El
análisis en Geografía

El paisaje es el elemento primordial de la
Geografía, lo primero que se ve. El paisaje se
define por sus formas, naturales o antrópicas.
Todo paisaje está compuesto por elementos que se
articulan entre sí. Estos elementos son
básicamente de tres tipos: abióticos, bióticos y
antrópicos, que aparecen por la acción humana.
Determinar estos elementos es lo que constituye
el primer nivel del análisis geográfico.
Cada uno de estos elementos del pasaje
evoluciona dialécticamente con los otros dos. Se
hace necesario, pues, estudiar cuáles son esos
cambios, en qué dirección se producen, a qué
ritmo, y cuál es su umbral antes de que
desaparezcan. Con todo esto el geógrafo va
construyendo un modelo de funcionamiento del
paisaje. En él aparecen los contactos, las
repeticiones, las irregularidades y todo lo que
defina al paisaje. Además, se debe determinar
cómo evoluciona en el tiempo. Esto constituye el
segundo nivel del análisis geográfico.
Pero además, el geógrafo tratará de
explicar porqué el paisaje es de una determinada
manera. Intentará explicar el paisaje. En última
instancia esto es la Geografía.
Uno de los problemas centrales de la
Geografía es el de la localización. Localizar no
sólo es mencionar la latitud, la longitud y la
altitud de un punto, sino determinar las
relaciones de ese punto con el entorno. El
emplazamiento es el asentamiento territorial de
un elemento en el espacio. La posición depende
del sistema de relaciones que mantiene el
elemento con otros, próximos o lejanos. Para
determinar el emplazamiento de un elemento
generalmente usaremos mapas de gran escala,
mientras que para comprender su posición
necesitaremos mapas de escalas pequeñas, lo
normal son los menores de 1:200.000.
La posición es el resultado de uno o varios
sistemas de relaciones, dependiendo de la
complejidad de las funciones del elemento.
No todas las propiedades de la localización
tienen el mismo carácter; algunas son
contingentes, es decir, pertenecen naturalmente
al lugar, pero otras son realizables, es decir
pueden ser modificadas por la sociedad. Tener en
cuenta estas características es fundamental a la
hora de elegir la localización de una empresa,
por ejemplo. Los lugares utilizados por una
civilización para su emplazamiento dependen de
la técnica de control del territorio, de la
tecnología existente; y se justifican por su
posición.
En un estudio de localización el geógrafo
efectúa conjuntamente tres operaciones:
establece los elementos del paisaje, estudia las
relaciones que justifican la posición y
confecciona el balance de correspondencias entre
el lugar y la posición, las cuales se pueden
modificar a lo largo del tiempo.
Las estructuras
geográficas
En el espacio geográfico se llama
estructura a una unidad funcional y fisionómica
que posee una identidad y está localizada. Cada
estructura está regida y organizada por un
sistema.
Cualquiera que sea la naturaleza de los
fenómenos analizados el geógrafo hace una misma
gestión, tendente a descomponer su ámbito en
conjuntos homogéneos por su fisonomía o sus
funciones; los delimita, y ve sus articulaciones
y sus interferencias. Se observan, así, las
originalidades, las diferencias y las
similitudes.
Un mismo espacio puede acoger diversas
estructuras, que se presentan con distinta
fuerza dependiendo de la naturaleza del elemento
que las determine, abiótico, biótico o antrópico.
Lo que obliga al geógrafo a clasificar los
elementos que componen el paisaje; y a
reagruparlos en función de sus propiedades
comunes. Esto implica que las estructuras se
deben ordenar taxonómicamente. Además, estas
estructuras cubren un área determinada, llamada
cora. La corología es el estudio descriptivo de
una distribución en el espacio.
Esto nos lleva al estudio de los límites.
Establecer los límites de un fenómeno es uno de
los problemas más difíciles de la Geografía, ya
que todo fenómeno presenta discontinuidades
espaciales, y sus límites varían con el tiempo.
Frecuentemente, el conocimiento del fenómeno
implica el conocimiento de sus límites y
viceversa. Los elementos se agrupan en familias,
y estas en niveles. Las comparaciones únicamente
se pueden establecer entre elementos de la misma
familia e idéntico nivel. Pero también se exige
el conocimiento de los vínculos entre elementos
clasificados en diversos órdenes de la misma
familia y las relaciones entre familias, con lo
que se estudia un fenómeno a diversas escalas.
Frecuentemente, a cada escala le corresponde un
elemento dominante de estudio, y a cada fenómeno
una escala. A cada familia le competen unas
técnicas de análisis y unos instrumentos propios.
Georges Bertrand establece ocho niveles de
estudio: el geotopo, el más pequeño, escalas
menores a 1:1000. En él pueden estudiarse
fenómenos como los desprendimientos de roca, la
vivienda o el microclima. La geofacies, con de
escalas entre 1:5000 y 1:25.000.
Son fisionómicamente homogéneas. El geosistema,
que es una unidad funcional que agrupa a todas
las geofacies que están relacionadas por el
objeto de estudio. Estos fenómenos se presentan
en escalas de entre 1:20.000
y 1:50.000. La
comarca, que agrupa a varios geosistemas. Su
escala está entre el 1:50.000
y el 1:200.000. La
región, es una unidad organizada debido a una
disposición natural, histórica, paisajística,
antrópica, etc. Se presentan en escalas entre
1:200.000 y 1:1.000.000.
La provincia reúne a varias regiones. Su escala
suele ser inferior a 1:1.000.000.
El dominio, en el que aparece un fenómeno de
gran magnitud. Dominio alpino, atlántico,
mediterráneo, etc. Y el área o zona, que aparece
en las escalas muy pequeñas, generalmente
planetarias. Aquí encontramos las grandes zonas
climáticas, templadas, frías, cálidas, o los
grandes conjuntos biogeográficos, la
distribución de continentes y océanos, o los
grandes conjuntos de población en el mundo.
Aunque generalmente se reserva la palabra área
para unidades más pequeñas que la zona, como los
países del área del Caribe, por ejemplo.
No obstante, es posible hacer otras
clasificaciones. Alain Lacoste y Robert Salanon,
establecen los siguientes niveles biogeográficos:
distrito, sector, dominio, región e imperio, de
menor a mayor. Además, el término región es
mucho más complejo y tiene otras connotaciones.
Por otro lado, se suele utilizar el término país
para designar una unidad homogénea de estudio,
independientemente de su escala y su
localización, y suele coincidir con un paisaje,
país cárstico, alpino, boreal, urbano, etc.
El estudio geográfico se hace de un
problema monográfico, bien sea este de escala
local (geotopo, geofacies, geosistema y comarca)
bien sea de escala regional (región, provincia,
dominio, área y zona).
Sistemas, redes y
funciones
Ante una estructura el geógrafo se pregunta
cuáles son los sistemas que organizan y rigen su
evolución. Las relaciones entre diferentes
estructuras se establecen en sistemas, que
permiten la transferencia de materia y energía,
los intercambios y las transformaciones. Los
sistemas funcionan gracias a determinados
agentes que desencadenan los procesos. En
Geografía encontramos múltiples sistemas:
ecológicos, erosivos, climáticos, de cultivos,
agrarios, urbanos, de transporte, etc. El
análisis de sistemas permite observar las
correspondencias de causalidad y las
interrelaciones, ver la eficacia de ciertos
agentes y procesos, y aquilatar las inercias y
las limitaciones.
La dinámica de los fenómenos se ejerce en
el espacio gracias a los intercambios, a las
transformaciones y a las transferencias, que se
expresan en forma de flujos de materias, de
energía, de poblaciones y de bienes. Estos
flujos forman circuitos y redes. Se utiliza el
término circuito para los flujos de intercambio
naturales, mientras que el vocablo redes se
reserva para los sistemas creados por la
sociedad. Encontramos circuitos en la atmósfera,
en los mares, en la biosfera y en la Tierra como
planeta; la cadena trófica, el ciclo del agua o
el ciclo del sol. Aunque se habla de red
hidrográfica esta es un circuito: se denomina
así por sus características topológicas.
Las redes son sistemas lineales y continuos
que permiten la circulación de las materias, la
energía, las poblaciones y los bienes, entre
diferentes puntos del espacio humanizado. Las
redes están jerarquizadas en distintas escalas y
se cruzan en nodos. Cuanto más densidad de
población, desarrollo económico o nivel
tecnológico tenga una sociedad, más densas y
variadas serán sus redes. Las redes son las que
garantizan el dominio y la ordenación de un
territorio. La creación de una red es fruto del
esfuerzo colectivo a lo largo del tiempo.
Requiere una inversión en mano de obra y
capital, una previsión, una voluntad social y un
sistema jurídico que lo ampare. Son redes: las
vías férreas, las carreteras, las líneas aéreas,
las de alta tensión, las telefónicas, los
canales de regadíos, los oleoductos, bancos,
etc. En una red es necesario estudiar las
condiciones de acceso y acometida (instalaciones
fijas que proporcionan suministro a la red), los
nodos, las direcciones del flujo, el caudal, la
velocidad, etc. Y las consecuencias que tiene la
red en el medio. Podremos encontrar espacios
naturales donde apenas existen redes y lugares
donde las redes se superponen, como ocurre en
las ciudades. La densidad y el tráfico de las
redes revelan el nivel de vida y la cultura de
la sociedad que la utiliza.
Las funciones nacen de las relaciones
causales y las interacciones que se establecen
en un sistema. Permiten calibrar su eficacia y
su productividad. A veces se distinguen tres
tipos de funciones: de producción, de
transformación y de intercambio. Existen
funciones contingentes, naturales, y
funciones antrópicas, que se pueden modificar a
voluntad de la sociedad.
La diferenciación
espacial
Uno de los mayores problemas en Geografía
es definir los límites de un fenómeno. Cada
estructura tiene unos límites más o menos
precisos y fáciles de localizar. En realidad lo
difícil es concretar todos los elementos que
intervienen en una estructura. Determinar los
límites implica delimitar la estructura, y
viceversa. Por ejemplo, situados ante el
problema del bosque mediterráneo debemos:
determinar qué es un bosque mediterráneo, qué
especies lo conforman y cuáles son sus límites.
Pero para ello debemos localizar un bosque
mediterráneo y determinar sus límites, para
saber las especies que lo definen.
Los límites son, necesariamente, cambiantes
en el tiempo, al igual que las estructuras. Un
límite no es una línea divisoria sino una franja
de contacto entre dos ámbitos geográficos
diferenciados. La línea de contacto se llama
frontera, aunque este término se suele reservar
para las líneas de división política.
Existen límites claramente perceptibles,
como el contacto entre el agua y la tierra, o
las diferentes cuencas hidrográficas, pero hay
otros que no están tan claros, como los límites
climáticos, o los de las especies biocenóticas.
Los límites antrópicos son innumerables. Unos
son claramente perceptibles, como los políticos,
otros son muy difíciles de determinar, como la
zona de influencia de una empresa, y requieren
una investigación.
Dentro de cada límite es necesario
determinar la densidad, es decir, la carga de
una población por unidad de superficie, y la
intensidad, o el grado de actividad de un
fenómeno por unidad de tiempo y superficie.
Ambos conceptos determinan el grado de dinamismo
del sistema, pero sólo tienen valor si se les
compara con otros sistemas similares. Son
conceptos relativos. Nos encontramos con el
problema de qué es geográficamente
representativo. Para determinar la densidad y la
intensidad es necesario utilizar diferentes
técnicas de inventariado que dependen del objeto
de estudio, plantas, animales, lluvia,
carreteras, personas, etc.
Otro de los problemas centrales del
análisis geográfico es determinar el umbral. Los
procesos son activos sólo entre determinados
umbrales, máximos y mínimos, más allá de los
cuales el fenómeno se extingue y comienzan
procesos de otra naturaleza. Las zonas más
frágiles, y donde los fenómenos se encuentra
cerca de sus umbrales son, precisamente, los
límites. Pero también existen umbrales internos:
como el de saturación, que hace que el sistema
se colapse, el de productividad, o el de
viabilidad, y que pueden llevarlo a la extinción.
Cada fenómeno tiene un umbral mínimo y otro
máximo, y cada uno de ellos una serie de
variables, dependiendo de su naturaleza. Uno de
los problemas de la determinación de los
umbrales es que no son lineales, sino que tienen
un punto crítico de ruptura y a menudo se
presenta de forma catastrófica. En los fenómenos
antrópicos, la distancia entre el umbral máximo
y mínimo puede variar, dependiendo de decisiones
sociales.
El tiempo
En todo análisis del espacio el geógrafo se
debe recurrir a la Historia e integrar el tiempo
y la duración en sus razonamientos. Una de las
mayores dificultades en este tema es que
normalmente nos tropezamos con diferentes
escalas de tiempo. El geógrafo se encuentra ante
elementos heterogéneos, instalados en épocas
diferentes y que evolucionan a ritmos distintos.
El geógrafo se basa en lo que se observa en
el presente y únicamente recurre al pasado con
vistas a la comprensión del paisaje, para
entender la evolución. No obstante, en la
actualidad existe una corriente geográfica que
pretende conocer cómo era el paisaje en el
pasado histórico. El geógrafo trata de encontrar
en el paisaje las huellas del pasado que nos han
llegado.
Aunque de una manera un tanto arbitraria se
distinguen, normalmente, tres tipos de tiempo:
el tiempo cíclico, donde un fenómeno se repite
en un intervalo corto, el tiempo histórico y el
tiempo geológico. En todo paisaje encontramos
elementos que se explican en, al menos, uno de
estos tipos de tiempo. Por ejemplo: en una
ciudad tenemos los desplazamientos diarios, el
clima, la evolución de la ciudad y su
asentamiento geológico.
Una de las características de los
movimientos de la naturaleza es que no se
producen de forma paulatina sino repentina. Si
los movimientos son masivos pueden llegar a ser
catastróficos. Por ejemplo: una ladera es
estable hasta que llega a un punto de ruptura y
se desliza. Pero para que alcance ese punto de
ruptura ha tenido que acumular una cierta
tensión a lo largo del tiempo. Los períodos de
inactividad son más largos que los de actividad.
Claro que esto sólo es verdad si utilizamos una
escala de tiempo humana. Si hablamos de tiempos
geológicos que una ladera se desplace cien
metros en media hora supone un movimiento mínimo,
y la erosión de una montaña puede considerarse
paulatina.
En Geografía es particularmente interesante
el estudio de fenómenos cíclicos y su evolución.
Sin embargo, debe quedar claro que, hasta en
Geografía, la Historia en ningún caso es
repetitiva.
La noción de ciclo nos lleva al intento de
crear modelos teóricos aplicables a cualquier
situación. A diferencia de en las Matemáticas,
en las que los modelos se aplican rígidamente
para obtener resultados iguales entre sí, en
Geografía el modelo sólo sirve para hacer una
primera aproximación un tanto superficial. Sin
embargo, el modelo sí es útil para conocer,
teóricamente, el comportamiento aislado de un
elemento. Luego, podremos determinar en qué
medida lo observado en la realidad se ajusta a
lo esperado. Pero si el modelo sirve para
estudiar un elemento, se muestra ineficaz para
explicar el paisaje, puesto que los elementos
que actúan son tantos que se hace virtualmente
imposible.
El gran peligro del modelo es que se
convierta en el fin de la Geografía y se trate
de ajustar la realidad al modelo, por encima de
la observación. Pero también, que la observación
de las singularidades no nos permita generalizar
y construir modelos de aproximación.
|