Francisco Gómez de Quevedo y Villegas se distinguió durante el Siglo de
Oro de las letras españolas, por su poesía de gran belleza y de profundo
contenido metafísico; todo esto lo logró con un gran sentido del humor y
penetrante ironía. Su obra fue representativa del movimiento llamado
"Barroco".
Nació en Madrid, España dentro de una familia ilustre, habiendo sido
su padre secretario de la reina Ana de Austria, esposa de Felipe II. Fue
precoz y a los cuatro años ya leía; se educó en el Colegio Imperial de
Madrid inicialmente y más tarde, de 1596 a 1606, estudió teología,
derecho e idiomas en la Universidad de Alcalá de Henares; entre los
idiomas que cultivó figuraron el árabe, hebreo, francés e italiano.
Durante esos años se empezó a hacer conocer por su estilo satírico.
En 1911 se vio envuelto en un duelo durante el cual le quitó la vida
a su oponente y se vio obligado a emigrar hacia Nápoles, siendo allí
bien recibido por el duque de Ozuna quien lo encargara de trabajos
diplomáticos en los años que siguieron.
En 1620 al caer el duque de Ozuna, fue incluido en la persecución
contra su superior y se le puso en prisión en el convento de San Marcos,
cerca de León, desde 1639 hasta 1643 y se le acusó de haber hecho
sátiras contra el rey Felipe IV y su favorito el conde de Olivares.
La obra de Quevedo se caracteriza por encerrar todos los géneros
poéticos y el uso de todas las métricas.
Entre sus obras: El parnaso español (comprende seis musas), Las tres
musas últimas castellanas, Historia de la Vida del Buscón llamado don
Pablos (novela), Epístola satírica, Censorias contra las costumbres
presentes, Sátira contra el matrimonio, Letrillas-Jácaras y Romances,
Política de Dios, Marco Bruto, Grandes anales de quince días, Obra
didáctico política, Constancia de Job, Vida de San Pablo, La cuna y la
sepultura, Opúsculos festivos, Tratado de la providencia Divina, El gran
tacaño, Los sueños (el tema es un viaje al infierno).
Fueron contemporáneos de Quevedo: Miguel de Cervantes, Luis de
Góngora, Félix Lope de Vega, Galileo, Rubens, Descartes.
Al salir de la prisión, Quevedo se encontraba enfermo y el gran autor
murió dos años más tarde en Villanueva de los Infantes a los 65 años de
edad.
APARTES DE LA OBRA DE QUEVEDO:
Iban las mujeres al infierno tras el dinero de los hombres, y los
hombres tras ellas y su dinero, tropezando unos con otros.
Noté cómo al fin del camino de los buenos, algunos se engañaban y
pasaban al de la perdición; porque como ellos saben que el camino del
cielo es angosto y el del infierno ancho, y, al acabar, veían al suyo
ancho y el nuestro angosto, pensando que habían herrado o trocado los
caminos, se pasaban acá, y de acá allá, los que se desengañaban del
remate del nuestro. (Sueño del infierno)
Yo, señor, soy de Segovia. Mi padre se llamó Clemente Pablo, natural
del mismo pueblo; Dios le tenga en el Cielo. Fue, tal como todos lo
dicen, de oficio barbero; aunque eran tan altos sus pensamientos, que se
corría de que lo llamasen así, diciendo que él era tundidor de mejillas
y sastre de barbas. Dicen que era de muy buena cepa, y, según él bebía,
es cosa para creer. (La vida del buscón)
Tiempo es de perdonar agravios, y advierta vuesa merced que mi pecado
y el de Adán tienen parentesco en muchas cosas, pues si a él le echaron
del paraíso por una manzana, a mí por muchas peras.
Vuesa merced fue la Eva y yo la culebra, que así lo parecía con el
vestido y botas, y el engaño de acá fue no dar a Eva que comiese la
pera, sino comérselas la misma culebra.
Cuenta de tinta y pluma y tiempo que he gastado: ocho maravedís.
Ponga vuesa merced, a cuenta de las peras: cuatro cuartos de
palabras; dos reales de conceptos; un ducado y medio de embustes; dos
pares de botas en ir y venir, a razón de dieciséis reales; de esconderme
y mentiras y requiebros, siete reales; que monta todo cincuenta y ocho
reales y seis maravedíes.
Si acaso la mandaren a vuesa merced restituir lo de más a más,
Sebastián de Vicente hace mis negocios; a él se lo podrá dar, o
hacérmelo decir de misas.(Carta a una monja).
A UNA MUJER FLACA.(fragmento)
No os espantéis, señora Notomía
Que me atreva este día,
Con exprimida voz convaleciente,
A cantar vuestras partes a la gente;
Que de hombres es, en casos importantes,
El caer en flaquezas semejantes.
Cantó la pulga Ovidio, honor romano,
Y la mosca Luciano;
De las ranas Homero; yo confieso
Que ellos cantaron cosas de más peso;
Yo escribiré con pluma más delgada
Materia más sutil y delicada.
Quien tan sin carne os viere, si no es ciego,
Yo sé que dirá luego,
Mirando en vos más puntas que en rastrillo,
Que os engendró algún Miércoles corvillo;
Y quien pece os llamó no desatine,
Viendo que, tras ser negra, sois espina.
POEMA METAFISICO #3
Fue sueño ayer; mañana será tierra!
Poco antes, nada; y poco después humo!
Y destino y ambiciones y presumo
Apenas punto al cerco que me cierra!
Breve combate de importuna guerra,
En mi defensa, soy peligro sumo;
Y mientras con más armas me consumo,
Menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.
Ya no es ayer; mañana no ha llegado
Hoy pasa, y es, y fue, con movimiento
Que a la muerte me lleva despeñado.
Azadas son la hora y el momento
Que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
Cavan en mi vivir mi monumento. ( Brevedad de la vida)
DEFINIENDO EL AMOR (Soneto amoroso)
Es hielo abrasador, es fuego helado,
Es herida que duele y no se siente,
Es un soñado bien, un mal presente,
Es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
Un cobarde con nombre de valiente,
Un andar solitario entre la gente,
Un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada
Que dura hasta el postrero paroxismo,
Enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño amor, éste es su abismo:
Mirad cuál amistad tendrá con nada
El que en todo es contrario de sí mismo!.
A UN HOMBRE DE GRAN NARIZ.
Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;
Éra un reloj de sol mal encarado,
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egipto,
Las doce tribus de narices era;
Érase un naricísimo infinito
Frisón archí nariz, caratulera,
Sabañón garrafal, morado y frito.