Rufino José Cuervo es considerado como el más grande filólogo de la
lengua española durante la segunda mitad del siglo XIX.
Nació en Bogotá, Colombia dentro de una familia acomodada de clase
media siendo el último hijo del doctor Rufino Cuervo y de doña María
Francisca Urisarri. Su educación inicial la recibió directamente de su
padre especialmente en lo relacionado a la gramática y la geografía; su
padre al emprender un viaje largo, dejó instrucciones sobre la educación
de sus hijos en caso de su muerte; debían aprender: "Los principios de
moral y de religión, la gramática castellana, la aritmética, el dibujo
lineal y una buena escritura; cuida después, de que aprendan algún arte
u oficio, sea cual fuese, con tal de que tengan una ocupación honesta
con qué subsistir. No tengo la vana pretensión de que mis hijos ocupen
puestos elevados en la sociedad, ni tampoco quiero que sigan por las
carreras de la medicina o del foro, como lo están haciendo casi todos
nuestros jóvenes. La patria no necesita de muchos médicos y abogados
sino de ciudadanos laboriosos que cultiven los campos, mejoren las
industrias y transporten nuestros frutos a los mercados extranjeros".
El futuro filólogo fue en gran parte autodidacta y perdió a su padre
cuando contaba con sólo nueve años de edad. Manifestó interés por la
gramática desde temprano pero en el campo práctico manejó en compañía de
su hermano Ángel, la primera fábrica de cerveza en Colombia, habiendo
sido criticado por ello por algunas personas de su época.
Su amigo Miguel Antonio Caro lo describió así: "Rufino José Cuervo es
de regular estatura, bien proporcionados miembros, varonil y agradable
aspecto, muy semejante a su padre. Muy cortés y complaciente, aunque
algo encogido en sus maneras, y nada amigo de reuniones, huye de la
ostentación y gózase en atender y servir a sus amigos".
Vivió en París, Francia por muchos años y allí continuó sus estudios
gramaticales y sus lecturas.
El filólogo luchó por conservar la unidad de la lengua española y
manifestó con frecuencia el temor de la decadencia de la lengua en el
futuro debido al manejo inculto de la misma por personas faltas de
educación. Al encontrar la obra de Andrés Bello, se dedicó a estudiarla
y comentarla, estudiando a fondo la mecánica lingüística del castellano.
El clima en París con sus crudos inviernos le causó dificultades y en
comentarios a un amigo le escribió a este respecto: "Esto de las
estaciones tendrá toda la poesía ideal que se quiera; pero en la
realidad sólo pueden aguantarlo los que no conocen nuestro clima. Creo
que a lo más unos dos meses puede uno vivir en el año sin pensar en el
tiempo: fuera de eso, o el calor lo echa a uno a la calle o al campo, o
el frío apenas da lugar para pensar en envolverse y atizar el fuego. Por
eso aquí la gente se preocupa tanto con el tiempo".
Su amor a los libros se transparenta en este comentario: "Apenas me
creerá Ud. que no tengo el Lope, y a este propósito haré a Ud. una
confesión: me causa miedo, casi digo horror, adquirir libros nuevos,
pues vivo tan atareado, que comprar uno es como comprar una desilusión:
lo recibo con gran gusto, y después de buscarle puesto en la apretura de
estos cuartitos parisienses, se queda ahí como el cadáver en su nicho,
porque no puedo volver a tocarlo. ¿No es ésta una calamidad?". Con
respecto a crear poesía, dijo alguna vez: ¿"Y qué tal si me diera por
hacer poesía?"
En París adelantó la mayoría de su trabajo gramatical y sobre su obra
escribió este comentario: "Mis trabajos van despacio; quizá pronto
empiece a imprimir un tomo. Cualquier cosa formal que resuelva se la
comunicaré. Tengo más de cuatro miedos: v. gr. miedo de que no sea
bueno; -miedo de que, no siendo malo, cueste mucho la impresión; -miedo
de que, no siendo malo, no sea obra de consumo, y por lo mismo no se
venda, etc., etc. Por eso decía a Ud. que ensayaré con un tomo: si tiene
aceptación, se sigue; si no, la pérdida no es mucha".
Su hermano Ángel lo acompañó en París por tiempo largo y al morir, el
filólogo en su dolor comentó en una carta:"No puedo pintar a Ud. la
soledad y el vacío que me ha dejado la separación de mi incomparable
hermano. Su abnegación y generosidad, sus costumbres ingenuas y
sencillas, y todas las virtudes cristianas y sociales, eran mi encanto y
mi admiración. Vivimos siempre unidos en la desgracia y en la
prosperidad, y siento que ha muerto la mejor parte de mí. Dios le habrá
acogido en el seno de su misericordia, y espero nos veamos en la
resurrección"
Cuervo fue por naturaleza solitario, pero manifestó toda su vida
compasión por los necesitados. Tenía repugnancia a ocupar cargos
públicos y en general los rechazó; solamente dos meses antes de su
muerte, solicitó un empleo sin salario en la embajada colombiana en
París a fin de lograr inmunidad testamentaria y evitar con ella
"defraudar a los pobres de Bogotá" a quienes dejó sus bienes.
Entre las obras de Rufino José Cuervo: "Diccionario de construcción y
régimen de la lengua castellana" (dos volúmenes A y B, escritos en 1882,
su continuación quedó a cargo del Instituto Caro y Cuervo),
"Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano" (sirvió de modelo
para otros tratados de lengua española), "Disquisiciones sobre la
antigua pronunciación y ortografía castellana" (describe las bases de la
fonética histórica del español), "Notas a la gramática de Bello", "El
castellano en América", "Gramática de la lengua latina" (obra realizada
en colaboración con Miguel Antonio Caro.
Rufino José Cuervo murió en París a los 67 años de edad.
APARTES DE LA OBRA DE CUERVO:
O CLEMENS O PIA
Anhelando el alma mía
Un don poderte ofrendar
Pide Voz a Poesía,
Mas siente que desvaría
Si intenta el himno entonar.
Que ya no place al oído
Ni la fuente sonorosa
Ni de la selva el ruido,
Ni en el pecho endurecido
Tiene eco natura hermosa
Mas, qué fueran sus acentos
Entre el espléndido coro
Que en melodiosos concentos
Pregonando tus portentos
El plectro mueve de oro?...
Alma mía! El vuelo abate
Y humilla tu presunción,
Deja que otro ardiente vate
Su beldad cantando acate,
Pues tus versos rudos son.
Confundido su deseo,
El alma en sí se concentra;
Y tras aquel devaneo
De la virtud el arreo
Para ti juzga que encuentra.
Pobrecita! No comprende
Que es agostado jardín.
Marchito el lirio se tiende,
Ni rosa ni vida prende;
A luego dio a todo fin.
De tanta ruina en presencia
Se deshace al recordar
Los días de su inocencia,
Cuando hablaba a tu clemencia
Pudiendo al cielo mirar...
Ah ni cánticos ni flores
Puede darte, tú lo vez;
Digan otros tus loores,
Que ella en medio a sus dolores
Lágrimas vierte a tus pies.
Habiendo llegado a mis manos varias reimpresiones chilenas de la
última edición de la "Gramática" de D. Andrés Bello, que contiene
notables variaciones y es generalmente desconocida entre nosotros,
propuse a los señores Echeverría Hermanos hiciesen una reproducción de
ella, agregándole algunas notas mías y un índice alfabético que yo
también trabajaría. Aceptaron la oferta y a poco (en 1874) se dio
principio a la edición, que es la misma que ahora sale a luz (1881) por
segunda vez, más esmerada y con mayor número de notas.
(Introducción-Notas a la gramática de la lengua castellana)
La diferencia de conjugación en aterrar, según que se use en sentido
material o inmaterial, es cosa moderna, pues para nosotros mayores en
ambos casos significaba echar por tierra, abatir, propia y
figuradamente, y decían siempre atierro, atierra. De la "Gramática" de
la Academia (edición de 1854, 1858) tomó sin duda Bello una diferencia
semejante para acordar; pero la misma Academia ha suprimido
posteriormente esta advertencia, y con mucha razón, pues la aplicación
que se hace de este verbo a los instrumentos de música es secundaria, y
de ellos como de las personas, se ha dicho y se dice siempre que están
acordes y que acuerdan o se acuerdan. La Academia no menciona la
deferencia que hace nuestro autor en follar, afollar, según salen de
fuelle o de hoja. (Notas a la gramática de Bello)
Señor Luis Lleras. París, 5 de agosto de 1862. Mi querido amigo y
compadre:
Su carta del 16 de junio me ha dado un positivo gusto pues me acaba
de convencer de que usted es en todo, más formal que yo. Espero
aprovecharme del ejemplo. Hemos tenido un buen viaje y sobre todo
agradable por los buenos compañeros. Los Manriques son jóvenes
excelentes, hemos hecho muy buena miga, y cada día lamentamos que por
las exigencias de sus estudios hayan tenido que separarse de nosotros;
pues ha de saber que después de llegados a París seguimos viviendo
juntos unos días. Ahora nos vemos con frecuencia y charlamos largo y
sabroso. Evangelista ha tomado los estudios con un calor sin igual; no
crea usted que nadie lo reduce a ir a un teatro u otra distracción.
Dicho se está que con frecuencia hacemos afectuosa memoria de usted.
El Señor Triana ha estado muy fino con nosotros. La Señorita ya está
mejor, pero el mal fue muy grave; ahora están en el campo; en volviendo
frecuentaremos tan gratas relaciones.
No sabe usted, cuan agradable me es el recuerdo del día de San Luis,
y más que todo saber que en ese día, el olvido no ha llenado mi lugar en
su casa. Quiera Dios que este nuevo año sea de salud y pesetas. Mucho se
inquieta uno con las noticias de allá. Ayer nos han dicho que usted está
otra vez de guarda parque; me alegro por la tierra; por usted, no sé,
porque no puedo calcular si le cause el destino muchos desagrados.
Las noticias que usted me da de la fábrica no entran en la clase de
chismes, como usted dice graciosamente sino del afectuoso interés que
usted toma por nuestras cosas, y en este concepto los agradecemos y
estimamos en lo que valen.
A ojo, pues no tengo ni un diccionario a la mano, le digo que
indicador me suena bien para denotar cualquier instrumento que indique.
Diagrama, es voz bastante usada, aunque naturalmente, yo no la conozco
en el uso técnico que usted apunta. Una vez que es voz ya usada en tal
sentido, no me parece objetable. Si luego me ocurriere algo sobre el
particular, se lo comunicaré.
Cuénteme como van los niños, en especial mi ahijado. No me recuerde
lo del violín, pues era una pesadilla para mí; estaba en el caso del que
vendía la suegra. Goza mi comadre y toda la familia de buena salud? No
deje de darme noticia de cosa que les toque a ustedes pues todas me
interesan. Ángel saluda a ustedes muy cariñosamente y se complace en no
verse olvidado de tan buenos amigos. Yo soy siempre su amigo y compadre
que lo quiere de veras. (Carta a su amigo el ingeniero y profesor Luis
María Lleras)