|
|
En esta obra de Piero della Francesca,
en que retrata a los duques de Urbino, Federico de Montefeltro y
Battista Sforza, se aprecia la transición entre la pintura
medieval (con los rostros de perfil y el paisaje de fondo) y
renacentista (con el mayor uso de la luminosidad). |
|
La imprenta sirvió de gran ayuda para
la difusión de las ideas renacentistas. |
|
Obras antiguas, como la
Venus de Milo (de fines del siglo II antes de Cristo),
inspiraron a los artistas del Renacimiento. |
|
El renacer del Humanismo
A
fines de la Edad Media se desarrolló lentamente un
movimiento que retornaba a los antiguos conocimientos y artes
clásicos de Roma y Grecia. Esta corriente, originada en Italia,
que abarcó la mayor parte de Europa y que tuvo grandes genios
que la representaron fiel y magníficamente en sus obras, se
llamó Renacimiento, y su principal fundamento filosófico
fue el Humanismo, al focalizar al hombre en el centro de
todas las cosas. Esta tendencia, extendida en los siglos XV
y XVI, significó un cambio en todos los aspectos de la
vida de la sociedad europea y fue la puerta de entrada a la
Edad Moderna.
¿Por qué surgió el Renacimiento?
No hay que dejarse engañar por la palabra renacimiento, en el
sentido de que antes de ese período las artes estaban poco
desarrolladas o que no existían, y que después se produjo una
repentina resurrección. La Edad Media había tenido su arte
original, el arte ojival en la arquitectura. Del siglo XIII al XIV se construyeron grandes monumentos, como las
catedrales francesas, que Europa entera imitó y que el
Renacimiento no tuvo bastante poder para hacerlas mejores aún.
Ese grado de perfección al que habían llegado las artes,
principalmente en los siglos XIV y XV, motivaron a describir
esos siglos como los precursores del Renacimiento.
El Renacimiento es el renacimiento de la antigüedad
clásica, el regreso a las tradiciones griegas y romanas. Las
obras de la época grecorromana eran desconocidas hasta entonces
y abrieron a los artistas nuevas fuentes de inspiración. Otro
factor que se sumó a crear este caldo de cultivo para el
Renacimiento, fue la invención de la imprenta, que
permitió la difusión rápida y casi universal de sus ideas y
conocimientos.
Los últimos elementos decisivos en la gestación y apogeo de
este movimiento fueron el desarrollo general de la riqueza
en ciudades claves en la gestación del Renacimiento (que en esa
época eran verdaderos estados aparte), como Florencia y
Venecia, y la protección y los estímulos dados en todos
los países a las artes por poderosos personajes llamados
mecenas, que frecuentemente eran los mismos jefes de los
Estados o los príncipes, papas y reyes.
También se produjo un cambio en las ideas. En la Edad
Media, los hombres habían pensado más en el cielo que en la
Tierra. Sometidos a la doctrina de la Iglesia católica, habían
aceptado el lugar que el nacimiento y la tradición les habían
impuesto en la sociedad.
Pero en el Renacimiento se entregaron a los goces de este
mundo, se apropiaron del derecho a expresar sus ideas personales
sobre la vida y la verdad, y lucharon por el poder y la gloria.
Surgió un fuerte individualismo y nació un nuevo concepto de la
libertad. |
|
El fin justifica los medios |
El
Príncipe fue un tratado que revolucionó las
ideas políticas de la época. Escrito por
Nicolás Maquiavelo, se hizo eco de las
tendencias individualistas que comenzaron a
dominar las costumbres. En él, Maquiavelo expuso
un conjunto de reglas y recomendaciones que
debía seguir un político para vencer en las
luchas por el poder. Según estas, la sociedad y
los hombres no se regían por el derecho divino o
la ley moral, sino que exclusivamente por las
pasiones e intereses.
El político no puede cambiar a los seres
humanos, sino que los debe tomar como son y, por
lo tanto, debe usar cualquier medio siempre que
obtenga éxito. Eso dejaba abierta la posibilidad
de utilizar el engaño, la mentira e, incluso, el
asesinato, pues todo se justificaba si servía a
los objetivos del gobernante para conservar y
aumentar el poder. Para el político solo debía
regir la razón de estado. |
|
|
|
|
Columnas
Antiguas |
|
|
Perspectiva
Interior |
|
|
Parte central del Tríptico de las
delicias con El Jardín de las Delicias, de Hieronymus Bosch, El
Bosco, uno de los pintores flamencos más destacados del
Renacimiento. |
|
|
Francisco Petrarca.
|
|
|
Juan Boccaccio.
|
|
|
Retrato de Erasmo de Rotterdam, hecho por Hans Holbein, el
Joven.
|
|
Redescubriendo el pasado
Italia estaba
salpicada de innumerables ruinas de los monumentos romanos,
facilitando de esa manera la existencia de los modelos para la
creación de la arquitectura renacentista. Por otra parte, los
bajorrelieves de los arcos de triunfo, como los del arco de Tito
y los de la columna de Trajano, en Roma, permitieron a los
escultores y pintores seguir ejemplos para sus obras. Además, al
desenterrar las estatuas quedaba en evidencia el conocimiento
exacto que tenían los antiguos de las proporciones del cuerpo
humano. Lo representaban perfecto, desnudo, sin otra
preocupación que la forma y la belleza. En la Edad Media era
diferente: los artistas, por pudor cristiano, cubrían el cuerpo
con vestidos. Interesados en traducir sentimientos y reproducir
con fidelidad lo que veían, representaban la fealdad lo mismo
que la belleza.
Los arquitectos del Renacimiento desecharon los modelo
góticos, considerados como toscos. Así, reaparecieron las líneas
rectas de los templos griegos. El arco de medio punto romano
reemplazó al ojival. Las columnas con capiteles dórico, jónico y
corintio decoraron las estructuras sencillas de las
construcciones del Renacimiento, y la cúpula relevó a la bóveda
gótica.
En la pintura, los artistas del Renacimiento se destacaron
por su dibujo, es decir, por el uso del trazo perfecto.
Asimismo, redescubrieron las leyes de la perspectiva,
ignoradas desde la antigüedad, gracias a lo cual pudieron
representar las figuras en una superficie plana, con la forma
con que aparecían a la vista.
Sin embargo, en este campo del arte, no quedaban obras de la
antigüedad, por lo cual los pintores renacentistas desarrollaron
extensamente su poder creativo. Además, el invento del óleo fue
muy importante. Esta técnica consiste en el uso de colores
disueltos en aceite, que pueden ser aplicados sobre telas o
maderas, lo que provocó el surgimiento del llamado cuadro de
caballete, es decir, en tela y fácilmente transportable.
Gracias al óleo, se logró un mayor colorido y minuciosidad,
porque podía ser trabajado con más lentitud que los frescos, que
debían pintarse más rápidamente sobre un muro cuando este estaba
todavía húmedo.
Por todo ello es que los pintores de esa época se destacaron
en varias facetas distintas. Fueron hábiles compositores, es
decir, supieron agrupar armoniosamente las distintas figuras y
elementos de sus cuadros. Solucionaron también el problema de la
conveniente distribución de la luz y de las sombras que se
conoce con el nombre de claroscuro. Finalmente, fueron
grandes coloristas, al saber disponer y graduar debidamente los
colores.
Escritos antiguos
Sin embargo, la gran influencia de la Antigüedad se ejerció a
través de los escritos de todo género: literarios, históricos y
filosóficos, latinos y griegos, que fueron hallados en los
siglos XIV y XV. Las obras latinas, por ejemplo Los Discursos
y las Cartas de Cicerón (político, pensador y orador romano)
y una parte de las obras de Tácito (historiador latino),
fueron descubiertas principalmente en el siglo XIV en las
bibliotecas de los conventos. En cuanto a los autores griegos,
Platón en particular, eran ignorados en la Europa
Occidental, y recién fueron revelados en el siglo XV.
Posteriormente, después de la toma de Constantinopla
por los turcos (1453), muchos sabios bizantinos buscaron refugio
en Italia y contribuyeron allí a desarrollar el gusto por los
estudios griegos.
Todo este material iluminó a los artistas de la época y
sirvió para dar un apoyo fundamental a sus obras, entregando
nuevas visiones del mundo, que se ajustaban a los ideales que en
ese momento flotaban en el aire renacentista.
Aparecen los humanistas
En el siglo XIV surgió, en oposición a la Escolástica
(enseñanza filosófica propia de la Edad Media, en la que
dominaban las ideas de Aristóteles), un nuevo movimiento
intelectual, el Humanismo. Esta corriente marcó una
actitud distinta frente al entorno, al ser humano y al saber.
Los humanistas estaban interesados profundamente en el hombre
mismo, en las posibilidades que ofrecía la existencia terrenal y
en la belleza de este mundo. Y estaban convencidos de que los
escritos de los autores clásicos revelaban auténtica humanidad.
El italiano Francisco Petrarca ha sido calificado como
el padre del Humanismo. Él dedicó toda su vida al estudio de los
clásicos, tratando de imitar a Cicerón y Virgilio, descubriendo
las cartas del primero, hasta entonces desconocidas. Al mismo
tiempo, escribió sonetos en lengua italiana, en los que cantó su
amor por una mujer llamada Laura de Noves. Sus obras más
conocidas son el Cancionero y Triunfos. Por estos sonetos,
Petrarca es considerado unos de los más grandes poetas líricos
de la literatura universal.
Otro humanista famoso fue Juan Boccaccio, también
italiano, autor del Decamerón, conjunto de cuentos que
retratan al ser humano con sus vicios y virtudes y que reflejan
las costumbres de la época. En otra de sus obras, titulada De
la genealogía de los dioses, realizó uno de los estudios más
completos que se conocen sobre la mitología grecorromana.
Uno de los personajes considerados como el más perfecto
representante del Humanismo fue Desiderio Erasmo, o
también conocido como Erasmo de Rotterdam, por haber
nacido en esa ciudad holandesa. Fue un apasionado humanista y
editó obras clásicas como la Geografía de Ptolomeo y
tradujo al latín varios autores griegos. Escribió también el
Elogio de la locura. En ella, la más alabada de todas sus
obras, y que dedicó a su amigo, el humanista inglés Tomás
Moro, criticó las costumbres de sus contemporáneos, las
supersticiones, los prejuicios, la ignorancia y el fanatismo en
todas sus formas.
La influencia de esta tendencia en la educación fue notable.
Los humanistas ya no basaron sus enseñanzas en la teología, sino
que primero en la literatura clásica, que llamaron letras
humanas o humanidades y por las cuales se lograría el
ideal de la educación humanista: el desarrollo completo de la
personalidad y la formación del hombre culto, íntegramente
humano.
El latín y el griego fueron incorporados a los programas de
estudios. La observación de la naturaleza, el espíritu de
análisis y de crítica se comenzaron a practicar en la
investigación científica.
Finalmente, el Humanismo promovió una agitación cultural que
contribuyó a provocar el gran desarrollo de las artes que
estamos viendo ahora con el nombre de Renacimiento. |
|
Los mecenas de los famosos |
|
Busto de Lorenzo de Médicis,
realizado por uno de los maestros de
Leonardo da Vinci, Andrea del
Verrocchio.
|
Ya vimos que los mecenas fueron personas
poderosas que facilitaron, con su ayuda material
o con su protección política, el desarrollo del
Humanismo y del Renacimiento. Papas y obispos,
reyes y príncipes, banqueros y comerciantes
reunieron obras clásicas, llamaron a los
eruditos, distinguieron a los humanistas con su
amistad personal y los acogieron en sus
palacios.
Entre ellos destacó en Florencia Lorenzo
de Médicis, apodado el Magnífico,
quien hacía de Miguel Angel, joven
escultor, el compañero de sus hijos y sobrinos,
al tiempo que también amparaba a otro escultor:
Donatello.
Por su parte, en Milán, Luis Sforza
(el Moro) protegió principalmente a Leonardo
da Vinci, aunque este artista también estuvo
bajo el amparo del rey Francisco I, que
lo llevó a Francia.
Asimismo, entre los papas hubo gandes
mecenas. León X quería elevar al pintor
Rafael a cardenal. Julio II
proclamaba que las bellas letras eran dinero
para los plebeyos, oro para los nobles y
diamantes para los príncipes. Inició la
reconstrucción de la basílica de San Pedro,
llamando a trabajar en ella al arquitecto
Bramante, a Miguel Angel y a
Rafael. Y el papa Nicolás V formó en
el Vaticano una gran biblioteca clásica, con más
de cinco mil manuscritos. |
|
|
|
|
Escultura
Piramidal |
|
|
La Gioconda o Mona Lisa, de Leonardo da
Vinci. |
|
|
Leonardo da Vinci.
|
|
|
Miguel Angel Buonarroti.
|
|
|
El David, de Miguel Angel, mide cuatro metros diez
centímetros de alto.
|
|
|
El Renacimiento en Italia
Como habíamos
mencionado anteriormente, el origen del arte renacentista estuvo
en Italia, y suele dividirse en tres etapas con los términos
italianos Trecento (siglo XIV), Quattrocento
(siglo XV) y Cinquecento (siglo XVI).
También sabemos que los artistas renacentistas concebían sus
obras según los modelos de la antigüedad clásica. Sin embargo,
le agregaron un cierta idealización. Belleza y armonía conjunta
se convertían en un valor que debía representar las reglas
naturales: el principio del orden divino sobre las cosas. Con
este concepto, no existía peligro de entrar en conflicto con las
ideas fundamentales del cristianismo.
Se estableció un modelo de belleza para las proporciones
ideales del cuerpo humano y se clasificaron los estilos clásicos
en diferentes tipos. Estas adopciones sentaron las bases de un
arte más científico, caracterizado por la luminosidad y el
equilibrio. El estudio de las leyes de la óptica dio como
resultado la perspectiva central, que desde entonces y
por más de 500 años ha dominado en pintura y escultura.
Durante el Renacimiento también cambió la condición del
artista, que dejó de ser un artesano insertado en un gremio. Los
principales artistas fueron acogidos por las clases altas y
surgió el concepto de artista en el sentido moderno, libre y
entregado conscientemente a la expresión de sus actitudes
personales y puntos de vista propios.
Genio universal
Leonardo da Vinci (1452-1519) era florentino y fue
escultor, arquitecto, físico, ingeniero, matemático y pintor.
Nadie fue tan curioso como él; quería aprenderlo todo y lo había
estudiado todo. Dejó numerosos manuscritos, ilustrados con gran
cantidad de dibujos. Proclamó en materia científica la necesidad
de la observación y de la experiencia, siendo uno de los
precursores de los sabios modernos.
Da Vinci fue el modelo del hombre renacentista, un genio
solitario que abarcó variadas facetas del conocimiento. Su
constante interés por aprender la anatomía humana, el mecanismo
de vuelo de las aves y la estructura interna de animales y
plantas no le permitió producir una extensa obra pictórica.
Además, también fue músico, filósofo, escritor, poeta, y autor
de importantes estudios en materia de fisiología, química y
medicina general.
Pero Leonardo debe su fama sobre todo a sus pinturas, en las
que reveló admirables dotes de dibujante, un gran sentido de la
composición, un perfecto manejo de la luz y la sombra y una
notable perspectiva.
Pintó numerosos frescos y óleos. Entre los primeros se
destaca la Última cena, que ocupa la pared del fondo del
refectorio del convento de Santa María de las Gracias, de Milán.
Resaltando sobre la ventana central, aparece la figura de Cristo
que acaba de pronunciar las palabras: “En verdad les digo, uno
de ustedes me traicionará”. Entre los óleos del artista
florentino sobresale el retrato de la Gioconda (Mona
Lisa), famoso por su delicada factura y su inigualada expresión,
prueba de su singular penetración sicológica.
A diferencia de otros artistas del Renacimiento, Roma
disfrutó muy poco de él, pues fue llamado por el rey Francisco I
de Francia para viajar a ese país, donde finalmente falleció.
Talento extraordinario
De Miguel Angel Buonarroti (1475-1564), nacido en
Florencia, se dice que fue el genio más completo del
Renacimiento y del mundo. Él reflejó el poder creador y concibió
varios proyectos inspirándose en el cuerpo humano como vehículo
esencial para la expresión de emociones y sentimientos.
Era hijo de una familia aristocrática, pero desde siempre
manifestó habilidades e interés por el arte. Se definía como
escultor y tenía absoluta razón, pues es considerado uno de los
más grandes escultores en la historia de la humanidad, y dominó
por completo la Italia del siglo XVI. Sin embargo, también fue
pintor eminente, gran arquitecto, ingeniero, poeta, hombre de
ciencia apasionado por la anatomía y fisiología.
En la escultura, sus obras más notables, entre otras, son: en
Roma, la Pietá, donde aparece la Virgen sosteniendo el
cuerpo muerto de Cristo en su regazo; el colosal Moisés,
realizado para la tumba del papa Julio II. Los primeros ejemplos
escultóricos de Miguel Angel, como el David, revelan una
gran habilidad técnica que le facilitarían posteriormente el
curvar sus figuras helicoidalmente (como una espiral).
Como arquitecto, levantó los planos de la prodigiosa cúpula
de la basílica de San Pedro, en Roma, que había iniciado
Bramante, con un ancho de 42 metros y una altura de 123 metros,
considerada la más grande del mundo.
Sin embargo, una de las mayores glorias en el arte la alcanzó
al decorar con pintura al fresco el techo y los costados de la
Capilla Sixtina, situada en el palacio del Vaticano.
Encerrado en ella y sin dejar nunca sus llaves, en 20 meses
pintó solo el Génesis, desde la creación del hombre hasta el
diluvio, y el gran fresco del Juicio Final, de 20 metros
de altura por 10 de ancho, probablemente el más extraordinario
de la pintura universal.
Lo que caracteriza el genio de Miguel Angel es la fuerza y la
gravedad. De toda su obra se desprende una impresión de poder y
muchas veces de tristeza. Todos sus personajes son de
proporciones más que humanas, con músculos notables en exceso.
El divino
Rafael Sanzio
(1483-1520) era hijo de una familia de
pintores. A los 25 años fue llamado a Roma para trabajar para
los papas, siendo el primero que lo requirió, Julio II. Casi
inmediatamente produjo sus obras más acabadas, tales como los
frescos de las Stanze o cámaras del Vaticano, la Escuela de
Atenas, en el que representó juntos, en amena conversación, a
diversos filósofos, artistas y hombres de ciencia, tanto de la
antigüedad como contemporáneos suyos, dispuestos en un
gigantesco escenario de recuerdos grecolatinos. También pintó el
Parnaso, que resume la historia de la filosofía y la
Disputa del Santísimo Sacramento, que sintetiza la historia
de la iglesia y de la cual se ha dicho que es la más alta
expresión de la pintura cristiana.
Con todos esos antecedentes, Rafael, llamado después el
divino, fue, en particular bajo el papado de León X,
nombrado como ministro y ordenador supremo de las Bellas Artes
en la corte pontificia. Encargado de dirigir las construcciones
de San Pedro y del Vaticano, no por eso dejaba sus trabajos como
pintor, incursionando también en los cuadros de caballete. Sus
temas a veces eran religiosos, como la Santa Familia y la
Madona de San Sixto, y en otras ocasiones mitológicos,
como el Triunfo de Galatea o la Historia de Psyché.
Falleció a la edad de 37 años.
Rafael ejemplificó el espíritu clásico de la armonía, la belleza
y la serenidad. |
|
Los tiranos |
La
estructura social en el Renacimiento
estaba encabezada por la nobleza, que se
había ubicado en las grandes ciudades, en
lujosos palacios y mansiones. Le seguía en
importancia la alta burguesía,
enriquecida con el comercio y los negocios
financieros. El último peldaño en esta escala
estaba compuesto por los campesinos,
cuyas condiciones de vida eran miserables, por
lo que recurrieron frecuentemente a las
revueltas, creando un clima de inestabilidad
social. Esta situación favoreció la aparición de
los tiranos, ya que como muchos
ciudadanos querían la paz, dieron su apoyo a
hombres fuertes. Estos llegaban al poder por la
violencia, la traición y el crimen. Uno de los
máximos exponentes de este tipo de personajes
fue César Borgia (en la imagen), uno de
los hijos del papa Alejandro VI. |
|
|
|
|
Epoca
de Curvas |
|
|
La Coronación de la Virgen, de fra Angélico.
|
|
|
El nacimiento de Venus, de Sandro
Botticelli. |
|
|
Dante Alighieri.
|
|
|
Las otras figuras renacentistas
En los orígenes
del Renacimiento, en el siglo XIV, quien se destacó en la
pintura fue Giotto di Bondone, como uno de los
precursores de un nuevo estilo. Se preocupó más del espacio, los
volúmenes y la penetración sicológica de los personajes.
Sin embargo, el arte renacentista comenzó a manifestarse
plenamente en el Quattrocento (siglo XV). Entre los
primeros escultores se contaron los florentinos Lorenzo
Ghiberti y Donatello (Donato di Betto Bardi).
Ghiberti ganó fama al esculpir las puertas de bronce del
baptisterio de Florencia. Sus bajos relieves, vigorosos y
elegantes, han perdurado como una verdadera obra maestra. El
segundo levantó las primeras estatuas del Renacimiento, entre
las que se destacó, por su imponente realismo, la de Gatamelatta,
un jefe militar de la época.
El primero de los grandes arquitectos renacentistas fue
Filippo Brunelleschi, quien construyó una gran cúpula en la
catedral de Florencia y edificó, en la misma ciudad, la iglesia
de San Lorenzo, a la que le dio el aspecto de una basílica
romana.
El iniciador de la pintura renacentista fue Masaccio
(Tommaso di Ser Giovanni). La monumentalidad de sus
composiciones y el alto grado naturalista de sus obras, hacen de
él una figura esencial de la pintura del siglo XV, como quedó
demostrado en sus frescos de la capilla Brancacci.
Coetáneos de Masaccio fueron fra Angélico, pintor
idealista de escenas religiosas, y Paolo Uccello,
preocupado por los escorzos (figuras en posturas oblicuas al
plano de la obra artística) y las perspectivas.
En la segunda parte del siglo XV se destacaron Piero della
Francesca, cima de la tendencia pictórica racionalista e
investigadora, que utilizó la luz como elemento expresivo, y
Sandro Botticelli, quien aplicó un estilo sinuoso y
refinado.
El creador del Cinquecento arquitectónico fue Donato
Bramante. Su primera obra maestra fue el templete de San
Pietro in Montorio, de planta centralizada, similar a los
templos circulares clásicos. El papa Julio II escogió a Bramante
para edificar la nueva basílica de San Pedro, de gigantescas
proporciones, en la que, como hemos visto, intervinieron Rafael
y Miguel Angel. Sin embargo, Bramante falleció antes de ver
terminada su obra.
En Venecia surgieron una serie de brillantes pintores, como
Giorgione, Tiziano, Tintoretto y Veronés,
con quienes llegó a su máximo esplendor la escuela veneciana,
caracterizada por su colorido, la luz vaporosa, la sensualidad y
los temas paganos.
La literatura
La literatura del Renacimiento tomó del Humanismo la
inspiración clásica de sus temas, personajes y reglas, pero usó
solo idiomas vernáculos (propios de cada país). El primer
escritor que comenzó a utilizar un estilo próximo al
renacentista fue Dante Alighieri. Su obra más conocida,
La Divina comedia, correspondía a la Edad Media, por su
construcción e ideas, mientras que su espíritu subjetivo y
expresividad la acercaban al Renacimiento. Los principales
escritores italianos, aparte del ya mencionado Nicolás
Maquiavelo, fueron el prosista Francisco Guicciardini
y los poetas Ludovico Ariosto y Torcuato Tasso.
El primero fue el más relevante historiador de la Italia
renacentista. En su Historia de Italia narró los
complicados sucesos de la península entre los siglos XV y XVI.
Ludovico Ariosto escribió el poema Orlando Furioso, en el
que contó con bastante imaginación las luchas del emperador
Carlomagno contra los sarracenos y las hazañas de Ronaldo, su
legendario nieto.
Por último, Torcuato Tasso cerró la serie de poetas del
Renacimiento italiano con la publicación de una voluminosa
epopeya titulada Jerusalén libertada. En ella describió
las proezas de los primeros cruzados, uniendo la historia y la
novela.
La música
En el Renacimiento se impuso la música vocal polifónica
(conjunto de varias voces e instrumentos que forman un todo
armonioso) y profana. En las misas que oficiaba el papa
intervenía el coro Sixtina del Vaticano, que atrajo a músicos e
intérpretes vocales de toda Italia e, incluso, del norte de
Europa. Entre sus miembros destacaron los compositores
Josquin des Prés y Giovanni Pierluigi da Palestrina,
maestro de la polifonía religiosa.
La ciencia
Aún indecisa entre la razón y las fantasías de la Edad Media,
la ciencia del Renacimiento tuvo uno de sus principales
exponentes en el sabio polaco Nicolás Copérnico. Sus
conocimientos abarcaban la filosofía, la medicina, la pintura y
el dibujo. Además, fue profesor de matemáticas en Roma. En
astronomía, y de regreso en Polonia, revisó todas las ideas de
sus contemporáneos y antiguos respecto del sistema del mundo, y
descubrió el doble movimiento de la Tierra: sobre sí misma
(rotación) y en torno al Sol (traslación).
En la ciencia médica, los investigadores más famosos del
Renacimiento fueron el flamenco Andrés Vesalio (en
anatomía humana), el alemán Teofrasto Bombast von Hohenheim,
más conocido como Paracelso (en química y biología) y el
español Miguel Servet (descubridor de la circulación
sanguínea). |
|
|
Expansión
del Renacimiento |
|
|
Autorretrato de Alberto Durero.
|
|
|
Entierro del Conde de
Orgaz, obra maestra de El Greco. |
|
|
El Escorial es una de las
expresiones más notables de la arquitectura española
renacentista. |
|
|
Renacimiento de exportación
Como era de
esperarse, un movimiento cultural de la magnitud del
Renacimiento en Italia no tardó mucho tiempo para que se
difundiera por toda Europa. Si bien en el campo de la
arquitectura se demoraron en imponerse los principios de esta
tendencia, por la permanencia de los gustos góticos, en
escultura y, sobre todo en pintura, sobresalieron diversos
artistas.
En el norte del viejo continente se destacaron el grabador y
pintor alemán Alberto Durero, que mezcló las estéticas
góticas y renacentistas con gran habilidad, y el flamenco
Pieter Brueghel el Viejo, que reproducía escenas de
la vida diaria condimentadas con algo de ironía.
En España, el arte del Renacimiento fue mucho más religioso
que en el resto de Europa, y su influencia solo se sintió a
fines del siglo XVI y comienzos del XVII. Su mayor brillo lo
alcanzó con la austera arquitectura del palacio El Escorial,
obra de Juan de Herrera, y con el Greco (Domenico
Theotocopuli), cuyos cuadros, como el Entierro del Conde de
Orgaz, se caracterizaron por unas figuras alargadas de
marcada espiritualidad, una técnica suelta y una variedad de
colores y resplandores de origen veneciano.
Otro pintor relevante fue Velásquez (Diego Rodríguez
de Silva y Velásquez), un retratista que también enfatizó el
color en sus cuadros, además de lograr un relieve admirable.
Entre sus obras destacan Las Meninas y
Las Hilanderas.
Las letras fuera de Italia
Como las demás artes, la literatura del Renacimiento también
cruzó las fronteras de la península italiana y fue acogida en
diferentes países de Europa, donde encontró magníficos
exponentes que supieron captar su propuesta y perfeccionarla.
España
En la península ibérica surgió una numerosa cantidad de
escritores influenciados por las ideas del Renacimiento. Entre
ellos se pueden nombrar a Lope de Vega (Félix Lope de
Vega y Carpio). Cultivó todos los géneros, pero sobresalió
esencialmente en el teatro, con obras como Fuenteovejuna.
También Pedro Calderón de la Barca es otro autor
importante en la literatura española de la época. Entre sus
trabajos, preferentemente autos sacramentales, se puede nombrar
La vida es sueño, en el que plantea el sentido de la
existencia humana.
Sin embargo, uno de los máximos exponentes españoles de la
literatura fue Miguel de Cervantes Saavedra, sobre todo
un excepcional novelista, lo que se reflejó en su obra cumbre:
Aventuras del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
El valor de este texto radica en que es una síntesis del arte
novelístico del Renacimiento español, pues reúne todas las
corrientes de la época: novela de caballería, pastoril,
bizantina, italiana, picaresca, entre otras, además de
referencias al teatro.
Francia
El Renacimiento llegó a Francia como consecuencia de las
guerras en Italia, que promovieron el estrecho contacto entre
franceses e italianos. Entre los grandes escritores galos
destacaron en esos tiempos: Francisco Rabelais y Pedro
Ronsard. Rabelais publicó su obra Gargantúa y Pantagruel,
que lo consagró como uno de los grandes escritores de la lengua
francesa. Este autor retrató la vida como exuberante y alegre, y
señaló la importancia del cuidado físico del hombre.
Ronsard se rodeó de un grupo de poetas jóvenes que
conformaron la Pléyade, que tradujo poesías griegas y
latinas, y más tarde escribió versos de iguales características
en idioma francés. Por su parte, las Odas de Ronsard
significaron un aporte considerable a la formación del lenguaje
francés.
Inglaterra
Los conflictos que asolaron a Inglaterra a fines del siglo XV
trabaron el desarrollo del Renacimiento en la isla, que solo al
término de la centuria siguiente tuvo un representante notable
en William Shakespeare.
Este escritor dejó más de 30 obras dramáticas, entre ellas
comedias como el Mercader de Venecia; dramas históricos
como Ricardo II y Enrique IV; y tragedias de
inigualada fuerza, como el Rey Lear, Hamlet,
Otelo y Macbeth. Shakespeare supo traducir las
grandes pasiones humanas con un vigor, una vivacidad y un
realismo extraordinario. Dominó su idioma con gran destreza, y
es considerado el más grande de los dramaturgos de habla
inglesa, y uno de los más importantes de la literatura
universal. |
|
Artes menores |
Las artes menores
(cincelado, orfebrería, mueblería, etcétera),
también lograron un gran desarrollo en el
Renacimiento. Las creaciones aparecían por todas
partes, en las corazas, los escudos, el pomo de
las espadas, adornados con figuras finamente
cinceladas; en las copas, saleros, en los vasos
de cristal de Venecia; en los muebles, camas y
cofres, esculpidos e incrustados con marfil o
mármol. Entre los maestros de las artes menores
destacó Benvenuto Cellini, cincelador
magnífico, que trabajó en Roma y en París. |
|
|
|
|
|