L a G r a n E n c i c l o p e d
i a I l u s t r a d a d e l P r o y e c t o S a l ó n H o
g a r
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SIGNOS DE ADMIRACIÓN
Ejemplo:
¡Fantastico!
Mientras que
en el hablar se puede manifestar sorpresa, asombro o
cualquier otra emoción exaltada – o simplemente enfática
– mediante una especial entonación de voz, en la
escritura, para representar cualquier exclamación, se
recurre a los signos de admiración, uno inicial o de
apertura (¡) y otro final o de cierre (!). Entre ambos
signos se contiene aquello que es objeto de exclamación.
Se ponen
los signos de admiración al principio y al final de
los enunciados exclamativos (aquellos que expresan
un sentimiento o una emoción con intensidad):
¡Está nevando!
¡Qué desastre!
¡Qué demonio de hombre!
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Si la
exclamación afecta a una de la frase, los signos de
admiración se ponen donde empiece y termine la
exclamación:
¡A las armas!, gritaron todos.
Íbamos tan tranquilos cuando - ¡no
veas la que se armó!.
-
Se suelen
escribir entre signos de admiración las
interjecciones (¡ay!, ¡oh!), las apelaciones (¡Oiga!,
¡Eh usted!), ciertas innovaciones religiosas ¡Dios
mío, protégeme!.
-
Si se
manifiestan varias exclamaciones seguidas, cada una
tiene que llevar sus propios signos y empezar por
mayúscula.
¡Ladrón! ¡Malas
entrañas! ¡Ojalá te despidan del trabajo¡
-
Si son
muy largas las exclamaciones en serie pueden
escribirse como en los ejemplos anteriores con
mayúscula al principio de cada enunciado o separadas
por comas o por puntos y coma y con minúscula:
¡Corre!, ¡que te agarro!
¡Ay, Dios mío¡, ¡lo que tenemos que
sufrir ¡
-
Si una
frase es a la vez interrogativa y exclamativa, se
utilizan ambos signos, al principio y al final. Lo
ideal es dar preponderancia al que rige la intención
de la frase, aunque debe tener presente que la
colocación de dichos signos, en la lengua escrita,
puede variar de manera significativa el sentido de
la misma:
¡¿Qué no te lo dio ?¡
¡¿Qué?¡ ¡¿No te lo dio?¡
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Se usa el
signo de admiración de cierre, escrito entre
paréntesis, para expresar el asombro que produce lo
expresado por otro:
Dijo de si mismo que era un genio
(!).
Constaba cincuenta mil dólares (!).
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Fundación
Educativa Héctor A. García |