Andorra y San Macario |
La carretera se convirtió hace tiempo en calle principal, y hasta en paseo y avenida de los días de fiesta. Es allí donde bulle la vida andorrana, de cara al exterior. Pero el pueblo, la villa, queda más arriba, como una grata sorpresa con que obsequiar al visitante. Las calles y plazas se adornan con macetas que se llenan de flores cada primavera. Abundan los rincones pintorescos y los edificios de rancio sabor aragonés. El pueblo -que es villa- se encuentra bien cuidado; las casas van ganando altura suavemente, como si buscaran el arrimo del monte donde se levanta la ermita de San Macario, el santo patrón.
"En la ermita San Macario
hay una vidriera rota,
por donde suben al cielo
los sonidos de la jota".
Hay una Andorra antigua, que conserva el abolengo de antaño, y otra Andorra moderna. Las dos unidas, confundidas más bien, son plataforma del futuro bajoaragonés, centro económico de la comarca.
Los orígenes se remontan a mediados del siglo XII; cuando Andorra pertenecía a Albalate del Arzobispo. Los albalatinos levantaron las Masadicas Royas, viviendas pastoriles que más tarde se convertirían en un núcleo de población importante. Los pastizales constituían, por aquel entonces, la mayor riqueza del término. Allí se daban cita los pastores procedentes de todas las regiones. Eran tiempos de trashumancia. El patronazgo de San Macario Abad procede, según algunos, del valle de Andorra, el actual principado.
-Un pastor de aquel valle trajo aquí la devoción de San Macario.
¿Tomó Andorra su nombre del principado, al ponerse bajo el mismo patronazgo de San Macario? Las opiniones no son siempre coincidentes en este punto, puesto que tampoco faltan historiadores que optan por acogerse a la etimología de la palabra para encontrar lo que puede ser un origen más lógico y realista, al margen de leyendas: Andorra es un vocablo de origen céltico, que significa "puerta de los vientos".
En principio dominaron los árabes, hasta 1149, en que Albalate y Andorra fueron reconquistados por el rey Berenguer IV. Más tarde, en 1238, los andorranos se distinguieron en la toma de Valencia, por lo que Jaime I el Conquistador les concedió para su población -luego villa- el título de "Muy Noble".
La dependencia de Albalate del Arzobispo duró hasta 1613. La "omnímoda y plena jurisdicción civil y criminal, la alta y baja justicia y el mero y mixto imperio" le llegó a Andorra de manos de don Pedro Manrique, arzobispo de Zaragoza. El decreto data del 20 de marzo del mismo año citado, y fue confirmado seis meses después, el 21 de septiembre, por el rey Felipe III.
La iglesia parroquial llama poderosamente la atención. Su fachada principal sobrecoge por su grandiosidad, y porque en la misma se dan, superpuestos, los tres órdenes arquitectónicos clásicos: el dórico, el jónico y el corintio.
Las flechas indicadoras son como una invitación: "A San Macario". El acceso es bueno. Uno rebasa al poco la cota de los edificios y Andorra se convierte en una sinfonía de tejados. A la mitad del trayecto está la ermita del Pilar, la más antigua de la población, puesto que fue levantada en la segunda mitad del siglo XII. Tanto en la portada como en los rosetones laterales se puede distinguir el estilo gótico con influencias levantinas. Desde allí se domina toda la población. Los restos del antiguo castillo quedan próximos. Y los del cementerio viejo.
Arriba se yergue, como un desafío al paisaje, el cabezo de San Macario rematado por la ermita que le da nombre. La primera construcción parece encuadrarse en el siglo XVII, si bien existen otras construcciones y reformas bastante posteriores. El atrio tiene encanto, dentro de su sencillez. Unos cipreses dan escolta a la puerta de entrada. Sin renunciar al pasado -mucho menos, a la historia y al arte-, sino apoyándose en él, Andorra se ha convertido en el centro económico de toda la comarca.
En plena Ruta del Tambor y el Bombo, la jota alcanza resonancias especiales. Andorra es jotera por antonomasia, tierra de cantadores y bailadores. José Iranzo, "El Pastor de Andorra" ha recorrido el mundo cantando la jota.
Alfonso Zapater
Esta tierra nuestra II . Adaptación.
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