Sigmund Freud
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De origen judío, nació en Moravia en 1856. A los cuatro años
se estableció en Viena junto con el resto de su familia. En esta ciudad realizó
sus estudios en medicina y biología, especializándose en neurología
anatomoclínica. En 1885 viaja a París para completar sus estudios, lo que le
permite ampliar sus conocimientos al trabajar a las órdenes de Charcot
en el hospital de la Salpêtrière. También en París recibe la influencia de
Bernheim. Es aquí donde su carrera comienza a dirigirse hacia el estudio de la
mente humana y sus patologías en el ámbito del comportamiento.
Con Charcot se
inicia en el estudio de la histeria y en la aplicación de la hipnosis como
terapia. Charcot pensaba que algunas enfermedades mentales deberían tener una
causa no orgánica sino psicológica, esto es, producida por trastornos o
disfunciones sufridas por el individuo. Esta influencia será capital en el
pensamiento de Freud, así como la que recibirá algo más tarde de Breuer
(1895-97). Además de la separación de los "fenómenos psíquicos de los amarres
anatómicos a los que la ciencia de su época los había atado", en palabras de
Carl E. Schorske, la aplicación de la hipnosis para el tratamiento de las
enfermedades mentales supone una de sus mayores aportaciones, y es en éste hecho en donde hay que buscar un precedente para
el psicoanálisis. La búsqueda de acontecimientos importantes en la vida del
paciente, escondidos en lo profundo de su psique, mediante el psicoanálisis o la
interpretación de los sueños constituye quizás la aportación más notable de
Freud. El mismo Freud señala que "un sueño es la realización encubierta de un
deseo reprimido", iniciando una línea de exploración de la mente que tendrá
hondas repercusiones en las mentalidades del siglo XX y que, por ejemplo, tendrá
su derivación en nuevas concepciones del arte representadas por artistas como
Klimpt, Kandinsky, Dalí, Munch o
tantos otros.
Las líneas básicas del método psicoanalítico las elabora entre
1896 y 1900, y rápidamente el nuevo sistema de interpretación y terapia
psicológicas se extiende entre los profesionales. La publicación de "Die
Traumdeutung" en 1900 supuso la exposición pública de sus ideas, a la que
rápidamente se adhirieron otros psicólogos como Carl Jung,
E. Breuler, A. Adler o E. Jones, quines se constituirán en sus discípulos (si bien Jung
o Adler se fueron apartando de sus postulados). Para Freud, la experiencia
infantil resulta vital en la vida del individuo, al ser la primera etapa en la
que se configura la personalidad humana. El desarrollo de la psique
evolucionaría así a través de diferentes etapas, todas con una misma finalidad:
lograr el placer sexual. En cada etapa, el individuo obtiene el placer de
maneras diferentes, centrando su líbido en distintas zonas erógenas de su
cuerpo.
Al mismo tiempo, al necesidad de configurar una personalidad propia hace
que el individuo experimente un proceso de socialización, durante el cual su
propio "yo" necesita confrontarse con los de otros individuos, de los que
adoptará o rechazará sus propios rasgos. Así, la personalidad individual
resultará de la asimilación o rechazo de las características psicológicas que el
sujeto observa en los demás. En especial es importante la figura del padre, con
quien el niño tiene una relación que Freud denomina "complejo de Edipo": entre
padre e hijo hay instalado un conflicto permanente, originado por la necesidad
del niño de destruir la influencia psicológica paterna para adquirir su propia
personalidad y el conocimiento de sí mismo. La hipnosis como método terapéutico
es rápidamente abandonada por Freud, adoptando la asociación libre como
herramienta. En ella, el paciente expresa de manera espontánea -esto es, sin que
intervengan los mecanismos conscientes socialmente condicionados- lo que le
viene a la cabeza, siendo tarea del terapeuta la interpretación de lo expresado.
Además, con ello se consigue que el paciente, al expresarlos, tome conciencia de
cuáles son sus problemas y pueda afrontarlos de una manera no angustiosa para
él.
Con respecto al análisis de la mente humana, Freud aportó también grandes
novedades. Estableció que la vieja distinción entre inconsciente y consciente
apenas tenía sentido ni utilidad. El sistema propuesto por Freud establecía tres
ámbitos diferenciados: ello, yo y superyó. El primero, el "ello", es un sistema
original y totalmente incosciente, irracional. En él se sitúan el placer y los
instintos. En los primeros años de la vida del niño, éste ámbito domina sus
acciones y pensamiento. Así, dirige su atención hacia lo que le rodea, en
especial la madre, incorporando los conocimientos adquiridos a su propia
personalidad, pasando a formar el núcleo del "yo". Éste es racional y consigue
dominar los instintos del "ello", guiándose por el principio de realidad. En
esta fase, el "yo" ha de hacerse fuerte, ha de ser capaz de controlar a los
otros dos sistemas. Esto se refleja en el estado de narcisismo que Freud refleja
como condición indispensable para crear una mente sana: el "yo" ha de quererse a
sí mismo, tomar conciencia de sí y de cuanto le rodea, con lo que establecerá
una jerarquía en cuya cúspide él mismo se situará. El tercer sistema, "el
superyó", es inconsciente y se forma durante el período edípico, en el momento
en que el niño, debido a las restricciones morales, debe renunciar a conseguir
su objeto de placer: el padre o madre. En este periodo, el niño ha de aceptar
las reglas morales impuestas por los padres, reprimiendo deseos y renunciando a
impulsos instintivos.
Las reglas de moralidad actúan, al mismo tiempo, creando
un escenario donde se desarrolla la neurosis, al ser obligado inconscientemente
el individuo a renunciar a sus deseos. La plasmación gráfica de sus ideas dio
lugar a una amplia producción bibliográfica: "Estudios sobre la histeria"
(1895), "La interpretación de los sueños" (1900), "La psicopatología de la vida
cotidiana" (1904), "Tres ensayos sobre la vida sexual" (1905), "El chiste y su
relación con el inconsciente" (1905), "Totem y tabú" (1912-1913), "Lecciones
introductorias al psicoanálisis" (1922), "Más allá del principio del placer"
(1922), "Nuevas lecciones de psicoanálisis" (1933), "Inhibición, síntoma y
angustia" (1936) y "Moisés y la religión monoteísta" (1937-1939). Las
repercusiones de sus teorías no deben buscarse sólo en el ámbito de la
psicología. Gracias a Freud, la psique toma carta de naturaleza en las
mentalidades y la cultura del siglo XX, siendo un elemento generador de
comportamientos e ideología. Sus ideas influyen en ámbitos tan diversos como el
arte, la historia, la sociología o la antropología, e inauguran una línea de
pensamiento e investigación teórica que resultará esencial para la ciencia
contemporánea.
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