Pedro Calderón de la Barca es uno de los gigantes de la lengua española
y sucedió a Lope de Vega como representante del teatro español en el
llamado: Siglo de Oro.
Nacido dentro de una familia distinguida en la ciudad de Madrid,
España, sus antepasados decían haber hospedado a San Francisco de Asís
en su casa de la Barca.
Estudió en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid y en
la Universidad de Salamanca. Hacia los 13 años compuso al parecer su
primer drama: "El carro del cielo" con lo cual empezó a ser conocido,
siendo alabado por Lope de Vega.
Sirvió en el ejército español de manera intermitente durante varios
años, escribiendo poesía y drama el resto del tiempo. Abrazó el estado
sacerdotal en 1651 y desde esa época llevó una vida ejemplar y retirada.
El Rey Felipe IV apoyó al autor pero a su muerte, su hijo, Carlos II no
amó la poesía y le quitó a Calderón de la Barca el respaldo real,
pasando entonces el autor por períodos de dificultad económica y esto en
especial durante sus últimos años.
El escritor continuó componiendo su obra aún dentro de la vida
religiosa a petición de la Corte y de la ciudad de Madrid.
Calderón de la Barca escribió hasta el final de su vida en 1681, ya
que morir se ocupaba de escribir un auto sacramental.
Su obra se puede dividir en: Autos sacramentales, Dramas religiosos,
Dramas filosóficos, Dramas trágicos, Comedias de capa y espada y géneros
inferiores.
Su creación refleja todas las virtudes y los defectos de su siglo. Se
le describe como un poeta idealista-ecléctico; trató de excluir las
bajezas humanas, realzando lo grande y lo generoso de su época. Ha sido
considerado a través de los siglos como un símbolo de España y como su
poeta nacional. Calderón no fue un reformador literario sino que se
ajustó a las reglas existentes y lo caracterizaron su lealtad al rey,
respeto a la Iglesia y la honradez personal.
El llamado "auto sacramental" es una representación dramática en un
acto, la cual gira alrededor del dogma de la Eucaristía y requiere del
conocimiento del Antiguo y del Nuevo Testamentos y de la historia
española. La obra trata de instruir al pueblo sobre principios
religiosos.
El autor compuso 80 autos sacramentales; entre ellos: La cena del Rey
Baltazar, El gran teatro del mundo, Los encantos de la culpa, La viña
del Señor, El día mayor de los días.
Entre los dramas religiosos: El Príncipe constante, El mágico
prodigioso, La devoción de la Cruz, El José de las mujeres, Las cadenas
del demonio, La Virgen del Sagrario.
Entre los dramas filosóficos (tal vez las más conocidas de sus obras
mundialmente) sobresalen: En esta vida todo es verdad y todo es mentira,
Gustos y disgustos no son más que imaginación, Saber del mal y del bien
y La vida es sueño (La más profunda y conocida de todas).
En La vida es sueño, el autor describe al héroe Segismundo con
escepticismo inicial si bien este es transitorio, llegando hacia el
final del drama Segismundo a la purificación de sus pasiones, odios y
tendencias.
Dramas trágicos: Con ellos el escritor desea resaltar el terror y la
compasión en sus espectadores y se distinguen entre estos últimos: El
alcalde de Zalamea (obra muy conocida y representada mundialmente en
muchos idiomas), Amar después de la muerte, A secreto agravio secreta
venganza, El médico de su honra, El pintor de su deshonra.
Finalmente respecto a las llamadas Comedias de capa y espada y
géneros inferiores, estas fueron en realidad comedias de costumbres y
entre ellas: El alcaide de sí mismo, Hombre pobre todo es trizas, El
astrólogo fingido, Dar tiempo al tiempo, Guárdate del agua mansa, El
galán fantasma, Manos blancas no ofenden. Igualmente creo Calderón
dramas históricos: La gran Cenobia, El cisma de Inglaterra, El sitio de
Breda, Las armas de la hermosura, Afectos de amor y odio. Entre sus
"obras de tramoya o espectáculo": El hijo del Sol Faeton, Apolo y
Climene, Los tres mayores prodigios, Ni amor se libra de amar.
Las llamadas: "Zarzuelas de Calderón" por haber sido representadas
por vez primera en el teatro de la Zarzuela de Madrid: El laurel de
Apolo, El golfo de las sirenas, La púrpura de la rosa.
Finalmente sus "Entremeses", desafortunadamente no se conservan de
manera adecuada.
Menéndez y Pelayo describió a Calderón como: "El genuino
representante del siglo XVII español". Respecto a su obra maestra: La
vida es sueño la cual es una obra simbólica, en ella su héroe Segismundo
simboliza la humanidad en sus tres estados morales: inocencia, culpa y
regeneración.
En ella Basilio, rey de Polonia, persuadido por los astrólogos de que
un hijo suyo por nacer, sería un monstruo de crueldad e injusticia, al
nacer Segismundo, lo encierra en una torre aislada. Clotaldo un anciano
lo cuida e instruye.
APARTES:
SEGISMUNDO: ¿Que quizá soñando estoy, aunque despierto me veo? No
sueño, pues toco y creo lo que he sido y lo que soy. Y aunque agora te
arrepientas, poco remedio tendrás; sé quién soy, y no podrás aunque
suspires y sientas, quitarme el haber nacido de esta corona heredero; y
si me viste primero a las prisiones rendido, fue porque ignoré quién
era; pero ya informado estoy de quién soy y sé que soy un compuesto de
hombre y fiera.
SEGISMUNDO: Nada me ha suspendido, que todo lo tenía prevenido; mas,
si admirar hubiera algo en el mundo, la hermosura fuera de la mujer.
Leía una vez en los libros que tenía que lo que a Dios mayor estudio
debe, era el hombre, por ser un mundo breve; mas ya que lo es recelo la
mujer, pues ha sido un breve cielo; y más beldad encierra que el hombre,
cuanto va de cielo a tierra. ¡Y más di es la que miro! . (La vida es
sueño).
MENCIA: Ya se fueron, ya he quedado
sola. ¡Oh quién pudiera, ah cielos,
con licencia de su honor
hacer aquí sentimientos!
¡Oh quién pudiera dar voces,
y romper con el silencio
cárceles de nieve, donde
está aprisionado el fuego,
que ya, resuelto en cenizas,
es ruina que está diciendo:
" Aquí fue amor"! Mas ¿qué digo?
¿Qué es esto, cielos, qué es esto?
Yo soy quien soy. Vuelva el aire
los repetidos acentos
que llevó; porque aun perdidos,
no es bien que publiquen ellos
lo que yo debo callar,
porque ya, con más acuerdo,
ni para sentir soy mía;
y solamente me huelgo
de tener hoy que sentir,
por tener en mis deseos
que vencer; pues no hay virtud
sin experiencia. Perfecto
está el oro en el crisol,
el imán en el acero,
el diamante en el diamante,
los metales en el fuego;
y así mi honor en sí mismo
se acrisola, cuando llego
a vencerme, pues no fuera
sin experiencias perfecto.
¡Piedad, divinos cielos!
¡Viva callando, pues callando muero!
¡Enrique! ¡Señor!
(El médico de su honra).
( EL HOMBRE va dejando caer algunas flores del ramillete, mientras
oye a LA CULPA.)
Y sobre todo tendrás
los regalos de mi pecho,
las caricias de mis brazos,
los halagos de mi afecto,
las finezas de mi amor,
la verdad de mi deseo,
la atención de mi albedrío,
de mi vida el rendimiento;
y, finalmente, delicias,
gustos, regalos, contentos,
placeres, dichas, favores,
músicas, bailes y juegos.
HOMBRE No sé qué he de responder,
porque, divertido oyendo
la retórica suave
de su voz, fui deshaciendo
el ramo de las virtudes
que desperdiciadas veo
y ajadas entre mis manos;
pero ¿qué mucho si advierto
que para que ella me hablase
aparté mi Entendimiento?
Sin él hablaré. Gallarda
Circe, a tus voces atento,
de mí me olvido; ya sólo
de tu hermosura me acuerdo.
A tus palacios me guía,
porque ser tu huésped quiero
desde hoy, estimando humilde
tan corteses cumplimientos.
(Los encantos de la culpa).