|   
                     
                       
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                   
                   
                   
                     
                     
                     
                     
                     
                     
               | 
          O b r a    
          d i s e ñ a d a   y   c r e a d a   p o 
          r   H é c t o r  A.  G a r c í a 
          El 
          Descubrimiento de América 
          
     Seleccione 
          Primer Viaje: 1.492 
          Segundo Viaje: 1.493 
          Tercer Viaje: 1.498 
          Cuarto Viaje:1.502 Trasfondo 
          historico El "Descubrimiento de América" o 
          "Encuentro de dos Mundos" (como dio por llamarse a este suceso con 
          motivo del quinto centenario de la hazaña lograda por el navegante 
          genovés Cristóbal Colón al mando de las tres carabelas la Niña, la 
          Pinta y la Santa María), es y ha sido uno de los acontecimientos más 
          importantes de los últimos siglos porque cambió el rumbo de la 
          historia.
          
          A continuación, una breve reseña de los 
          principales acontecimientos que antecedieron y sucedieron a este 
          importante evento:
 
 A fines del siglo XV, el mundo se hallaba circunscrito a solo tres 
          continentes: Europa, Asia y África.
          El estado de adelanto en que se 
          hallaba la ciencia geográfica, la náutica, la cartografía, las 
          construcciones navales y los descubrimientos marítimos en el último 
          tercio del siglo XV, coincidió en España con la conquista de Granada, 
          último reducto de la dominación árabe, y la consecución definitiva de 
          la unidad territorial y política, realizada por los Reyes Católicos. 
          Luego de ocho siglos de lucha, la Reconquista remataba su triunfo con 
          la expulsión del último rey Moro. Creadas las condiciones de un Estado 
          vigoroso y consolidada la Reconquista material y espiritual, pudo 
          romperse el cerco en que Portugal había querido encerrar a Castilla, y 
          España se lanzó a las grandes empresas marítimas de la ruta del 
          Occidente. El supremo artífice de estos últimos acontecimientos fue el 
          aún hoy misterioso personaje llamado 
          Cristóbal Colón. Navegante experimentado, en uno de sus 
          viajes, luego de un percance, llega de insólita manera a Portugal. 
          Concibió ahí su proyecto de navegar hacia el occidente. Propuso al Rey 
          de Portugal, Juan II que se lo patrocinara, pero los altos dignatarios 
          de la corte de Lisboa juzgaron y rechazaron su idea por falta de 
          interés.
 Luego de casi un 
          año y medio de espera, en 1491, vuelve a tocar las puertas de La 
          Rábida, y el Fray Juan Pérez, 
          envió una carta a la reina Isabel donde proponía que se prestase 
          atención a Colón en sus propuestas. Con la aceptación de los Reyes, el 17 de abril de 
          1492 se firmaron en el campamento de Granada las históricas
          Capitulaciones de Santa Fe, en 
          donde se concedía a Colón, el Almirantazgo de la Mar, el virreinato y 
          gobierno de las tierras que se descubrieran, la justicia en los 
          pleitos que se suscitasen, la quinta parte de las mercancías y la 
          décima de los metales que se extrajeran. Además se le reconocía como 
          socio de la Corona y se le autorizaba a pagar los gastos de la 
          expedición con la octava parte. Colón se dispuso 
          rápidamente a preparar el viaje de las tres naves que se le habían 
          concedido. La ayuda de los hermanos Pinzón fue decisiva. Como el 
          Almirante, asociado de la Corona carecía de fondos,
          Martín Alonso Pinzón, vecino de 
          Palos, se los facilitó. A Martín Alonso le acompañaron sus dos 
          hermanos: Vicente Yáñez, que honró 
          su apellido como explorador más adelante, y
          Francisco Martín. Iban también con 
          ellos Diego Martín Pinzón, el 
          Viejo, con sus hijos Bartolomé Martín 
          y Arias Martín. El prestigio de 
          estos nombres hizo que se enrolasen numerosos marineros. En la 
          expedición de los 6 Pinzones, figura también el cántabro
          Juan de la Cosa, uno de los 
          descubridores más famosos, y el primero de los cartógrados de América, 
          propietario y maestre de la Santa María.
 
  De 
          las tres embarcaciones, sólo la Santa María fue contratada. Las dos 
          carabelas Pinta y Niña iban por embargo. La Santa María era nao y no 
          carabela; la Niña, aunque del mismo tipo, tenía la vela redonda; la 
          Pinta sólo conservó su aparejo latino hasta Canarias. Allí se cerró el 
          ciclo histórico de la carabela, aunque subsistió el nombre para 
          hacerse inmortal. El 3 de agosto de 
          1492, partió la primera expedición con rumbo a las Islas Canarias, 
          desde el puerto de Palos de Moguer. Navegaron en alta mar y se 
          interpusieron a las tempestades y percances que pudieran dar luz en el 
          camino. En la noche del 11 al 12 de Octubre, Colón y el 
          marinero Pedro Gutiérrez divisaron 
          una luz; en la madrugada siguiente, desde la
          Pinta, otro marinero:
          Juan Rodríguez de Triana, conocido 
          luego como Rodrigo de Triana lanzó 
          el ansiado grito de ¡Tierra!, primer anuncio del portentoso hecho:
          América había sido descubierta. Colón creyó 
          arribar la India, porque nunca pensó que existía un continente 
          interpuesto entre Europa y Asia. Luego de los descubrimientos, Colón 
          regresó a España para volver con más preparación para explorar, 
          denominar y poblar las tierras. Lo que se conoce como colonización.El
          Día de la Raza se denomina 
          al 12 de Octubre en conmemoración al descubrimiento de América. 
          Significó una nueva era en la antigua, un gran paso para la humanidad 
          y el nacimiento de una nueva raza, la mestiza, que fue la fusión de 
          españoles e indios.
          
          Recordamos siempre esta aventura lanzada 
          por el enigmático Colón, de quien hasta hoy día, se tienen dudas de su 
          origen, pero se tiene guardada históricamente su hazaña: la de 
          completar la faz de la tierra y mostrar al mundo, lo que antes 
          faltábale descubrir.   
          Primer Viaje 1492  El 23 
          de mayo de 1,492, los vecinos de la pequeña villa de Palos fueron 
          convocados en la iglesia parroquial de San Jorge, donde en presencia 
          de Colón y  fray Juan Pérez  se leyó la orden real. El pueblo de Palos 
          era requerido para abastecer y armar dos carabelas, a fin de que Colón 
          pudiera salir donde los soberanos le enviaban. La Corona pagaría por 
          anticipado cuatro meses de sueldo a las tripulaciones, en la cuantía 
          normal para la navegación de altura.Se consiguieron la Pinta (de Gómez Rascón y Cristóbal Quintero) y la 
          Niña (de Juan Niño). Seguramente fue Juan Pérez quien atrajo a la 
          causa a los hermanos Pinzón, pertenecientes a una antigua familia de 
          marineros y armadores de Palos. Las tripulaciones afluyeron incluso 
          para la tercera unidad, la nao la Gallega ( de Juan de la Cosa), 
          fletada por Colón y rebautizada con el nombre de Santa María. Tanto 
          Santángel como Colón pidieron considerables cantidades de dinero a 
          préstamo.
 Una 
          circunstancia que contribuyó a retrasar el viaje fue la expulsión de 
          los judíos. En principio se había decidido que todos los judíos no 
          conversos abandonarían el país antes del 30 de junio, pero la 
          imposibilidad de cumplir dicho plazo hizo ampliar la fecha límite 
          hasta el 2 de agosto. Los judíos más ricos fletaron barcos en todos 
          los puertos españoles y los cargaron de gente y efectos personales. 
          Quizá los armadores de Moguer y Palos pensaron que podían obtener 
          mayores beneficios si los dedicaban al transporte de judíos, y por 
          ello no estuvieron bien dispuestos a fletar sus carabelas a Colón, 
          quien a menudo se quejó de las malas cualidades marineras de la Santa 
          María. Según las versiones la cifra de judíos expulsados en 
          1.492 oscila entre 160.000 y 800.000. Colón 
          aguardó hasta el último momento la fecha de expulsión, y entonces fijó 
          su salida para el 3 de agosto. Las tripulaciones subieron a bordo la 
          tarde del día 2.En las tres naves embarcaron noventa hombre, aunque algunos hablan de 
          ciento veinte. En la nao capitana acompañaban a Colón, capitán 
          general, el maestre y propietario Juan de la Cosa y el piloto 
          Peralonso Niño. En la Pinta iba el capitán Martín Alonso Pinzón; 
          Francisco Martín Pinzón era maestre, y Cristóbal García Sarmiento, 
          piloto. La Niña era mandada por Vicente Yáñez Pinzón; el propietario 
          de la nave, Juan Niño, iba como maestre, y Sancho Ruiz de Gama como 
          piloto.
 El 6 de septiembre, las tres naves zarparon de La Gomera (I. Canarias) 
          rumbo al Oeste. El 7 de octubre alteraron el rumbo al Oessudoeste. Dos 
          horas antes de la medianoche del 11 de octubre atisbaron una luz, y 
          San Salvador (Guanahaní) fue avistado al amanecer.
 Colón  
          desembarcó  y  tomó posesión de la isla para España. Sucesivamente, 
          las naves visitaron Santa María de la Concepción (Rum Cay), Fernandina 
          (Long Island), Isabela (Crooked Island) y la isla de Arena (Little 
          Ragged Island), antes de fondear en un puerto de Cuba llamado 
          posteriormente San Salvador (Bahía Blanca). Colón se creía en Cipango, 
          pero llamó al país Juana. Navegaron al Oeste hasta el Río de Mares 
          (Puerto Gibara), y encontraron vientos de proa cerca del actual Puerto 
          Padre. La convicción de que aquella costa pertenecía al continente 
          asiático comenzó a prosperar. Regresaron al Río de Mares y navegaron 
          hacia el Este rumbo a las islas Doradas de Babeque (Gran Inagua). El 22 
          de noviembre, la Pinta se apartó de las otras naves. La Santa María y 
          la Niña fondearon en el puerto de Santa Catalina (Puerto Cayo Moa), 
          Puerto Santo (Baracoa), Puerto de San Nicolás (Haití), Puerto de la 
          Concepción (Baie des Moustiques) y Mar de Santo Tomás (Baie de l´ Ácul). 
          El 24 de diciembre, la Santa María encalló y se hundió a la altura del 
          actual cabo Haitien. Dos días después se fundó la fortaleza de La 
          Navidad, primer asentamiento colonial en América. El 6 de enero de 
          1.493, la Pinta se reunió con la Niña a la altura de Monte Cristi 
          (República Dominicana). Cinco días más tarde, los españoles lucharon 
          por primera vez contra los taínos en Puerto de las Flechas (Bahía de 
          Samaná). El 16 de enero, la dos naves iniciaron el viaje de regreso. 
          Un temporal las separó, y tras una breve escalada en Santa María, la 
          Niña fondeó en Rastelo, el puerto exterior de Lisboa. El 9 de marzo, 
          Colón visitó a Juan II en Val do Paraiso, y el 15 la Niña arribó a 
          Palos.A primeros de abril, encontrándose en Sevilla, el Almirante recibió 
          una carta de los reyes, que le confirmaban los títulos prometidos en 
          Santa Fe y le rogaban que acudiese a Barcelona a fin de preparar una 
          nueva expedición. Antes de partir, el Almirante escribió un largo 
          memorial destinado a Isabel y Fernando, donde daba sus ideas para la 
          primera colonización a gran escala de las tierras recién descubiertas. 
          Entre otras cosas sugería que la Española fuese colonizada por dos mil 
          emigrantes voluntarios, y proponía medidas para el control del oro que 
          se hallase. En el momento del triunfo hizo una propuesta que después 
          lamentaría: la de permitir el descubrimiento de nuevas tierras a 
          cuantos quisieran realizarlo.
 Para obtener del papa Alejandro VI el reconocimiento de sus derechos 
          sobre las islas y cualquier continente que pudiera encontrarse, los 
          reyes enviaron inmediatamente instrucciones a su representación en 
          Roma.
 A  
          finales  de  marzo, la  carta que Colón había enviado a Luis de 
          Santángel fue impresa en Barcelona; en 1.493 aparecían nueve ediciones 
          en idiomas distintos.El Almirante fue recibido a mediados de abril por los reyes en el 
          palacio del Tinell de Barcelona. Allí hizo Colón el relato del viaje, 
          presentó a los seis indios que habían sobrevivido a la travesía de 
          regreso y mostró el oro recogido. Los soberanos se arrodillaron y con 
          ellos todos los presentes, agradeciendo a Dios los favores recibidos. 
          A Colón se le concedió el privilegio de incluir en su escudo de armas 
          los emblemas oficiales de Castilla y de León, y se le otorgó una 
          donación de mil doblones. Los indios fueron bautizados, actuando como 
          padrinos los propios reyes.
 La decisión del papa Alejandro VI, español de nacimiento, llegó a 
          Barcelona a finales de mayo: era una bula mediante la que disponía que 
          todas las tierras descubiertas por los soberanos de Castilla les 
          pertenecía, siempre y cuando no fuesen ya propiedad de otro príncipe 
          cristiano. Como una bula Anterior prohibía a los españoles hacer 
          descubrimientos al sur de las Canarias, y de la carta de Santángel se 
          deducía que las islas recién descubiertas estaban al sur de las 
          Canarias, Colón propuso una gestión que indujese al papa a asignar a 
          Castilla todas las tierras al occidente de una línea de polo a polo, 
          cien leguas al Oeste de las Islas Azores y Cabo Verde. Una nueva bula, 
          que ampliaba la concesión papal a Castilla, fue publicada el 26 de 
          septiembre. El soberano portugués no se amilanó, consciente de que su 
          superioridad naval le permitía obstaculizar a los castellanos el 
          acceso a las Indias, optó por negociar directamente con los Reyes 
          Católicos. El resultado, obtenido cuando Colón ya se hallaba 
          nuevamente en América, fue el Tratado de Tordesillas de junio de 
          1.494, por el que la línea de demarcación  era trasladada 370 leguas 
          al Oeste de Cabo Verde, lo que permitió que el futuro Brasil quedase 
          en el área portuguesa
 
          Segundo Viaje 1.493 El 29 de mayo de 1.493, 
          Colón recibió instrucciones reales, según las cuales el primer 
          objetivo de la nueva expedición era la conversión de los nativos y  el 
          segundo la explotación económica del descubrimiento. La organización 
          de la vasta flota patrocinada por Isabel y Fernando fue obra conjunta 
          del propio Colón y del archidiácono de Sevilla Juan de Fonseca. 
          Diecisiete navíos y mil doscientos hombres integraron la expedición. 
          La Capitana, que bien podía tener unas doscientas toneladas, fue 
          llamada Santa María, como su predecesora; perteneciente a Antonio de 
          Torres. Otras naos grandes eran la Gallega y Colina. Se embarcaron 
          cinco religiosos, entre ellos el benedictino catalán fray Buil, y 
          numerosos hombres de armas, incluidos veinte caballeros con sus 
          monturas y también arcabuceros y ballesteros; además, centenares de 
          labradores y artesanos, entre los que abundaban los albañiles. La 
          flota partió de Cádiz el 25 de septiembre de 1.493. Cristóbal Colón, 
          capitán general de la misma, iba acompañado por su joven hermano DiegoNo se conserva el diario de a bordo del Almirante ni hay transcripción 
          de Las Casas, por lo que resulta imposible seguir este viaje con la 
          precisión del anterior. Sin embargo, dos miembros de la expedición 
          escribieron interesantes relatos: Michele de Cuneo, de Savona, amigo 
          de infancia del Almirante y Diego Álvarez Chaca, médico de Sevilla y 
          cirujano principal de la expedición.
 Tras la usual escala en Canarias, el 13 de octubre comenzó la 
          auténtica travesía del Atlántico. El rumbo dispuesto por Colón era 
          Oeste cuarto del Sudoeste, a fin de alcanzar las islas habitadas por 
          los indios caribes, que no había podido visitar el año anterior.  Esta 
          ruta discurría enteramente por la zona de los alisios, que le llevaron 
          a su destino en sólo tres semanas. En la madrugada del domingo 3 de 
          noviembre avistaron una isla a la cual Colón dio el nombre de Dominica 
          en atención al día.
 Desde allí describieron 
          un arco hacia el Noroeste y Oeste hasta llegar a San Juan Bautista 
          (Puerto Rico), costeando las bellas islas de sotavento, que el 
          Almirante bautizaba a medida que aparecían en el horizonte: Santa 
          María de Guadalupe, Santa María de Monserrate (Montserrat), San Jorge 
          (St. Kitts), Santa Cruz (St. Croix), las Once Mil Vírgenes (Virgin 
          Islands). Desde Puerto Rico se dirigieron rápidamente hacia La 
          Española. El 27 de noviembre, la flota fondeó a la altura de La 
          Navidad, para descubrir que la guarnición había sido aniquilada por 
          los taínos.Tras navegar hacia el Este ciñendo el viento, anclaron en una bahía 
          donde Colón fundó el asentamiento de Isabela, en la actual República 
          Dominicana. Hojeda y Corbalán exploraron Cibao y regresaron con 
          noticias de haber encontrado oro abundante. El 2 de febrero Antonio 
          Torres volvió a España con doce naves y el memorial que Colón le había 
          entregado para los reyes. Del 12 al 29 de marzo Colón recorrió Cibao y 
          ordenó construir el fuerte de Santo Tomás en el interior de la isla, 
          al sur de la llamada Vega Real; allí dejó un destacamento de cincuenta 
          hombres mandados por Pedro Margarit. Luego navegó hacia el Oeste con 
          la carabelas Niña, Cardera y San Juan. Sucesivamente fondearon en el 
          cabo Alfa y Omega (Cabo Maisi, en Cuba), en Puerto Grande (bahía de 
          Guantánamo) y en el emplazamiento del actual Santiago de Cuba. Era un 
          viaje de aparente recreo, pero Colón seguía buscando la identificación 
          de Catay con Cuba; hizo un viraje lateral y descubrió Jamaica. Luego 
          surcó las aguas poco profundas y salpicadas de islotes del Jardín de 
          la Reina (Laberinto de las Doce Leguas), hasta la actual bahía Cortés. 
          Allí, su secretario Pérez de Luna obligó a las tripulaciones a firmar 
          una declaración  en el sentido de que consideraban a Juana (Cuba) como 
          parte de un continente. El 13 de junio comenzaron el largo viaje hacia 
          el Este, barloventeando. Tras contornear Jamaica y La Española, Colón 
          observó un eclipse de luna en la Bella Saonesa (la actual Saona). Su 
          salud se había quebrantado: se le nublaba la vista y ocasionalmente 
          caía en coma cuando fondearon en Isabela el 29 de septiembre.
 En Isabela colón tuvo la alegría de encontrar a su hermano Bartolomé, 
          a quien no había visto en cinco o seis años, y que acababa de llegar 
          al mando de tres carabelas. Pero los informes de su otro hermano, 
          Diego, a quien había dejado como presidente del Concejo, eran 
          preocupantes. Insatisfechos, los hombres de Pedro Margarit habían 
          saqueado Vega Real y sometido bárbaramente a los indios. Cuando la 
          situación se hizo ingobernable, Pedro Margarit comenzó a discutir con 
          Diego Colón el mando de la isla y finalmente, se embarcó con el padre 
          Buil y otros clérigos, rumbo a España, en las carabelas que había 
          llevado Bartolomé Colón.
 Pequeñas partidas de 
          soldados continuaban empeñadas en luchas y saqueos. Los indios tomaron 
          represalias y algunos españoles fueron acechados y muertos.A finales del otoño de 1.494 Alonso de Torres volvió de Castilla con 
          cuatro carabelas bien pertrechadas y una carta, en la que los reyes 
          pedían a Colón que regresase para ayudarles a determinar la línea de 
          demarcación  indicada por el Tratado de Tordesillas. Pero el Almirante 
          todavía se encontraba enfermo y no deseaba informar  del desorden 
          imperante en su virreinato. Retomó la presidencia del Concejo y envió 
          una expedición de castigo contra los indios. Los españoles, que 
          luchaban con armas blancas y de fuego, caballos y perros, tornaron a 
          Isabela con mil seiscientos prisioneros taínos, que fueron repartidos 
          o enviados a Castilla como esclavos, en las carabelas de Torres.
 El Almirante acabada de dar el título de Adelantado a su hermano 
          Bartolomé, lo que convertía a éste en su segundo, cuando supo que el 
          cacique Guatiguaná había reunido una fuerza en Vega Real y planeaba 
          atacar a los españoles. Recuperada la salud, Colón marchó al frente de 
          una tropa de doscientos ballesteros y mosqueteros, veinte lanceros, 
          veinte perros y un número indeterminado de indios rivales de 
          Guatiguaná. Dice Hernando Colón que acometieron tan vigorosamente al 
          ejército de indios hostiles que " todos, siguiendo y matando, hicieron 
          tal estrago, que en breve fue Dios servido tuviesen los nuestros tal 
          victoria, que siendo muchos muertos, y otros presos y destruidos". 
          Seguidamente, Colón quiso anular a Caonabo, el cacique de Maguana, a 
          quien se suponía instigador de la matanza de La Navidad. Mediante un 
          ardid, Alonso de Hojeda consiguió apresar al cacique  y lo llevó en 
          triunfo a Isabela, donde Caonabo permaneció encadenado casi un año, 
          antes de ser enviado a Castilla.
 Aunque todavía hubo escaramuzas en diversos lugares de las islas, el 
          Almirante no tuvo mayores dificultades.
 Restablecida la paz, 
          impuso a los indios onerosos tributos en oro. Incapaces de reunir las 
          cantidades exigidas y obligados a descuidar sus cultivos, muchos 
          taínos murieron de hambre; otros se suicidaron para escapar al acoso. 
          Un tercio de la población indígena de La Española pereció entre 1.494 
          y 1.496.En octubre de 1.495 arribaron cuatro carabelas castellanas. Los reyes 
          habían escuchado las quejas de fray Buil y Pedro Margarit y enviaban a 
          un cortesano llamado Juan Aguado para que informase de las condiciones 
          de la colonia. A principios de 1.496 Colón hizo botar una nueva 
          carabela llamada la India. La Niña fue carenada y calafateada y el 10 
          de marzo el Almirante salió de Isabela rumbo a Castilla. Bartolomé 
          quedó al mando de La Española, encargado de buscar emplazamiento para 
          una nueva población con buen puerto; el Adelantado fundaría Santo 
          Domingo al sur de la isla, en el estuario del río Ozama.
 El Almirante decidió gobernar al sur para evitar tempestades; los 
          consiguió, pero a costa de realizar un viaje muy largo. El 11 de junio 
          de 1.496 la India y la Niña fondeaban en Cádiz con 225 españoles y 
          poco más de 30 indios cautivos.
 En Burgos, vestido con el humilde hábito franciscano que había 
          adoptado como penitente, Colón se arrodilló ante Fernando e Isabel, 
          les hizo un relato del viaje y comprobó que, pese a los informes 
          desfavorables que habían recibido, mantenían su confianza en él. Pero 
          los gastos que suponían las alianzas matrimoniales y la guerra contra 
          Francia impidieron que los reyes pudieran satisfacer inmediatamente su 
          demanda de emprender una nueva expedición. Hasta el 23 de enero del 
          año siguiente no lograría enviar dos carabelas ( la veterana Niña y la 
          India) a La Española con víveres, abastecimientos y mujeres. Mientras, 
          Vasco de Gama había salido de Lisboa con la intención de doblar el 
          cabo de Buena Esperanza y llegar a la India.
 
          Tercer Viaje 1.498   La preparación de la 
          flota para la tercera expedición fue en extremo laboriosa, en parte 
          por la lentitud con la que llegaba el dinero prometido por la Corona 
          y, en parte, por la renuencia de los patrones y la dificultad de 
          encontrar voluntarios; de nuevo los reyes concedieron el perdón a 
          cuantos delincuentes embarcaran, salvo en los casos más graves.Para la nueva expedición se fletaron seis barcos, que levaron ancla el 
          30 de mayo de 1.498. Tres fueron directamente a La Española, mientras 
          Colón, al mando de los otros tres - la Santa María de Guía, la 
          Vaqueños y el Correo -, seguían una derrota más al sur. Gracias a las 
          buenas relaciones ahora existentes entre los dos reinos ibéricos, 
          Colón pudo recalar en la isla de Cabo Verde. La flota avanzó luego 
          hacia el Sudoeste, impulsada por un viento cada vez más leve, que cesó 
          por completo el 13 de julio. Se hallaban en la zona más tórrida y 
          clama del Atlántico en aquellas estación, Parece ser, que tras ocho 
          días sin viento, sopló el alisio del Sudeste, ya que en el estracto de 
          la carta a los reyes que hizo Las Casas consta que se sucedieron 
          diecisiete días de vientos favorables. como no se atrevía a ir más al 
          sur a causa del calor, el almirante enmendó el rumbo al Oeste. El 31 
          de julio, cuando el agua potable comenzaba a escasear a bordo, 
          avistaron Trinidad y al día siguiente divisaron al Sur lo que les 
          pareció una isla y que era la actual punta Bombeador, en el gran delta 
          del Orinoco. Por primera vez se hallaban los españoles ante el 
          continente sudamericano.
 Una inmensa ola, probable consecuencia de una erupción volcánica 
          submarina, zarandeó a la flota en la Boca de las Sierpes, entre 
          Trinidad y el delta. Atravesado el estrecho, Colón penetró en el 
          plácido golfo de Paria, donde observó que los indios se adornaban con 
          perlas. Navegaron después hacia una tierra montañosa que resultó 
          península (península de Paria) y cuya costa meridional exploraría 
          buscando una salida. El 13 de agosto abandonaron el golfo de Paria por 
          la Boca del Dragón y vislumbraron Belaforma (Tobago) y Asunción 
          (Granada). Colón se encontraba enfermo y casi ciego, como durante el 
          viaje anterior. Llegó a presentir que había descubierto "tierra 
          infinita", esto es, un nuevo continente. Pero, negando esta opinión 
          razonable, terminó persuadiéndose a sí mismo de que había llegado al 
          umbral del Paraíso Terrenal, el bienaventurado dominio cuya ubicación 
          había sido discutida tan  vivamente por los geógrafos medievales.
 Preocupado por su enfermedad y porque los víveres se corrompían, el 
          Almirante se dirigió a La Española, a la que llegó con rumbo seguro. 
          El 31 de agosto fondeaba en la boca del Ozama y se reunía con su 
          hermano el Adelantado, que le transmitió noticias descorazonadoras. 
          Los españoles habían levantado la nueva colonia de Santo Domingo, 
          donde se hallaban en una relativa paz con los taínos; pero la escasez 
          de víveres y la falta de noticias de la metrópoli habían propiciado 
          que, aprovechando la ausencia de Bartolomé, dedicado a la recaudación 
          de impuestos en la provincia de Xaragua, el alcalde mayor Francisco 
          Roldán y otros descontentos se rebelaran. A instigación de Roldán, los 
          sublevados se aliaron con los súbditos de Guarionex, cacique antaño 
          poderoso, a quien prometieron la abolición de impuestos a cambio de su 
          ayuda para atacar el fuerte de Concepción de la Vega, en el camino 
          entre Isabela y Santo Domingo. Bartolomé regresó a tiempo, incendió 
          los poblados de Guarionex  y finalmente prendió a éste. La intentona 
          del Roldán pudo terminar en aquel punto; pero los tres navíos de 
          abastecimiento que habían precedido a Colón fueron a recalar cerca de 
          los rebeldes y parte de sus tripulaciones se habían unido cuando llegó 
          el Almirante.
 En octubre de 1.498 Colón envió a su capitana y a la carabela El 
          Correo de regreso a Castilla, con su carta a Isabel y Fernando y un 
          informe de los sucesos de la Española; requería sacerdotes y un juez 
          para ejercer la autoridad real. Incapaz de actuar con energía y de 
          obligar a Roldán a la sumisión en nombre de los reyes, Colón empezó a 
          negociar con el jefe rebelde, que pidió y obtuvo que se retirasen  las 
          acusaciones contra él, que se le confirmara en su puesto de alcalde 
          mayor y que se le concediera, como a sus hombres, tierras e indios.
 El 15 de octubre Colón supo que una flota al mando de Alonso de Hojeda 
          había fondeado en el cercano puerto de Brasil. Tras tener noticias de 
          los descubrimientos del Almirante en Trinidad, Paria y zona del 
          Paraiso Terrenal, Hojeda
 había obtenido la ayuda 
          de Juan de Fonseca para efectuar una expedición a dichas regiones; con 
          él fueron Juan de la Cosa y Américo Vespucio. Hojeda y sus hombres 
          llegaron a Trinidad y descubrieron las ricas pesquerías de Cubagua y 
          Venezuela, antes de dirigirse al Norte y arribar a Brasil, en La 
          Española, donde se dedicaban a cortar árboles de palo brasil y a cazar 
          indios. Como el oro, el palo 
          brasil pertenecía a la Corona, y el Almirante estaba en el derecho de 
          intervenirlo. Roldán se ofreció para capturar a Hojeda, quien tras 
          breves escaramuzas, se retiró y fue a las islas al norte de La 
          Española y luego a Castilla, con sus carabelas cargadas de esclavos.Otros navegantes como Peralonso Niño y Vicente Yáñez Pinzón habían 
          sido autorizados para descubrir nuevas tierras en las Indias, como 
          consecuencia de la pérdida de influencia de Colón en la corte.
 Viendo la falta de confianza del Almirante en sí mismo, los antiguos 
          rebeldes aspiraron a nuevas concesiones y volvieron a sublevarse. El 
          23 de agosto de 1.500, mientras el Almirante reprimía un levantamiento 
          local en Concepción de la Vega y Batolomé Colón otro en Xaragua, una 
          flota castellana entró en el estuario del Ozama. Al mando iba el nuevo 
          gobernador Francisco de Bobadilla, enviado por los reyes para ejercer 
          la justicia. Acababa de desembarcar Bobadilla cuando vio los cuerpos 
          de siete españoles que pendían de la horca. Diego Colón, al mando de 
          Santo Domingo en ausencia de sus hermanos, le hizo saber que eran 
          rebeldes y que otros cinco iban a ser colgados al día siguiente. Tras 
          una rápida investigación, Bobadilla arrestó a Diego Colón y mandó una 
          orden a Concepción de la Vega para que regresara el Almirante. Al 
          volver, éste fue preso y encadenado. El Adelantado intentó liberar a 
          sus hermanos por la fuerza de las armas, pero el Almirante le conminó 
          a obedecer a Bobadilla, que parecía actuar de acuerdo con las 
          instrucciones reales. En consecuencia, Bartolomé fue también 
          arrestado.
 Bobadilla había decidido enviar  a los tres hermanos a Castilla. 
          Durante su prisión en Santo Domingo, Colón escribió a Juana de la 
          Torre, hermana de Antonio Torres y persona próxima a la reina, dando 
          rienda suelta  a su amargura.
 Se  le había  juzgado, 
          decía, como a un gobernador cualquiera, y no como a un capitán que 
          estaba ganando nuevas tierras para España.A comienzos de octubre de 1.500 el Almirante fue embarcado en la 
          carabela la Gorda; él y sus hermanos iban encadenados. El 20 de 
          noviembre arribaron a Cádiz, desde donde el Almirante dirigió un 
          mensaje a Isabel y Fernando, que se hallaban en Granada. Los reyes 
          dieron orden de dejarlo libre, así como a sus hermanos y le enviaron 
          dos mil ducados para que pudiera presentarse en la corte de un modo 
          digno, pues todos sus bienes habían sido incautados por Bobadilla. El 
          17 de diciembre los reyes recibieron a los hermanos Colón en la 
          Alhambra. El Almirante consiguió palabras de consuelo  y la 
          restitución de sus bienes, pero no fue repuesto como gobernador de La 
          Española.
 En Granada, donde permanecería, Colón encontró a sus hijos Diego y 
          Hernando, convertidos en pajes de la reina. Tuvo noticias de las 
          Indias, que él mismo comenzó a llamar Indias Occidentales para 
          distinguirlas de las que Vasco de Gama había descubierto al navegar al 
          Sur y al Este de África. Un explorador portugués llamado Cabral había 
          descubierto tierras al Sudoeste (el futuro Brasil) y de Inglaterra se 
          sabía que Giovanni Caboto, de Génova, había encontrado tierra al Oeste 
          (la costa oriental norteamericana).
 Pensando que así se libraría de la injusticia y el posible olvido 
          real, el Almirante ocupó su tiempo en redactar memoriales sobre sus 
          títulos y privilegios y reunió cuarenta y cuatro documentos con el 
          título de Libro de los Privilegios. Escribió también el 
          Libro de las Profecías, con gran número de pasajes proféticos de 
          la Biblia, con la intención de presentarse como elegido por Dios para 
          llevar el cristianismo al fin de la tierra y obtener allí el oro 
          necesario para reconquistar Jerusalén.
 
          Cuarto Viaje 1.502 En septiembre de 1.501 
          los reyes nombraron a Nicolás de Ovando gobernador y juez supremo de 
          las Indias. En la flota de éste fueron el joven Bartolomé de las Casas 
          y Alonso Sánchez de Carvajal, encargado de recaudar para Colón los 
          beneficios correspondientes del comercio de las Indias y del oro. El 
          Almirante había empezado a preparar otro viaje de descubrimiento y 
          escribió a Isabel y Fernando pidiendo las necesarias instrucciones y 
          documentos. Respondieron los reyes autorizando la expedición, pero le 
          prohibieron hacer esclavos y tocar tierra en La Española, salvo en el 
          viaje de regreso. El 11 de mayo de 1.502, 
          ya con cincuenta años y la salud quebrantada, y al mando de cuatro 
          pequeñas carabelas - la Capitana, Santiago de Palos, Gallego y 
          Vizcaíno - Colón zarpó rumbo a la más arriesgada de sus expediciones. 
          Le acompañaban su hermano Bartolomé y su hijo Hernando. Por la 
          acostumbrada ruta de Canarias, el 29 de junio ancló ante Santo 
          Domingo, decidido a sustituir la nave Santiago de Palos por otra. Notó 
          inequívocos signos de que se avecinaba una gran tormenta y así se lo 
          comunicó al gobernador Ovando, a quien solicitó permiso para entrar en 
          el estuario y recomendó que no dejara partir a una numerosa flota a 
          punto de regresar a España. De acuerdo con las instrucciones de los 
          reyes, Ovando negó su permiso e, ignorando los consejos, ordenó la 
          salida de la flota. Las carabelas de Colón tuvieron, pues, que 
          afrontar fuera del puerto el huracán que se abatió sobre Santo 
          Domingo. Sólo la nave del Almirante pudo mantenerse anclada; las 
          demás, rotas las amarras, fueron arrastradas lejos de la costa. Las 
          cuatro, sin embargo, lograron reunirse días después. En cambio, la 
          flota que regresaba a España perdió veinte barcos y más de quinientos 
          hombres.El 24 de julio fondearon en una isla del Jardín de la Reina (quizás el 
          actual Cayo Largo) y el 1 de agosto descubrieron la América Central a 
          la altura de la punta de Caxinas (cabo Honduras). El Almirante no 
          buscaba un estrecho, como pretendió Hernando Colón cuando ya era 
          notorio que existía un breve istmo de separación entre el Atlántico y 
          el Pacífico, sino un cabo, el más meridional de la provincia de 
          Chiamba, la larga península que constituía el límite oriental de Asia. 
          Costeando sucesivamente los actuales países de Nicaragua, Costa Rica y 
          Panamá, las cuatro carabelas barloventearon hacia el Este. Cuando los 
          indios le hablaron de la dorada tierra de Veragua y de Ciguare, al 
          otro lado de la cadena montañosa, Colón entendió que Ciguare era lo 
          mismo que Chiamba y que había llegado al lugar donde la península era 
          más estrecha. Supuso que de allí a once días de viaje por las montañas 
          se encontraba el Índico. Asombrosamente, la prolongada península 
          desmentía los mapas asiáticos y torcía al Sudeste y al Este, en vez de 
          hacerlo al Sudoeste y al Oeste.
 Durante la navegación fondeaban de noche donde podían o se aguantaban 
          al pairo. Tras zarpar de río Cativa (río Cherebequi) lucharon con 
          temporales durante dos meses. Del 17 al 20 de diciembre anclaron en 
          Puerto Grande (bahía Manzanilla en el moderno Colón, a la entrada del 
          Canal de Panamá). Concentró entonces el Almirante sus esfuerzos en la 
          búsqueda del oro y desde la parte oriental de Panamá, retrocedió al 
          Oeste hasta la tierra que los indios llamaban Veragua, donde le habían 
          informado de la existencia de minas. Este retroceso se convirtió en 
          una de las etapas más duras del viaje, a causa del mal tiempo y de la 
          comida agusanada. Finalmente, el 6 de enero de 1.503, fondearon junto 
          al río Belén. Encontraron yacimientos de oro y se dispusieron a fundar 
          una colonia, Santa María de Belén, que quedaría a cargo de Bartolomé. 
          Sin embargo, los indios se manifestaron tan hostiles y los elementos 
          tan inclementes que, tras perder una docena de hombres, el Almirante 
          desistió de la empresa.
 El 15 de abril Colón partió de Río Belén con la Capitana, la Santiago 
          y la Vizcaíno; la Gallego, más dañada por el temporal y la broma, fue 
          abandonada. En Puerto Bello renunciaron también a la Vizcaíno y 
          continuaron costeando hasta cabo Marmóreo, probablemente el actual 
          cabo Tiburón, en la frontera entre Panamá y Colombia, para seguir al 
          Norte de regreso a La Española. Pasaron junto a Las Tortugas (Little 
          Cayman y Cayman Brac) y fondearon en la costa sur de Cuba. El 25 de 
          junio, la Capitana y la Santiago, ya inútiles a causa de la broma, 
          quedaron varadas y apuntaladas en la playa de Santa Gloria (St. Ann´s 
          Bay), Jamaica. El 7 de julio Colón terminó su carta a los reyes, que 
          diez días después entregaría a Diego Méndez, criado del Almirante y a 
          Bartolomé Fieschi, antes capitán de la Vizcaíno, que marcharon a 
          buscar socorro a La Española. Iban en canoas nativas, a las que le 
          añadieron batemares, falsas quillas y velas Quiso el Almirante 
          mantener una estricta disciplina para evitar conflictos con los 
          nativos y prohibió que la tripulación bajara a tierra sin su permiso. 
          Mediante un organizado sistema de trueques obtenía víveres de los 
          indios. Más de cien hombres yacían amontonados en las cubiertas y 
          toldillas, protegidos con hojas de palmeras; unos cuarenta padecían 
          desnutrición y fiebres. El 2 de enero de 1.504 se declaró un motín, 
          encabezado por los hermanos Francisco y Diego de Porras. Sólo el temor 
          al castigo real salvó la vida de Cristóbal Colón y de su hermano. Los 
          amotinados intentaron alcanzar La Española en canoas, pero fracasaron 
          y de regreso a Jamaica establecieron su propio campamento.
 Viendo que los extranjeros se habían debilitado por las discordias y, 
          hartos de cuentas, cascabeles y bonetes, los indios manifestaron que 
          no les proporcionarían más víveres. Colón resolvió el problema de un 
          modo espectacular. Leyó en el Almanach Perpetuum, de Abrahám 
          Zacuto que en el plazo de tres días, el 29 de febrero, se produciría 
          un eclipse total de luna y advirtió a los indios que iba a pedir a su 
          Dios que los castigara, privándoles de la luz lunar. En la tarde 
          anunciada, cientos de indígenas se congregaron ente los barcos. Cuando 
          salió la luna ya estaba parcialmente oscurecida y el pánico cundió 
          entre los nativos al verla menguar. Rogaron al almirante que la 
          hiciera volver y éste pidió a cambio la reanudación de los 
          suministros. Colón aprovechó el eclipse para calcular la posición de 
          Santa Gloria: determinó la latitud con precisión notable, pero se 
          equivocó en la longitud, situando Jamaica en un punto que correspondía 
          al Pacífico, al Oeste de la costa mejicana.
 Ocho meses después de la partida de Fieschi y Méndez, algunos hombres 
          que habían permanecido fieles al Almirante planearon un nuevo motín. 
          En plena conspiración les visitó un navío enviado por el gobernador 
          Ovando para conocer su situación, pero sin intención de rescatarles; 
          les llevaron, al menos, una carta de Diego Méndez, que prometía un 
          pronto socorro.
 En vista de la carta, el Almirante ofreció amnistiar a los amotinados. 
          Pero estos quisieron imponer sus condiciones. Reusó Colón y, 
          anticipándose, envió al Adelantado al mando de cincuenta hombres 
          armados. Hubo combates: murieron algunos rebeldes y el resto huyó. 
          Francisco de Porras fue capturado y puesto en el cepo. Hasta fines de 
          junio no llegó el navío fletado y pertrechado por Méndez. Habían 
          permanecido más de un año en Jamaica. El viaje fue lento, en contra 
          del viento y las corrientes y el 13 de agosto arribaron a Santo 
          Domingo. Allí Colón fletó otro navío y el 12 de septiembre partió de 
          aquellas Indias a las que nunca regresaría.
 El 26 de noviembre de 1.504, tres semanas después de la llegada del 
          Almirante a Sanlúcar, fallecía la reina Isabel. Colón quería visitar 
          al rey, pero estaba demasiado enfermo para cabalgar y se entretuvo 
          enviado cartas a su hijo Diego, describiendo sus recelos sobre el 
          desarrollo de las Indias y exagerando sus dificultades económicas. 
          Hasta mayo de 1.505 no pudo realizar el proyectado viaje a Sevilla. 
          Cuando el rey Fernando le recibió en audiencia, Colón reclamó los 
          privilegios que antaño le habían sido concedidos en Santa Fe.
 La corte se trasladó a Salamanca en octubre y en abril a Valladolid. 
          Colón y sus allegados la siguieron, pero el rey tenía poco tiempo para 
          atender al Almirante y, seguramente, se sentía molesto por sus cartas 
          reiterativas, a las que contestaba con evasivas y cumplidos.
 En un último intento por que se hiciera justicia, Colón se dirigió a 
          Juana, la heredera de la corona de Castilla y a su esposo Felipe de 
          Habsburgo, ofreciéndoles sus servicios.
 El 19 de mayo firmó testamento el Almirante, viendo el fin de su vida 
          próximo y el 20 de mayo de 1.506 falleció en Valladolid, siendo 
          enterrado en primera instancia en el convento de San Francisco.
 G r a n  E n c ic 
          l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P 
          r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r |