Gertrudis Gómez de Avellaneda es considerada como la escritora
latinoamericana más prolífica del siglo XIX. Cultivó todos los géneros
literarios.
Nació en Camagüey, Cuba y fue hija del comandante de la flota naval
española en la Isla y su madre fue cubana. Su primera educación fue
llevada a cabo por tutores privados y produjo su primera obra (un
soneto) a los 9 años de edad y su primer drama a los 15 años.
Sufrió la pérdida de su padre a los 9 años y nunca se logró entender
con su padrastro, enfrascándose en la lectura y la escritura, buscando
de esa manera expresar así sus emociones. Estudió a los autores clásicos
y fue discípula del poeta José María Heredia.
A los 22 años de edad viajó con su familia a Europa radicándose en
Sevilla. A los 25 años de edad conoció a Ignacio Cepeda de quien se
enamoró y sus sentimientos hacia él se reflejan en su creación (sus 53
cartas a Cepeda, escritas durante 15 años, son famosas) La autora no
creyó en el matrimonio sino en el amor y defendió como Santa Juana Inés
de la Cruz la libertad de la mujer, sin embargo se casó dos veces.
Regresó a Cuba con su segundo marido en 1859 y fue recibida en la
Isla con grandes honores.
Los temas de su obra incluyen entre otros a Cuba, España, la
religión, la meditación y el amor. Usó en su creación el seudónimo: "La
peregrina". Su estilo fue neoclásico, romántico y encerró un gran
pesimismo.
La escritora sufrió de diabetes y esta enfermedad le causó finalmente
la muerte a los 59 años de edad en la ciudad de Madrid.
Entre sus obras: Poesía: A la muerte del Licenciado Don Manuel Gómez
de Avellaneda, Poesías, El héroe de Bailén.
Prosa: Sab, Dos mujeres, La baronesa de Joux , Espatolino, Guatimozín
último emperador de Méjico, El aura blanca, El cacique de Turmequé,
Dolores, El artista barquero (muestra influencia de los clásicos
españoles: Lope de Vega, Calderón, Tirso de Molina)
Drama: Leoncia, Munio Alfonso (estudia al rey Alfonso X el Sabio), El
príncipe de Viana, Egilona, Saúl (drama bíblico), Flavio Recaredo, El
donativo del diablo, Errores del corazón, La hija de las flores, La
verdad vence apariencias, La aventurera, La mano de Dios, La hija del
rey René, Simpatía y antipatía, Oráculos de Talia, Baltasar (drama
igualmente bíblico), Los tres amores, El millonario y la maleta. Cartas:
Cartas de amor, Cartas inéditas.
APARTES DE LA OBRA DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA:
A Él.
No existe lazo ya: Todo está roto Plugo le al cielo así: Bendito sea!
Amargo cáliz con placer agoto; Mi alma reposa al fin, nada desea.
Te amé, no te amo ya; piénsolo al menos. Nunca, si fuere error, la
verdad mire! Que tantos años de amarguras llenos Trague el olvido y el
corazón respire.
Lo haz destrozado sin piedad: Mi orgullo, Una vez y otra vez, pisaste
insano. Mas nunca el labio exhalará un murmullo Para acusar tu proceder
tirano.
De graves faltas vengador terrible Dócil llenaste tu misión: lo
ignoras? No era tuyo el poder que irresistible Postró ante ti mis
fuerzas vencedoras.
Quísolo Dios y fue: Gloria a su nombre! Todo se terminó; recobro
aliento. ¡Ángel de las venganzas! Ya eres hombre.
Sabido es que las riquezas de Cuba atraen en todo tiempo innumerables
extranjeros, que con mediana industria y actividad no tardan en
enriquecerse de una manera asombrosa para los indolentes isleños, que
satisfechos con la fertilidad de su suelo, y con la facilidad con que se
vive en un país de abundancia, se adormecen, por decirlo así, bajo un
sol de fuego, y abandonan a la codicia y actividad de los europeos todos
los ramos de agricultura, comercio e industria, con los cuales se
levantan en corto número de años innumerables familias. (Sab)
Oh! Sí, es hermosa! Repetía Martina . Es hermosa el alma de ese pobre
Sab, muy hermosa! Luego quedé sin casa, sin más bienes que mi nieto
enfermo y su perro, no hallé otro asilo que esas cuevas, morada algunas
veces de los negros cimarrones y siempre de los cernícalos y
murciélagos. Allí hubieran acabado miserablemente mis tristes días sin
el ángel protector de mi vida. Sab, el mismo Sab ha levantado para su
vieja madre adoptiva esta choza, en que tengo el honor de recibiros; él
me ha dado todos sus ahorros de muchos años para aliviar mi miseria. (Sab)
Cuando comencé a razonar, me di cuenta que había nacido dentro de una
posición social ventajosa; que mi familia materna pertenecía a uno de
los rangos más altos del país; que mi padre era un caballero y gozaba
del respeto merecido a sus talentos y virtudes y todo el prestigio que
los empleados de cierta clase gozan en una ciudad pequeña en vías de
desarrollo. Nadie, ni los que le precedieron ni aquellos que le
sucedieron, tenía este grado de prestigio en su posición como comandante
de los puertos centrales de la Isla. Por medio de sus distinguidos
talentos, mi padre surgió en su profesión y sabía como adquirir las
conexiones más honoríficas en Cuba y aún en España. (Autobiografía)