Son aquellos que realizamos sin 
									  intervención de la corteza cerebral, es decir, que 
									  son ajenos a nuestra consciencia, y, por tanto, a 
									  nuestra voluntad. Suelen estar controlados por centros 
									  de control secundarios, tales como la médula espinal y 
									  los ganglios. Dan lugar a lo que llamamos ACTOS REFLEJOS, 
									  producidos por muy pocas neuronas que funcionan formando 
									  un ARCO REFLEJO. 
																								
									Un ejemplo muy ilustrativo de cómo se produce un 
									acto reflejo lo tienes en lo que sucede cuando te 
									quemas o te pinchas en un dedo: lo retiras antes de 
									que llegues a darte cuenta de lo que sucede, 
									precisamente para evitar males mayores. Esta es la 
									función de estos movimientos reflejos: ser rápidos 
									para evitar mayores problemas.
									
																	
																						  
									
                                    
 Seguro que alguna vez te has hecho la prueba 
									del reflejo rotuliano: darte un golpecito debajo de 
									la rótula, en la rodilla. Si no lo has hecho, pruébalo 
									con cuidado y verás cómo se te mueve la pierna por mucho 
									que tú quieras evitarlo. No dominas tu pierna porque se 
									trata de un acto reflejo, involuntario, que es controlado 
									por la médula espinal.
		
									
									
                                      
Existen otros actos reflejos muy interesantes. 
									Son los ACTOS REFLEJOS CONDICIONADOS, es decir, los 
									que se producen cuando se dan ciertas condiciones en el 
									medio. Son también involuntarios.
	
									
									
									
																	
									
									
									Observa esta realidad frecuente: ¿Qué sucede cuando 
									llegas a casa después de salir del instituto?.  Sabes 
									que vas a comer enseguida, porque es la hora y además 
									hueles a comida recién cocinada.  Todo eso hace que tu 
									cuerpo se prepare para recibir la comida; así que se te 
									"hace la boca agua". ¿Sabes qué significa esa expresión?; 
									pues sencillamente que tus glándulas salivares producen 
									saliva sin que tú puedas evitarlo ya que tu cuerpo "sabe" 
									que es la hora de comer, es decir, la respuesta está 
									condicionada por las condiciones del medio (la hora, el 
									olor a comida, etc.).