Cultivó la literatura, en especial la novela e igualmente participó
activamente en la política, siendo además un luchador revolucionario.
Nació en París dentro de una familia acomodada y a los 21 años dejó
sus estudios para ir a Indochina (Camboya) donde fue encarcelado por la
posesión ilegal de estatuas antiguas de un templo camboyano. Una vez
libre se dedicó a practicar un periodismo revolucionario oponiéndose a
la administración colonial francesa.
A los 24 años se radicó en China por dos años. Aunque simpatizante
del socialismo, nunca se hizo miembro del partido comunista, practicando
en cambio un individualismo activo.
Su estilo es metafórico, de gran intensidad. Sus obras demuestran que
el humano en medio de una existencia sin sentido, puede darle valor a
esas vidas mediante la lucha por el bien y la dignidad.
Al cumplir los 30 años se dedicó a viajar y participó en la Guerra
Civil española a favor de la causa republicana; fue organizador de las
fuerzas aéreas de la Brigada Internacional. Durante la Segunda Guerra
Mundial se unió al ejército francés y fue director de la Resistencia
Francesa.
El escritor y político se ganó el respeto del general Charles De
Gaulle y fue nombrado ministro de cultura llevando a cabo una labor muy
meritoria al renovar los museos y los monumentos históricos de su país.
Entre sus obras: El camino real, La tentación del Occidente, Los
conquistadores (la obra se desarrolla en la China prerrevolucionaria),
La condición humana (desarrollada igualmente en China, muestra compasión
por los oprimidos y expone la importancia de la hermandad y la acción
heroica como medios de superar la condición humana-el autor ganó el
Premio Goncourt en 1933), La esperanza (novela compleja y llena de
sentimiento), Las voces del silencio (recalca la importancia del arte
como lenguaje universal que redime al humano), Anti-Memoires (obra
autobiográfica), Lázaro, Lunas en papel, La tentación del Occidente,
Tiempos de desprecio, La psicología del arte, El caso por De Gaulle, La
metamorfosis de los dioses, El triángulo negro.
André Malraux murió en su ciudad natal a los 75 años de edad.
APARTES DE LA OBRA DE MALRAUX:
No hay cincuenta maneras de pelear, hay sólo una y es la de ganar. Ni
la revolución ni la guerra consisten en hacer lo que uno quiere. (L´Espoir)
El hombre sabe que el mundo no está hecho a escala humana; y desea
que lo fuese (Los nogales de Altemburg)
El arte es una revolución contra el destino. (Las voces del silencio)
No puedo ver la forma de la Catedral; los cristales que han
reemplazado los vitrales en la nave la parten con luminosidades. Abajo,
en la capilla, las ventanas angostas como pilares de luz, vibran de
arriba abajo ante la ola de tanques alemanes que pasan. Como los
prisioneros heridos frente a mí, como aquellos detrás de mí, me intriga
ver que el piso está siendo cubierto con algo que no esperábamos ver de
nuevo: paja. En la nave llena, temblando como parece bajo la luz
intermitente, hay soldados que abren latas de comida manchadas de
sangre, otros llevando botellas junto a un mostrador abandonado de la
Cruz Roja, cubierto con drogas y vendajes. Nos dejamos caer sobre la
capa de paja cuyos tallos también tiemblan por los tanques tronadores,
tan distantes como los bordes del Beruce. (Los nogales de Altenburg)
Una huelga general ha sido declarada en Cantón. El boletín ha sido
puesto desde ayer, subrayado en rojo. Tan lejos como lo permite el
horizonte, el Océano Indico descansa vidrioso, brillante, sin ninguna
ondulación. Un cielo nublado oprime como el vapor en una casa de baños;
nos envuelve un aire húmedo. Los pasajeros recorren el barco
metódicamente, cuidadosos de no alejarse mucho de la pizarra de marco
blanco donde los boletines serán pegados esta noche. Cada día, nuevos
reportes hacen resaltar el drama en formación; toma forma; finalmente
una amenaza directa, preocupa a cada hombre en este vapor. Hasta ahora
el gobierno cantonés ha llevado una guerra de palabras y aquí
súbitamente los telegramas traducen acción. Lo que preocupa a todos no
son tanto los levantamientos, las huelgas ni las peleas callejeras, sino
la resolución inesperada, aparentemente tan terca como el orgullo
inglés, de no aceptar más discusiones sino de golpear lo que más cuenta
para Inglaterra: su riqueza y su prestigio.
La prohibición de venta de toda mercancía inglesa en las provincias
controladas por el gobierno cantonés; aún las ofrecidas por los
mercaderes chinos; la supervisión sistemática de los mercados, uno
después del otro; el sabotaje de maquinarias por los trabajadores en
Hong Kong; y finalmente esta huelga general atacando toda la vida
económica de la Isla Británica, en tanto que corresponsales del
periodismo reportan una actividad inusual en las academias militares
cantonesas; todo esto pone a estos pasajeros frente a una nueva clase de
guerra, lanzada por el poder anárquico de China del Sur, apoyada por
aliados de los cuales ella no sabe casi nada, contra el mismo símbolo
del dominio británico en Asia, la roca militar desde el cual el Imperio
armado vigila sus rebaños: Hong Kong. (Los conquistadores)
Pero con Kyo todo era más simple. El sentido heroico le había dado a
él una clase de disciplina, no una clase de justificación de vida. El no
era inquieto. Su vida tenía un significado, y él sabía cual era: Darle a
cada uno de estos hombres a quienes el hambre, en este mismo momento,
mataba como una plaga lenta, el sentido de su propia dignidad. El
pertenecer con ellos; ellos tenían los mismos enemigos. (La condición
humana).