Proyecto Salón Hogar
LEOPOLDO LUGONES
(1874-1938) |
Leopoldo Lugones fue una de las mayores figuras de los comienzos del
siglo XX en las letras españolas modernistas. Siendo más joven que
José Martí y Rubén Darío. Fue simultáneamente prosista y poeta.
Nació en Villa María del Río Seco, Córdoba, Argentina. Vivió en el
área rural inicialmente y se dedicó desde muy joven a la literatura.
En 1896 se radicó en Buenos Aires, trabajando en el servicio postal
de su país. Se casó con Juana González, quién lo acompaño el resto
de su vida y lo inspiró en su poesía.
Dedicado a la causa social inicialmente, su amigo Rubén Darío le
anotó: "El tiempo le enseñará a usted muchas cosas, dentro de ellas,
el hecho de que las ideas evolucionan y las ideas cambian". En 1904
nombrado inspector general de educación viajó por toda Argentina y
esto le dio una visión internacional a su pensamiento. En 1917
cambió su posición socialista y se transformó en defensor enérgico
de la democracia tal como lo había predicho Rubén Darío.
En 1924 su posición política se volvió mas conservadora y en su
discurso "Por el bien del mundo" se mostró partidario de apoyar a la
autoridad representada en las fuerzas armadas. Esto levantó
polémicas importantes en la época. Hacia el final de su vida Lugones
tomó por vez primera una posición abiertamente religiosa y aún
cristiana.
Entre sus obras: Las montañas del oro, Historia de Sarmiento, Mi
beligerancia, La torre de Casandra, Romancero, Poemas solariegos, La
patria fuerte, Romances del Río Seco, La guerra gaucha, Las fuerzas
extrañas, Cuentos fatales, La reforma educacional, Didáctica, El
Imperio jesuítico, Prometeo, La industria de Atenas, La grande
Argentina, Los crepúsculos del jardín.
El 18 de febrero de 1938 y cuando trabajaba en una biografía del
héroe militar Julio Roca. Lugones sin explicación se suicidó en el
Tigre cerca a Buenos Aires.
Su poesía se distinguió por lo moderno y político inicialmente y más
tarde se dedicó a lo patriótico. Aparte de Pablo Ingberg sobre la
obra "Las montañas del oro": "La "Introducción" irrumpe en heroicos
alejandrinos (con algunas variantes) y rima consonante pareada (no
fuera que lo creyesen incapaz). Héroe de esta épica: "El poeta es el
astro de su propio destierro.
Él tiene su cabeza junto a Dios, como todos,
pero su carne es fruto de los cósmicos lodos
de la Vida". Su linaje: "Dante alumbra el abismo con su alma";
Whitman: "Y todo cuanto es fuerza, creación, universo,
pesa sobre las vértebras enormes de su verso"; Homero: "Tan de cerca
le ha hablado Dios, que él habla lo mismo". El dilema, herencia del
positivismo: "¡He aquí el nuevo dogma! Dios, lacerante yugo,
es el primer tirano y el primer verdugo.
La libertad le niega, la ciencia le suprime:
la libertad que alumbra, la ciencia que redime.
[...] / Mas ¿con qué vais, entonces, a llenar lo infinito?". Y
entonces: "La fe es una montaña llena de precipicios,
en sus cavernas moran las larvas de los vicios:
[...]
En todas las montañas sólo la cima es pura.
La cima es el esfuerzo visible del abismo
que lucha en las tinieblas por salir de sí mismo.
El alma tiene una: Dios". Al modo whitmaniano, el yo poético se
arroga un yo profético: "Dios ha dicho palabras a la hoja de hierba:
Pueblo del Nuevo Mundo, tú eres la gran reserva
del Porvenir". Y luego: "En medio de aquel trágico horror, yo estaba
solo / entre mi pensamiento y la eternidad", "y decidí ponerme de
parte de los astros"."
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4-1938) |
Leopoldo Lugones fue una de las mayores figuras de los comienzos del
siglo XX en las letras españolas modernistas. Siendo más joven que José
Martí y Rubén Darío. Fue simultáneamente prosista y poeta. Nació en
Villa María del Río Seco, Córdoba, Argentina. Vivió en el área rural
inicialmente y se dedicó desde muy joven a la literatura. En 1896 se
radicó en Buenos Aires, trabajando en el servicio postal de su país. Se
casó con Juana González, quién lo acompaño el resto de su vida y lo
inspiró en su poesía.
Dedicado a la causa social inicialmente, su amigo Rubén Darío le anotó:
"El tiempo le enseñará a usted muchas cosas, dentro de ellas, el hecho
de que las ideas evolucionan y las ideas cambian". En 1904 nombrado
inspector general de educación viajó por toda Argentina y esto le dio
una visión internacional a su pensamiento. En 1917 cambió su posición
socialista y se transformó en defensor enérgico de la democracia tal
como lo había predicho Rubén Darío.
En 1924 su posición política se volvió mas conservadora y en su discurso
"Por el bien del mundo" se mostró partidario de apoyar a la autoridad
representada en las fuerzas armadas. Esto levantó polémicas importantes
en la época. Hacia el final de su vida Lugones tomó por vez primera una
posición abiertamente religiosa y aún cristiana.
Entre sus obras: Las montañas del oro, Historia de Sarmiento, Mi
beligerancia, La torre de Casandra, Romancero, Poemas solariegos, La
patria fuerte, Romances del Río Seco, La guerra gaucha, Las fuerzas
extrañas, Cuentos fatales, La reforma educacional, Didáctica, El Imperio
jesuítico, Prometeo, La industria de Atenas, La grande Argentina, Los
crepúsculos del jardín.
El 18 de febrero de 1938 y cuando trabajaba en una biografía del héroe
militar Julio Roca. Lugones sin explicación se suicidó en el Tigre cerca
a Buenos Aires.
Su poesía se distinguió por lo moderno y político inicialmente y más
tarde se dedicó a lo patriótico. Aparte de Pablo Ingberg sobre la obra
"Las montañas del oro": "La "Introducción" irrumpe en heroicos
alejandrinos (con algunas variantes) y rima consonante pareada (no fuera
que lo creyesen incapaz). Héroe de esta épica: "El poeta es el astro de
su propio destierro.
Él tiene su cabeza junto a Dios, como todos,
pero su carne es fruto de los cósmicos lodos
de la Vida". Su linaje: "Dante alumbra el abismo con su alma"; Whitman:
"Y todo cuanto es fuerza, creación, universo,
pesa sobre las vértebras enormes de su verso"; Homero: "Tan de cerca le
ha hablado Dios, que él habla lo mismo". El dilema, herencia del
positivismo: "¡He aquí el nuevo dogma! Dios, lacerante yugo,
es el primer tirano y el primer verdugo.
La libertad le niega, la ciencia le suprime:
la libertad que alumbra, la ciencia que redime.
[...] / Mas ¿con qué vais, entonces, a llenar lo infinito?". Y entonces:
"La fe es una montaña llena de precipicios,
en sus cavernas moran las larvas de los vicios:
[...]
En todas las montañas sólo la cima es pura.
La cima es el esfuerzo visible del abismo
que lucha en las tinieblas por salir de sí mismo.
El alma tiene una: Dios". Al modo whitmaniano, el yo poético se arroga
un yo profético: "Dios ha dicho palabras a la hoja de hierba:
Pueblo del Nuevo Mundo, tú eres la gran reserva
del Porvenir". Y luego: "En medio de aquel trágico horror, yo estaba
solo / entre mi pensamiento y la eternidad", "y decidí ponerme de parte
de los astros"."
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