La
Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico
Por: Héctor
Andrés Negroni
Adaptado de su libro, Historia
Militar de Puerto Rico,
Ediciones Siruela, Madrid,
España, 1992.
INTRODUCCION
(Las notas bibligráficas en
el texto siguen el siguiente formato: el primer
número corresponde al número del libro en la
bibliografa, el segundo número (romano) indica
el volumen, mientras que el último número
corresponde a la(s) página(s) donde se encuetra
la materia)
"Esta breve campaña de
1898, de diecinueve días, fue un modelo de
guerra culta, moderna y humanitaria.
La invasión de Miles
revistió todos los caracteres de un paseo
triunfal debido a su política de guerra
sabia y humanitaria; se respetaron las
costumbres, leyes y religión de los nativos;
no se utilizó el abusivo sistema de
requisas, sino que todo era pagado, incluso
el terreno donde levantaban sus tiendas, a
precio de oro. Su proclama, sabiamente
urdida y hábilmente circulada, despertó en
el país anhelos de libertad y progreso, que
encendieron los corazones de los más tímidos
campesinos. Lugo Viñas, Carbonell, Mateo
Fajardo, Nadal, Luzinaris y otros pocos
penetraban a un tiempo mismo en los pueblos
y en el corazón de sus habitantes como
precursores de un ejército que batía marcha
de honor ante las damas, besaba y repartía
candies a los niños. Soldados que se batían
y hacían jornadas de 30 millas bajo un sol
de fuego del mes de julio, y luego en
Hormigueros, de rodillas ante el padre
Antonio, rezaban a la misma Virgen de la
Monserrate, tan venerada por todo el oeste
de la Isla.
Esta política de la
guerra, esta cultura militar, el hombre
detrás del cañon "the man behind the gun" y
los numerosos sacos de oro acuñado que
trajeron Miles, Brooke y Wilson, allanaron
el camino, limpiándolo de obsátculos.
El Capitn Vernon,
poniendo flores en Yauco sobre la tumba de
un soldado español muerto en el combate de
Guánica, recordaba hazañas quijotescas de la
andante caballería, muy del gusto de los
puertorriqueños, descendientes de aquellos
caballeros andantes de Indias. Los hechos
enumerados fueron factores que contribuyeron
a inclinar la balanza del lado de
Washington."
Angel Rivero Méndez
Crónica de la Guerra
Hispano Americana, p. VII
I.
ANTECEDENTES Y CAUSAS
A.
Relaciones con EEUU
Las primeras relaciones entre
las crecientes colonias inglesas de Norteamérica
y los puertorriqueños son de índole comercial.
Debido a la asfixiante política mercantilista
española, estas relaciones comerciales eran
necesariamente ilícitas. Así se desarrolló una
floreciente y lucrativa práctica contrabandista
entre los marinos norteamericanos y los
puertorriqueños. El gobierno español trató de
poner coto a estas prácticas estableciendo un
vigoroso programa de corsarios criollos a
principios del sigloXVIII y como consecuencia de
la actividad corsaria se desarrolló una fuerte
rivalidad entre los gobiernos de España e
Inglaterra. La buena fortuna de los corsarios
criollos es motivo de numerosas protestas
británicas. Tal parece que los corsarios se
sobrepasaban un poco con su patente de corso
para extender su radio de operaciones, no sólo
contra el contrabando, sino contra toda nave de
matrícula inglesa que tenía la mala suerte de
ser avistada por nuestros corsarios. El gobierno
español se hace de la vista larga y hasta
intenta excusar la actividad corsaria bajo el
pretexto de que las embarcaciones inglesas de
las colonias norteamericanas están llevando a
cabo operaciones clandestinas y que de otra
manera escaparían la captura. Pronto San Juan es
calificado comoun nido de piratas por el
gobierno inglés (6:368).
La guerra por la
independencia de las colonias inglesas de
Norteamérica da a nuestros corsarios mayor
motivo para hostigar al comercio inglés ya que
la política y la simpatía españolas se inclinan
hacia los rebeldes norteamericanos. En uno de
los episodios de esta guerra por la
independencia, los puertorriqueños demostraron
de modo fehaciente esta simpatía.
El 17 de agosto de 1777, la
goleta Eandawock y la balandra Henry, ambas de
matrícula norteamericana y armadas en corso por
el nuevo gobierno de EEUU, entraron en la
ensenada del puerto de Mayagüez para evadir la
persecución de la fragata de guerra inglesa
Glasgow. Los ingleses protestaron el asilo
brindado a las naves rebeldes alegándose una
violación de neutralidad. Las autoridades de
Mayagüez respondieron a esta acusación
enarbolando la bandera española en los buques
norteamericanos evitando así la captura de
éstos.
Terminadas las hostilidades
de la guerra de independencia se desarrolló un
fuerte tráfico martíimo entre los EE.UU. y
Puerto Rico. Este comercio beneficiaba mucho a
Puerto Rico en perjuicio del comercio español,
ya que los norteamericanos vendían sus
mercancías a un precio más bajo que el cotizado
por España. No tardó el gobierno español en
poner fin a este lucrativo comercio por medio de
legislación monopolística. La restricción
española indignó fuertemente a la naciente
república de EEUU y pronto se escucharon
manifestaciones anexionistas en EEUU. En el
1783, el Ministro norteamericano John Adams
propugnaba la idea de anexión política de las
islas de Puerto Rico y Cuba, cuyas primeras
relaciones con EEUU había determinado el interés
económico (2:I:169). Cuatro años más tarde,
Tomás Jefferson también se expresaba en iguales
términos. Sin embargo, las manifestaciones
jeffersonianas de expansionismo no se limitaban
a Cuba y a Puerto Rico si no que profesaban un
deseo de incluir a todo el hemisferio bajo la
éjida de la nueva República (2:I:170).
Las nubes de guerra
angloespañola que se perfilaban en el horizonte
a fines del siglo XVIII fueron responsables por
un cambio de política española respecto a los
EE.UU. Reconociendo el valor de una alianza
hispanoamericana, el gobierno español entabló
gestiones diplomáticas con EE.UU. que culminan
con la firma de un tratado de amistad, límites y
navegación el 21 de octubre de 1795. El artículo
XIX de este tratado permita el establecimiento
recíproco de cónsules pero no será hasta 1815
que se llevará a cabo este intercambio
(3:115-116). No obstante, este tratado normalizó
las relaciones comerciales entre Puerto Rico y
EE.UU. Pronto se comenzaron a recibir en la Isla
grandes cargamentos de productos
norteamericanos. Los víveres recibidos en Puerto
Rico a raíz de este tratado hispanoamericano
fueron muy útiles para ayudar a repeler el
ataque inglés a Puerto Rico en 1797. Otro de los
resultados de este tratado fue que los de EE.UU.
pusieron a un lado sus pensamientos
anexionistas, satisfechos en las jugosas
ganancias del fuerte trfico comercial. Tan
satisfechos estaban los de EE.UU. que hicieron
caso omiso de una seria propuesta por parte del
Precursor, Antonio de Miranda, bajo la cual los
EE.UU. recibirían la isla de Puerto Rico a
cambio de ayuda a los movimientos libertarios en
las colonias españolas de América (2:I:56).
El tráfico comercial aumentó
considerablemente a principios del siglo XIX.
Según Lidio Cruz Monclova, entre el 19 de
noviembre de 1796 y el 18 de julio de 1801 se
admitieron en San Juan 15 buques mercantes de
EE.UU. Sin embargo, durante los próximos tres
meses entraron en el puerto de San Juan 14
buques mercantes de EE.UU. (2:I:12).
A pesar del temor español
sobre la penetración económica de EE.UU. en
Puerto Rico, España no tenía más remedio que
aceptarlo ya que la situación europea no le
permitía abastecer sus propias colonias y el
comercio norteamericano llenaba muy bien esta
necesidad imperante. Luego de normalizarse un
poco la precaria situación española fue muy
difcil excluir el muy entrenchado comercio
norteamericano que, de necesidad se había
convertido en hábito. Obedeciendo a estas nuevas
exigencias, España expidió en el 1815 una Cédula
de Gracia, de gran impacto para la vida
comercial puertorriqueña. El 27 de noviembre de
1815 se expidieron credenciales acreditando por
primera vez un cónsul de EE.UU. en Puerto Rico
(3:116).
Las maquinaciones polticas
del monarca español Fernando VIII volvieron a
despertar los pensamientos anexionistas de
EE.UU. Temerososde que España pudiera utilizar a
Puerto Rico como prenda de intercambio, el
gobierno de EE.UU., a través de su Secretario de
Estado John Quincy Adams, comunicó al gobierno
español el 28 de abril de 1823 que los EE.UU. no
contemplaran con gusto que Cuba o Puerto Rico
pasaran a la posesión de ninguna otra potencia
(2:I:170). Esta misma advertencia fue repetida
por Henry Clay en 1825 en su capacidad como
Secretario de Estado (2:I:207). Un año más
tarde, durante el Congreso de Panamá convocado
por Bolívar, los representantes de EE.UU. se
opusieron a cualquier acción para alterar el
destino político de Puerto Rico o de Cuba
(2:I:185). Todo parece indicar que los EE.UU. no
querían compartir Puerto Rico con sus hermanas
repúblicas. Los temores de EEUU estaban bien
fundados pues la poltica de EE.UU. prefería ver
a PuertoRico bajo un gobierno centralista
español a la incertidumbre de gobierno que
prevalecía en las repúblicas hispanoamericanas.
Por lo menos, bajo España los norteamericanos
estaban relativamente seguros de que Puerto Rico
no pasaría a manos de otra potencia. Además, los
EEUU se sentían muy satisfechos con el
ascendente ritmo comercial que mantenían con la
Isla. Ya para el 1832, Puerto Rico compraba la
mayor parte de sus mercancías a EE.UU.,
convirtiendo así a esta nación en el mercado más
importante de Puerto Rico (2:I:200).
El aumento comercial trajo
consigo un mayor intercambio entre Puerto Rico y
los EE.UU. Para el 1825, más de 200 jóvenes
puertorriqueños estudiaban en universidades
norteamericanas (2:I:203). La penetración
comercial llegó a su punto más alto a mediados
del siglo XIX y para el 1851 el 42% de las
exportaciones insulares iban a puertos de EE.UU.
mientras que solamente el 6.75% se llevaba a
cabo con España (2:I:315).
Para mediados de siglo XIX
volvieron a manifestarse una vez más las miras
expansionistas de EE.UU. En su discurso
inaugural de 1845, el Presidente Polk declaró
que la adquisición de posesiones fuera de EE.UU.
podía ser de vital interés para el país
(2:I:333). Cinco años más tarde ocurrió un
incidente que por poco causa el rompimiento de
hostilidades hispanoamericanas.
En abril de 1850 eran
encarcelados en Mayagüez varios miembros dela
tripulación de una goleta norteamericana, la
North Carolina. Según se supo, esta goleta había
naufragado en aguas de Puerto Rico y por lo
tanto el proceder de las autoridades de la Isla
causó mucha inquietud y tirantez en las
relaciones entre España y EE.UU. (2:I:334).
La prensa norteamericana
comenzó también una campaña antiespañola echando
más fuego a la discordia y las diferencias
hispanoamericanas. Numerosas declaraciones de
funcionarios públicos impedían que se mejoraran
las relaciones. Entre estas declaraciones se
destaca la conocida como el Manifiesto Ostend,
en el cual se declaraba abiertamente que España
no debía mantener colonias en el Nuevo Mundo
porque era incapaz de gobernarlas. Esta
declaración de 1854 añadía que los EE.UU.
estaban dispuestos a comprar las colonias de
España y que si se rehusaba la oferta los EE.UU.
estaban en pleno derecho de quitrselas a España.
El Gobernador de Kansas llegó al punto de
exhortar al Presidente Pierce a que anexionara a
Cuba y a Puerto Rico (2:I:352).
Estas y otras declaraciones
tuvieron eco en el seno del propio Congreso de
la nación y entre 1859 y 1861 se hicieron
múltiples comentarios respecto a la anexión de
Puerto Rico bajo la doctrina del Destino
Manifiesto (2:I:510-512). La cruel Guerra Civil
en EE.UU. interrumpió cualquier seria
consideración sobre el particular.
Terminada la Guerra Civil,
EE.UU. volvió a dar señales de anexionismo. En
julio de 1869, los EE.UU. ofrecieron comprar las
islas de Puerto Rico y Cuba por la cantidad de
150 millones de dólares. Ante la negativa
española, las autoridades norteamericanas
desataron una fuerte campaña difamatoria en la
prensa. Esta campaña recibía brisas alentadoras
de los propagandistas cubanos en Nueva York,
quienes deleitaban a los periodistas con
exageradas historias de la crueldad española en
Cuba.
El estallido de revolución en
Cuba en 1868 proporcionó a EE.UU. una
oportunidad de demostrar su antipatía por
España. Se suscitaron sendos debates en el
Congreso para reconocer la beligerancia cubana
que afortunadamente fueron derrotados.
La situación llegó a su punto
más estrecho con el episodio del Virginius. A
fines de octubre de 1873, las autoridades
españolas interceptaron un vapor de matrícula y
bandera de EE.UU., el Virginius, que se dedicaba
a llevar armas para los insurgentes cubanos.
Luego de celebrarle a la tripulación un juicio
sumario, las autoridades españolas decretaron y
llevaron a cabo el fusilamiento de 53 miembros
de esta tripulación, incluyendo a 8
norteamericanos. Los EE.UU. protestaron
enérgicamente esta violación de la libertad de
los mares, y a no ser porque España pagó una
indemnización por los hechos, seguramente esto
hubiera sido razón para una declaración de
guerra. El 29 de noviembre de1874 se firmó un
Protocolo de Amistad entre España y EE.UU. que
puso punto final, por lo pronto, a las
diferencias hispanoamericanas (2:II:349-354). La
Paz del Zanjón en 1878 puso fin a la revolución
cubana eliminándose asi una de las causas
irritantes de las relaciones entre España y
EE.UU.
El comienzo en 1879 de la
llamada Guerra Chiquita en Cuba reanudó el
interés de EEUU por las colonias españolas del
Caribe pero la corta duración de este conflicto
pronto convenció a los EE.UU. de que España era
el amo en Cuba.
El interés expansionista de
EE.UU. en el Caribe salió a relucir una vez más
en la última década del siglo XIX. En el 1891,
el Secretario de Estado de EE.UU. James G.
Blaine, declaró que EE.UU. debía anexionarse las
islas de Cuba y Puerto Rico (2:VI:223). Hasta el
rompimiento formal de hostilidades de la Guerra
Hispanoamericana, la prensa de EE.UU. continuó
sus ataques antiespañoles y declaraciones como
éstas eran ya comunes y parte integrante de
cualquier artículo sobre España.
Podemos afirmar que la
política norteamericana en el Caribe estaba
guiada por la anexión de Puerto Rico y Cuba a
los EE.UU. y que la ineptitud española no dejaba
duda de que los objetivos de EEUUserían
alcanzados.
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B.
Causas directas de la guerra
Como hemos visto en el
apartado dedicado a las relaciones con EE.UU.,
la penetración comercial e interés general
norteamericano en el area del Caribe no dejaba
duda de que uno de los puntales de la política
exterior de EE.UU. consistía en convertir el Mar
Caribe en un mare clasum. Por lo tanto resulta
un poco difícil encontrar las causas directas de
la Guerra Hispanoamericana.
Tal vez, para encontrar las
raíces de esta guerra hay que remontarse a la
Guerra Cubana de los Diez Años, o Grito de Yara
(1868-1878). Este conflicto proporciona la
excusa de mayor intervención, tomando como
pretexto las aspiraciones independentistas
cubanas unidas al cruel trato que recibía Cuba
de España. No es nuestro propósito despreciar el
sano intento de EE.UU. en ayudar a la causa
cubana pero no podemos pasar por alto que las
miras expansionistas de EE.UU. encontraron en el
Grito de Yara un eje para unificar la opinión
pública norteamericana con la política
expansionista. Como sabemos, los revolucionarios
cubanos contaron con el apoyo moral y material
de EE.UU. Además, los propagandistas cubanos
encontraban completa libertad en el seno de
EE.UU. proporcionando al mismo tiempo la
munición al periodismo para mantener latente el
problema cubano. El incidente del Virginius por
poco prende la mecha a la hostilidad abierta.
La Paz del Zanjón puso un fin
temporero a las actividades revolucionarias
cubanas. Los exiliados cubanos en Nueva York,
Filadelfia, y Tampa no cesaron en su intento y
lograron mantener prendida la llama del
sentimiento antiespañol.
La Guerra de los Diez Años
recibió titulares de primera plana en los
periódicos de EE.UU. En el 1869 los EE.UU.
trataron de poner fin al conflicto ofreciendo
sus buenos oficios para mediar en la pugna con
una propuesta de independencia para Cuba.
Naturalmente, la oferta norteamericana fue
rechazada, lo cual aumentó en EE.UU. el
sentimiento antiespañol. Se consideró en EE.UU.
el reconocimiento beligerante de los cubanos
pero pronto se tuvo que desistir de este empeño
a causa de la imperante opinión mundial. De
todas maneras, no es un secreto histórico que el
gobierno de EE.UU. se mantuvo en abierta
simpatía con los revolucionarios cubanos, y
tenemos por lo menos dos instancias en que el
propio Presidente Grant expresó mensajes de
simpatía, apoyo y adhesión a la causa cubana en
abierta violación de neutralidad.
Hay que reconocer que las
actividades españolas en Cuba estaban afectadas
por el desorden político que existía en la Madre
Patria. Las guerras carlistas, los golpes
militares, los pronunciamientos, y la división
interna de España obstaculizaban cualquier
intento de reconciliar a los revolucionarios
cubanos con la metrópoli. Una vez se disipó un
poco la crítica situación doméstica española, el
Rey Alfonso XII nombró al General Martínez
Campos como Capitán General de la isla de Cuba.
Este hábil gobernante se ganó el apoyo de los
españoles y presentó un frente unido en Cuba que
pronto logró ganar la simpatía de la mayoría de
los cubanos. Por medio de las gestiones de
Martínez Campos se logró firmar la paz del
Zanjón en 1878. Martínez Campos instituyó
ciertas reformas en Cuba que calmaron un poco el
ánimo de los revolucionarios. Sin embargo, no
pudo convencerlos a todos pues un pequeño grupo
de revolucionarios continuó la lucha por la
independencia en lo que se conoce como la Guerra
Chiquita.
Los propagandistas cubanos en
EE.UU. continuaron su agitación, viendo sus
empeños coronados con el estallido de un nuevo
movimiento revolucionario en Cuba. En el 1894
estalló el Grito de Baire. Esta vez la respuesta
española fue fulminante, despachando 100.000
tropas hacia Cuba para aplastar la insurrección.
Martínez Campos no pudo contener el empuje y se
vio reemplazado por un nuevo y represivo Capitán
General, el General Valeriano Weyler. La
política de acercamiento de Martínez Campos no
había dado el resultado esperado y los
gobernantes españoles optaron por un viraje de
180 grados. El sistema represivo de Weyler sólo
sirvio para solidificar a los cubanos y dio
excusas al mismo tiempo para que los EE.UU.
participaran más activamente en ayudar
almovimiento revolucionario.
El Presidente de EE.UU.
Cleveland ofreció arbitrar en el conflicto pero
fue rechazado por España. El nuevo Presidente
McKinley se dedicó a una política de apoyo más
abierta y en 1897 reconoció la beligerancia de
los revolucionarios cubanos. Con tal acción, la
revolución cubana perdió el carácter doméstico
para convertirse en un conflicto legal
internacional. De reconocimiento de beligerancia
a participación activa había poca distancia.
Una vez más la disención
interna española vino a obstaculizar el
conflicto cubano. El Primer Ministro español
muere a manos de un asesino anarquista y sube al
poder Sagasta, quien se encontró con un problema
de gran magnitud pues el Presidente McKinley le
había enviado al gobierno español una nota
diplomática. En esta nota con carácter de
ultimátum se le daba a España hasta octubre de
1897 para resolver el problema cubano. La
respuesta española dejó entrever la ineptitud
del agobiado gobierno de Sagasta pues, en vez de
protestar enérgicamente contra este insulto
internacional, prometía dar amnistía a los
revolucionarios cubanos. El titubeo español
aumentó el espíritu intervencionista en EE.UU.
pues demostraba la debilidad de España.
El 27 de noviembre de 1897 se
publicó en Cuba una Carta Autonómica, pero el
envalentonado McKinley declaró que EE.UU. no se
consideraba satisfecho con esta acción añadiendo
que su nación consideraría seriamente intervenir
en Cuba si el conflicto no era resuelto con
brevedad. Para subrayar más su intención de
intervenir, McKinley ordenó el envío del crucero
Maine a la capital cubana bajo el pretexto de
proteger la vida y la hacienda de sus
ciudadanos. El 15 de febrero de 1898 este barco
fue sacudido por una explosión de origen
inexacto que causó la muerte de 260 marinos
norteamericanos. A pesar de que la comisión
investigadora no pudo establecer la causa del
hundimiento del Maine, los EE.UU. enviaron una
nueva nota a España el 20 de abril, en la cual,
otra vez en forma de ultimátum, le daban a los
españoles un plazo de tres días para evacuar la
isla. Este ultimátum representaba una
declaración de guerra y como tal fue
interpretado por España. Los españoles, heridos
en su honor, contestaron que un estado de guerra
existía entre los EE.UU. y España a partir del
24 de abril de 1898. El 25 de abril los
EE.UU.hicieron la declaración formal de guerra.
Lo que no pudo hacer el asesinato de la
tripulación del Virginius fue hecho por una
explosión de origen dudosa. España se encontró
ante una guerra que no deseaba y que no tenía la
capacidad de proseguir.
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II.
CAMPAÑA PUERTORRIQUEÑA
A.
Operaciones preliminares
Al recibir el gobierno
español la nota ultimátum del gobierno de EE.UU.
el 20 de abril, el Ministro de Ultramar de
España notificó a las autoridades de Puerto Rico
su contenido. El Gobernador y Capitán General de
Puerto Rico, General Manuel Macías Casado,
expidió un decreto con fecha del 21 de abril por
medio del cual quedaban suspendidas en Puerto
Rico las garantías individuales de la Carta
Autonómica (2:VI:225). El próximo día, las
autoridades de Puerto Rico reconocieron la
gravedad de la situación y el Capitán General
expidió otra orden, fechada el 21de abril, en la
cual declaraba que Puerto Rico se encontraba en
un estado de guerra (2:VI:225). Comenzó entonces
por toda la isla una actividad febril conducente
a la preparación de todo lo necesario para
defender la soberanía española en Puerto Rico
contra la agresión norteamericana que se
esperaba.
La Guerra Hispanoamericana no
tardó en llegar a nuestras costas. Poco después
de la declaración formal de guerra, los EE.UU.
comenzaron un bloqueo de vigilancia frente al
puerto de San Juan pues se esperaba que la flota
de Cervera hiciera escala en Puerto Rico. El 10
de mayo de 1898, el Capitán Angel Rivero Méndez,
Comandante del Castillo de San Cristóbal,
observó en la distancia un buque de guerra
norteamericano que mantenía vigilancia sobre el
puerto. Este buque era el llamado buque
fantasma, el crucero auxiliar Yale, que junto a
los cruceros auxiliares St. Paul y St. Louis
llevaba a cabo labores de reconocimiento y
vigilancia. El crucero Yale se acercó a tiro de
las baterías de San Cristóbal y el Capitán
Rivero le hizo un disparo de cañón como a las
doce del mediodía obligándolo a retirarse fuera
del alcance de las baterías.
Dos días más tarde, el 12 de mayo, a eso de las
cinco de la mañana, el vecindario de la capital
despertó sobresaltado al oírse descargas
procedentes del mar. Aparentemente, el Yale
había interpretado el disparo del 10 de mayo
como señal de que la escuadra de Cervera se
encontraba en la Bahía de San Juan y había dado
parte al Almirante Sampson. El Almirante Sampson
tenía órdenes de encontrar y dar batalla a la
flota española y se dirigió a todo vapor hacia
Puerto Rico.
El bombardeo naval de San
Juan por la escuadra del Almirante Sampson tiene
la importancia de ser el primer ataque serio a
una plaza por buques modernos con armamentos
modernos (8:vi). Este ataque ha creado un número
de polémicas históricas, pues los historiadores
ofrecen diferentes razones por el bombardeo de
San Juan. Por un lado se alega que Sampson no
tenía órdenes de bombardear San Juan (8:68). Por
otro lado se dice que el objetivo de Sampson era
la eventual captura de la Plaza Fuerte de San
Juan a fin de ganar prestigio para la flota y la
armada de EE.UU. Otro grupo mantiene que el
propósito principal del ataque era probar las
defensas de San Juan pues se contemplaba un
ataque frontal contra la propia Capital y era
necesario cerciorarse de su capacidad defensiva.
Un cuarto grupo alega que el bombardeo fue sólo
una práctica de tiro (4:103).
Si el propósito de Sampson
era la captura de San Juan, no tiene explicación
su errático fuego. De los alegados 1,362
disparos por los buques de Sampson muy pocos
dieron en el blanco y, según testigos oculares,
la mayor parte de ellos pasaron sobre la ciudad
y fueron a caer en la bahía. Debido a esto se
puede pensar que el principal objetivo de
Sampson era el bombardeo de la escuadra de
Cervera, alegadamenteanclada en la bahía. Si
creemos que Sampson pensaba que la flota de
Cervera se encontraba en la Bahía, podemos tener
fuertes dudas sobre todo el servicio de
inteligencia de Sampson. Nos inclinamos a pensar
que el propósito de este bombardeo era probar
las defensas de la Capital. Creemos también que
la acusación de que el bombardeo era una
práctica de tiro no tiene fundamento y está
fuera de la conducta observada durante la Guerra
Hispanoamericana.
El Capitán Rivero Méndez hizo un estudio
exhaustivo del bombardeode San Juan por la
escuadra de Sampson y gracias a él podemos dar
la composición, armamento y fuegos de esta
flota.
Acorazado Indiana con 42 cañones (187 disparos)
Acorazado Iowa con 38 cañones (138 disparos)
Crucero New York con 30 cañones (315 disparos)
Monitor Amphitritecon 10 cañones ( 99 disparos)
Monitor Terror con 10 cañones (155 disparos)
Crucero Montgomery con 17 cañones (150 disparos)
Crucero Detroit con 17 cañones (318 disparos)
Como podemos ver, la flota de
Sampson era formidable; contaba con una
artillería de 164 cañones que hicieron un total
de 1,362 disparos contra San Juan (8:104-105).
Los españoles, por otra
parte, utilizaron 28 cañones de su artillería
para responder al fuego y según Rivero hicieron
441 disparos (8:105).
El intercambio de artillería
no causó ni las bajas ni los daños que se
esperaban. La flota de Sampson tuvo un muerto y
siete heridos mientras que las fuerzas de Puerto
Rico tuvieron 6 muertos y 50 heridos (8:104 y
108). Miller alega que las bajas españolas
ascendieron a un centenar entre muertos y
heridos (5:386).
Luego de esta acción, Puerto
Rico se vio libre de episodios bélicos por más
de un mes. El 22 de junio tuvo lugar la tercera
operación preliminar de la Guerra
Hispanoamericana en Puerto Rico.
El Almirante Sampson había
dejado al crucero St. Paul en posición de
mantener un bloqueo de vigilancia sobre el
puerto de San Juan. Las autoridades españolas
decidieron poner fin a este molesto bloqueo y
prepararon planes para destruir el crucero St.
Paul. Para tal empresa, la marina española en
Puerto Rico contaba con cuatro barcos de guerra:
Crucero Concha con 3 cañones
de 12 cm
Cañonero Ponce de León con 4 cañones de 6" y de
1"
Crucero Isabel II con 4 cañones de 12 cm
Destructor Terror con 2 tubos lanzatorpedos
Para trabar combate con el
crucero St. Paul se seleccionó al destructor
Terror. Antes de despachar al Terror se dispuso
que el crucero Isabel II sería utilizado como
carnada para distraer al St. Paul en lo que el
Terror se ponía en posición de soltar sus
torpedos. Todo marchó de acuerdo a los planes
hasta que el St. Paul, haciendo caso omiso del
Isabel II, soltó una andanada que dio blanco en
el Terror poniéndolo fuera de combate. El Isabel
II tuvo que remolcar al Terror a la seguridaddel
puerto ante el atónito público que se había
reunido para observar el combate (8:145146).
El 28 de junio tuvo lugar la
última acción preliminar de la guerra en Puerto
Rico. Para esta fecha el crucero St. Paul había
sido reemplazado en su labor de vigilancia por
el Yosemite.
La noche del 27 de junio, el
vapor Antonio López se pasó de la entrada del
puerto, que se encontraba a oscuras, y al darse
cuenta de su error fue sorprendido por la mañana
del 28 de junio mientras trataba de ganar el
puerto procediendo desde el oeste. El Yosemite
trató deimpedir que el Antonio López alcanzara
el puerto de San Juan y las autoridades
marítimas de Puerto Rico enviaron al Isabel II,
al Concha y al Ponce de León para que
protegieran al indefenso buque mercante. Los
barcos de rescate lograron mantener a distancia
el Yosemite pero en su afán de entrar por la
boca del puerto, el Antonio López quedo varado
cerca de Punta Salinas. Más tarde se logró
salvar la carga del Antonio López antes de que
éste fuera destruido por el crucero de EE.UU.,
New Orleans. No solamente se perdió el Antonio
López sino que también el Isabel II quedó varado
en la playa de Ensenada Honda al tratarde
maniobrar muy cerca de la orilla. Rivero nos
dice que el Yosemite estuvo al alcance de las
baterías del Morro por un espacio de 35 minutos
sin que se le hiciera un disparo (8:157-174
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B.
Planes
Existía en EE.UU.un nutrido
grupo de puertorriqueños que abogaban por la
independencia de Puerto Rico y vieron en la
guerra Hispanoamericana que se avecinaba un
medio para llevar a cabo sus aspiraciones con la
ayuda militar norteamericana. El 10 de marzo de
1898, uno de los líderes de este grupo, Julio J.
Henna, se entrevistó con el Senador Lodge,
partidario de la anexión de Puerto Rico. La
entrevista con el Senador Lodge dio lugar a otra
entrevista con el Secretario de la Marina
Roosevelt y por último una audiencia con el
propio Presidente McKinley. Como resultado de
estas entrevistas la atención de EE.UU. se
dirigió hacia Puerto Rico.
Las autoridades españolas
estaban al tanto de estos planes y para proteger
a Puerto Rico decidieron enviar la flota de
Cervera. Tal parece que España estaba resignada
a la pérdida de Cuba y cifró sus esperanzas en
mantener a Puerto Rico bajo la bandera española.
La escuadra de Cervera, optó por el albergue de
Cuba debido a la vigilancia de la flota de
Sampson y debido también a la escasez de carbón
en Puerto Rico. La rendición de Santiago, así
como la destrucción de la escuadra de Cervera
dirigieron la atención de EE.UU. hacia Puerto
Rico, la cual se consideraba ahora fácil presa.
España reconoció el peligro en Puerto Rico y
trató por medio de notas diplomáticas lograr un
armisticio. El 22 de julio se envió una nota
española al gobierno de EE.UU. en la cual se
expresaba tal deseo. EE.UU. pospuso su
contestación a esta nota hasta que la expedición
de Miles hubiera desembarcado en Puerto Rico. La
nota en cuestión llegó a manos del Presidente de
EE.UU. el 26 de julio y no fue hasta el 3 de
agosto que se contestó con la provisión de que
España cediera a Puerto Rico (2:VI:257). Con
estos comentarios preliminares podemos proceder
a examinar la génesis y contenido de los
respectivos planes ofensivos y defensivos.
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1. Plan
defensivo
Las autoridades españolas
planeaban una defensa de Puerto Rico a toda
costa pero dudaban de su capacidad para llevarla
a cabo a raíz de la destrucción de la flota de
Cervera el 3 de julio y la rendición de Santiago
el 16 de julio. Por tal razón optaron en fijar
sus esperanzas para Puerto Rico por la vía
diplomática. El 22 de julio se envió una nota al
Presidente McKinley en la cual se expresaba un
deseo de armisticio. Al ver que el Presidente
demoraba su respuesta y al notar también que se
ponía en ejecución una invasión de Puerto Rico,
las autoridades españolas en Puerto Rico
decidieron utilizar sus conocimientos del plan
ofensivo de EE.UU. para llevar a cabo una
defensa a fondo de la isla. El plan español
había sido desarrollado tomando en cuenta una
invasión por Fajardo. Esto nos sorprende ya que
las ediciones del New York Times
correspondientes al 18, 21 y 24 de julio de 1898
indicaban el lugar de desembarco como Guánica.
Todo parece indicar que el
plan de defensa para Puerto Rico giraba en torno
de la Plaza de San Juan y las gruesas murallas
que la defendían. No se tomó en consideración la
participación que podían tener los voluntarios
en el frente extramuros. Existía una
desconfianza total o por lo menos una
indiferencia a cualquier plan defensivo que
tomara en cuenta a los voluntarios. Se puede
afirmar que el plan de defensa para Puerto Rico
era incompleto, ambiguo y descorazonado.
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2. Plan
ofensivo
Si por un lado los españoles
dudaban de su capacidad para defender a Puerto
Rico, los norteamericanos dudaban de su
capacidad para tomar la isla. El triunfo de
EE.UU. se podría atribuir a que la duda española
era mayor que la duda norteamericana.
El único que pensó claramente
sobre la facilidad e importancia de tomar Puerto
Rico fue el Generalísimo Miles. Desde un
principio él creyó que el objetivo principal de
la campaña debió haber sido Puerto Rico. El plan
original de campaña en el Caribe desarrollado
por Miles indicaba que Puerto Rico era el portal
de las posesiones hispanas en el hemisferio
occidental. Por medio de los informes recibidos
del Teniente Henry H. Whitney, un espía de
EE.UU. que estuvo en Puerto Rico entre el 15 de
mayo y el 1 de junio, Puerto Rico era fácil
presa.
El plan original de Miles no
recibió el apoyo de la Armada pero éste mantuvo
su interés sobre Puerto Rico. La destrucción de
Cervera y la toma de Santiago aumentaron las
probabilidades de un armisticio y los militares
se apresuraron a implementar sus planes de
conquista antesde que se llevara a cabo el
esperado armisticio, subrayando la política
general de ocupar el mayor terreno posible en
Puerto Rico antes del armisticio.
En total hemos podido
discernir tres planes diferentes para la campaña
en Puerto Rico. El plan original de Miles
indicaba un desembarco por Fajardo y una marcha
hacia San Juan protegido por la artillería de la
Armada. El segundo plan, propuesto por la
Marina, consistía en la toma de la Plaza Fuerte
de San Juan por los infantes de marina luego de
un intenso bombardeo de San Juan. El último plan
fue diseñado por el Teniente Whitney, tomando en
consideración su reconocimiento de Puerto Rico.
Este plan consistiría en un desembarco por
Guánica y una marcha hacia la capital. Rivero
hace un excelente estudio de estos tres planes
en su libro (8:457-463).
La primera indicación que
tuvo Miles de que su plan de conquista de Puerto
Rico estaba siendo considerado por el Presidente
McKinley fue un telegrama de éste con fecha de 4
de junio en el cual se le pedía a Miles que
contestara cuánto tiempo le llevaría preparar
una fuerza expedicionaria contra Puerto Rico. El
26 de junio se recibió la orden oficial de
campaña contra Puerto Rico pero solamente si
esta fuerza no se necesitaba en Cuba. Todavía
para mediados de julio no se había dado la orden
de proceder contra Puerto Rico. No fue hasta el
18 de julio que Miles recibió la luz verde para
dirigirse hacia Puerto Rico. La celeridad de
movimiento indicaba una vez más el deseo de
ocupar tan pronto fuese posible la isla de
Puerto Rico antes de que cualquier negociación
de armisticio provocara un cese de hostilidades.
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C.
Fuerzas
Para los que conocen el
estado militar de EE.UU. y de España en la época
inmediatamente anterior al rompimiento de
hostilidades de la Guerra Hispanoamericana es
una sorpresa el resultado de esta guerra. Por lo
menos en papel, las fuerzas españolas eran mayor
en número a las fuerzas norteamericanas. En
términos de tropas regulares, los EE.UU.
contaban con un gran total de 28.000 soldados
regulares en un ejército desparramado desde el
territorio del Yukón hasta la punta del Cayo
Hueso. Por otra parte, en Cuba solamente los
españoles contaban con casi 200.000 hombres. Si
examinamos las fuerzas navales notamos que
aunque la armada de EE.UU. tenía mayor número de
barcos de guerra, España poseía superioridad en
cuanto a cruceros y destructores. El peso que
inclinó la balanza de la victoria a favor de los
EE.UU. no ha dehallarse entonces en el número de
tropas o navíos de guerra sino en la calidad y
el espíritu de los soldados y los marineros.
Puede decirse categóricamente
que el espíritu demostrado por las tropas
norteamericanas era el mismo espíritu que
contagiaba a toda la nación bajo el lema
Remember the Maine. España, por otra parte, no
deseaba la guerra y este espíritu negativo fue
transmitido también a sus soldados. Parece un
poco inverosímil examinar las fuerzas defensivas
que había en Puerto Rico con las fuerzas
ofensivas que habrían de invadir la isla pero
tal vez sirva para subrayar lo anteriormente
expuesto.
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1.
Fuerzas defensivas
Las fuerzas defensivas con
que contaba Puerto Rico ascendían en números
redondos a 18,000 hombres. Es sorprendente, al
examinar el cuadro de tropas, el hecho de que en
ninguna fase de la corta campaña puertorriqueña
fueron utilizadas en términos eficientes. La
plaza de San Juan contaba con una impresionante
colección de artillería. Aunque un poco
anticuada, no dejaba de ser impresionante en
cuanto a números. La artillería de la plaza
estaba dispuesta en la forma siguiente (4:101)
(8:56-57):
Posición Baterías
El Morro 3 cañones de 15 cm ó
5,9 pulgadas
2 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
2 howitzers de 24 cm ó 9,4 pulgadas
San Agustín 3 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
Santa Elena 3 howitzers de 21 cm ó 8,2 pulgadas
San Fernando 3 howitzers de 21 cm ó 8,2 pulgadas
Santa Catalina 1 cañón de 15 cm ó 5,9 pulgadas
San Antonio 4 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
San Cristóbal 2 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
3 howitzers de 24 cm ó 9,4 pulgadas
2 howitzers de 15 cm ó 5,9 pulgadas
San Carlos 3 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
Santa Teresa 3 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
La Princesa 2 howitzers de 24 cm ó 5,9 pulgadas
4 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
Escambrón 3 howitzers de 24 cm ó 9,4 pulgadas
San Gerónimo 2 cañones de 16 cm ó 6,2 pulgadas
San Ramón 5 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
Seboruco (Santurce) 4 howitzers de 15 cm ó 5,9
pulgadas
Esto representa un total de
19 baterías que contaban con un total de 54
piezas. Las baterías estaban ubicadas en 13
diferentes sitios. Ademásde las piezas montadas,
los españoles tenían en reserva 20 piezas más de
diferentes calibres para un gran total de 74
bocas de fuego (8:57-59). Para servir la
artillería se contaba con un Batallón de
Artillería dividido en cuatro compañías con una
dotación total de 70 plazas. Este era el Doceavo
(12vo.) Batallón de Artillería.
Las fuerzas de tierra
consistían de dos Batallones de Infantería
Regular permanentes con 800 plazas cada uno.
Estos batallones eran conocidos con el nombre de
Patria y Alfonso XIII. Además de los batallones
permanentes, se organizaron cinco Batallones de
Infantería provisionales: uno denominado
Príncipe de Asturias y los otros numerados
consecutivamente del uno al cuatro. Estos
batallones contaban, al igual que los
permanentes, con 800 plazas. Esto nos da un
total aproximadode cerca de 5,000 hombres de
infantería. Añadiendo a este número los 700
hombres de artillería más unos 2,300 hombres de
otras armas y cuerpos de apoyo, se contaba con
8,000 soldados de tropa veterana en la capital.
En este total iban incluidos también los
miembros de la Guardia Civil (conocida como el
Tercio Catorce), los miembros de la organización
paramilitar de Orden Público, los ingenieros, el
cuerpo de señales y otras unidades de apoyo.
La fuerza veterana estaba
auxiliada por el Instituto de Voluntarios,
compuesto por 14 batallones distribuidos por la
isla con cerca de 6,000 hombres. Se formaron
también unidades provisionales como los
Tiradores de Altura en San Juan, los Voluntarios
del General Macías en Ponce, los Guardias de la
Paz en Yauco y grupos de Macheteros de Puerto
Rico por toda la isla. Se puede decir que con
las fuerzas irregulares Puerto Rico puso bajo
armas un gran total de 18,000 hombres.
Las fuerzas de mar consistían de seis barcos
detallados a continuación (8:4748):
Crucero Isabel II
Crucero General Concha
Cañonero Ponce de León
Cañonero Criollo
Destructor Terror
Crucero Alfonso XIII
La Isla contaba con una
población de cerca de 950,000 habitantes y
estaba dividida en siete distritos militares:
Ponce, Mayagüez, Aguadilla, Arecibo, Humacao,
Guayama y Bayamón. La capital de San Juan era
gobernada aparte como una plaza fuerte. El jefe
superior militar en Puerto Rico lo era su
Gobernador y Capitán General, el General Manuel
Macías Casado, siendo su segundo cabo el General
de División Ricardo Ortega y Díez.
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2.
Fuerzas ofensivas
Las fuerzas de invasión de
EE.UU.en Puerto Rico alcanzaron un gran total de
15,472 hombres entre el 25 de julio y el 2 de
agosto. El cuadro jerárquico de esta fuerza era
como sigue:
La Brigada Garretson estaba
compuesta por:
6to Regimiento, Voluntarios de Infantería,
Illinois.
6to Regimiento, Voluntarios de Infantería,
Massachussetts.
La Brigada Schwan estaba
compuesta por:
11no Regimiento de Infantería
EE.UU. (Regulares).
La Brigada Ernst estaba
ocupada por:
2do Regimiento, Voluntarios
de Infantería, Wisconsin.
3er Regimiento, Voluntarios de Infantería,
Wisconsin.
La Brigada Haines estaba
compuesta por:
4to Regimiento, Voluntarios
de Infantería, Ohio.
3er Regimiento, Voluntarios de Infantería,
Illinois.
Además de estas unidades de
combate, se contaba con unidades de caballería,
ingeniería, artillería así como el 16to
Regimiento (Voluntarios de Infantería,
Pennsylvania), el 4to Regimiento (Voluntarios de
Infantería, Pennsylvania) y el 1er Regimiento
(Voluntarios de Infantería, Kentucky). Con la
única excepción de la Brigada Regular
Independiente al mando del Brigadier General
Theodore Schwan, todas las unidades de EE.UU.
que participaron en la invasión estaban
compuestas de voluntarios y no de tropas
regulares.
Con la destrucción de la
flota de Cervera se había eliminado el peligro
marítimo español, así es que las fuerzas navales
de EE.UU. gozaban de completa libertad en el
Caribe. Con excepción del combate del Terror,
las fuerzas navales españolas en Puerto Rico
nunca le disputaron esto a la flota
norteamericana.
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D.
Campañas
1.
Campaña del General Miles/Henry/Garretson
El propósito original de la
expedición del General Nelson A. Miles consistía
en reforzar las tropas norteamericanas que
mantenían un estado de sitio en la ciudad de
Santiago, Cuba. La destrucción de la flota
española de Cervera el 3 de julio y la rendición
de Santiago el 16 de julio eliminaron la
necesidad de emplear la expedición de Miles, y
éste recibió nuevas órdenes de llevar a cabo una
expedición contra Puerto Rico lo antes posible.
La expedición de Miles salió
del puerto de Guantánamo, Cuba, el 21de julio en
dirección hacia el declarado sitio de desembarco
en Punta Fajardo. El próximo día, luego de una
reunión de los jefes principales de la
expedición, se acordó cambiar el sitio de
desembarco seleccionándose el puerto de Guánica
en la costa sur de Puerto Rico. El General Miles
tuvo que vencer la oposición del jefe naval,
Capitán Francis J. Higginson, quien no quería
contravenir las órdenes oficiales del Secretario
de Marina. Miles logró convencer al Capitán
Higginson de que indudablemente los españoles
tenían conocimiento del propuesto desembarco por
Fajardo, ya que los planes norteamericanos
habían sido transmitidos por cables que habían
sido interceptados por los españoles.
El 25 de julio de 1898, como
a eso de las 5:20 de la mañana, entró en el
puerto de Guánica la fuerza expedicionaria del
General Miles. Las unidades que componían la
expedición de 3,415 hombres eran (8:181-182):
Cinco buques de guerra:
Massachussets, Columbia,
Yale, Dixie, Gloucester
Diez transportes con la
Brigada Garretson de la División Henry compuesta
de:
6to Regimiento, Voluntarios
de Infantería, Illinois.
6to Regimiento, Voluntarios de Infantería,
Massachussetts.
Tropas de Artillería, Ingeniería, Sanidad y
Apoyo
La defensa de Guánica
consistía de una decena de guerrilleros al mando
del Teniente Enrique Méndez López. Esta unidad
era conocida como La Cuarta Volante y se retiró
en dirección a Yauco luego de sufrir tres
heridos al cambiar fuego con los elementos de
avanzada de EE.UU., compuestos por una veintena
de marineros del Gloucester al mando del
Teniente H. P. Huse.
El torrero del faro de
Guánica había informado de la aparición de la
flota norteamericana al alcalde de Yauco, quien
a su vez ordenó notificar al General Macías así
como al Capitán Meca, Comandante de la compañía
del Ejército español destacada en Yauco. Luego
de recibir órdenes del General Macías, Meca se
dispuso a demorar la avanzada norteamericana y
con tal propósito se dirigió hacia Guánica.
Desde Ponce el Coronel Puig, con 2 compañías del
Batallón Cazadores de la Patria Nº 25, fue
ordenado hacia Guánica para demorar también la
avanzada norteamericana.
Las 2 compañías de Puig,
pasando por Yauco, emprendió marcha hacia
Guánica junto al Batallón Nº 8 de Voluntarios
encontrándose con las fuerzas del Capitán Meca
en las cercanías de la Hacienda Desideria,
Sector de Santa Rita, en la carretera de Yauco a
Guánica. En este lugar quedaron apostadas las
fuerzas españolas y en número de 300 quedaron en
espera de la acometida norteamericana.
La mañana del 26 de julio de
1898, las avanzadas norteamericanas hicieron
contacto con las fuerzas españolas del Teniente
Coronel Puig. Luego de un furioso tiroteo que se
conoce como el Combate de Yauco, las fuerzas
españolas se retiraron en orden hacia Yauco. Los
españoles sufrieron 10 bajas en el combate (3
muertos y 7 heridos); los norteamericanos
tuvieron 5 bajas, todos heridos. (8:196)
El 27 de julio entraron en
Yauco las primeras avanzadas de las fuerzas de
EE.UU. al mando del Comandante Webb C. Hayes,
tocándole a este pueblo el histórico honor de
ser el primer municipio puertorriqueño donde
flotó la bandera de las franjas y las estrellas
(8:196). Ese mismo día, el General Garretson
recibió órdenes de dirigirse con su Brigada en
dirección a Ponce para unirse allí a las fuerzas
del General Wilson que desembarcarían en ese
puerto el 28 de julio (8:181).
La Brigada Garretson llegó a
Ponce sin novedad el 4 de agosto. Una vez en
Ponce, la Brigada Garretson se puso bajo las
órdenes de su jefe superior, Mayor General Guy
V. Henry. El 6 de agosto se le ordenó a las
fuerzas de Henry que partieran de Ponce en
dirección de Adjuntas y Utuado para unirse con
la Brigada Schwan en Arecibo. Una vez en
Arecibo, las fuerzas conjuntas de Garretson y
Schwan emprenderían marcha hacia San Juan.
El 8 de agosto comenzó la
marcha hacia Arecibo y el 9 de agosto las
fuerzas de Henry se encontraban en Adjuntas. El
13 de agosto habían llegado hasta Utuado cuando
el armisticio canceló sus órdenes (8:349).
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2.
Campaña del General Wilson/Ernst
El 20 de julio de 1898 salió
del puerto de Charleston, Carolina del Norte, la
expedición al mando del mayor General James H.
Wilson. El General Wilson iba al frente de la
Primera División del Primer Cuerpo del Ejército.
Esta fuerza estaba compuesta por: (3,571hombres)
Brigada Ernst:
2do. Regimiento, Voluntarios
de Infantería, Wisconsin.
3er. Regimiento, Voluntarios de Infantería,
Wisconsin.
1er. Regimiento, Voluntarios de Infantería,
Pennsylvania.
Tropas de Artillería y Caballería.
Siguiendo las órdenes
establecidas, ellos proyectaban desembarcar por
el puerto de Fajardo pero el General Miles envió
un barco a interceptar los cinco transportes que
conducían las tropas y, luego de comunicar el
cambio de planes, las fuerzas de Wilson se
dirigieron a Guánica llegando a ese puerto el 25
de julio. Debido a la poca resistencia que había
encontrado Miles en Guánica-Yauco, se ordenó
enviar las fuerzas de Wilson a que practicaran
un desembarco por Ponce el 28 de julio. La
ciudad de Ponce había sido tomada el día
anterior sin resistencia.
En la captura de Ponce el 27
de julio intervino una flotilla de tres barcos
(Dixie, Annapolis y Wasp) al mando del
Comandante Davis. El primer barco en llegar al
puerto de Ponce lo fue el Wasp. El cadete de19
años Roland I. Curtiss bajó a tierra en una
lancha con un grupo de marineros y pidió la
rendición de la ciudad. Más tarde, el Teniente
Merriam se dirigió a Ponce con igual propósito y
debido a que el Comandante español de la ciudad
titubeaba un poco se logró la asistencia del
cuerpo consular de Ponce. La noche del 27 de
julio los cónsules de Inglaterra y de Alemania
lograron que el Comandante español se retirara
de la ciudad y la mañana del 28 de julio la
ciudad de Ponce fue entregada a EE.UU. por una
comisión representativa de la ciudad. Las
fuerzas españolas abandonaron las inmediaciones
de Ponce en dirección a Aibonito. Ese mismo día
comenzó el desembarco de las fuerzas del General
Wilson.
El 4 de agosto llegó a Ponce
desde Yauco la Brigada Garretson y se puso al
mando del General Henry. Las fuerzas del General
Henry recibieron órdenes de llevar a cabo una
marcha hacia Arecibo por vía de Adjuntas-Utuado.
El propósito de esta marcha era unirse en
Arecibo a la Brigada Schwan, que procedía por la
costa oeste en dirección a Arecibo. Henry salió
de Ponce el 6 de agosto.
Por otra parte, se dispuso
que la Brigada Ernst partiera de Ponce el 7 de
agosto en dirección a Coamo. La Brigada Ernst
recibió órdenes de unirse a la Brigada Haines en
Cayey. La Brigada Haines formaba parte de las
fuerzas del General Brooke que habían
desembarcado por Arroyo el 1 de agosto y se
dirigían hacia Cayey vía Guayama.
La Brigada Ernst emprendió el
camino hacia Coamo y en las cercanías de este
pueblo sostuvo un combate con un grupo de 248
tropas españolas al mando del Comandante Rafael
Martínez Illescas. Este Combate de Coamo tuvo
lugar el 9 de agosto en las afueras de Coamo,
carretera hacia Aibonito. La muerte del
Comandante Martínez Illescas, luego de un
movimiento envolvente de la Brigada Ernst,
precipitó la retirada española. Los españoles
tuvieron 180 bajas en el combate: 5 muertos, 8
heridos y 167 prisioneros. Los norteamericanos
tuvieron solamente seis bajas, todos heridos
(8:248-249).
Luego del Combate de Coamo
las fuerzas de la Brigada Ernst continuaron su
marcha hacia Cayey, vía Aibonito. En las alturas
del Asomante, las avanzadas norteamericanas se
encontraron con una fuerza española de 1,280
hombres, 70 caballos y 2 cañones al mando del
Teniente Coronel Larrea. El 12 de agosto tuvo
lugar otro encuentro armado conocido como el
Combate del Asomante en las cercanías de
Aibonito. El encuentro armado no tuvo mayores
repercusiones ya que ese mismo día se recibieron
noticias del armisticio. Anterior a la
notificación del armisticio, las fuerzas de
Ernst se encontraban llevando a cabo un
movimiento de flanqueo contra las posiciones
españolas del Asomante desde Barranquitas. Los
españoles sufrieron un herido mientras que los
norteamericanos tuvieron un muerto y cuatro
heridos (8:240).
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3.
Campaña del General Brooke/Haines
El 28 de julio de 1898 salió
del puerto Newport News, Georgia, la expedición
al mando del Mayor General John R. Brooke,
Comandante del Primer Cuerpo del Ejército,
formada por: (5,590 hombres)
Brigada Haines:
4to. Regimiento, Voluntarios
de Infantería, Ohio.
3er. Regimiento, Voluntarios de Infantería,
Illinois
4to. Regimiento, Voluntarios de Infantería,
Pennsylvania.
Puerto Rican Commission
La expedición del General
Brooke fue transportada en seis transportes. La
Puerto Rican Commission estaba integrada por:
Mateo Fajardo, Warren Sutton, Antonio Mattei
Lluberas, Pedro Juan Besosa, Rafael Marxuach,
José Budet, Domingo Collazo, Emilio González y
Rafael Muñoz García.
Después de reconocer las
Cabezas de San Juan el grupo expedicionario se
dirigió al puerto de Guánica, luego a Ponce y
por último recibió órdenes de desembarcar por
Arroyo.
El primero de agosto de 1898,
el crucero Gloucester se adelantó hacia el
puerto de Arroyo y envió una lancha con 10
hombres a reconocer el puerto. Al no encontrar
resistencia comenzó el desembarco de tropas. Esa
noche las avanzadas norteamericanas tuvieron que
repeler un ataque por un grupo de 40 guerrillas
bajo las órdenes del Capitán Salvador Acha. El
propósito del ataque de Acha era llevar a cabo
un reconocimiento. Luego de cambiar fuego con
los norteamericanos Acha se retiró hacia Guayana
(8:273). En este Combate de Arroyo no hubo bajas
en ninguno de los bandos. Para el 2 de agosto
todas las tropas de Brooke se encontraban en
tierra.
El 4 de agosto el General
Brooke dio órdenes para que la Brigada Haines
saliera rumbo a Guayana. El 5 de agosto la
Brigada Haines sostuvo un combate con los
guerrilleros del Capitán Acha como a media milla
de Guayama. En este Combate de Guayama los
españoles tuvieron 17 bajas: 2 muertos y 15
heridos. Los norteamericanos tuvieron cuatro
heridos. Luego del combate, las fuerzas del
Capitán Acha se retiraron en dirección a las
alturas de Guanamí en la carretera de Cayey. El
5 d eagosto las avanzadas de la Brigada Haines
entraron en la ciudad de Guayama (8:274-275).
Las tropas norteamericanas
estuvieron en Guayama hasta el 9 de agosto. Ese
día se envió un grupo de 110 hombres para que
reconocieran la carretera hacia Cayey. En las
alturas de Guanamí los españoles habían
concentrado como 400 hombres y rompieron fuego
contra la fuerza de reconocimiento. En el
Combate de Guanamí los españoles salieron ilesos
mientras que las fuerzas norteamericanas
tuvieron que retirarse hacia Guayama con siete
heridos.
Como resultado de este
combate, el General Brooke dispuso que se
llevara a cabo un movimiento de flanqueo contra
la posición española en Guanamí. La brigada
Haines fue ordenada a atacar desde el oeste
mientras que Brooke asumía el mando de las
tropas que fijarían la posición de las fuerzas
españolas. Antes de poderse llevar a cabo esta
maniobra se recibieron noticias del armisticio y
se ordenó parar el avance.
La misión de Brooke era unir
la Brigada Haines con la Brigada Ernst en Cayey
y proseguir hacia San Juan por la carretera
militar. Entre tanto las fuerzas unidas de la
Brigada Schwan y la Brigada Garretson atacarían
a San Juan desde Arecibo.
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4.
Campaña del General Schwan
El Brigadier General Theodore
Schwan había salido del puerto de Tampa,
Florida, el 24 de julio de 1898 al frente de una
fuerza expedicionaria compuesta por 2,896
hombres. El núcleo de esta fuerza lo componía el
11mo. Regimiento de Infantería de EE.UU.
(Regular). Esta fuerza pasó a conocerse como la
Brigada Regular Independiente y fue la unidad
más efectiva de la campaña puertorriqueña.
La expedición de Schwan llegó
al puerto de Guánica el 31 de julio y luego de
desembarcar recibió órdenes de salir hacia
Ponce. Una vez en Ponce el General Schwan
recibió órdenes de partir hacia Arecibo por la
costa oeste al frente de 1,447 hombres.
El 9 de agosto la Brigada
Schwan se encontraba en Yauco. El itinerario de
esta fuerza era Sabana Grande, San Germán,
Mayagüez, Lares, Arecibo. Una vez en Arecibo se
unirían a las tropas de la Brigada Garretson y
bajo el mando del Mayor General Guy V. Henry
atacarían a San Juan desde el oeste.
El 10 de agosto la Brigada
Schwan estaba en San Germán y ese mismo día
recibieron noticias de que en la ribera del Río
Guanajibo, cerca de Hormigueros les esperaba una
fuerza española de 145 hombres al mando del
Capitán Torrecillas. Las avanzadas
norteamericanas hicieron contacto con la fuerza
española cerca de Hormigueros y, luego de dos
horas de tiroteo, los españoles abandonaron sus
posiciones y se retiraron hacia Mayagüez. En el
Combate de Hormigueros los españoles tuvieron
tres muertos y seis heridos. Los norteamericanos
sufrieron un muerto y 15 heridos (8:299).
Uno de los movimientos más
sorprendentes de la campaña puertorriqueña fue
la retirada de la guarnición española de
Mayagüez sin disparar un tiro. Los 1,515 hombres
de esta guarnición abandonaron la población de
Mayagüez en dirección a Las Marías al recibir
noticias de la avanzada norteamericana hacia
Mayagüez. Con esta retirada inesperada las
fuerzas de EE.UU. ocuparon Mayagüez el 11 de
agosto y por la tarde del mismo día entraba al
puerto un transporte conduciendo el 1er
Regimiento, Voluntarios de Infantería, Kentucky,
con 1,000 hombres (8:323). Este regimiento se
quedó de guarnición en Mayagüez mientras la
Brigada Schwan continuaba en persecución de las
fuerzas españolas.
El 13 de agosto de 1898 tuvo
lugar la última acción bélica de la Guerra
Hispanoamericana en Puerto Rico. Esta acción
conocida como el Combate de Las Marías fue un
desastre para los españoles pues, sin la pérdida
de un solo soldado norteamericano, Schwan logró
la captura de 350 españoles luego de infligir a
los de España un muerto y cinco heridos,
mientras las fuerzas españolas intentaban vadear
el Paso del río Prieto en el sitio conocido como
el Guasio. Con este último combate se cierra la
acción bélica de la campaña puertorriqueña en la
Guerra Hispanoamericana.
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5.
Sucesos de Fajardo
El plan original
norteamericano para Puerto Rico consistía en
llevar a cabo un desembarco por Fajardo y luego
avanzar por la costa hacia San Juan. El plan
defensivo español fue desarrollado en espera del
proyectado ataque por Fajardo. Cuando Miles
cambió su plan llevando a cabo un desembarco por
Guánica los españoles creían que ésto era una
maniobra deceptiva y semantuvieron en espera del
desembarco fajardeño. Luego del desembarco por
Guánica, Miles creyó prudente reforzar la
errónea decisión del alto mando español en
Puerto Rico y ordenó que se llevara a cabo una
maniobra por Fajardo.
El episodio de Fajardo tuvo
lugar el 1 de agosto. Ese día un barco de la
armada de EE.UU. echó a tierra dos lanchas
tripuladas por infantes de marina al mando del
Teniente H. G. Dresset. La fuerza norteamericana
desembarcó en las cercanías del faro de Fajardo
y logró capturar la posición el 2 de agosto. La
captura del faro provocó la retirada de las
tropas españolas en Fajardo hacia Luquillo. Los
españoles habían implementado su defensa en
retirada o defensa a fondo. Al ver abandonada la
población de Fajardo, los de EE.UU. entraron en
la población y arriaron el pabellón español el 5
de agosto. Dos días más tarde, una fuerza
española se acercó a la ciudad y los
norteamericanos huyeron precipitadamente de la
población hacia el faro. Temerosos de lo
precario de su posición, los marinos
norteamericanos se reembarcaron el 9 de agosto
(8:353).
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III.
CONCLUSIONES
A. Fin
de la guerra
La campaña puertorriqueña de
la Guerra Hispanoamericana representa la parte
menos importante del conflicto total. La toma de
Santiago, la toma de Manila, así como la
destrucción de las flotas españolas en el
Pacífico y en el Caribe representaron las
acciones más importantes de esta guerra. Es por
esto que la mayoría de los libros que estudian
la Guerra Hispanoamericana describen la campaña
puertorriqueña como un pasadía. La única
excepción a esta regla la constituye el serio y
completo estudio del Capitán Angel Rivero
Méndez, Crónicas de la Guerra Hispanoamericana.
A modo de resumen nos
gustaría reseñar las acciones más importantes de
la Guerra Hispanoamericana para que el lector
pueda colocar los sucesos en forma cronológica.
1 de mayo: El Almirante Dewey
destruye la flota española del Almirante Montojo
en la Bahía de Manila.
1 de julio: Tropas norteamericanas desembarcan
en las cercanías de Santiago de Cuba y ponen
sitio a la ciudad con el objeto de capturar la
escuadra del Almirante Cervera entre dos fuegos.
3 de julio: El Almirante Sampson destruye la
flota española del Almirante Cervera al intentar
ésta romper el bloqueo norteamericano.
16 de julio: Se rinde a los EE.UU. la ciudad de
Santiago.
25 de julio: La expedición de Miles desembarca
por Guánica.
26 de julio: El gobierno de EE.UU. recibe la
solicitud española de armisticio.
3 de agosto: El gobierno de EE.UU. contesta la
nota española y accede al armisticio con la
condición de que el Presidente está obligado a
pedir la cesión a Estados Unidos, así como la
evacuación inmediata por España, de Puerto Rico
y de las demás islas que se hallan bajo la
soberanía de España en las Indias Occidentales
(2:VI:257).
12 de agosto: Se suspenden las hostilidades
luego de firmarse el Protocolo de Armisticio.
13 de agosto: Ultimas acciones bélicas en Puerto
Rico y entrada de las fuerzas de EE.UU. en
Manila.
14 de agosto: Buques de la armada de EE.UU.
entran al puerto de San Juan para llevar a cabo
las conferencias del armisticio en Puerto Rico.
El General Miles abandona Puerto Rico dejando al
General Brooke a cargo de las negociaciones.
10 de septiembre: Primera reunión de las
Comisiones de EE.UU. y España entre el General
Brooke y el General Macías.
1 de octubre: Primera reunión en París de los
delegados al Tratado Formal de Paz.
16 de octubre: Entrega formal de Puerto Rico a
EE.UU. (2:VI:273).
17 de octubre: El General Macías parte de Puerto
Rico entregando su mando al General Ortega.
18 de octubre: Ceremonia de enastación de la
bandera de EE.UU. en el Palacio de Santa
Catalina.
23 de octubre: Parte de Puerto Rico el último
contingente de tropas españolas.
10 de diciembre: Firma formal del Tratado de Paz
en París.
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B. ¿Por
qué Puerto Rico?
En la sección dedicada a
estudiar las relaciones de Puerto Rico con
EE.UU. hemos mencionado una serie de precedentes
que describen el interés histórico que siempre
tuvieron los norteamericanos por Puerto Rico.
Aunque este interés sirve para subrayar la
anexión de la Isla nos gustaría examinar algunas
de las razones que se han expuesto para
contestar la pregunta: ¿Por qué Puerto Rico?
Hay algunos autores que, como
Tomás Blanco, mantienen la tesis de que la
guerra no fue sino la última fase de la
expansión territorial de los Estados Unidos
(1:103). A pesar de que esta aseveración
contesta la razón por la cual hubo una Guerra
Hispanoamericana, no contesta la pregunta ¿Por
qué Puerto Rico? Indiscutiblemente, en términos
de extensión, población, y potencial comercial,
la isla de Cuba ofrecía un blanco más jugoso
para este anhelo de expansión.
Existe otro grupo que ve la
anexión de Puerto Rico como puntal necesario
para la expansión comercial de EE.UU. en Puerto
Rico. Otra vez por la misma razón, Cuba, o aun
las islas Filipinas tenían mayor potencial
comercial que Puerto Rico. En Cuba, la inversión
de capita norteamericano era muy grande.
Algunos opinan que la
ocupación y anexión de Puerto Rico formaba parte
del gran plan para la guerra con España. Aunque
la correspondencia oficial del gobierno no
indica tal gran plan, los resultados de la
guerra apoyan esta tesis en forma ex post facto.
Puerto Rico pasó de una soberanía española a una
norteamericana. Esta fue una de las demandas de
las negociaciones de paz.
No podemos decir con certeza
si existía o no tal gran plan. Por lo menos, en
cuanto a Puerto Rico se refiere, el único en
ofrecer un plan de operaciones total para el
Caribe fue el General Miles. El Secretario de
Marina y las autoridades navales se oponían a la
ejecución del Plan Miles y aún pocos días antes
de que partiera la expedición de Miles, la
Marina estaba reacia a participar en esta
expedición. Solamente la intervención directa
del Presidente permitió que Miles obtuviera el
apoyo naval que se estimaba necesario para la
invasión de Puerto Rico.
Si se alega que la visita del
Teniente Whitney a Puerto Rico en calidad de
espía durante la última quincena del mes de mayo
apoya la tesis de un plan general hay que tomar
en consideración que éste fue enviado por el
General Miles sin el conocimiento de sus
autoridades superiores. Creemos también que los
pocos días que estuvo entre nosotros Whitney no
eran suficientes para determinar la inclusión de
Puerto Rico en el gran plan. El estado de Ley
Marcial en que se encontraba PuertoRico hubiese
hecho difícil hasta para un español el
coleccionar datos de invasión.
La misma fuerza
expedicionaria que atacó a Puerto Rico llevaba
como primera misión el refuerzo de las fuerzas
norteamericanas en Cuba. Si la situación cubana
hubiese empeorado dudamos que Miles hubiese
llegado hasta nuestras costas.
Sabemos también que el 22 de
julio, o sea tres días antes de la invasión de
Puerto Rico, el gobierno español se encontraba
derrotado y había enviado una nota a tal efecto
por medio del Embajador francés en EE.UU. Tal
vez, el conocimiento de esta nota llevó a las
autoridades de EE.UU. a pensar seriamente sobre
Puerto Rico antes de que un armisticio evitara
por lo menos el intento. Aún la prensa
norteamericana dedicaba mayor espacio a las
pocas noticias de Cuba que a la expectativa de
una invasión a Puerto Rico. Es raro notar, sin
embargo, que en las ediciones del New York Times
correspondientes al 18, 21 y 24 de julio
encontramos noticias que revelan el lugar exacto
de la invasión de Miles, es decir, Guánica.
¿Podría ser esto que el General Miles deseaba
mayor tratamiento sobre su proyecto?
Creemos que la batalla por
Puerto Rico no se ganó en el campo de guerra
sino en la mesa de negociaciones. Según los
términos del Tratado de Paz, Puerto Rico fue
cedido a los EE.UU. como botín de guerra, no
como indemnización bélica. Esto nos lleva a
pensar que los norteamericanos todavía sentían
dudas sobre su capacidad de conquistar la isla.
Sin embargo, no entendemos por qué los EE.UU.
pagaron al gobierno de España la suma de 20
millones de dólares. Esto nos lleva a creer que
España vendió a Puerto Rico y no lo cedió.
EE.UU. pasa a ser entonces un comprador y no un
conquistador. Precisamente, uno de los
argumentos utilizados por los españoles para
tratar de mantener a Puerto Rico fue el hecho de
que Puerto Rico no había sido conquistado y que
las batallas ganadas por los norteamericanos
sólo tenían importancia táctica. Añadían que el
Ejército español quedaba íntegro y en posesión
de la mayor parte de la isla. Tal vez, para
aclarar este punto, hubiera sido interesante
llevar a cabo la campaña puertorriqueña hasta su
lógico final, victoria o derrota.
Afortunadamente, desde el punto de vista humano,
nos alegramos de que la guerra fuera un ejemplo
de decencia en ambos bandos. Aunque denegamos el
hecho de que una guerra pueda ser decente
aceptamos la conclusión de los historiadores
para no entrar en polémicas fuera de los
propósitos de este trabajo.
El Teniente Hoyt nos presenta
una idea muy común que, según él, explica el por
qué de la anexión de Puerto Rico. Hoyt nos dice
que los EE.UU. consideraban a España incapaz de
gobernar sus colonias y que la eliminación de
España del panorama americano era uno de los
objetivos de la Guerra Hispanoamericana (4:21).
Para respaldar esta aseveración, Hoyt añade que
los EE.UU. tenían miedo al vacío que se pudiera
crear con la ausencia de España y, para evitar
que este vacío fuera llenado por una potencia
europea, decidieron anexar a Puerto Rico. Tal
vez esto explique el caso de Puerto Rico. Cuba,
sin embargo, no fue anexada sino que se
estableció sobre la isla un protectorado. Con
igual manera se trató el caso de las islas
Filipinas.
El por qué de la anexión de
Puerto Rico es algo así como el cuento del huevo
y de la gallina. Puerto Rico fue la causa y el
efecto de su anexión. Los EE.UU. se estaban
convirtiendo en un poder marítimo. Las teorías
de Mahan invadían todos los cerebros. Nada más
lógico que tratar de obtener bases para la
flota. Pero ¿por qué anexión?
Creemos que la mejor razón y
respuesta a esta pregunta radica en la conducta
de los propios puertorriqueños. En Cuba, el
cubano peleaba contra el español por su
independencia. Los EE.UU. vinieron a ser un
aliado en este conflicto y no un conquistador.
En Filipinas observamos el mismo caso, y cuando
los EE.UU. hicieron amago de quedarse, Aguinaldo
y los suyos presentaron fuerte resistencia.
En Puerto Rico no ocurrió
nada igual. El puertorriqueño, desde el
principio, vio a los EE.UU. como un nuevo amo.
No había resistencia contra los españoles ni
hubo resistencia contra los norteamericanos. Si
las fuerzas de Miles hubiesen sido recibidas
como aliados por fuerzas puertorriqueñas, la
historia tal vez hubiera sido diferente. La
anexión de Puerto Rico fue un resultado de la
indiferencia puertorriqueña. Una indiferencia
condicionada por trescientos noventa años de
vida bajo un régimen absolutista y por falta de
una manigua donde poder esconderse. Así como el
puertorriqueño obedeció a sus capitanes
generales, de la misma manera obedecería al
Teniente General Miles.
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C.
Resumen
Desde el punto de vista
militar, la Guerra Hispanoamericana en Puerto
Rico fue corta. Duró solamente diecinueve días;
desde el 25 de julio hasta el 13 de agosto. Fue
también, perdonando la expresión, una guerra
humana y civilizada. EE.UU. contaba con más de
15,000 hombres y sufrió solamente 43 bajas: 3
muertos y 40 heridos. España, con casi 18,000h
ombres, tuvo 429 bajas: 17 muertos, 88 heridos y
324 prisioneros. Mayor número mueren en las
carreteras de Puerto Rico en un período similar.
Casi todas las bajas norteamericanas fueron
infligidas por tropas irregulares. En su mayor
parte, la guarnición veterana prefirió
guarnecerse en los vetustos castillos y las
recias murallas de la capital.
Mirando la campaña de EE.UU.
en Puerto Rico puede decirse que la división de
sus fuerzas en tres columnas fue un error del
Generalísimo Miles. Un error que no supieron
aprovechar las fuerzas españolas. La táctica de
EE.UU. se prestaba para excelentes oportunidades
de guerra de guerrilleras.
Examinando la campaña
española hay que ser mucho más severo. Los
españoles tenían la ventaja de ser los
defensores con amplias fuerzas y adecuados
armamentos. Tenían la ventaja de saber por dónde
se debía efectuar el desembarco pues los partes
mencionaban Fajardo y el New York Times
mencionaba Guánica. Otra ventaja española
radicaba en la composición de sus fuerzas. Los
españoles eran, en su mayor parte, bisoños
veteranos de las guerras domésticas en España y
de las crueles campañas en Africa y Cuba. Por
otra parte, las fuerzas norteamericanas estaban
compuestas de voluntarios, si exceptuamos la
Brigada Schwan.
Además de tener veteranos,
los españoles contaban con el Instituto de
Voluntarios, en su mayor parte españoles o
españoles incondicionales. La desconfianza de
las autoridades españolas lleva a creer que
seconsideraba a los voluntarios como una quinta
columna.
Finalmente, en cuanto a la
disposición de fuerzas por parte de los
españoles notamos una magna violación del
principio de MASA. Las fuerzas españolas nunca
fueron movilizadas para pelear excepto en
pequeñas unidades. ¿Qué hacían los batallones de
veteranos? ¿Dónde estaban los 14 batallones de
voluntarios? En su mayor parte hacían trabajos
de guarnición. El único grupo que participó en
la contienda estaba formado por los artilleros.
Por lo menos este grupo disparó contra alguien;
y aunque en su mayor parte errático, por lo
menos hicieron fuego.
Si mal emplearon sus fuerzas
terrestres peor emplearon su fuerza naval. Como
sabemos, los barcos españoles se mantuvieron
albergados en su puerto y fueron empleados
solamente en una corta acción.
Si buscamos un sustantivo
para la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico
tendríamos que decir que fue un paseo. Los
norteamericanos en paseo hacia adelante y los
españoles en paseo hacia atrás.
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IV.
BIBLIOGRAFIA MINIMA PARA EL ESTUDIO DE LA GUERRA
HISPANOAMERICANA EN PUERTO RICO
1. Blanco, Tomás,
Prontuario Histórico de Puerto Rico,
Departamento de Instrucción, San Juan, 1958.
2. Cruz Monclova, Lidio,
Historia de Puerto Rico (6 vols.), Editorial
Universitaria, Rio Piedras, 1952-1964
3. Hostos, Adolfo de,
Historia de San Juan-ciudad murada,
Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1966.
4. Hoyt, Edward A., A
history of the harbor defenses of San Juan,
Puerto Rico, under Spain, 1509-1898, Puerto
Rico Coast Artillery Command, San Juan, 1943.
5. Miller, Paul G.,
Historia de Puerto Rico, Rand McNally, New
York, 1946.
6. Morales Carrión, Arturo,
Historia del pueblo de Puerto Rico,
Departamento de Instrucción, San Juan, 1968.
7. Negroni, Héctor Andrés,
Historia Militar de Puerto Rico, Ediciones
Siruela S.A., Madrid, España, 1992.
8. Rivero Méndez, Angel,
Crónica de la Guerra Hispano Americana en Puerto
Rico, Rivadeneyra, Madrid, 1922.
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