El IART y el caso Cáceres en Argentina
A los casos conocidos de reclamos por mala praxis y la actuación de impostores como
profesionales en medicina, se suma un caso de gravedad inaudita, el probable escamoteo de un riñon destinado a ser transplantado a una menor y donado
por su propio padre. Como agravante el cobro de honorarios a la prestataria social
que solventó el supuesto transplante derivó en una denuncia penal por estafa.
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Fuente: dlh.lahora.com.ec
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El lado oscuro de los transplantes de órganos
El caso IART compromete al menos a tres profesionales responsables de la intervención y
obviamente a un reconocido instituto especializado en este tipo de transplantes.
La instancia legal iniciada amenaza recorrer un tortuoso camino dado la complejidad
de las pericias previsibles para llegar a la verdad, incluyendo la posibilidad de
comprobarse que en este caso la fagocitación natural del órgano transplantado
por el organismo de la menor eliminando toda evidencia abra un campo cercano al
de la ciencia ficción para potenciales nuevos donantes y receptores.
Hay interrogantes lógicos que surgen en estos casos:
¿Puede desaparecer un órgano transplantado sin dejar evidencias?
¿Cuál podría haber sido el destino del órgano en caso de poder comprobarse
que el mismo no fue transplantado?.
¿Acaso el deterioro del mismo en el translado o manipuleo podría haber
provocado su inutilización o ¿habrá sido derivado a otro caso de mayor
urgencia?.
Finalmente, ¿estará tipificado como delito el hurto de un órgano?.
Esta última pregunta no es menor dado que hasta hace poco la profanación de tumbas
tampoco era considerada delito.
En un comienzo poco auspicioso para los eventuales responsables, la crónica periodística refleja además la escasa predisposición de parte de otros profesionales para opinar sobre la verosimilitud de que un órgano transplantado desaparezca naturalmente. A esto se suma como principal argumento de descargo el avalar lo actuado a traves del cumplimiento de pasos formales ante los organismos de contralor públicos y privados comprometidos en la supervisión de transplantes.
Aunque sin abrir juicio a fondo sobre el caso, los hechos denunciados resultan propicios para recordar la necesidad de debatir esta problemática hasta ahora sistematicamente soslayada por la sociedad.
Problemática ética de los transplantes
A partir de 1967 con la hazana quirúrgica del
sudafricano Christian Barnard, la humanidad dio un paso mayúsculo
de riesgo para la dignidad humana, por primera vez en la historia
la posibilidad de extender la vida de algunos puede serlo a
expensas de la muerte natural o provocada de otros en la busqueda
de órganos adecuados para ser transplantados.
El tema con ser controvertido no debe dejar de valorar las numerosas
ocasiones en que la solidaridad se expresa a través de
donaciones voluntarias y desinteresadas.
Sin embargo a pesar de la reticente actitud de muchos de los medios
de prensa a dar crédito a peligrosas evidencias de que el
tema tiene también connotaciones oscuras, en los hechos no se ha logrado evitar
el razonable recelo de la mayoría de la población a declararse
donante potencial.
Referencias: La Nación del mes de noviembre de 1998.
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