El Libro de
Eclesiastés
Búsqueda del sentido de la vida
1 Las palabras del
Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén: 2 "Vanidad de
vanidades", dijo el Predicador; "vanidad de vanidades, todo es vanidad."
3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su duro
trabajo con que se afana debajo del sol? 4 Generación va, y
generación viene; pero la tierra siempre permanece. 5 El sol
sale, y el sol se pone. Vuelve a su lugar y de allí sale de nuevo.
6 El viento sopla hacia el sur y gira hacia el norte; va girando
de continuo, y de nuevo vuelve el viento a sus giros. 7 Todos
los ríos van al mar, pero el mar no se llena. Al lugar adonde los ríos
corren, allí vuelven a correr. 8 Todas las cosas son
fatigosas, y nadie es capaz de explicarlas. El ojo no se harta de ver,
ni el oído se sacia de oír. 9 Lo que fue, eso será; y lo que
ha sido hecho, eso se hará. Nada hay nuevo debajo del sol. 10
¿Hay algo de lo que se pueda decir: "Mira, esto es nuevo"? Ya sucedió en
las edades que nos han precedido. 11 No hay memoria de lo
primero, ni tampoco de lo que será postrero. No habrá memoria de ello
entre los que serán después.
12 Yo, el Predicador, fui rey de Israel en
Jerusalén. 13 Y dediqué mi corazón a investigar y a explorar
con sabiduría todo lo que se hace debajo del cielo. Es una penosa tarea
que Dios ha dado a los hijos del hombre, para que se ocupen en ella.
14 He observado todas las obras que se hacen debajo del sol,
y he aquí que todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. 15
Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no se puede
completar.
16 Yo hablé con mi corazón diciendo: "He aquí que
yo me he engrandecido y he aumentado mi sabiduría más que todos los que
fueron antes de mí en Jerusalén, y mi corazón ha percibido mucha
sabiduría y conocimiento." 17 Dediqué mi corazón a conocer la
sabiduría y el conocimiento, la locura y la necedad. Pero he entendido
que aun esto es conflicto de espíritu. 18 Porque en la mucha
sabiduría hay mucha frustración, y quien añade conocimiento añade dolor.
Vanidad del placer
2 Yo dije en mi corazón:
"¡Ven, pues; te probaré con el placer, y verás lo bueno!" Pero he aquí
que esto también era vanidad. 2 A la risa dije: "¡Eres
locura!"; y al placer: "¿De qué sirve esto?"
3 Propuse en mi corazón agasajar mi cuerpo con
vino y echar mano de la necedad -mientras mi corazón siguiera
conduciéndose en sabiduría-, hasta ver en qué consiste el bien para los
hijos del hombre, en el cual se han de ocupar debajo del sol, durante
los contados días de su vida.
4 Engrandecí mis obras, me edifiqué casas, planté
viñas, 5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos toda
clase de árboles frutales. 6 Me hice estanques de aguas para
regar con ellas un bosque donde crecieran los árboles. 7
Adquirí siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa. También tuve
mucho ganado, vacas y ovejas, más que todos los que fueron antes de mí
en Jerusalén. 8 Acumulé también plata y oro para mí, y
tesoros preciados de reyes y de provincias. Me proveí de cantantes,
tanto hombres como mujeres; de los placeres de los hijos del hombre, y
de mujer tras mujer. 9 Me engrandecí y acumulé más que todos
los que fueron antes de mí en Jerusalén, y en todo esto mi sabiduría
permaneció conmigo. 10 No negué a mis ojos ninguna cosa que
desearan, ni rehusé a mi corazón placer alguno; porque mi corazón se
alegraba de todo mi duro trabajo. Esta fue mi parte de todo mi duro
trabajo.
11 Luego yo consideré todas las cosas que mis
manos habían hecho y el duro trabajo con que me había afanado en
hacerlas, y he aquí que todo era vanidad y aflicción de espíritu. No
había provecho alguno debajo del sol.
Vanidad del afán humano
12 Después yo volví a considerar la sabiduría, la locura y la
necedad. Pues, ¿qué añadirá el hombre que suceda al rey, a lo que éste
ya hizo? 13 Yo vi que la sabiduría tiene ventaja sobre la
necedad, como la ventaja que la luz tiene sobre las tinieblas. 14
El sabio tiene sus ojos en su cabeza, pero el necio anda en
tinieblas. También yo entendí que lo mismo acontecerá a todos ellos.
15 Entonces dije en mi corazón: "Lo mismo que le
acontecerá al necio me acontecerá también a mí. ¿Para qué, pues, me he
hecho más sabio?" Y dije en mi corazón que también esto era vanidad.
16 Porque ni del sabio ni del necio habrá perpetua memoria,
puesto que en los días venideros ya habrá sido olvidado todo. ¡Y cómo
muere el sabio junto con el necio! 17 Entonces aborrecí la
vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; pues
todo es vanidad y aflicción de espíritu. 18 Asimismo,
aborrecí todo el duro trabajo con que me había afanado debajo del sol,
el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. 19
¿Y quién sabe si él será sabio o necio? Sin embargo, se enseñoreará de
todo el duro trabajo con que me he afanado para hacerme sabio debajo del
sol. También esto es vanidad.
20 Por tanto, volví a desesperarme con respecto a
todo el duro trabajo con que me había afanado debajo del sol. 21
Porque se da el caso del hombre que habiéndose afanado con
sabiduría, con conocimiento y con talento, deja sus bienes a otro hombre
que jamás se afanó en ello. También esto es vanidad y un mal grande.
22 Porque, ¿qué logra el hombre de todo su duro trabajo y del
conflicto de corazón con que se afana debajo del sol? 23
Porque todos sus días no son sino dolores; y su tarea, frustración. Ni
aun de noche reposa su corazón. Esto también es vanidad.
24 No hay, pues, mejor cosa para el hombre que
comer y beber, y hacer que su alma vea lo bueno de su trabajo. Yo he
visto que esto también proviene de la mano de Dios. 25 Pues,
¿quién comerá y se regocijará separado de él? 26 Porque al
hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, conocimiento y alegría; pero
al pecador le da la tarea de acumular y amontonar, para que lo deje al
que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Un tiempo para todo
3 Todo tiene su tiempo, y
todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:
2 Tiempo de nacer y tiempo de morir;
tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;
3 tiempo de matar y tiempo de sanar;
tiempo de destruir y tiempo de construir;
4 tiempo de llorar y tiempo de reír;
tiempo de estar de duelo y tiempo de bailar;
5 tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntar
piedras;
tiempo de abrazar y tiempo de dejar de abrazar;
6 tiempo de buscar y tiempo de perder;
tiempo de guardar y tiempo de arrojar;
7 tiempo de romper y tiempo de coser;
tiempo de callar y tiempo de hablar;
8 tiempo de amar y tiempo de aborrecer;
tiempo de guerra y tiempo de paz.
9 ¿Qué provecho saca el que hace algo, de aquello
en que se afana? 10 He considerado la tarea que Dios ha dado
a los hijos del hombre, para que se ocupen en ella. 11 Todo
lo hizo hermoso en su tiempo; también ha puesto eternidad en el corazón
de ellos, de modo que el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios
ha hecho desde el principio hasta el fin.
12 Yo sé que no hay cosa mejor para el hombre que
alegrarse y pasarlo bien en su vida. 13 Y también, que es un
don de Dios que todo hombre coma y beba y goce del fruto de todo su duro
trabajo. 14 Sé que todo lo que Dios hace permanecerá para
siempre. Sobre ello no hay que añadir, ni de ello hay que disminuir. Así
lo ha hecho Dios, para que los hombres teman delante de él. 15
Aquello que fue ya es, y lo que ha de ser ya fue. Dios recupera lo
que ya pasó.
Las injusticias de la vida
16 Además, he visto debajo del sol que en el lugar del
derecho allí está la impiedad, y que en el lugar de la justicia allí
está la impiedad. 17 Y yo dije en mi corazón: "Tanto al justo
como al impío los juzgará Dios, porque hay un tiempo para todo lo que se
quiere y para todo lo que se hace."
18 Yo dije en mi corazón, con respecto a los hijos
del hombre, que Dios los ha probado para que vean que ellos de por sí
son animales. 19 Porque lo que ocurre con los hijos del
hombre y lo que ocurre con los animales es lo mismo: Como es la muerte
de éstos, así es la muerte de aquéllos. Todos tienen un mismo aliento;
el hombre no tiene ventaja sobre los animales, porque todo es vanidad.
20 Todo va al mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo
volverá al mismo polvo. 21 ¿Quién sabe si el espíritu del
hombre sube arriba, y si el espíritu del animal desciende abajo a la
tierra?
22 Así que he visto que no hay cosa mejor para el
hombre que alegrarse en sus obras, porque ésa es su porción. Pues,
¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?
4 Yo me volví y
vi todos los actos de opresión que se cometen debajo del sol: He allí
las lágrimas de los oprimidos, que no tienen quien los consuele. El
poder está de parte de sus opresores, y no tienen quien los consuele.
2 Entonces yo elogié a los difuntos, los que ya habían
muerto, más que a los vivos, los que hasta ahora viven. 3
Pero consideré que mejor que ambos es el que aún no ha nacido, que no ha
visto las malas obras que se hacen debajo del sol.
4 Asimismo, yo he visto que todo trabajo y toda
obra excelente son resultado de la rivalidad del hombre contra su
prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
5 El necio se cruza de brazos y come su misma
carne.
Ventajas de una vida sabia
6 Mejor es una mano llena de sosiego que ambos puños llenos
de duro trabajo y de aflicción de espíritu. 7 Otra vez me
volví y vi esta vanidad debajo del sol: 8 Se da el caso de un
hombre solo y sin sucesor, que no tiene ni hijo ni hermano; pero no cesa
de todo su duro trabajo, ni sus ojos se sacian de riquezas, ni se
pregunta: "¿Para quién me afano yo, privando a mi alma del bienestar?"
También esto es vanidad y penosa tarea.
9 Mejor dos que uno solo, pues tienen mejor
recompensa por su trabajo. 10 Porque si caen, el uno
levantará a su compañero. Pero, ¡ay del que cae cuando no hay otro que
lo levante! 11 También si dos duermen juntos, se abrigarán
mutuamente. Pero, ¿cómo se abrigará uno solo? 12 Y si uno es
atacado por alguien, si son dos, prevalecerán contra él. Y un cordel
triple no se rompe tan pronto.
13 Mejor es un muchacho pobre y sabio que un rey
viejo e insensato que ya no sabe ser precavido; 14 aunque
aquél para reinar haya salido de la cárcel, o aunque en su reino haya
nacido pobre. 15 Vi a todos los vivientes debajo del sol
caminando con el muchacho sucesor que estará en lugar del otro. 16
Era sin fin todo el pueblo que estaba delante de él. Sin embargo,
los que vengan después tampoco estarán contentos con él. También esto es
vanidad y conflicto de espíritu.
El comportamiento ante Dios
5 1 Cuando vayas
a la casa de Dios, guarda tu pie. Acércate más para oír que para ofrecer
el sacrificio de los necios, que no saben que hacen mal.
2 No te precipites con tu boca, ni se apresure tu
corazón a proferir palabra delante de Dios. Porque Dios está en el
cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. 3
Pues de la mucha preocupación viene el soñar; y de las muchas
palabras, el dicho del necio.
4 Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en
cumplirlo; porque él no se complace en los necios. Cumple lo que
prometes. 5 Mejor es que no prometas, a que prometas y no
cumplas. 6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas
delante del mensajero que fue un error. ¿Por qué habrá de airarse Dios a
causa de tu voz y destruir la obra de tus manos? 7 Porque
cuando hay muchos sueños, también hay vanidades y muchas palabras. Pero
tú, teme a Dios.
Paradojas de la vida
8 Si observas en una provincia la opresión de los pobres y la
privación del derecho y la justicia, no te asombres por ello. Porque al
alto lo vigila uno más alto, y hay alguien aun más alto que ellos.
9 Pero en todo es provechoso para un país que el rey esté al
servicio del campo.
10 El que ama el dinero no quedará satisfecho con
dinero, y el que ama las riquezas no tendrá beneficio. También esto es
vanidad.
11 Cuando los bienes aumentan, también aumentan
los que los consumen. ¿Qué provecho, pues, tendrán sus dueños aparte de
verlos con sus ojos?
12 Dulce es el sueño del trabajador, haya comido
poco o haya comido mucho; pero al rico no le deja dormir la abundancia.
13 Hay un grave mal que he visto debajo del sol:
las riquezas guardadas por su dueño, para su propio mal; 14 o
aquellas riquezas que se pierden en un mal negocio. Y al engendrar un
hijo, nada le queda en la mano. 15 Como salió del vientre de
su madre, desnudo, así volverá; tal como vino, se irá. Nada de su duro
trabajo llevará en su mano cuando se vaya. 16 Este también es
un grave mal: que de la misma manera que vino, así vuelva. ¿Y de qué le
aprovecha afanarse para el viento? 17 Además, consume todos
los días de su vida en tinieblas, con mucha frustración, enfermedad y
resentimiento.
18 He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo
agradable es comer y beber, y tomar satisfacción en todo el duro trabajo
con que se afana debajo del sol, durante los contados días de la vida
que Dios le ha dado; porque ésta es su porción. 19 Asimismo,
el que Dios le dé a un hombre riquezas y posesiones, permitiéndole
también comer de ellas, tomar su porción y gozarse de su duro trabajo,
esto es un don de Dios. 20 Ciertamente no se acordará mucho
de los días de su vida, ya que Dios lo mantiene ocupado con la alegría
de su corazón.
6 Hay un mal que
he visto debajo del sol y que es muy gravoso sobre el hombre. 2
Se da el caso de un hombre a quien Dios ha dado riquezas,
posesiones y honra, y nada le falta de todo lo que desea. Pero Dios no
le ha permitido comer de ello; más bien, los extraños se lo comen. Esto
es vanidad y penosa enfermedad.
3 Si un hombre engendra cien hijos y vive muchos
años, de modo que los días de sus años son numerosos, pero su alma no se
sacia de sus bienes y ni aun recibe sepultura, digo yo que un abortivo
es mejor que él. 4 Porque vino en vano y a las tinieblas se
fue, y su nombre quedará cubierto con tinieblas. 5 Aunque no
vio el sol ni nada conoció, más sosiego tiene éste que aquél. 6
Aunque aquél viva mil años dos veces, sin gozar del bien, ¿no van
todos a un mismo lugar?
7 Todo el duro trabajo del hombre es para su boca;
y con todo eso, su alma no se sacia. 8 ¿Qué ventaja tiene el
sabio sobre el necio? ¿Qué gana el pobre que sabe conducirse ante los
demás seres vivientes?
Lo que es mejor para el hombre
9 Mejor es lo que los ojos ven que el divagar del deseo. Sin
embargo, esto también es vanidad y aflicción de espíritu. 10
El que existe ya ha recibido un nombre, y se sabe que es sólo hombre y
que no puede contender con quien es más fuerte que él. 11
Cuando hay muchas palabras, éstas aumentan la vanidad. ¿Qué ventaja,
pues, tiene el hombre? 12 Porque, ¿quién sabe lo que es mejor
para el hombre durante los contados días de su vana vida, los cuales él
pasa como sombra? ¿Quién, pues, declarará al hombre qué habrá después de
él debajo del sol?
7 Mejor es el
buen nombre que el perfume fino, y el día de la muerte que el día del
nacimiento.
2 Mejor es ir a la casa de duelo que a la casa del
banquete. Porque eso es el fin de todos los hombres, y el que vive lo
tomará en serio.
3 Mejor es el pesar que la risa, porque con la
tristeza del rostro se enmienda el corazón. 4 El corazón de
los sabios está en la casa del duelo, pero el corazón de los necios está
en la casa del placer.
5 Mejor es oír la reprensión del sabio que oír la
canción de los necios. 6 Porque la risa del necio es como el
crepitar de las espinas debajo de la olla. Esto también es vanidad.
7 Ciertamente la opresión entontece al sabio, y el soborno
corrompe el corazón.
8 Mejor es el fin del asunto que el comienzo.
Mejor es el de espíritu paciente que el de espíritu altivo.
9 No te apresures en tu corazón a enojarte, porque el enojo
reposa en el seno de los necios. 10 No digas: "¿A qué se
deberá que los tiempos pasados fueron mejores que éstos?" Pues no es la
sabiduría la que te hace preguntar sobre esto.
11 Mejor es la sabiduría con posesiones, y es una
ventaja para los que ven el sol. 12 Porque la protección de
la sabiduría es como la protección del dinero, pero la ventaja de
conocer la sabiduría es que da vida a los que la poseen.
La mesura y la prudencia
13 Considera la obra de Dios. Porque, ¿quién podrá enderezar
lo que él ha torcido? 14 En el día del bien, goza del bien; y
en el día del mal, considera que Dios hizo tanto lo uno como lo otro, de
modo que el hombre no puede descubrir nada de lo que sucederá después de
él.
15 Todo esto he observado en los días de mi
vanidad. Hay justos que perecen en su justicia, y hay pecadores que en
su maldad alargan sus días. 16 No seas demasiado justo, ni
seas sabio en exceso. ¿Por qué habrás de destruirte? 17 No
seas demasiado malo, ni seas insensato. ¿Por qué morirás antes de tu
tiempo? 18 Bueno es que te prendas de esto y que tampoco
apartes tu mano de lo otro, porque el que teme a Dios saldrá bien en
todo.
19 La sabiduría ayudará al sabio más que diez
gobernantes que haya en la ciudad.
20 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra
que haga lo bueno y no peque.
21 No prestes atención a todas las cosas que se
dicen, no sea que oigas a tu siervo que habla mal de ti. 22
Pues tu corazón sabe que muchas veces tú también has hablado mal de
otros.
Afanosa búsqueda de la sabiduría
23 Todas estas cosas he probado con la sabiduría, y dije: "Me
he de hacer sabio." Pero ella estaba lejos de mí. 24 Lo que
está lejos y muy profundo, ¿quién lo podrá hallar? 25 Pero yo
volví en mi corazón a conocer, a explorar y a buscar la sabiduría y la
razón, para conocer lo malo de la necedad y la insensatez de la locura.
26 Y yo he hallado más amarga que la muerte a la mujer que es
una trampa, cuyo corazón es una red y cuyas manos son ataduras. El que
agrada a Dios escapará de ella, pero el pecador quedará atrapado por
ella.
27 "Mira", dice el Predicador, "habiendo
considerado las cosas una por una, para dar con la razón, he hallado
esto 28 -mi alma aún busca pero no halla-: Un hombre he
hallado entre mil, pero una mujer no he hallado entre todos éstos.
29 Mira, he hallado sólo esto: que Dios hizo al hombre recto, pero
los hombres se han buscado muchas otras razones."
8 ¿Quién como el
sabio? ¿Quién conoce la interpretación de las cosas? La sabiduría del
hombre iluminará su rostro y transformará la dureza de su semblante.
La autoridad y la justicia
2 Guarda el mandato del rey, digo yo; y a causa del juramento
hecho a Dios, 3 no te apresures a irte de su presencia, ni te
detengas en cosa mala, porque él hará todo lo que le plazca. 4
Ya que la palabra del rey tiene poder, ¿quién le preguntará lo que
hace? 5 El que guarda el mandamiento no conocerá el mal. El
corazón del sabio conoce el tiempo y el proceder. 6 Pues para
todo deseo hay un tiempo y un proceder, aunque grande es el mal que le
sobreviene al hombre. 7 Porque éste no sabe qué ha de
suceder; pues lo que ha de ser, ¿quién se lo declarará? 8 No
hay hombre que tenga poder sobre el hálito de vida, como para retenerlo,
ni hay poder sobre el día de la muerte. No hay tregua en semejante
guerra, ni la impiedad librará a los que la poseen.
9 Todo esto he observado, y he dedicado mi corazón
a todo lo que se hace debajo del sol. Hay tiempo en que el hombre se
enseñorea del hombre, para su propio mal. 10 Asimismo, he
observado esto: que los impíos, que antes entraban y salían del lugar
santo, son sepultados y reciben elogios en la ciudad donde así hicieron.
Esto también es vanidad.
11 Cuando la sentencia contra la mala obra no se
ejecuta enseguida, el corazón de los hijos del hombre queda más
predispuesto para hacer el mal. 12 Aunque un pecador haga mal
cien veces y prolongue sus días, con todo yo sé que a los que temen a
Dios, a los que temen ante su presencia, les irá bien. 13
Pero al impío no le irá bien, ni le serán alargados sus días como la
sombra; porque no teme ante la presencia de Dios.
Vanidad del destino humano
14 Hay una vanidad que se hace sobre la tierra: Hay justos a
quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes
sucede como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es
vanidad. 15 Por eso yo elogio la alegría, pues el hombre no
tiene debajo del sol mejor bien que comer, beber y alegrarse. Esto es lo
que le queda por su duro trabajo en los días de su vida que Dios le ha
dado debajo del sol.
16 Al dedicar mi corazón a conocer la sabiduría y
a ver la tarea que se realiza sobre la tierra (porque ni de noche ni de
día los ojos del hombre disfrutan del sueño), 17 vi todas las
obras de Dios. Ciertamente el hombre no logra comprender la obra que se
hace debajo del sol. Por más que se esfuerce buscándolo, no lo
alcanzará; aunque el sabio diga que lo conoce, no por ello podrá
alcanzarlo.
9 Ciertamente he
dedicado mi corazón a todas estas cosas para aclarar todo esto: que los
justos y sabios, y sus hechos, están en la mano de Dios. Si se trata del
amor o del odio, el hombre no lo sabe. Todo lo que está delante de ellos
2 es vanidad, puesto que a todos les sucede lo mismo: al
justo y al impío, al bueno y al malo, al puro y al impuro, al que ofrece
sacrificios y al que no los ofrece. Como el bueno, así es el que peca; y
el que jura, como el que teme el jurar.
3 Este es el mal que hay en todo lo que se hace
debajo del sol: que a todos les sucede lo mismo; también que el corazón
de los hijos del hombre está lleno de mal, que la locura está en su
corazón mientras dura su vida, y que después descienden al lugar de los
muertos. 4 Pero para todo aquel que está unido a los vivos
hay esperanza, pues mejor es perro vivo que león muerto. 5
Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos no saben
nada, ni tienen más recompensa, pues la memoria de ellos es puesta en el
olvido. 6 También han desaparecido su amor, su odio y su
envidia. Ya no tienen parte en este mundo, en todo lo que se hace debajo
del sol.
7 Anda, come tu pan con gozo y bebe tu vino con
alegre corazón, porque tus obras ya son aceptables a Dios. 8
En todo tiempo sean blancas tus vestiduras, y nunca falte aceite
perfumado sobre tu cabeza. 9 Goza de la vida, con la mujer
que amas, todos los días de tu vana vida, que Dios te ha dado debajo del
sol; porque ésta es la porción de tu vida y del duro trabajo con que te
afanas debajo del sol. 10 Todo lo que te venga a la mano para
hacer, hazlo con empeño. Porque en el Seol, a donde vas, no hay obras,
ni cuentas, ni conocimiento, ni sabiduría.
El poder de la sabiduría
11 Entonces volví a observar debajo del sol que no es de los
veloces la carrera, ni de los valientes la batalla, ni de los sabios el
pan, ni de los entendidos las riquezas, ni de los conocedores la gracia;
sino que a todos les llegan el tiempo y el contratiempo. 12
Porque el hombre tampoco conoce su tiempo. Como los peces que son
atrapados en la mala red y como los pájaros que quedan presos en la
trampa, así son atrapados los hijos del hombre en el tiempo malo, cuando
éste cae de repente sobre ellos.
13 También he visto esta sabiduría debajo del sol,
la cual me parece grandiosa: 14 Había una ciudad pequeña con
pocos hombres en ella, y contra ella vino un gran rey y la rodeó
edificando contra ella grandes torres de asedio. 15 Y se
encontraba en ella un hombre pobre, pero sabio, el cual con su sabiduría
libró a la ciudad. Pero nadie se acordaba de aquel hombre pobre. 16
Entonces dije: "Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque el
conocimiento del pobre sea menospreciado y sus palabras no sean
escuchadas."
17 Las palabras del sabio, oídas con sosiego, son
mejores que el grito del que gobierna entre los necios. 18
Mejor es la sabiduría que las armas de guerra, pero un solo pecador
destruye mucho bien.
Proverbios sobre causa y efecto
10 Las moscas muertas hacen
heder el frasco del fino perfume del perfumista. Así afecta un poco de
necedad a la sabiduría y a la honra.
2 El corazón del sabio se inclina a su derecha;
pero el corazón del necio, a su izquierda.
3 Aun cuando el insensato ande en el camino, le
falta entendimiento, y a todos hace saber que es insensato.
4 Si el ánimo del gobernante se excita contra ti,
no abandones tu puesto; porque la serenidad apacigua grandes ofensas.
5 Hay un mal que he observado debajo del sol, como
el error que proviene de un gobernante: 6 El insensato es
colocado en grandes alturas, y los ricos habitan en posición humilde.
7 He visto siervos a caballo y príncipes andando a pie como
siervos.
8 El que cava un hoyo caerá en él, y al que rompa
el cerco le morderá una serpiente.
9 El que corta piedras se lastima con ellas, y el
que parte leña corre peligro con ella.
10 Si se embota el hacha y no es afilada, hay que
añadir más esfuerzo. Pero es más ventajoso aplicar la sabiduría.
11 Si la serpiente muerde antes de ser encantada,
de nada sirve el encantador.
12 Las palabras de la boca del sabio son
agradables, pero los labios del necio causan su propia ruina. 13
El comienzo de las palabras de su boca es necedad, y el final de
su hablar es locura nociva.
14 El insensato multiplica las palabras, aunque el
hombre no sabe lo que ha de suceder. Y lo que habrá de ser después de
él, ¿quién se lo declarará?
15 El duro trabajo fatiga al necio, de manera que
él ni siquiera sabe cómo ir a la ciudad.
16 ¡Ay de ti, oh tierra, cuando tu rey es un
muchacho y tus príncipes se festejan de mañana! 17
Bienaventurada tú, oh tierra, cuando tu rey es un hijo de nobles, y tus
príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para
embriagarse.
18 Por la pereza se hunde el techo, y por la
flojedad de manos tiene goteras la casa.
19 El alimento se prepara para disfrutarlo, el
vino alegra la vida, y el dinero preocupa a todos.
20 Ni aun en tu alcoba maldigas al rey, ni en tu
dormitorio maldigas al rico; porque las aves del cielo llevarán la voz,
y las criaturas aladas declararán el asunto.
11 Echa tu pan
sobre las aguas, porque después de muchos días lo volverás a encontrar.
2 Reparte a siete, y también a ocho; porque no
sabes qué mal vendrá sobre la tierra.
3 Si las nubes se recargan de agua, derramarán
lluvia sobre la tierra. Y si el árbol cae hacia el sur o hacia el norte,
en el lugar donde caiga, allí quedará.
4 El que observa el viento no sembrará, y el que
se queda mirando las nubes no segará.
5 Como tú no comprendes cómo entra el espíritu a
los huesos en el vientre de la mujer encinta, así no comprenderás la
obra de Dios, quien hace todas las cosas.
6 En la mañana siembra tu semilla, y por la tarde
no dejes reposar tu mano; porque tú no sabes cuál será mejor, si esto o
lo otro, o si ambas cosas son igualmente buenas.
7 Agradable es la luz, y bueno es a los ojos ver
el sol.
8 Si el hombre vive muchos años, alégrese en todos
ellos; pero traiga a la memoria los días de las tinieblas, que serán
muchos. Todo lo que habrá ocurrido es vanidad.
Exhortación para los jóvenes
9 Alégrate, joven, en tu adolescencia, y tenga placer tu
corazón en los días de tu juventud. Anda según los caminos de tu corazón
y según la vista de tus ojos, pero ten presente que por todas estas
cosas Dios te traerá a juicio. 10 Quita, pues, de tu corazón
la ansiedad, y aleja de tu cuerpo el mal; porque la adolescencia y la
juventud son vanidad.
12 Acuérdate de
tu Creador
en los días de tu juventud:
antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los
cuales digas:
"No tengo en ellos contentamiento";
2 antes que se oscurezcan el sol y la luz de la
luna y de las estrellas, y las nubes vuelvan tras la lluvia;
3 cuando tiemblen los guardias de la casa y se
dobleguen los hombres valerosos;
cuando estén inactivas las muelas, por quedar pocas, y se
oscurezcan los que miran por las ventanas;
4 cuando se cierren las puertas de la calle, y se
debilite el ruido del molino;
cuando uno se levante ante el gorjeo de un pajarito, y todas
las hijas del canto sean abatidas;
5 cuando también se tenga miedo de la altura y
haya horrores en el camino;
cuando florezca el almendro,
la langosta se arrastre pesadamente
y se pierda el deseo.
Es que el hombre se va a su morada eterna, y los que hacen
duelo rondan alrededor de la plaza.
6 Acuérdate de él
antes que se rompa el cordón de plata
y se destroce el tazón de oro;
antes que el cántaro se quiebre junto al manantial, y la
rueda se rompa sobre el pozo.
7 Es que el polvo vuelve a la tierra, como era;
y el espíritu vuelve a Dios, quien lo dio.
8 "Vanidad de vanidades", dijo el Predicador; "todo es
vanidad."
Conclusión del discurso
9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó
sabiduría al pueblo. También sopesó, investigó y compuso muchos
proverbios. 10 El Predicador procuró hallar palabras
agradables y escribir correctamente palabras de verdad.
11 Las palabras de los sabios son como aguijones,
y como clavos hincados son las palabras que forman parte de una
colección y que son expuestas por un Pastor.
12 Además de esto, hijo mío, queda advertido: El
hacer muchos libros es algo sin fin, y el mucho estudio fatiga el
cuerpo.
13 La conclusión de todo el discurso oído es ésta:
Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre.
14 Porque Dios traerá a juicio toda acción junto con todo lo
escondido, sea bueno o sea malo.
Reina-Valera Actualizada, 1989. |