El 7 de julio de 2005 tres bombas detonan en trenes subterráneos y una cuarta destruye un bus repleto de pasajeros a partir de las 9:02 am y en el lapso de una hora.
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Un grupo relacionado con
Al Qaeda se atribuye el ataque, temido desde hace tiempo como represalia por su alineamiento con los EE.UU. y por su participación en la ocupación de Irak.
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Las victimas fatales se contabilizan un dia mas tarde en 38 aunque se estiman en cerca de un centenar. El acceso de la prensa a los lugares de los atentados es vedado, los restos del bus se convierten en el unico testimonio directo de la tragedia. Esta conducta, siguiendo un conocido protocolo de actuacion para estos casos, busca minimizar el impacto en la opinión pública. Las prevenciones no son superfluas dadas las previsibles tensiones raciales que el suceso esta generando.
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