Iván Sergeyevich Turguéniev es considerado como uno de los mejores
escritores de la lengua rusa y se distinguió como novelista, dramaturgo
y autor de historias cortas. Junto a Tolstoi y Dostoyevsky forma un
trípode sobre el cual descansa la literatura de su país.
Nació en Orel, Rusia dentro de una familia de propietarios acomodada
y su padre fue un oficial de caballería, en tanto que su madre fue
descrita como despótica hacia sus hijos y sus empleados, habiendo dejado
esto una impresión profunda en el futuro escritor.
Su educación se llevó a cabo con profesores privados inicialmente ( a
los nueve años hablaba varios idiomas entre ellos el francés y el
alemán), y más tarde los completó en las universidades de Moscú, San
Petersburgo y Berlín, habiéndose preparado para la carrera de la
docencia, la cual nunca practicó; estudió igualmente filosofía en
especial a Hegel; durante sus estudios recibió una gran influencia de la
cultura occidental la cual lo acompañó toda su vida.
Sus primeros trabajos fueron poéticos, luego cultivó el drama y
finalmente la prosa en la cual alcanzó su máxima brillantez.
En 1843 el autor se enamoró sin ser correspondido, de la cantante
española de ópera Pauline García de Viardot y a partir de allí la siguió
la mayor parte de su vida.
Turguéniev vivió mucho años en Francia y de él se dijo que "era ruso
cuando en Francia y francés cuando en Rusia".
Su estilo logró mezclar de manera brillante lo social, lo psicológico
y lo descriptivo. Sus obras tienden a contrastar dos posturas
contrarias; su estilo es puro y aún dentro de la prosa es poético y de
gran sensibilidad.
Entre sus obras: Parasha y Andrei ( poemas dramáticos), Una vez en la
aldea, El pensionista, El amigo de la juventud, Una vez en el campo,
Relatos de un cazador (revolucionó la literatura rusa e hizo famoso a su
autor; describe la vida rural de su país desde el punto de vista de un
joven hostil a su propia clase social; el gobierno de su época intentó
aislarlo en la hacienda familiar por lo crítico de su obra), Padres e
hijos (tal vez la más famosa de sus novelas), Humo, Tierras vírgenes
(una de sus últimas obras, muestra pesimismo ante la futilidad de la
existencia), La abandonada, Asia, Rudin, Una nidada de gentilhombres
(análisis del sentimiento amoroso), Reminiscencias literarias, La
víspera, Aguas primaverales (recuerdo de un amor juvenil), Dos hermanos,
Naturaleza muerta, Hamlet y Don Quijote, Historia de un perro, El rey
Lear de la estepa, El incendio en alta mar.
Turguéniev se radicó en 1871 junto al amor de su vida, la cantante
Viardot-García en Bougival, Francia. Sus amores fueron criticados en
Rusia "La cantante no era hermosa, tenía ya nietos, su amor no era
correspondido". Aún así el autor escribió en esos días: "Su ausencia
produce en mí algo parecido al terror del que le falta aire para
respirar. Cuando estoy a su lado, experimento una alegría tan grande,
que ya no tengo necesidad de nada más". Turguéniev murió a los 65 años
de edad en su casa de Bougival.
APARTES DE LA OBRA DE TURGUÉNIEV:
Bah! Bah! Bah! Hele aquí! Exclamó de pronto una voz chillona a su
lado, en tanto que una pesada mano se apoyaba en su hombro. Alzó la
cabeza y reconoció a uno de sus escasos amigos moscovitas, un tal
Bambaef, buen chico, lo que equivale a decir nulo. No era ya joven;
tenía las mejillas y la nariz blandas, como si estuvieran cocidas; su
cabello era grasiento y aparecía revuelto; y su cuerpo tenía apariencia
desmadejada y lacia. Siempre sin un céntimo y siempre entusiasmado con
algo. Rostislaf Bambaef recorría sin objeto, pero no sin ruido, la basta
superficie de nuestra pariente madre común, la tierra. (Humo.)
Tenía entonces dieciséis años. Era el verano de 1833. Vivía yo en
Moscú con mis padres, que habían alquilado una quinta próxima a la
puerta Kalugaschen, frente al jardín Neskutschni. Me preparaba para
ingresar en la Universidad, pero estudiaba poco y sin ningún interés.
Nadie limitaba mi libertad. Hacía cuanto creía conveniente, sobre todo
desde que no me regía mi preceptor, un francés que no había podido aún
conciliarse con la idea de que había caído en Rusia como una bomba y se
pasaba el día tendido en la cama con gesto avinagrado. Mi padre me
trataba amistosamente, mi madre no se fijaba en mi casi nunca, aún
siendo hijo único; otros cuidados la absorbían. (Primer amor).
Querido Fyodor Michaylovich: No necesito decirle la alegría que me
causó su análisis de "Padres e hijos". No se trata de alabar mi vanidad
sino del convencimiento de que no estoy probablemente equivocado y no me
encuentro totalmente en lo erróneo, y que mi trabajo no ha sido en vano.
(carta a Dostoyevsky-1862)
A menudo desde la pequeña aldea no lejana, dos ancianos débiles la
visitan- un esposo y su mujer. Ayudándose uno al otro, se acercan a ella
con pasos difíciles; se acercan a la valla, caen y permanecen sobre sus
rodillas, y sollozan larga y amargamente, suspiran y miran intensamente
la piedra fría bajo la cual su hijo yace; intercambian pocas palabras,
desempolvan la piedra, enderezan una rama de pino y rezan de nuevo, sin
poderse apartar de ese lugar, en el cual parecen estar más cerca de su
hijo, de sus memorias. Puede ser que sus oraciones, sus lágrimas sean
infructuosas? Puede ser que el amor, el amor sagrado y devoto no sea
todo poderoso?. Oh no! A pesar de todo lo apasionado y rebelde del
corazón escondido en la tumba, las flores que crecen sobre él, nos
atisban de manera serena con sus ojos inocentes; ellas nos hablan no
solo de paz eterna, de esa paz de la naturaleza "indiferente"; ellas nos
hablan también de reconciliación eterna y de vida sin final. (Padres e
hijos).