L a G r a n E n c i c l
o p e d i a I l u s t r
a d a d e l P r o
y e c t o S a l ó n H o
g a r
|
|
|
Texto literario
Discurso de aceptación del Premio
Nobel
de José Saramago
Antes de leer:
A. Subraya la opción correcta.
Puedes
consultar un diccionario
u otra fuente para informarte.
1. El Premio Nobel es:
a.
un reconocimiento a la
labor de personas que
protegen el Planeta.
b.
una distinción
que se
otorga cada año en
Suecia para reconocer
a personas que se han
destacado en diversas
actividades.
c.
una medalla que otorga
un comité
deportivo cada
cuatro años.
Contesta:
• ¿Puedes mencionar alguna
de las categorías o
actividades que reconoce el Premio
Nobel?
2. José Saramago ganó un
Premio Nobel por:
a.
ser un buen escritor.
b.
ser una persona
que lucha
por la paz.
c.
ser un afamado científico.
B. Busca el significado de la palabra
discurso. Luego, explica
qué propósito crees que tuvo
el autor para escribir éste.
Marca la opción correcta.
• El texto que leerás es similar
a:
1. un cuento.
2. un ensayo.
3. un poema.
El
hombre más sabio que he conocido en toda mi
no sabía leer ni escribir. A las
cuatro de la madrugada,
cuando
la promesa de un nuevo día aún venía de tierras de
Francia,
se levantaba del catre y salía al campo, llevando
hasta
el
pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad
se alimentaban
él y su mujer. Mis abuelos maternos vivían de esta
escasez,
de la pequeña cría de cerdos que después del
desmame
eran vendidos a los vecinos de la
aldea, Azinhaga, en la
vincia del Ribatejo.
Se llamaban Jerónimo Melrinho y
Josefa Caixinha esos abuelos,
y eran analfabetos uno y otro. En el invierno,
cuando el
frio
de la noche apretaba hasta el punto
de que el agua de los
taros
se helaba dentro de la casa, recogían
de las pocilgas
a los
lechones más débiles y se los
llevaban a su cama. Debajo
de lás
mantas ásperas, el calor de los
humanos libraba a los anima
de una muerte segura. Aunque fuera
gente de buen carácter
no
era por primores de alma
compasiva por lo que los dos viejos
procedían así: lo que les preocupaba,
sin sentimentalismos ni
retóricas,
era proteger su pan de cada día, con
la naturalidad
de
quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar
mucho
de lo que es
indispensable.
Ayudé muchas veces a mi abuelo
Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas
veces la tierra del huerto de la casa y corté leña
para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y
vueltas a la gran rueda de hierro que
accionaba la bomba, híce
subir agua del pozo comunitario y la
transporté al hombro,
muchas veces, a escondidas de los
guardas de las cosechas.
Fui con mi
abuela, también de madrugada, pertrechados de
rastrillo, paño
y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta
que después habría de servir para
lecho del ganado. Y algunas
veces, en noches calientes de verano, después de la
cena,
mi
abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos
bajo de la higuera". En medio de la
paz nocturna, entre las
ramas
altas del árbol, una estrella se me aparecía, y
después,
lentamente,
se escondía detrás de una hoja, y, mirando en
dirección,
tal como un río corriendo en silencio por el
cielo
cóncavo, surgía la claridad
traslúcida de la vía láctea, el camino
de Santiago, como todavía le
llamábamos en la aldea.
Mientras
el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias
y los sucesos que mi abuelo iba
contando: leyendas, apariciones,
asombros, episodios singulares, muertes antiguas,
amuzas de palo y piedra, palabras de
antepasados, un
incansable
rumor de memorias que me mantenía despierto, al
tiempo que suavemente me acunaba.
Mientras leo
A. Escribe el significado de la palabra
analfabeto.
_______________________________________
_______________________________________
_______________________________________
Contesta:
1.
¿Estás de acuerdo con el
autor al
pensar que una
persona analfabeta puede
ser sabía?
¿Por qué?
B. Explica en qué consistía la sabiduría
del abuelo.
1.
2.
3.
C. Opina:
¿Cómo crees que se relaciona
el título del texto con lo
que
has leido hasta ahora?
Nunca supe si él
se callaba cuando descubría que me
habia dormido, o
si seguía hablando para no dejar a medias las
respuesta a la pregunta que
invariablemente le hacía en las pausas
más demoradas que él, calculadamente, introducía
relato: "¿Y después?". Tal vez repitiese las
historias para si mismo,
quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas
con peripecias
nuevas. No es necesario decir que yo imaginaba
aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros,
que mi
abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del
mundo.
Cuando, con la
primera luz de la mañana, el canto
de los pájaros
me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido
al campo con sus animales,
dejándome dormir. Entonces me
levantaba, doblaba la
manta y, descalzo (en la aldea anduve
siempre descalzo hasta los catorce años), todavía
con pajas enredadas
en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto
a la otra, donde se encontraban
las pocilgas, al lado de la casa.
Mi abuela, ya en
pie desde antes que mi abuelo, me ponia
delante un tazón de café con
trozos de pan y me preguntaba
si había dormido bien. Si le
contaba algún mal sueño nacido
de las historias del abuelo, ella siempre me
tranquilizaba: "No hagas
caso, en sueños no hay firmeza". Pensaba entonces
mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia,
no alcanzaba
las alturas de mi abuelo, ese que, tumbado debajo
de la higuera, con el nieto
José al lado, era capaz de poner el
universo en movimiento
apenas con dos palabras.
Muchos años después, cuando
mi abuelo ya se había ido de
este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a
comprender que la
abuela, también ella, creía en los sueños. Otra
cosa no podría
significar que estando sentada una noche ante la
puerta de su pobre
casa, donde entonces vivía sola, mirando
las estrellas mayores y
menores de encima de su cabeza, hubiese
dicho estas palabras: "El mundo es tan bonito y
yo tengo tanta pena
de morir". No dijo miedo de morir, dijo pena
de morir, como si la
vida de pesadilla y continuo trabajo que
había sido la suya, en
aquel momento casi final, estuviese recibiendo
la gracia de una suprema y última despedida, el
consuelo de la
belleza revelada. Estaba sentada a la puerta de
una casa, como no
creo que haya habido alguna otra en el mundo,
porque en ella vivió gente
capaz de dormir con cerdos como
si fuesen sus propios hijos, gente que tenía
pena de irse de la
vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y
ése fue mi abuelo
Jerónimo, pastor y contador de historias, que,
al presentir que la
muerte venía a buscarlo, se despidió de los arbotes
de su huerto uno por uno, abrazándolos y
llorando porque
sabía que no los volvería a ver.
José
Saramago
(portugués)
(fragmento)
A. Marca el
significado de las siguientes oraciones y frases del
texto.
1. Mientras
el sueño llegaba, la noche se poblaba con las
historias y los sucesos que mi abuelo
iba
contando.
a.
Cuando José se dormía empezaba a soñar con la vida
del abuelo.
b. Mientras José se
quedaba dormido, el abuelo le contaba historias.
c. Cuando el abuelo
llegaba, se le quitaba el sueño a José.
2. ...ese
que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José
al lado, era capaz de poner el universo en
movimiento apenas con dos palabras.
a. Las
historias que contaba el abuelo provocaban que José
imaginara cosas que podrían suceder en cualquier
parte del universo.
b. José y el
abuelo juntos creaban una fuerza superior que le
daba vida al Planeta.
c. José y el
abuelo, como no podían viajar, se sentaban a
imaginar qué cosas pasaban en el universo.
3.
...en aquel momento casi final, estuviese recibiendo
la gracia de una suprema y última despedida, el
consuelo de la belleza revelada.
a. En el
momento casi final tuvo la suerte de recibir la
última despedida de su nieto.
b. En el
momento casi final recibió las gracias por haberse
despedido de la vida.
c. En el
momento casi final reconoció que, aunque su vida fue
difícil, tuvo la suerte de vivir y disfrutar de la
belleza que la rodeaba.
B. Compara
la vida que llevaba José cuando era niño con la vida
que tienes tú en esta época. Fíjate en las
descripciones que hace de la casa, de sus abuelos y
de sí mismo.
¿En
que se parece? |
|
¿En qué se diferencian? |
|
|
|
|
<---> |
|
|
|
|
|
|
|
C.
Marca el grupo de palabras que mejor describa a cada
personaje del texto.
José
|
El abuelo |
La
abuela |
maduro |
humilde |
triste |
curioso |
culto |
inteligente |
trabajador |
hablador |
maternal |
|
inteligente |
inteligente |
sabia |
desagradecido |
comunicativo |
sensible |
trabajador |
trabajador |
agradecida |
Contesta:
1. ¿Crees que el abuelo de José Saramago influyó en
su vida y en su carrera
de escritor? Explica.
_______________________________________________________________________________________________________
_______________________________________________________________________________________________________
2.
¿Hay alguna persona que represente para ti lo que el
abuelo Jerónimo representaba
para José? ¿Quién es? ¿Por qué la consideras sabia?
¿Qué cosas te enseña?
_________________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________________
3. Escribe
una oración que explique en tus palabras la
diferencia entre pena de morir,
miedo de morir.
Puedes explicarlas mediante un ejemplo.