Al morir el maestro Germán Arciniegas, el Continente Americano en
general y en particular Colombia, súbitamente perdieron algo de tamaño.
Germán Arciniegas Angueira nació en Bogotá, Colombia siendo su madre
cubana y su padre colombiano. Estudió en su ciudad natal y terminó
abogacía en la Universidad Nacional.
Desde muy temprano manifestó su gusto por la literatura y en alguna
ocasión comentó que ese gusto se había iniciado leyendo el almanaque
Brístol, el cual lo había puesto por vez primera en contacto con los
clásicos españoles, despertando su curiosidad por la literatura en
general. Leyó El Quijote a los doce años!.
Fue escritor, historiador, periodista, político, profesor y mucho
más.
Se unió al periódico El Tiempo en 1921 y colaboró con el diario por
el resto de su vida.
Ocupó cargos importantes para su país, habiendo sido representante a
la Cámara, Ministro de Educación en dos ocasiones, enseñó en varias
universidades y fue miembro de las Academias colombianas de la Lengua y
de Historia.
Fue fundador entre otras cosas de: Revista de las Indias, Revista
América, Universidad, Correo de los Andes, La voz de la juventud,
Ediciones Colombia, La Federación de estudiantes de Colombia.
Fue libre en su pensamiento: "No acepto dogmas ni verdades
absolutas".
Amante profundo de América y de Colombia, les dedicó la mayoría de su
creación a esos dos amores, defendiendo de paso siempre la democracia,
la educación y el amor a la libertad. Atacó en sus escritos todas las
dictaduras que tuvo la oportunidad de ver en su casi siglo de
existencia.
En alguna ocasión encontrándose en Alemania, hizo notar cómo en
Colombia los Comuneros en el año 1780 se habían levantado antes que los
patriotas de la Revolución Francesa en 1789.
Escritor incansable, se le deben más de 60 libros. En ellos, el tema
gira además, alrededor de las letras, el arte, la cultura, la política,
los viajes y la biografía. Durante uno de sus períodos como Ministro de
Educación fundó una biblioteca popular con más de 110 títulos de obras
escritas por colombianos.
Fue un crítico de la invasión española al Continente Americano, de
los conquistadores, el sistema colonial y consideró como una de los más
culpables a la Iglesia Católica, mostrando en este campo el gran
contraste con la Iglesia Protestante en los países nórdicos.
Entre sus obras: El estudiante de la mesa redonda, La universidad
colombiana, Memorias de un congresista (quien escribe estas líneas aún
recuerda con placer el haber leído esta obra, sentado en el pupitre del
colegio sin oír las palabras del maestro, absorto en lo interesante del
libro!), Diario de un peatón, América- tierra firme, Los Comuneros,
Jiménez de Quesada, Biografía del Caribe, En el país de los rascacielos
y de las zanahorias, Italia guía para vagabundos, Genio y figura de
Jorge Isaacs, Medio mundo entre un zapato, Antología de León de Greiff,
Simón Bolívar, Bolívar y la revolución, Entre la libertad y el miedo
(fustiga con esta obra las dictaduras sufridas por latino América a lo
largo de la historia).
Habiendo nacido con el siglo XX, su vida se extinguió con él, en la
misma ciudad que lo viera nacer.
APARTES:
Ya estamos en la puerta principal. Todo, en torno a los muelles,
parece dormir. Al fondo, la calle negra, y el túnel de la noche, con
esas luces que sólo se alumbran a sí mismas. Hay algo de terciopelo,
también en el relato de Piero, en donde hasta los ruidos que no existen
se apagan. Por esta puerta acaba de pasar a la vida nueva de nuestro
hemisferio una escasa docena de personajes. Vienen de una nave tan
pequeña que parece que en ella hubiera viajado toda la humanidad en tres
semanas perdidas. Las cosas no ocurren, precisamente, como las hemos
ideado. Debió pensar Piero que atracaríamos en Nueva York a un puerto
ruidoso en donde le fuera imposible oír ni siquiera la voz de su
conciencia. Aquí, a gritos, le ha cantado el corazón!.
De los escombros de Europa arrancan, y vuelan sobre el Atlántico, en
pequeñas bandadas hacia el Nuevo Mundo, los bravos aventureros, los
tipos azarosos, los eternos ilusos, como siempre. Como desde 1492.(En
medio del camino de la vida)
Después de todo, en el proceso de las simpatías, lo racional poco
cuenta. Una de las circunstancias felices que le han abierto en Europa
el camino a Jorge Luis Borges ha sido su fabulosa invención de cosas
irreales. Cuando Borges define el "Aleph", que es su invención, " Una
pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor", nos coloca
delante de un laboratorio como el del Doctor Fausto, montado en Buenos
Aires. "El diámetro del Aleph sería de dos a tres centímetros, pero el
espacio cósmico estaba ahí, sin disminución del tamaño. Cada cosa (la
luna del espejo, digamos) era infinitas cosas." Con estos instrumentos,
Borges va a la conquista de Europa, descubre la Europa mágica
transfigurada en el filtro de América. Quizá todas las magias adquieren
nuevas dimensiones en el Nuevo Mundo. Para algo ha de servirle el ser
nuevo, al menos como simple campo de experimentación. Y no hay que
olvidarlo nunca: en el principio todo es confuso. ( El continente de
siete colores)
En una vitrina están los libros de Linneo, sus obras de medicina y de
botánica, sus cuadernos de apuntes. Lo primero que descubrimos son dos
páginas, en apretada caligrafía, con sus observaciones sobre el café.
Los efectos que tiene sobre el sueño, sus estímulos, virtudes, aroma,
gusto. La curiosidad de Linneo era universal. Partía a veces de una
insaciable sed de conocimientos sobre las manifestaciones más ignoradas
de la vida. Su correspondencia con el sabio Mutis partió de que quería
saber de la vida de las hormigas. Por un camino de hormigas, en
realidad, vinieron a comunicarse Suecia y Colombia en el siglo XVIII.
(Medio mundo entre un zapato).
La tierra seca de los Llanos es pandero en donde el galope de la
caballería resuena como el parche de un tambor monumental. Lo oyes,
desde la tierra que cubre tus huesos, indio Lorenzo Piscal? Así redobla
la libertad de América. Los veinte mil campesinos que iban en busca de
un capitán cuando marchaban sobre Santa Fe hace treinta años, son cien
mil, que por los nortes y sures, por levantes y ponientes, alzan
banderas rojas y cantan su fe. Los negros y los zambos, los mestizos y
los indios, y hasta los criollos blancos de las villas, se dan las
manos. En el mástil dorado del día, la cabeza del José Antonio Galán es
una rosa de luz! (Los comuneros).