Exploración del sistema solar
LA LUNA DE LA TIERRA ES UN MISTERIO
Algunas de las particularidades de la luna confrontadas con las principales teorias cientificas que especulan sobre su origen , incluyendo la mas prometedora, la que adjudica su origen al resultado de una catastrofica colision de otro cuerpo celeste masivo con nuestro planeta.



La Luna es demasiado grande: su diámetro es más de un cuarto del diámetro de la Tierra. Sólo Plutón tiene un satélite tan grande en relación consigo mismo. La diferencia es suficientemente chocante para que los planetólogos clasifiquen a Tierra-Luna y Plutón-Caronte como «planetas dobles». Además, la Luna está hecha del material equivocado. Mientras que la Tierra tiene un núcleo masivo de hierro, la Luna no contiene prácticamente hierro. Su densidad, aproximadamente 3,3 gramos por centímetro cúbico, se parece a la del manto de la Tierra pero no al núcleo de la Tierra. Tampoco tiene la Luna mucho en forma de materias volátiles —como el agua— de las que la Tierra está bien dotada. Y además, para confundir aún más las cosas, existen similitudes entre los dos objetos: muchos minerales se encuentran en ambos, y sus
abundancias relativas de diversos isótopos, tales como los de oxígeno (que en la Luna está absorbido en las rocas) son muy parecidas. Finalmente, la órbita de la Luna está equivocada. Todos los demás satélites mayores en el Sistema Solar describen órbitas sobre el ecuador del planeta. Esto es cierto incluso para los satélites del inclinado Urano. Pero mientras que el eje de la Tierra está inclinado 23 grados con relación al plano de su órbita, la Luna describe órbitas a lo largo del plano orbital de la Tierra, y no de su ecuador.

Tomadas en conjunto, estas consideraciones parecen descartar dos teorías, por lo demás prometedoras, sobre cómo se originó el sistema Tierra-Luna. La primera de éstas proponía que se formaron juntas, a partir de un remolino en el vasto disco de material que rodeaba al Sol recién nacido. Pero si así fuera, ambos cuerpos tendrían aproximadamente la misma composición química, de modo que la Luna tendría, por ejemplo, tanto hierro como la Tierra. Pero la Luna es pobre en hierro. La otra teoría mantenía que la Luna se formó en otro lugar del Sistema Solar, y fue posteriormente capturada por la Tierra. Pero estudios de dinámica orbital muestran que una captura semejante hubiese requerido la intervención poco probable de un tercer cuerpo planetario. Esta es una propuesta muy extraña, y en cualquier caso no ha sido encontrado tal objeto. Y la teoría de la captura deja de dar cuenta de las similitudes en composición entre la Tierra y la Luna que se pone de manifiesto en sus razones isotópicas.

Recientemente, una nueva explicación, basada en el modelo planetesimal y bautizada como la «gran salpicadura», ha proporcionado posibles respuestas al enigma de la procedencia de la Luna. Según esta explicación, la joven Tierra, aún al rojo vivo por debajo de su delgada corteza nueva, fue golpeada por un planeta masivo del tamaño aproximado de Marte. (El intruso era uno de los cuerpos en órbitas elípticas que iluminan el Acto IV del drama de la formación de planetas.) La mayor parte del material del planeta invasor naufragado quedó incorporado en la Tierra licuada, sumándose a la masa de nuestro planeta. Pero el vapor generado por el intenso calor desprendido cuando los dos objetos colisionaron salió disparado al espacio en cuestión de minutos. Allí el vapor se estableció en órbita y se condensó para formar la Luna. Puesto que este material venía fundamentalmente de la corteza de la Tierra más que de su núcleo, la Luna actual carece de hierro y por ello tiene una densidad menor que la Tierra. Pero puesto que los dos objetos compartían un origen común, algunas similitudes químicas sobrevivieron. Las simulaciones por ordenador sugieren que la Tierra niña fue realmente golpeada por un planeta al menos tan grande como Marte, y también por dos o tres planetesimales menores pero aún pesados.

Un escenario similar podría explicar por qué Mercurio, el planeta más interior, tiene un núcleo de hierro mucho más grande que el que cabría esperar en un planeta tan pequeño. Un planeta más pequeño que golpeara Mercurio podría haber vaporizado gran parte de su corteza rocosa, dejando detrás sólo el núcleo de lo que había sido un planeta más grande, y. quizá, más alejado del Sol. pues el choque habría enviado a Mercurio a su órbita actual. Queda mucho trabajo por hacer antes de que estas cuestiones queden completamente resueltas. Mientras tanto es saludable tener en mente, cuando hablamos con complicidad del origen del universo y de las galaxias lejanas, que seguimos estando inseguros acerca del origen del objeto más próximo a nuestro propio planeta. La Luna romántica y rolliza, a medida que asciende por el este esta noche y «libera / rama a rama los árboles enredados en la noche», como dijo Archibald MacLeish, aún lleva su vieja y harapienta capa de misterio. Aunque el modelo planetesimal ha hecho progresos, gracias principalmente a las montañas crecientes de datos recogidos por las sondas espaciales y las simulaciones por ordenador restringidas por estos datos, la evolución del Sistema Solar quizá no sea completamente entendida hasta que pueda ser comparada con la de otros sistemas planetarios.

(Fragmento de la siguiente fuente bibliografica).
Libro:  Timothy Ferris - Informe sobre el universo (1997)
Acerca de Timothy Ferris
Profesor emérito de la Universidad de California. Prolifico escritor y colaborador periodistico de prestigiosas publicaciones en los EE.UU. en temas de divulgacion cientifica de los cuales es uno de los mas brillantes exponentes. Autor de once libros, la mayoria, de difusion internacional entre ellos "Seeing in the Dark", "Coming of Age in the Milky Way", y "The Whole Shebang " cuya edicion en español ha sido titulada Informe sobre el Universo.


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