Barcos a vapor
La llegada de la maquina de vapor alteró
profundamente la navegación, permitiendo al
hombre prescindir de los remos y el viento.
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Dos barcos de vapor
compiten en el
Mississippi. Muy
utilizados durante
el siglo XIX y
principios del XX,
los barcos
transportaban con
rapidez mercancías y
pasajeros. Además,
proporcionaban
entretenimiento,
como los barcos en
que se representaban
obras de teatro a lo
largo del río. |
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Los
elementos de propulsión primitivos que el
hombre utilizó para mover sus embarcaciones,
como el remo, que exigían demasiado esfuerzo,
o bien la vela que dependía del caprichoso
viento, no eran lo suficientemente efectivos,
ya que en ocasiones no le permitían llegar
con éxito a su destino. Producto de esta
situación el hombre empezó a investigar
durante mucho tiempo para tratar de
encontrar un sistema mecánico o de
propulsión para sus navíos, con el fin de
remplazar los que hasta entonces usaba. Esto
lo logró al diseñar los sistemas a base
de vapor, que a su vez cambiaron por
completo el diseño de los barcos y se puede
considerar que este hecho trajo consigo una
modificación básica en el comportamiento de
la humanidad.
Fueron muchos los intentos que se realizaron
durante los siglos XVII y XVIII para llegar
a inventar el sistema de vapor utilizable
para desplazar a las embarcaciones. Entre
los principales se encuentra el del francés
Denis Papin que creó, en 1698, el
émbolo de vapor que los ingleses Watt
y Boulton emplearon para construir una
máquina que posteriormente se usó en la
navegación.
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Durante casi un
siglo el acorazado
ha sido el dueño de
los mares y ha
constituido el eje
de las marinas de
guerra. Es casi
imposible encontrar
en estos años un
acontecimiento
histórico en el que
no aparezca ligado
el nombre de un
acorazado. (En la
imagen: acorazado
inglés de 1873) |
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En 1783 el francés D'Abbans, oficial
de la marina, construyó el primer barco de
vapor que consiguió remontar la corriente de
un río, el Saona, aunque en una distancia
corta. Dos escoceses, Miller y Symington,
en 1789 diseñaron un barco de vapor que
alcanzó la velocidad de 7 nudos. En Estados
Unidos, en 1807, Fulton, recogiendo
todas las experiencias anteriores, puso en
servicio el Clermont, considerado como el
primer barco de vapor completo, que demostró
su utilidad durante varios años realizando
el servicio entre Nueva York y Albany sobre
el río Hudson, y fue al siguiente año cuando
el norteamericano Stevens construyó
un barco de vapor que realizó la primera
travesía marítima utilizando este sistema.
En Inglaterra la construcción de buques de
vapor se desarrolló con gran rapidez a
partir de 1818. El barco Rob Roy hizo la
travesía entre Greenok y Belfast en Irlanda
del Norte y se puede considerar como la
primera ruta marina cubierta con regularidad
por los barcos de vapor.
En el año de 1835, la flota mercante inglesa
contaba ya con 500 vapores y los primeros
que atravesaron el Atlántico fueron el Sirus
y el Great Western, en 1838, barcos de
escaso tonelaje, pero que utilizaron sólo el
vapor en la travesía.
En Francia también se incrementó el uso de
los barcos de vapor, y en los astilleros de
los hermanos Bazin de Marsella se
construyeron los primeros vapores, el Henry
IV y el Sully; en 1836 la armada de guerra
francesa poseía un buen número de estos
barcos y también contaba con doce vapores
para transportar mercancías entre Argel y
Levante. Estos navíos y los construidos más
tarde, formaron la compañía naviera de
Mensajerías Marítimas cuyas
embarcaciones tenían una eslora de 50 metros
desplazando 380 toneladas, podían llevar a
bordo 26 pasajeros y desarrollaban 7 nudos.
El problema del consumo de carbón
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A mediados del Siglo
XIX, se denominaba
crucero a cualquier
buque que fuera
capaz de cruzar el
océano por su
propios medios
protegiendo las
rutas mercantes o
atacándolas, sin
necesidad de buques
de acompañamiento
(En la imagen:
crucero de 1897). |
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Los primeros barcos de vapor fueron movidos
por grandes ruedas de paletas, colocadas en
sus costados, pero debido a las dificultades
que representaba accionarlas fueron
sustituidas por la hélice de vapor, colocada
en la popa de la embarcación, cuyo invento
puede atribuirse tanto al inglés Smith, que
la patentó en 1835, como al sueco Ericson o
a los franceses Sauvage y Normand.
El problema que se presentó en los buques de
ruedas y los de hélice era el enorme
consumo de carbón, lo que ocasionaba que
el vapor obtenido tuviera costos muy altos,
ya que la energía se desperdiciaba. Este
gran consumo hacía que casi la totalidad de
las bodegas del barco se destinara a
almacenar el carbón necesario para la
travesía. Además, no podían llegar a lugares
muy distantes sin tener que hacer escalas,
por lo que su aprovisionamiento resultaba
difícil y costoso, principalmente en los
viajes marítimos.
Perfeccionamiento
El equipo de vapor para los barcos se fue
perfeccionando y se introdujeron
progresivamente otro tipo de calderas,
como las tubulares, parecidas a las
que utilizan las locomotoras; después, las
máquinas de vapor de retroceso y, más
tarde, las de triple expansión, con
las cuales se redujo considerablemente el
gasto de carbón.
Los avances en las máquinas propulsoras de
vapor también permitieron que se alcanzaran
mayores velocidades de desplazamiento.
El diseño de las calderas también progresó
al introducirse los tubos hidráulicos
que permitieron el aumento de la presión en
las máquinas de vapor y, al mismo tiempo, la
reducción del consumo del carbón y la
disminución en el número de calderas.
Algunos mercantes modernos de gran tonelaje,
que alcanzan altas velocidades, tienen una
sola caldera, demostrándose así los avances
que se han logrado en sus diseños en los
últimos años.
El Titanic |
El Titanic es mucho más que un
célebre naufragio. El hundimiento
del transatlántico más famoso de la
historia ha llenado páginas de
libros y ha sido el argumento de
multitud de versiones
cinematográficas.
El 14 de abril de 1912, cuando en su
viaje inaugural pretendía batir el
récord de la travesía del Atlántico,
chocó poco antes de medianoche
contra un iceberg y se hundió. Sólo
705 de los 2.200 pasajeros
consiguieron salvarse. Uno de los
supervivientes describe los gritos
de horror de quienes se encontraban
en el agua como "una larga, continua
y desolada agonía". |
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