Jost TrierLa teoría de los campos semánticos aparece en la década de 1930 en una serie de autores alemanes y suizos, especialmente Jost Trier (a quien podemos ver en la imagen). Su definición positiva de campo semántico viene a ser el de “conjunto estructurado, sistemático, de significados de lexemas relacionados recíprocamente por un parentesco semántico estrictamente significativo”. Las ideas de Trier fueron desarrolladas por sus discípulos, entre ellos Weisgerber, y constituyen lo que se denomina teoría de Trier-Weisgerber.

La teoría de Trier se basa en el supuesto de que, subyacente al vocabulario de todas las lenguas, hay una sustancia de significado no estructurado a priori: “Toda lengua articula la realidad a su manera, creando con ella su propia visión de la realidad y estableciendo sus propios conceptos únicos”. La investigación y construcción de campos surge cuando la concepción estructuralista aplicada al lenguaje y a la semántica está en pleno auge, de tal modo que, tras haberse “descubierto” y analizado la estructura interna del significado del signo lingüístico aislado, se pretende demostrar la existencia de una estructura en un conjunto de significados de términos que poseen una misma base significativa. El significado de toda unidad lingüística está determinado por las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas que se establecen entre esta unidad y las demás unidades del sistema lingüístico. Los lexemas y otras unidades semánticas relacionadas paradigmática o sintagmáticamente dentro de un sistema lingüístico dado pertenecen a un mismo campo semántico como miembros de él. De esta relación estructural entre las significaciones de las palabras surgen analogías y discrepancias que pueden descubrirse como resultado de su comparación, especialmente dentro de un mismo campo semántico. Un ejemplo característico en este sentido lo constituye el sistema de nombres de colores o de parentesco dentro de una lengua.

Las obras posteriores sobre la teoría de los campos semánticos desarrollan el análisis componencial del significado, aunque su impacto en la lingüística moderna no es comparable a los postulados iniciales de Trier y Weisgerber. Este análisis se inscribe en la tradición estructuralista postsaussureana y sus representantes europeos más destacados son Greimas, Pottier y Coseriu. En América ha tenido un desarrollo independiente y se ha inscrito en el marco de la gramática generativa, de la que Weinreich, Katz y Fodor son los más eminentes representantes.

La semántica componencial tiene en cuenta determinados rasgos, semas, que componen cada una de las unidades semánticas; así, la palabra “hombre” puede considerarse semánticamente compuesta de los componentes masculino y adulto. La naturaleza de los componentes semánticos de la palabra determina la clase de relaciones que podrá tener en la frase: el verbo pensar, por ejemplo, supone el componente humano. Por último, sus autores consideran que la base de estas relaciones entre las unidades semánticas se considera de carácter universal.