José Ortega y Gasset trató por medio de su obra de sacar a España de su
aislamiento intelectual. Fue un filósofo, ensayista y profesor
sobresaliente.
Nació en Madrid, España y fue hijo de un conocido periodista y
novelista y nieto del fundador del diario El Imparcial.
Estudió inicialmente con los jesuitas en Málaga y más tarde se graduó
en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid a los 21 años de edad.
Completó sus estudios en las Universidades de Berlín, Marburgo y Leipzig.
Entre los filósofos que estudió y que influyeron en su obra: Dilthey y
Husserl.
Fue profesor de Metafísica en Madrid. Se distinguió como un
conferencista brillante y colaboró en diferentes periódicos y revistas,
siendo su última finalidad la de ayudar al progreso de España y
Latinoamérica; buscó europeizar a España. Creó medios de prensa como
España, El Sol y la Revista de Occidente.
Intervino en política y ayudó a organizar la República Española en
1931. Fue gobernador civil de Madrid y diputado. Durante la Guerra Civil
Española se radicó en Argentina y en algunos países europeos.
En 1948 fundó con Julián Marías el Instituto de Humanidades. Su
estilo fue claro y elegante y su prosa fluida; con su creación trató
igualmente de unir el racionalismo y el idealismo con el realismo.
Para Ortega y Gasset la realidad básica del ser humano es la
“realidad radical” El hombre no tiene una naturaleza esencial
inseparable del mundo (yo soy yo y mi circunstancia) y, al no tener
verdades universales que lo dirijan, necesita la razón para que lo guíe
en las decisiones constantes que debe hacer ante un mundo inseguro y de
duda. La razón es pues vital e histórica. Su visión de la sociedad es
avanzada y esto le ganó críticas de la Iglesia de su época y del
gobierno.
Entre sus obras: “Teoría de Andalucía”, “Las Atlántidas”, “Kant,
Velázquez y Goya”, “Meditaciones del Quijote”, “España invertebrada”,
“El tema de nuestro tiempo”, “La deshumanización del arte: ideas de la
novela”, “La idea de principio en Leibniz”, “La rebelión de las masas”
(su obra más famosa, sostiene que solamente un grupo intelectual
superior puede guiar a las masas no intelectuales, a fin de construir y
mantener su sociedad), “Qué es filosofía”, “Historia como sistema”. Hizo
además estudios sobre Miró, Baroja, Proust y Dostoyevski.
Ortega y Gasset murió a los 72 años de edad en Madrid de un cáncer
gástrico.
APARTES DE LA OBRA DE ORTEGA Y GASSET:
Nunca han faltado a la vida humana sus dos dimensiones: cultura y
espontaneidad, pero sólo en Europa han llegado a pura diferenciación,
disociándose hasta el punto de constituir dos polos antagónicos. En la
India o en la China, ni la ciencia ni la moral han logrado nunca
erigirse en poderes independientes de la vida espontánea y ejercer como
tales su imperio sobre ésta. El pensamiento del oriental, más o menos
certero y profundo, no se ha desprendido jamás del sujeto para
conquistar esa clara existencia objetiva que tiene, por ejemplo, una ley
física ante la conciencia del europeo. (El tema de nuestro tiempo)
Se trata, por lo visto, de intentar esclarecer un poco la estructura
del hombre actual. Formulado así, el problema es insoluble, porque el
hombre actual, propiamente hablando, no existe. Y no existe el actual
por la sencillísima razón de que el hombre, así, sin más, no existe, y
el atributo cronológico “actual” no basta, para insuflarle realidad. El
hombre es una abstracción sin duda útil. Las abstracciones son aparatos
mentales que construimos para mirar las cosas que son siempre
concretísimas. (Pasado y porvenir del hombre actual)
Para mí, nobleza es sinónima de vida esforzada, puesta siempre a
superarse a sí misma, a trascender de lo que ya es hacia lo que se
propone como deber y exigencia. De esta manera, la vida noble queda
contrapuesta a la vida vulgar o inerte, que, estáticamente, se recluye a
sí misma, condenada a perpetua inmanencia como una fuerza exterior no la
obligue a salir de sí. De aquí que llamemos masa a este modo de ser
hombre, no tanto porque sea multitudinario, cuanto porque es inerte.
(Ideario etimológico)
Parménides y Heráclito debieron de nacer en torno al año 520 antes de
Cristo. Empiezan, pues, a pensar hacia el año 500. ¿En qué suelo mental
se encontraron? ¿A qué tendencias intelectuales, a qué modos generales
de hacer funcionar el pensamiento sintieron adscritas sus jóvenes
cabezas? ¿En qué otras tendencias contemporáneas suyas vieron el perfil
del adversario? (Origen y epílogo de la filosofía)
Heráclito, en cambio, cita nombres. No se anda con reparos. Pide que
a Homero y a Arquíloco les den de latigazos. Llama ignorante al maestro
Hesíodo porque no sabe ni lo que son noche y día; a Pitágoras le acusa
de farsante y a él, a Hesíodo, a Jenófanes y a Hecateo les echa en cara
que ocultan con un batiburrillo de muchas ideas su ignorancia de lo
único que hay que saber. No deja más títere con cabeza que Tales, del
cual dice: “fue el primer astrónomo” (Origen y epílogo de la filosofía)
Había motivos rebosantes para considerar a Leibniz como el hombre que
en forma más intensa, completa y acendrada simboliza el destino
intelectual de Europa. Mas por lo mismo, como todo destino es
determinado y tiene sus límites o deficiencias, Leibniz simboliza
también los términos y defectos de nuestra cultura. (Del optimismo en
Leibniz)
Los historiadores de los hombres famosos debían procurar dibujarnos a
la mayor precisión posible la figura de su fama mientras vivieron, pues
pocas cosas son tan reveladoras de cómo esos hombres fueron. No se es
famoso así en general y en abstracto. Cada fama tiene su estricto
perfil. Hubiera bastado el nombramiento de Velázquez como pintor del rey
en tan juvenil sazón para hacerle famoso. Y en efecto, aquel triunfo
fulminante tuvo una resonancia estruendosa. (Velázquez)
En torno a mí abre sus hondos flancos el bosque. En mi mano está un
libro: Don Quijote, una selva ideal. He aquí otro caso de profundidad:
la de un libro, la de este libro máximo. Don Quijote es el libro,
escorzo por excelencia. Ha habido una época de la vida española en que
no se quería reconocer la profundidad del Quijote. Esta época queda
recogida en la historia con el nombre de Restauración. Durante ella
llegó el corazón de España a dar el menor número de latidos por minuto.
(Meditaciones del Quijote)
La soberbia es nuestra pasión nacional, nuestro pecado capital. El
hombre español no es avariento como el francés, ni borracho y lerdo como
el anglosajón, ni sensual e histriónico como el italiano. Es soberbio,
infinitamente soberbio. (Viajes y países)
Uno de los fenómenos más característicos de la vida política española
en los últimos veinte años ha sido la aparición de los regionalismos,
nacionalismos, separatismos; Esto es, movimientos de secesión étnica y
territorial. ¿Son muchos los españoles que hayan llegado a hacerse cargo
de cual es la verdadera realidad histórica de tales movimientos? Me temo
que no. (España invertebrada)
La reforma que es grande para un país puede ser minúscula para otro.
Esta diferente evaluación que a una misma reforma atribuiríamos en dos
naciones distintas no sería, sin embargo, caprichosa. Una misma y única
razón nos llevaría a llamar aquí pequeño lo que allí llamamos grande. En
ambos casos medimos el tamaño de la reforma con la misma unidad de
medida. ¿Cuál? Muy sencillo: la cantidad de cosas que en cada país
necesiten ser reformadas. Donde casi todo está bien, una pequeña
modificación sería de gran importancia. Donde casi todo está mal, esa
misma modificación resultará imperceptible. (La redención de las
provincias)
Quiérase o no, la vida humana es constante ocupación con algo futuro.
Desde el instante actual nos ocupamos de lo que sobreviene. Por eso
vivir es siempre, siempre, sin pausa ni descanso, hacer... (La rebelión
de las masas)