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L
a G r a n E n c i c l o p e d
i a I l u s t r a d a d e l
P r o y e c t o S a l ó n H o
g a r |
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Sistema Inmunitario
La
respuesta inmunitaria
Primera respuesta inmunitaria
La primera vez que el cuerpo se expone a
virus o bacterias particulares, tarda un tiempo en reconocer
los organismos invasores y descubrir cómo matarlos. Durante
el tiempo transcurrido, las bacterias y los virus crecen
exponencialmente, incrementando de este modo el lapso de
tiempo necesario para eliminar completamente la infección.
1- Un corte en la piel daña las células
y permite que las bacterias ingresen al cuerpo, lo que
señala una respuesta inmunitaria de los macrófagos y otras
células inmunitarias carroñeras.
2- Los mastocitos liberan químicos que
provocan inflamación, lo que permite que otras células
inmunitarias ingresen al área problemática.
3- Antes de que lleguen los refuerzos,
los macrófagos y otras células inmunitarias ya situadas
comienzan a atacar a las bacterias, a cortarlas en partes
llamadas antígenos.
4- Los mismos son transportados a los
nódulos linfáticos donde los macrófagos se adhieren a los
linfocitos B y a los linfocitos T. Los linfocitos B
comienzan a producir anticuerpos específicamente para los
antígenos o gérmenes antes los cuales el cuerpo ha sido
expuesto.
5- Los anticuerpos provocan la respuesta
de ciertas células inmunitarias como son los linfocitos
citolíticos naturales, los macrófagos y los linfocitos T
asesinos para que envuelvan y maten a las células infectadas
por bacterias.
6- Los linfocitos T ayudantes señalan
los anticuerpos y los linfocitos T asesinos se dirigen a la
herida.
7- Mientras que las células inmunitarias
se encargan de los gérmenes, otras células llamadas
plaquetas comienzan a curar la herida formando coágulos para
cerrarla.
Segunda respuesta inmunitaria
La segunda vez que el cuerpo se expone a
virus o bacterias particulares, el sistema inmunitario
reconoce el organismo invasor con mayor rapidez e
inmediatamente sabe cómo combatirlo. Dado que el lapso de
tiempo de estos pasos es menor, la infección puede
eliminarse con mayor rapidez. Transfer Factor activa una
segunda respuesta inmunitaria al tomar prestada la memoria
inmunitaria de la vaca y la gallina.
1- Un corte en la piel daña las células
y permite que las bacterias ingresen al cuerpo, lo que
señala una respuesta inmunitaria de los macrófagos y otras
células inmunitarias carroñeras.
2- Los mastocitos liberan químicos que
provocan inflamación, lo que permite que otras células
inmunitarias ingresen al área problemática.
3- Antes de que lleguen los refuerzos,
los macrófagos y otras células inmunitarias ya situadas
comienzan a atacar a las bacterias, a cortarlas en partes
llamadas antígenos.
4- Los mismos son transportados a los
nódulos linfáticos donde los macrófagos se adhieren a los
linfocitos B y a los linfocitos T. Los linfocitos B
comienzan a producir anticuerpos específicamente para los
antígenos o gérmenes antes los cuales el cuerpo ha sido
expuesto.
5- Los anticuerpos provocan la respuesta
de ciertas células inmunitarias como son los linfocitos
citolíticos naturales, los macrófagos y los linfocitos T
asesinos para que envuelvan y maten a las células infectadas
por bacterias.
6- Los linfocitos T ayudantes señalan
los anticuerpos y los linfocitos T asesinos se dirigen a la
herida.
Mientras que las células inmunitarias se
encargan de los gérmenes, otras células llamadas plaquetas
comienzan a curar la herida formando coágulos para cerrarla.
El sistema inmunitario, que está
compuesto por células,
proteínas, tejidos y órganos
especiales, nos protege contra
los gérmenes y microorganismos
que nos acechan en nuestra vida
cotidiana. En la mayoría de los
casos, el sistema inmunitario
realiza un gran trabajo
manteniéndonos sanos y
previniendo posibles
infecciones. Pero a veces los
problemas del sistema
inmunitario pueden provocar
enfermedades e infecciones.
¿Qué
es el sistema inmunitario y qué
funciones desempeña?
El sistema
inmunitario es el sistema de
defensas del cuerpo contra los
organismos infecciosos y otros
agentes invasores. A través de
una serie de pasos denominada
respuesta inmunitaria,
el sistema inmunitario ataca a
los organismos y sustancias que
invaden nuestro cuerpo y que
podrían provocarnos
enfermedades. El sistema
inmunitario está compuesto por
una red de células, tejidos y
órganos que colaboran entre sí
para proteger nuestros cuerpos.
Las
células que forman parte de este
sistema de defensa son los
glóbulos blancos, o
leucocitos. Los hay de
dos tipos básicos diferentes
(que veremos más adelante), que
trabajan conjuntamente y se
complementan para localizar y
destruir los organismos o
sustancias que provocan las
enfermedades.
Los
leucocitos se fabrican o
almacenan en muchas partes
diferentes del cuerpo,
incluyendo el timo, el bazo y la
médula ósea. Por este motivo,
estos órganos se denominan
órganos linfoides.
También hay cumulos de tejido
linfoide en todo el cuerpo,
prioritariamente en forma de
ganglios linfáticos, que también
albergan leucocitos en su
interior.
Los
leucocitos circulan por todo el
cuerpo entre órganos y nódulos a
través de los vasos
linfáticos. (Puede
pensar en los vasos linfáticos
como una especie de autopista
entre áreas de descanso, que
serían los órganos linfoides y
los ganglios linfáticos). Los
leucocitos también pueden
circular a través de los vasos
sanguíneos. De este modo, el
sistema inmunitario funciona de
forma coordinada para detectar
cualquier sustancia que pudiera
provocar problemas.
Hay
dos tipos básicos de leucocitos:
- Los
fagocitos
son células que destruyen a
los organismos invasores
fagocitándolos, es decir,
devorándolos literalmente.
- Los
linfocitos
vienen a ser como la memoria
del cuerpo en lo que a
infecciones se refiere, ya
que le permiten recodar y
reconocer a invasores
previos.
Hay
diversos tipos de células que se
consideran fagocitos. El tipo
más frecuente son los
neutrófilos. Éstos
luchan prioritariamente contra
las bacterias. De modo que,
cuando a un médico le preocupa
que un paciente pueda tener una
infección bacteriana, puede
solicitar un análisis de sangre
para averiguar si el paciente
tiene o no una cantidad de
neutrófilos por encima de lo
normal desencadenada por la
supuesta infección. Otros tipos
de fagocitos desempeñan otras
funciones para asegurar que el
cuerpo reacciona adecuadamente a
tipos específicos de invasores.
Hay dos
tipos de linfocitos: los
linfocitos B y los
linfocitos T.
Los linfocitos se fabrican en la
médula ósea y, bien permanecen
allí y maduran a linfocitos B, o
bien se desplazan hasta el timo,
donde maduran a linfocitos T.
Los linfocitos B y los
linfocitos T desempeñan
funciones diferentes: los
linfocitos B vienen a ser el
sistema de inteligencia militar
del cuerpo, encargadas de buscar
a los invasores y enviarles
soldados para que los ataquen.
Los linfocitos T son los
soldados, encargadas de destruir
a los invasores que ha
identificado el sistema de
inteligencia. He aquí como
funciona el proceso.
Las
sustancias que invaden el
organismo se denominan
antígenos. Cuando se
detecta un antígeno en el
organismo, varios tipos
distintos de células colaboran
para identificarlo y reaccionar
en consonancia. Estas células
desencadenan la producción de
anticuerpos en los linfocitos B.
Los anticuerpos son proteínas
especializadas que se adhieren a
antígenos específicos. Los
anticuerpos y los antígenos
encajan perfectamente entre sí
como si se tratara de una llave
y una cerradura.
Una vez
los linfocitos B fabrican los
anticuerpos, esos anticuerpos
siguen existiendo en el
organismo de la persona. Eso
significa que, si el mismo
antígeno volviera a entrar en el
organismo de esa persona, los
anticuerpos ya estarían allí
para cumplir con su función. Por
eso, cuando una persona enferma
de determinada enfermedad, como
la varicela, lo más habitual es
que no vuelva a contraer la
misma enfermedad. Y por eso
tambien utilizamos las vacunas,
a modo de prevención, asi las
personas vacunadas no contraen
determinadas enfermedades. Lo
que hace una vacuna es
introducir en el organismo el
antígeno de un modo que no
enferma a la persona vacunada
pero que desencadena en su
organismo la respuesta de
fabricación de anticuerpos que
la protegerán de ataques futuros
del germen o sustancia causante
de la enfermedad.
Aunque los
anticuerpos pueden reconocer un
antígeno y adherirse a él, no
pueden destruirlo sin ayuda. Y
ahí es donde intervienen los
linfocitos T. Estos forman parte
del sistema que destruye los
antígenos que han sido
identificados ya sea por los
anticuerpos o por aquellas
células que han sido infectadas
o han cambiado por algún motivo.
De hecho, algunos de los
linfocitos T se denominan
células asesinas, o células k
(por el inglés; killer =
asesino). Los linfocitos T
también contribuyen a indicar a
otras células (como los
fagocitos) que desempeñen su
función.
Los
anticuerpos también tienen la
facultad de neutralizar toxinas
(sustancias venenosas o nocivas)
fabricadas por diversos
organismos. Y, por último, los
anticuerpos pueden activar un
grupo de proteínas denominadas
complemento que
también forman parte del sistema
inmunitario. El sistema del
complemento participa en la
destrucción de bacterias, virus
y células infectadas.
Todas
estas células altamente
especializadas y organos del
sistema inmunitario ofrecen al
organismo protección contra las
enfermedades. Esta protección se
denomina inmunidad. Los seres
humanos tienen tres tipos de
inmunidad -innata, adaptativa y
pasiva.
Inmunidad innata
Todo el mundo
viene al mundo con una inmunidad
innata (o natural), una suerte
de protección general que
compartimos todos los seres
humanos. Muchos de los gérmenes
que afectan a otras especies no
resultan nocivos para el ser
humano. Por ejemplo, los virus
que provocan leucemia en los
gatos o el moquillo en los
perros no nos afectan a los
seres humanos. La inmunidad
innata funciona en ambos
sentidos, ya que algunos virus
que nos enferman a los humanos
-como el VIH (virus de la
inmunodeficiencia humana) que
puede provocar el SIDA (síndrome
de inmunodeficiencia adquirida)-
no enferma ni a los gatos ni a
los perros.
La inmunidad
innata también incluye las
barreras externas del cuerpo,
como la piel y las mucosas (que
cubren el interior de la nariz,
la garganta y el tubo digestivo)
y que son nuestra primera línea
de defensa contra las
enfermedades. Si se quiebra esta
primera línea de defensa (como
cuando nos cortamos), la piel se
intenta cerrar lo más deprisa
posible mientra que las células
inmunitarias especiales de la
piel atacan a los gérmenes
invasores.
Inmunidad activa
Tenemos un
segundo tipo de protección
denominado inmunidad activa.
Este tipo de inmunidad se
desarrolla a lo largo de la vida
de una persona. En la inmunidad
activa participan los linfocitos
(como en el proceso descrito
previamente), y este tipo de
inmunidad se desarrolla conforme
los niños y adultos se exponen a
enfermedades o se inmunizan
contra determinadas enfermedades
al recibir distintas vacunas.
Inmunidad pasiva
La inmunidad
pasiva es un tipo de protección
de origen externo y que tiene
una duración breve. Por ejemplo,
los anticuerpos que contiene la
leche materna proporcionan al
lactante una inmunidad temporal
contra aquellas enfermedades a
que se ha expuesto la madre.
Esto puede ayudar a proteger a
los lactantes contra esas
infecciones durante los primeros
años de vida.
El sistema
inmunitario de cada persona es
distinto. Algunas personas
parece que nunca contraen
infecciones, mientras que otras
parecen enfermar constantemente.
Conforme una persona se va
haciendo mayor, se suele hacer
inmune a más gérmenes, a medida
que su sistema inmunitario entra
en contacto con más y más tipos
diferentes de gérmenes. Por eso
los adultos y los adolescentes
se acatarran menos que los niños
-sus cuerpos han aprendido a
reconocer y atacar
inmediatamente a muchos de los
virus que provocan los catarros.
Problemas que pueden surgir en
el sistema inmunitario
Los
trastornos del sistema
inmunitario se pueden dividir en
cuatro categorías principales:
-
Trastornos por
inmunodeficiencia (primaria
o adquirida)
-
Trastornos autoinmunitarios
(en los cuales el sistema
inmunitario ataca a sus
propios tejidos por error,
tomándolos por tejidos
ajenos)
-
Trastornos alérgicos (en los
cuales el sistema
inmunitario reacciona de
forma desproporcionada ante
determinados antígenos)
-
Cánceres del sistema
inmunitario.
Trastornos por inmunodeficiencia
La
inmunodeficiencia ocurre cuando
se carece de una parte del
sistema inmunitario o bien hay
alguna parte de él que no
funciona de forma adecuada.
Algunas personas nacen con
inmunodeficiencias -denominadas,
en este caso, inmunodeficiencias
primarias. (Aunque las
inmunodeficiencias primarias son
trastornos con los que se nace,
es posible que sus síntomas no
se manifiesten hasta momentos
posteriores de la vida.) Las
inmunodeficiencias también se
pueden adquirir a través de
infecciones o al someterse a
ciertos tratamientos
farmacológicos. Este tipo de
inmunodeficiencias a veces se
denominan inmunodeficiencias
secundarias.
Las
inmunodeficiencias pueden
afectar a los linfocitos B, los
linfocitos T o los fagocitos.
Algunos ejemplos de
inmunodeficiencias primarias que
pueden afectar a niños y
adolescentes son:
-
La
deficiencia de IgA.
Es el trastorno por
inmunodeficiencia más
frecuente. La IgA es una
inmunoglobulina que se
encuentra prioritariamente
en la saliva y otros fluidos
y que ayuda a proteger las
aberturas del cuerpo contra
los organismos invasores. La
deficiencia de IgA es un
trastorno en el cual el
cuerpo no fabrica
suficientes anticuerpos IgA.
Las personas con deficiencia
de IgA son más proclives a
las alergias o a los
catarros y otras infecciones
de las vías respiratorias,
aunque no suelen ser graves.
-
La
inmunodeficiencia combinada
grave. También
conocida como la "enfermedad
del niño burbuja" a raíz de
un niño de Texas que vivió
en una burbuja de plástico
libre de gérmenes, se trata
de un trastorno grave del
sistema inmunitario. Está
provocado por la ausencia
tanto de linfocitos B como
de linfocitos T, lo que hace
casi imposible luchar contra
las infecciones.
Las
inmunodeficiencias adquiridas se
suelen desarrollar tras contraer
determinadas enfermedades,
aunque también pueden estar
provocadas por la desnutrición,
quemaduras u otros problemas
médicos. Determinados fármacos
también pueden provocar
problemas en el funcionamiento
del sistema inmunitario. Algunos
ejemplos de inmunodeficiencias
secundarias son:
-
La
infección por el VIH
(virus de la
inmunodeficiencia humana)
/ SIDA (síndrome de
inmunodeficiencia adquirida).
Se trata de una enfermedad
que va destruyendo lenta y
progresivamente el sistema
inmunitario. Está provocada
por el VIH, que aniquila
ciertos tipos de linfocitos
denominados células T
cooperadoras. Sin este tipo
de células, el sistema
inmunitario no puede
defender al cuerpo contra
organismos normalmente
inofensivos, los cuales
pueden provocar infecciones
muy graves en las personas
con SIDA. Los bebés pueden
contraer la infección por
VIH si sus madres están
infectadas mientras están en
el útero, durante el parto o
a través de la lactancia.
Los jóvenes y adultos pueden
contraer esta infección al
mantener relaciones sexuales
sin protección con una
persona infectada o al
compartir agujas
contaminadas para inyectarse
drogas o esteroides o al
hacerse tatuajes.
-
Las
inmunodeficiencias
provocadas por fármacos.
Hay varios fármacos que
deprimen la respuesta del
sistema inmunitario. Por
ejemplo, uno de los
inconvenientes de la
quimioterapia que se utiliza
para tratar el cáncer es que
no solo destruye las células
cancerosas, sino también
otras células sanas y de
rápido crecimiento,
incluyendo las que se
fabrican en la médula ósea y
otras partes del sistema
inmunitario. Por otra parte,
las personas con trastornos
autoinmunitarios o que se
han sometido a un trasplante
de órganos pueden necesitar
medicarse con fármacos
inmunodepresores. Estos
fármacos pueden reducir la
capacidad del sistema
inmunitario para hacer
frente a las infecciones,
pudiendo provocar una
inmunodeficiencia
secundaria.
Trastornos autoinmunitarios
En los
trastornos autoinmunitarios, el
sistema inmunitario ataca
equivocadamente órganos y
tejidos sanos del cuerpo como si
fueran invasores. Algunos
ejemplos de enfermedades
autoinmunitarias incluyen:
-
El
lupus es una
enfermedad crónica
caracterizada por el dolor y
la inflamación de músculos y
articulaciones. La respuesta
inmunitaria anómala también
puede afectar a los riñones
y otros órganos.
-
La
artritis reumatoide juvenil
es una enfermedad en la cual
el sistema inmunitario actúa
como si determinadas partes
del cuerpo, como las
articulaciones de las
rodillas, las manos y los
pies, fueran tejidos
extraños y los ataca.
-
La
esclerodermia es
una enfermedad
autoinmunitaria crónica que
puede provocar inflamación y
lesiones en la piel,
articulaciones y órganos
internos.
-
La
espondilitis anquilosante
es una enfermedad
caracterizada por la
inflamación de la columna
vertebral y de las
articulaciones, lo que cursa
con dolor y rigidez.
-
La
dermatomiositis juvenil
es un trastorno que se
caracteriza por inflamación
y lesiones en piel y
músculos.
Trastornos alérgicos
Los
trastornos alérgicos ocurren
cuando el sistema inmunitario
reacciona desproporcionadamente
al exponerse a determinados
antígenos ambientales. Las
sustancias que provocan esas
reacciones desproporcionadas se
denominan alergenos. La
respuesta inmunitaria puede
cursar con síntomas como
hinchazón, ojos llorosos y
estornudos, e incluso una
reacción que puede poner en
peligro la vida del paciente
denominada anafilaxia. Tomando
unos medicamentos denominados
antihistamínicos se pueden
aliviar muchos de estos
síntomas. Algunos ejemplos de
trastornos alérgicos son los
siguientes:
-
El asma,
un trastorno respiratorio
que puede provocar
dificultades para respirar,
generalmente se debe a una
reacción alérgica por parte
de los pulmones. Si los
pulmones reaccionan de forma
desproporcionada ante
determinados alergenos (como
el polen, el moho, la caspa
animal o los ácaros del
polvo), esa reacción puede
desencadenar un
estrechamiento de los
bronquios y bronquíolos (los
tubitos que hay en el
interior de los pulmones),
reduciéndose el aporte de
aire y dificultando la
respiración.
-
El eccema
es una erupción asociada a
picor y descamación de la
piel, también conocida como
dermatitis atópica. A pesar
de que la dermatitis atópica
no siempre está provocada
por una reacción alérgica,
es más frecuente en aquellos
niños y jóvenes que padecen
alergias, fiebre del heno o
asma o que tienen
antecedentes familiares de
estos trastornos.
-
Las
alergias. Existen
distintos tipos de alergias
que pueden afectar a niños y
jóvenes. Las alergias
ambientales (a los ácaros
del polvo, por ejemplo), las
alergias estacionales (como
la fiebre del heno), las
alergias a medicamentos
(reacciones a fármacos
específicos), las alergias
alimentarias (como a los
frutos secos), y las
alergias a las toxinas (por
ejemplo, al veneno de abeja)
son trastornos relativamente
frecuentes que se engloban
bajo el nombre de
"alergias".
Cánceres del sistema inmunitario
Los cánceres
ocurren cuando las células se
reproducen de forma
descontrolada. Esto también
puede ocurrir con las células
del sistema inmunitario. El
linfoma es un cáncer del tejido
linfoide y es uno de los
cánceres más frecuentes en la
infancia. La leucemia,
consistente en una reproducción
excesiva y anómala de
leucocitos, es el cáncer
infantil más frecuente. Con los
medicamentos actuales, la
mayoría de ambos tipos casos de
cáncer en niños y jóvenes tienen
curación.
A pesar de
que los trastornos del sistema
inmunitario generalmente no se
pueden prevenir, usted puede
contribuir a que el sistema
inmunitario de su hijo
permanezca fuerte y luche contra
las enfermedades manteniéndose
bien informado sobre el
trastorno concreto que padece su
hijo y colaborando estrechamente
con el pediatra de su hijo.
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