de monopolizar el
comercio en Oriente, y para ello había que expulsar de la India
a los árabes, establecidos en varias factorías. Francisco de
Almeida fue nombrado virrey de la India en 1505. Durante su
gobierno se ocuparon puntos estratégicos de la costa de Malabar
(oeste) y venció a los árabes en Diu en 1508, triunfo que
consolidó el control del océano Índico.
Sin embargo, el fundador del imperio colonial portugués fue
el segundo virrey de la India, Alfonso de Albuquerque, quien
estableció la capital en Goa (costa de Bombay), en la India, por
donde debía pasar todo el comercio con Europa. Además, en 1511
tomó Malaca -península que hoy corresponde a Malasia-, centro
comercial para las especias de Oriente.
La fama de Albuquerque también se debió a los triunfos que
logró como teniente de Almeida: cerró las antiguas vías del
comercio indio a los musulmanes y venecianos, al tomar Socotora
y Ormutz en las entradas del mar Rojo y el golfo Pérsico,
respectivamente.
Las especias eran enviadas a Lisboa y almacenadas en la Casa
de India, organismo que monopolizó este comercio y a donde
acudían mercaderes de toda Europa.
A mediados del siglo XVI, el imperio portugués en Asia, conocido
como las Indias portuguesas, se extendía por el este hasta las
islas Molucas, actual Indonesia, la más grande fuente de
especias. En China tenían su factoría comercial en Macao.
El monopolio del comercio y la navegación portuguesa en el
océano Indico se mantuvo hasta su unión con España en 1580. Un
par de décadas después, los holandeses empezaron a ganar terreno.
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La colonización de Brasil
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El 29 de abril del
año 1500, Pedro Álvares Cabral
(1467-1526) alcanzó la costa de Brasil, siendo
el primer europeo en llegar tan al sur de
América. Llamó Porto Seguro al lugar
donde arribó.
Desde mediados del siglo XVI, Portugal
estableció un gobernador de Brasil y empezó la
colonización. En 1549 se fundó en la ciudad de
Bahía la misión jesuita, que contribuyó en gran
medida a este proceso.
Se introdujo el cultivo de la caña de azúcar,
procedente de la isla de Madera, y llegaron
inmigrantes de varias procedencias, entre ellos
muchos condenados, y cristianos nuevos
(los que se convierten al cristianismo y se
bautizan siendo adultos), que crearon haciendas
y refinerías de azúcar. La mano de obra procedía
de África, en especial de la costa atlántica,
frente a Brasil.
Se formó una colonia de burguesía terrateniente
y mercantil, íntimamente ligada con Lisboa y
Angola. Su riqueza se basó en la exportación de
productos como azúcar, tabaco, cacao y café, y
el tráfico de esclavos. En ciertas regiones
también se desarrolló la cría de ganado.
Al finalizar el siglo XVI, Brasil representaba
una parte importante del comercio portugués.
En 1624 los holandeses intentaron la conquista
del nuevo territorio, y aunque prácticamente no
existían fuerzas militares, los propios colonos
los expulsaron en 1654. |
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Hay varias versiones del aspecto de
Cristóbal Colón. |
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Cristóbal Colón llegó victorioso ante
la reyes españoles, después de su primer viaje, trayendo
indígenas de las tierras descubiertas. |
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Nâo Santa María.
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Los cálculos de Colón
Los
descubrimientos españoles fueron el fruto de la perseverancia de
un navegante genovés conocido como Cristóbal Colón (1451-1506)
y cuyo nombre verdadero era Cristóforo Colombo.
Este llegó a Portugal en 1476, estableciéndose en Lisboa,
donde junto a su hermano se dedicó a la confección de mapas. Fue
durante esta época cuando desarrolló su teoría de que se podía
alcanzar el Oriente viajando hacia el Occidente. Para llegar a
esta conclusión se basó en:
• Paolo dal Pozzo Toscanelli (1397-1482), geógrafo
italiano que pensaba que debía existir una ruta occidental libre
del peligro de los turcos. Fijó la distancia de la desconocida
isla Antilla del Atlántico, que suponía la isla de Cipango (Japón),
en 2500 millas.
• Del libro Imago Mundi de Pierre d’Ailly extrajo la idea
de que nuestro planeta tenía seis partes de tierra y una de agua.
Era una referencia a la creación del mundo recogida en la Biblia
por Esdras (sacerdote y escriba judío).
Colón concluyó que si la esfera tenía 360 grados y el océano era
solo una séptima parte de ella, ocuparía 51,4 grados; es decir,
menos de la mitad de lo que había calculado Toscanelli.
• “El libro de las maravillas” atribuido a Juan de
Mandeville, quien al igual que Marco Polo se refería al mundo
oriental, aunque no de manera vivencial. En este texto las
alusiones a las enormes distancias asiáticas le habrían
confirmaron su hipótesis respecto al tamaño del océano.
También de la “Imago Mundi” extrajo otra idea, y era la de
que cada grado de la circunferencia ecuatorial tenía 56,75
millas. El dato, que en realidad procedía de Eratóstenes, era
bastante bueno. Pero Colón interpretó que las millas eran
romanas o itálicas, y no árabes, valuándolas en 1.477,5 metros,
y no en 1.973 metros. Con ese error estimó que el Ecuador
terrestre tenía 30.185 km y no los 40.308 que Alfagrano (cosmógrafo
árabe del siglo IX) había calculado (muy próximos a la realidad
de 40.007 km), basado en Eratóstenes.
En conclusión, Colón creyó que la costa oriental de Asia
estaba a una distancia de 51,4 grados, que cada grado tenía
56,75 millas, y que cada milla era de 1.477,5 metros, por lo que
bastaba navegar 4.309 km para alcanzarla. Son las 750 leguas (en
realidad 769,6) que aseguró que habría que recorrer. Solo
podemos hacer conjeturas sobre lo que habría pasado si hubiese
sabido que en realidad Japón estaba a 2.794,6 leguas.
En todo caso, de seguro América habría sido descubierta tarde
o temprano. De hecho, las leyendas nórdicas señalan que a
principios del siglo XI los vikingos recorrieron y se
establecieron en la costa atlántica del actual Canadá. Por
supuesto, al igual que como Colón después, ellos tampoco habrían
tenido la noción de que se trataba de un nuevo continente.
La búsqueda de patrocinio
En 1484, Cristóbal Colón presentó su proyecto al rey de
Portugal, Juan II, para que financiara su expedición a Cipango (Japón)
navegando al oeste de las islas Azores. La respuesta fue
negativa: los consejeros del rey creyeron equivocados sus
cálculos. Además, Portugal llevaba varias décadas buscando una
ruta hacia el este navegando alrededor de África.
Tras la negativa, Colón viajó a España, donde en 1486
solicitó el apoyo de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
Finalmente, consiguió su aprobación, tras el fin de la guerra
que permitió expulsar a los moros de Granada.
El 17 de abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de
Santa Fe, en las que la Corona española se comprometía a
otorgarle a Colón una serie de beneficios si lograba encontrar
una nueva ruta al Oriente. Sería Almirante vitalicio y
hereditario, Virrey, y Gobernador de las tierras descubiertas,
además de obtener una parte importante de las riquezas que se
encontraran.
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Los primeros en América |
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Barcos vikingos.
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Los vikingos, un pueblo de implacables
guerreros, al parecer originarios de las costas
del mar Báltico, se establecieron en Islandia a
fines del siglo IX.
De acuerdo a los escritos de antiguos poetas
nórdicos, un vikingo llamado Erik El Rojo,
viajando hacia el oeste de Islandia, descubrió
el lugar que bautizó como Greenland (Groenlandia),
donde fundó una colonia a fines del siglo X.
El hijo del anterior, Leif Eriksson, conocido
como El Afortunado, consolidó la colonia y
continuó la exploración de nuevas tierras.
Animado por los relatos del viajero Bjarni
Herjolfsson sobre tierras ubicadas hacia el
suroeste, alrededor del año mil descubrió un
territorio que llamó Helluland, que quiere decir
“tierra de las rocas planas”, y que se ha
identificado como la actual Tierra de Baffin en
Canadá.
Con posterioridad continuó navegando hacia el
sur. Llegó a una zona de bosques que llamó
Markland, que ha sido identificada como la
península Labrador, también en el actual Canadá.
Más al sur llegó hasta la isla de Terranova, que
el bautizó como Vinland, donde al parecer se
estableció la primera colonia europea en América.
Según lo que se cuenta, quienes regresaron a
Groenlandia narraron combates con los nativos de
la región que ahora corresponde a Estados Unidos.
Descubiertos o no por los vikingos, estos
lugares solo fueron conocidos por los
europeos a principios del siglo XVI. |
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Cristóbal Colón.
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Hernando de Magallanes.
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Juan Sebastián Elcano.
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Las travesías españolas
Cristóbal
Colón zarpó del puerto de Palos el 3 de agosto de 1492
con tres naves, la nâo Santa María, a su cargo, y las
carabelas Pinta y Niña, dirigidas por los hermanos
Martín Alonso y Vicente Yáñez Pinzón.
El 12 de octubre llegó a una de las islas del archipiélago de
las Bahamas, que bautizó como San Salvador. Después recorrió
Juana, actual Cuba, y la Española, que hoy corresponde a Haití y
República Dominicana.
Más adelante realizó otros tres viajes, en
1493-1496,1498-1500 y 1502-1504, explorando las islas del Caribe,
la desembocadura del río Orinoco y la costa atlántica de
Centroamérica. Al parecer, siempre pensó que recorría una zona
de Asia. Falleció enfermo y completamente olvidado en 1506.
En 1499, Alonso de Ojeda salió del puerto de Cádiz,
junto al famoso cartógrafo Juan de la Cosa y a Amerigo
Vespucci (Américo Vespucio), quien posteriormente señalaría
que las tierras descubiertas no estaban en Oriente, sino que se
trataba de un nuevo continente. La expedición de Ojeda
llegó a la costa nordeste de América del Sur, descubrió el
río Dulce (actual Essequibo, en Guyana), el delta del
Orinoco y Trinidad, isla que había sido avistada por
Colón.
También en 1499, zarpó, pero del puerto de Palos, la
expedición de Vicente Yáñez Pinzón que descubrió el río
Amazonas.
En 1513, Vasco Núñez de Balboa atravesó el istmo de
Panamá y avistó el Mar del Sur, que después
Magallanes rebautizaría como océano Pacífico.
En 1516, Juan Díaz de Solís descubrió el
río de la
Plata.
En 1517, Francisco Hernández de Córdoba recorrió las
costas de la península de Yucatán y el golfo de México.
El 20 de septiembre de 1519 zarpó del puerto de Sanlúcar de
Barrameda la expedición del portugués -aunque al servicio de
España- Fernando de Magallanes (Hernando), con el
objetivo de dar una vuelta al mundo. Recorriendo la costa
atlántica de América del Sur, sus naves llegaron a la zona que
denominaron Patagonia. El 1 de noviembre de 1520 se encontraron
con un amplio brazo de mar, que posteriormente sería conocido
como Estrecho de Magallanes. Tras su exploración,
llegaron nuevamente a mar abierto. Se trataba de un océano muy
tranquilo en relación al Atlántico, por lo que lo denominaron
Pacífico.
Tras varios meses de navegación, descubrieron las islas
Marianas y Filipinas, donde Magallanes fue asesinado por los
aborígenes (1521). Solo una de las cinco naves que iniciaron el
viaje, la Victoria, capitaneada por Juan Sebastián Elcano,
arribó a España, el 6 de septiembre de 1522. Finalmente, se
había confirmado que la Tierra es redonda.
El navegante español más destacado en la exploración de
América del Norte fue Hernando de Soto (1500-1542), quien
recorrió el río Mississippi, al parecer hasta el río Ohio,
encontrándose con un territorio pobre y despoblado, en el que
solo se veían grandes manadas de búfalos.
Al otro lado del Pacífico
En cuanto a la exploración española en Asia y Oceanía: en
1528, Álvaro Saavedra Cerón descubrió parte del litoral
de Nueva Guinea; en 1542, Ruy López de Villalobos
reconoció las Carolinas y la isla de Luzón; en 1555, Juan
Gaytán exploró las islas de Hawaii o del Rey; en 1564,
Miguel López de Legazpi inició la colonización de las
Filipinas.
Alrededor de 1568, la expedición de Álvaro Mendaña de
Neira (1541-1595), costeada por el virrey de Perú, Andrés
Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, viajó desde esa zona
de América a los archipiélagos de las islas Salomón, Isabel,
Malaita, Guadalcanal y San Cristóbal en Oceanía.
En una segunda expedición, Mendaña descubrió el archipiélago
que llamó de las Marquesas y otras islas pequeñas. Murió el 18
de octubre de 1595 en la de Santa Cruz. Lo sucedió un portugués
llamado Pedro Fernándes de Quirós (1565-1615), que
condujo la escuadra a Filipinas.
En un nuevo viaje desde el puerto peruano del Callao, en
1606, Quirós avistó las islas del grupo de Tuamotú y descubrió
el archipiélago de las Nuevas Hébridas, que confundió con un
continente y llamó “Australia del Espíritu Santo”.
Luis Váez de Torres, que dirigía uno de los barcos de
Quirós, se dirigió hacia occidente (1606-1607), llegando hasta
Manila en Filipinas.
Así fue como, tras casi un siglo y medio de descubrimientos,
se inicio la exploración, conquista y la explotación económica
de las regiones descubiertas. Comenzaba la época conocida como
el Colonialismo. |
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En busca de los polos |
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Roald Amundsen.
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Al parecer el primero en llegar a la zona
ártica, fue el griego Piteas, quien en el 235
a.C. viajó desde Marsella hasta la tierra de
Thule, situada al norte de Noruega.
Sebastián Caboto en 1497, Willen Barents en
1594, Henry Hudson en 1609 y William Baffin
realizaron los primeros intentos por hallar la
vía hacia China por el noroeste.
Vitus Jonassen Bering, luego de descubrir
el estrecho que lleva su nombre, elaboró los
primeros mapas de las costas árticas.
Recién durante los siglos XVIII y XIX, Rusia se
expandió hacia Siberia, iniciándose las
expediciones de Alaska y el norte de Canadá.
En el siglo XX, el noruego Roald Amundsen llegó
hasta el mar de Beaufort, pero no consiguió
alcanzar el polo norte, hazaña que consiguió
Robert Peary el 6 de abril de 1906.
El primero en explorar la Antártica fue el
inglés Robert Scott, en 1901; pero su travesía
concluyó sin éxito en 1904. En 1911, después de
varios meses de viaje, Roald Amundsen
consiguió llegar a los noventa grados de latitud
sur el 14 de diciembre. Cuatro días después, en
una nueva expedición llegó al mismo lugar Scott,
para descubrir que la bandera noruega ya había
sido colocada. |
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