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REDACCIÓN DE TEXTOS

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Breves consideraciones sobre la redacción


    ProyectoSalónHogar.com es consciente de que quien ahora mismo le está leyendo necesita su colaboración y le gustaría, que dentro de la brevedad de unas líneas, le pueda demostrar en qué consiste el arte de escribir; es decir, duplicar o triplicar su talento, para que usted, amigo lector, reciba como en una pastilla todos los recursos literarios habidos y por haber.

Bueno, eso es algo imposible donde prestigiosos autores lingüistas han puesto su mayor empeño e interés sin conseguirlo. Y ello, porque decirle a uno cómo tiene que excavar en su cerebro para tener algo que decir y decirlo, no es posible, por razones fácilmente deducibles. Diferentes es, que, teniendo algo para decir, indiquemos cómo debe decirse distinguiendo entre quienes tiene como miras distraer al lector y quienes investigan, instruyen o educan, porque surgen dos estilos perfectamente diferenciados: "Literario" y "filosófico".

Establecer claras diferencias entre ambos supondría disertar largo y tendido. Nos limitaremos a afirmar que el pensador no es un escritor, porque éste mira, piensa y repiensa las palabras que forman la sustancia de su trabajo, mientras que el filósofo escribe directamente sin detenerse en la belleza de la frase porque busca en la palabra el soporte de su pensamiento. El escritor expresa las cosas y se hace solidario de las expresiones escogidas entre muchas, mientras que el pensador nombra, define y se identifica con los pensamientos; no se queda en las palabras, descubre realidades no vistas antes por nadie.

     Sea cual fuere el estilo del autor le serán de aplicación nuestras opiniones recordando, previamente, que el estilo del trabajo intelectual dará un matiz didáctico a la obra, sobrio, sencillo, claro, preciso y concreto; sin afectación y sumamente ordenado. El énfasis, la ironía, la hipérbole o la declamación son ajenos al trabajo intelectual, que es, donde por cuestiones de espacio, se centra nuestro disertar.

     Considere el autor que su trabajo deberá ser un fiel reflejo de la realidad objetiva, en el que se dibuje cada palabra como el pintor en el lienzo, sin alarde de profundidad filosófica o de estilística exquisita.

     Siempre nos vendrá, como llovido del cielo, el pensamiento de Gracián:

"Lo bueno, si breve, dos veces bueno".
"Hase de hablar, como en testamento; que a menos palabra, menos pleitos".
"Son las voces lo que las hojas en el árbol, y los conceptos, el fruto".

     Eugenio D'Ors afirma:

"Entre dos explicaciones, elige la más clara; entre dos formas, la mas elemental; entre dos palabras, la más breve".

     Notemos como don Eugenio con cuatro palabras nos habla de claridad; nos recomienda la sencillez y no se olvida de la brevedad. Su pensamiento, corto pensamiento, es un alarde de "densidad" (mucho en poco). Para conseguirlo, debemos releer nuestros escritos. Debemos resumir, todo se puede resumir.

Algunas razones de peso para mejorar la redacción


     1ª. Analice detalladamente el problema al amparo de las siguientes interrogantes.

- ¿Quién nos leerá?
- ¿Qué nos proponemos?
- ¿Qué deseamos lograr?
- ¿Cuánto tiempo disponemos y quién o qué bibiliografía necesita-mos?


     2ª. Planteamiento del trabajo

- ¿Quién nos ayudará?
- ¿Dónde debemos investigar?
- ¿Qué documentación aclaratoria, o de apoyo a nuestra tesis, podemos aportar?
- ¿Quién es accesorio y principal en nuestro estudio?


     3ª. Investigación del trabajo

Fiabilidad de la documentación que nos informa. ¿Está al día? ¿Es suficiente?


     4ª. Exposición del estudio

- Precísese un orden expositivo en las ideas, resaltando las principales.
- Utilícese un lenguaje que, en ningún momento, requiera la ayuda del diccionario para comprenderlo.
- Elabore cuantos índices analíticos ayuden a enterarnos del contenido.
- Procure que cada párrafo trate un solo asunto y que éste se exponga al amparo de títulos, subtítulos o derivados que extracten el contenido.
- ¿Qué ilustraciones, aclaraciones, tablas, gráficos o anexos precisa nuestro trabajo para completar su comprensión.


     5ª. Organización del trabajo

- Establezca una fecha de comienzo y otra de final.
- Divida en etapas el tiempo de trabajo.
- Redacte registrando, prioritariamente, el fondo de su pensamien-to, dejando el recorte, corrección o labor de tijera, para el final.
- Sea usted claro, conciso, metódico, concreto, correcto, considera-do y cortés para conseguir del lector su atención, comprensión, aceptación y despertando en él la acción.


     6ª. Control del trabajo
 

- ¿Estamos siendo sencillos, claros y breves?
- ¿Hemos pensado en qué escribimos, cómo escribimos y quién nos leerá?
- ¿Aportamos una solución clara y convincente del problema que contemplamos?
- ¿Se repiten ideas? ¿Están fuera de su apartado, capítulo o título correspondiente?
- ¿Qué sobra o falta del informe que emitimos para enriquecer su contenido?
- Préstese atención a la construcción de la frase, lugar del verbo, orden de las palabras y de las ideas... A las frases desordenadas, a la precisión ortográfica y sintáctica del lenguaje, a los modismos, idiotismos, extranjerismos, vulgarismos,... Ojo con los circunloquios, los rodeos innecesarios, las asonancias, consonancias... Y a los miles de vicios que malean nuestro noble hablar castellano. Todo, por favor, con respeto, pero sin adoración. Sin dar lugar a que la "forma" del cómo redactar quite vida al "fondo" de su creatividad literaria. "Sea usted mismo" y recuerde que cuanto expresemos con claridad y respeto al prójimo, es válido

Proceso lógico en la redacción de un libro


     Uno de los razonamientos escritos que puede servirnos de modelo al redactar cualquier libro es la tesis doctoral. En ella, el doctorando expone el fruto de un cúmulo de conocimientos (que a su vez requieren un acopio de hechos, circunstancias, documentación, etc.), que exige ser expuesto con un proceso lógico para llegar a unas conclusiones razonadas, previo establecimiento de un método que nos indique el punto al que deseamos llegar, los medios con que contamos, la ayuda que precisamos, los obstáculos con que se debe contar, los escollos que se han de evitar, las dificultades que superar, las deficiencias que suplir...

     Método y técnica, acertadamente aunados, nos permitirán no tomar lo accesorio por lo principal, los medios por el fin y lo secundario por lo esencial.

     A tal efecto, debemos considerar:

1. Elija asunto, tema, cuestión o argumento y medite acerca de él anotando cuantas sugerencias surjan.

2. Acopio de la documentación. La documentación es el argumento sólido que sirve de apoyo al escritor. No basta con poseer un extenso conocimiento del tema tratado. Para "no inventar con retraso" deberemos estar al día de cuantas publicaciones recientes se relacionen con nuestros estudios, sin, por ello, descartar los libros, más o menos antiguos, donde podamos hallar fuentes informativas de gran interés.

     Es importantísimo suscribirnos a revistas o publicaciones especializadas que, extractadamente, informan de la disciplina elegida, para mantenernos en lo conocido como "información continuada". Ello nos evitará la desagradable sorpresa que supone el descubrir, una vez terminado nuestro estudio, que nuestra doctrina ha sido ya expuesta o, lo que es peor, superada o anulada.

3. Selección de la bibiliografía. La gran producción literaria y la homogeneidad existente en los mismos temas, tratados de mil variadas formas, ponen en un gran aprieto al lector.

     Este creciente problema lo definió Ortega:

"Así como Dios creó el ángel de grandes alas místicas y el ángel se le rebeló, así el hombre creó el libro y éste, al crecer fabulosa-mente, se le ha rebelado, amenazando también su propia existen-cia, convirtiéndole en esclavo..." "En vez de estudiar para vivir, el hombre va a tener que vivir para estudiar."

     Para una acertada selección de la bibliografía, la identificación del autor y la editorial es primordial.

     Con respecto al autor: Formación, autoridad sobre la materia que habla, otras publicaciones y, sobre todo, cómo trata el tema: extenso, resumido; total, parcial, correcto, abstracto; teórico, práctico, analítico, sintético; trabajado, sencillo, partidista; conservador, radical; erudito y técnico, popular; documentado, inexacto; internacional, nacional; regional, local;extranjero, español; argumentativo, representativo.

     Las fuentes informativas utilizadas por el autor que hayamos seleccionado (públicas, privadas, personales), con un análisis de su dicción, expresión, presentación del libro, legibilidad y la comprobación del lector a quien se dirige (estudiantes, niños, adultos, maestros), definen la lectura elegida junto con la personalidad de la casa editora.

4. Archivo de la documentación. Si importante es seleccionar la documentación no lo es menos conservarla ordenadamente para poder disponer, rápidamente, de cuanto nos interese.

     Debemos clasificar la documentación sin importarnos el tiempo que requiera, conscientes de que nos evitará trastornos, contrariedades y, lo que es más, la pérdida del "hilo" de la madeja de la redacción que estábamos tejiendo.

     Para el archivo de la documentación es imprescindible:

a) Detenido estudio de cada documento con miras a su inclusión en la obra que vayamos a escribir.
b) Agrupamiento de cuantos documentos versen sobre el mismo asunto.
c) División de la documentación en "familias" y éstas en "hijos", "hermanos", "sobrinos", etc. hasta conseguir una selección suficiente.
d) Confeccionar un fichero con cuantos títulos consideremos oportunos, indicando dónde está el documento.
 

5. Localización de la documentación. Pudiera ser que los adelantos de la informática y los conocimientos que el lector tuviera de ellos, convierta en "pueriles" nuestras observaciones.

     A pesar de todo, sugerimos:

     En armonía con el apartado d) del título anterior, nos ocuparemos de un sistema muy sencillo que consiste en numerar, a partir del uno, cuantos documentos poseamos. Estos grupos se archivarán en carpetas de "anillas" en cuyas cubiertas diga: "Del documento nº__ al __". De esta forma, la localización del documento es instantánea si en la ficha hemos apuntado: "Véase documento nº__"

     Ejemplo de ficha:

ESTILO
Consúltese libro de J. Quesada
"El estilo del corrector del estilo ajeno"
Págs__.
 

Véase libro del mismo autor:
"Dificultades y particulares de la lengua española"
Págs__.

NOTA IMPORTANTE: El texto de la ficha puede ir también con los títulos de "Estilística", "Ortografía", "Lenguaje", etc. Ello nos ayudará a una más rápida localización.

6. La elección del tema. Al ser la tesis doctoral un trabajo de investigación que requiere la aportación personal del doctorando en una determinada disciplina, salvo raras y contadas excepciones, es el propio interesado quien elige el tema de su trabajo,. Le puede, eso sí, ser sugerido, en virtud de los sobresalientes conocimientos que el aspirante posea.

     Otra de las facetas que condiciona la elección del tema es el futuro profesional del tesinando o doctorando. Si su vida piensa dedicar a la medicina, y concretamente a la rama de pulmón y corazón, es indiscuti-ble que siente curiosidad o vocación por el estudio de dichos órganos. Sería, pues, absurdo que eligiera el tema del riñón, entre otras razones porque durante el estudio de la carrera no ha sentido un especial interés y ni sus apuntes de clase, ni la bibliografía recopilada, ni las observacio-nes de autoridades de la materia constituyen el acopio de documenta-ción, imprescindible para "licenciarse" o "doctorarse".

7. Estudio del tema o problema. Cualquier problemática que se contemple conlleva una serie de incógnitas que el investigador debe despejar. La resolución ha de ampararse en una exhaustiva visión de los hechos o circunstancias causantes que la contemplen desde su origen, lo adapten al presente -puede haber aumentado o disminuido- y prevea que en el futuro no vuelva a plantearse. En medicina, se diagnostica previo estudio del pasado (enfermedades que se padecie-ron), sigue la exploración del paciente y con un tratamiento se suprime el padecer del enfermo. Y todo lo efectúa el facultativo al amparo de unos análisis o pruebas que le aclaran dudas y permiten obrar en consecuencia.

     El estudio del tema o problema requiere:

Fase preparatoria: Comprende el estudio del problema que contemplamos analizándolo desde su nacimiento, su porqué y su para qué. Ello nos permitirá una visión clara, precisa y completa.
Antecedentes: Comprende el preceptivo acopio de documentación en la que incluiremos todos los informes, referencias, opiniones, hechos, comportamientos situaciones.
Estudio: Abarca una serie de análisis descriptivos, explicativos y cuantitativos que van desde la observación, preocupación por los detalles y la objetividad a la aplicación de los principios cartesianos y bernardinos (eliminación de los detalles superfluos, resúmenes, sintetizar, estructurar, estilizar, eliminar, volver a dar la vuelta al problema), pasando por detenidas comprobaciones de cuanto dijimos y estamos diciendo.
Conclusión:Proponer las soluciones de forma clara, precisa y exhaustiva, resaltando ventajas e inconvenientes.
Decisión:Exponer nuestras conclusiones al respecto.

8. Notas. Debemos anotar cuantas opiniones propias o ajenas surjan para ordenarlas rigurosamente por orden alfabético. Ello constitui-rá un apreciable diccionario de gran utilidad.

9. El esquema. El objetivo principal del esquema es marcar las directrices del trabajo. De aquí, la recomendación de confeccionarlo con extremado cuidado si no queremos que nuestro posterior esfuerzo se hunda tan aparatosamente como el edificio que ha sido construido, al amparo de unos planos mal concebidos y peor trazados. Téngase presente que el esquema es el cimiento del plan. Nos aporta una primera visión de nuestro trabajo. Es, pues, un conjunto de ideas principales que conllevarán divisiones, subdivisiones y cuantos apartados u subapartados precisen las mismas, para exponer lo más completa-mente posible nuestro pensar.

     El esquema desarrolla nuestra idea principal., Es decir, el tema, asunto, o título que hemos elegido para disertar sobre él.

     Sirva, como ejemplo, la experiencia de SERPROF como empresa de servicios de mecanografía con tesinandos, doctorandos y escritores en general. Los autores evidenciaron las dificultades siguientes al redactar sus trabajos:

- Ortografía.
- Sintaxis.
- Estructurar, o dividir, el pensamiento.
 

     Surgió así el embrión o esquema, del libro que nos está guiando, (Cómo redactar y presentar tesis doctorales, tesinas, proyectos monogra-fías"),insuficiente para trazar un plan a seguir. La "Inspira-ción" y "la meditación" no bastaron. Se impuso la "investigación", que se llevó a cabo, preguntando a licenciados y doctores qué dificultades habían encontrado al redactar sus trabajos. Una gran mayoría nos informó de que la mayor dificultad había consistido en "dar vida" a sus ideas, es decir "componerlas". Al embrión de esquema se añadió una nueva familia: "La composición literaria".

     El esquema del libro, ordenado y titulado con más o menos acierto, se convirtió en los siguientes puntos o capítulos principales, no sin antes haber sido objeto de numerosos cambios o modificaciones.

I

La composición literaria.

II

Redacción del trabajo intelectual.

III

Formalidades que se observarán en la redacción y presentación del trabajo intelectual.

IV

Puntos débiles de la Gramática.

V

La ortografía.

 

Bibliografía.


10. El guión. La más inmediata preocupación del tesinando o doctorando consistirá en completar el esquema; es decir en dividir cada voz principal en cuantas partes, capítulos, divisiones, secciones, etc. precise, , manteniendo un riguroso orden expositivo de ideas que aclaren, dentro de la lógica más sencilla y natural nuestro pensar; y esto sólo se conseguirá si escribimos con títulos, subtítulos o derivados, claros y precisos, en los que nuestro disertar responda a la exactitud más exigente. (Véanse ejemplos de índices en libros).

     En cuanto a la forma de confeccionar el guión, anotaremos dentro de las "voces" principales o capítulos del esquema cuantos títulos, subtítulos y derivados queramos desarrollar. Salvo excepciones, observaremos que nuestra aportación es insuficiente y que necesitamos ampliar el estudio. Sólo la consulta de la bibliografía atañedera a nuestros fines nos solucionará el problema. Repasamos, pues, nuestro fichero bibliográfico, examinemos los índices de nuestros libros. Miles de sugerencias, indicaciones y aclaraciones surgirán por doquier y nos permitirán titular y subtitular el esquema.

     Al amparo de la "numeración decimal", la pauta para seguir, en la confección del guión es la siguiente:

1

CAPÍTULO PRINCIPAL

1.1

CAPÍTULO SECUNDARIO

1.1.1

PÁRRAFO

1.1.1.2

SUBPÁRRAFO

1.1.1.3

APARTADO


     Sucede, casi siempre, a pesar de disponer de un guión detenida-mente estudiado, tener que cambiar la idea, añadir, suprimir o modificar, esto o aquello. No nos desanimemos. Es evidente que nuestra obra se va perfeccioando. Cuando añadimos, es porque estaba incompleto; su suprimimos, es porque "no venía al caso"; y, si modificamos, es porque no nos convencía tal o cual exposición.

Partes principales en la redacción de un libro


     1. Hoja de portada. Tiene como fin principal identificar trabajo y autor. Respete la buena disposición de la portada. Es la primera página.

     2. El título. El escritor debe encontrar una o varias palabras (el menor número posible) con las que dé a conocer la temática del libro.

     Azorín decía: "Los títulos son difíciles; cuesta mucho trabajo encontrarlos... o se encuentran desde el primer momento, y en ese caso todo el libro futuro gira en torno al título. El título da prestancia al libro; debe ser airoso; unos tienen color y otros cadencia. Se ha perdido el arte de titular; los clásicos lo poseían; lo poseían porque eran dueños del idioma".

     El título debe cumplir con la difícil tarea de captar la atención del lector. Refleja una buena dosis de ingenio quien lograr este propósito, en el que no existen reglas ni recomendaciones distintas a la de "ser breves-densos", porque generalmente se abusa, siendo varios los renglones que se dedican a tal fin.

     3. Dedicatoria. Es costumbre, casi generalizada, ofrecer nuestro esfuerzo a quien consideremos oportuno. A este respecto, recomenda-mos dedicar el trabajo al director del mismo o a persona con la que tengamos auténtica amistad o vínculo familiar. No corramos el riesgo de que alguien se considere ofendido porque su relevante nombre figure en nuestro insignificante trabajo.

     4. Palabras de agradecimiento. Constituyen un detalle de auténtica atención porque se suele agradecer la colaboración prestada a quienes hacen posible la realización del trabajo.

     Evítese la frase de rigor: "Mi más sincero agradecimiento" (Un agradecimiento insincero no existe), y elúdase, aunque esto a veces es difícil, la cita relacionada de nombres y nombres. Seguidamente exponemos dos ejemplos de trabajos cuya confección mecanográfica se recomendó a SERPROF:

"Mi agradecimiento a cuantas personas han hecho posible la realización del presente trabajo con cita especial de don ______(catedrático de ________ y director del presente estudio, porque con sus exigencias pedagógicas, supo despertar en mí el espíritu de superación".

"Agradezco a mi guía y maestro don ______ la paciencia que tuvo y el cariño que me demostró durante la realización del presente trabajo".

     En las palabras de agradecimiento debe evitarse:

- El exceso de adjetivos calificativos.
- El empleo de la tercera persona en la redacción. Hablemos en primera persona.El agradecimiento es algo muy personal.
- La sequedad y el entrecomillado o subrayado de palabras. Pueden interpretarnos mal.
 

     Ejemplo: "Muy agradecido por la "eficaz" y "acertada" ayuda de mi director don _____ "

     Anécdota curiosa es la siguiente dedicatoria:

"Agradezco a la excelsa personalidad de don _______ , catedrático de _______ miembro de ________ y director de este insignificante trabajo.

     5. Índice. El índice de nuestro trabajo refleja su contenido. La confección ha de ser extremadamente clara y presidida por un orden expositivo de conceptos. En primer lugar, irá el prólogo e introducción, a los que seguirán los distintos capítulos, apartados, subapartados, etc. que constituyen el cuerpo del texto.

     La conclusión, bibliografía y anexos, si los hay, son parte indepen-diente del cuerpo o texto.

     Si nuestro trabajo es extenso, resaltamos la conveniencia de redactar dos índices. El primero, esquemático. Será un resumen en el que reflejaremos los diversos capítulos. El segundo, ha de ser amplia-ción detallada del primero. De esta forma, el lector localiza instantánea-mente y con un segundo esfuerzo selecciona. Recuérdese, asimismo, que la confección de un índice por orden alfabético facilitar la, aún más rápida, localización del concepto que intereses.

     En cuanto a dónde debe situarse (principio o final del trabajo), recomendamos: Si son varias las páginas del índice, es conveniente ponerlo al final del trabajo. De esta forma no constituirá un bloque que, unido a la portada, agradecimiento, dedicatoria, etc., será un obstáculo para quien busque el comienzo del libro.

     Cuidaremos de distinguir nuestras ideas dando a cada una la importancia que tiene. El tamaño de las letras y el subrayado las distingue perfectamente. Los capítulos irán con letra mayúscula y subrayada; los apartados con mayúsculas sin subrayar; los subaparta-dos, con minúscula subrayada y las divisiones de éstos y siguientes con minúsculas sin subrayar.

     6. Introducción. El autor del trabajo, en una o varias páginas -recomendamos brevedad-, informa al lector del objeto, fundamentos y fin que se propone con su estudio, intentando que sus palabras despierten el interés del lector y su consecuente captación.

     7. El texto. El texto ha de contener las partes del trabajo, método empleado, capítulos, divisiones y subdivisiones, así como todo cuanto pueda contribuir a la aclaración de nuestro disertar (gráficos, esquemas, dibujos, etc.), pues, esto proporciona una mayor compren-sión.

     Es aconsejable, como partida de trabajo, informar al lector de la existencia del problema, y tras consignar su porqué, deberemos explicar, con la aportación del mayor número de datos, cómo tal problema puede dejar de existir, indicando qué métodos o sistemas hemos utilizado en la investigación para que, quienes puedan ocuparse de igual asunto en el futuro, dispongan del mayor número posible de fuentes informativas que le permitan completar la problemática que nosotros abordábamos y que, a buen seguro, presenta "lagunas" e incluso "mares" inadverti-dos.

     El escritor, representante de un saber, no debe, al cederlo al lector, buscar ni su ventaja particular ni su propia gloria, como es el caso de quien escatima citas, invierte pensamientos ajenos o se atribuya las "doctrinas" del prójimo, pensando más en su prestigio que en el primordial objeto de su trabajo: Dirigirse a la meta y, tras establecer un récord, explicar a los demás los defectos que encontró en el entrena-miento de sus compañeros, cómo evitarlos y, lo que es más, qué hizo o dejó de hacer él.

     Huyamos, pues, al redactar nuestro trabajo de la vanidad que lleva implícita aquel que pretende hacerse el centro de su obra, olvidándose de que otros pensaron, piensan y pensarán, por y para él. Informemos de la bibliografía que nos ha ayudado y de la que se puede consultar. Y si un libro, aunque contemple la misma problemática que el nuestro, se hace acreedor al elogio, no lo silenciemos.

     8. La conclusión. Con la conclusión termina el libro. Es una especie de capítulo final en el que el escritor, haciendo alarde de un estilo breve, preciso y claro, explica los resultados e ideas principales de su trabajo e indica cuáles son los problemas pendientes de resolución para facilitar el camino a otros investigadores.

     9. Bibliografía. Detallaremos, por riguroso orden alfabético, los apellidos y nombre de los distintos autores que hayamos consultado, aclarando, tras cada uno, título de la obra así como editorial, edición, población y año de la publicación.

     10. Anexos. Nuestro estudio puede requerir ejemplos,esquemas, gráficos, planos, fotografías o una serie de requisitos que, sin ser imprescindibles, enriquecen la exposición porque aclaran su contenido. Cuidaremos de dar el número de cita que corresponda remitiendo al lector al apartado correspondiente. (Ej. véase anexo nº ____).

Formalidades en la redacción del trabajo intelectual


     1. Claridad expositiva. El escritor al redactar su trabajo empleará un correcto lenguaje en el que la sencillez de las palabras y la claridad en la expresión, permitan al lector captar inmediatamente el mensaje. Para ello, es imprescindible que el autor sea consciente de qué y para quién escribe, procurando hacerse entender por cualquier inteligencia media., El escritor que rebusca vocablos en el diccionario, guiado por un afán de "snobismo", inconscientemente remite al lector a la misma fuente informativa. Y esto termina por cansar a cualquiera; máxime si la lectura se efectúa por obligación y no por distracción. Recordamos: "Entre dos palabras, la elemental; entre dos expresiones, la más corta". Las palabras pedantes, exóticas o eruditas no encajan en el trabajo intelectual.

     2. Reglas éticas: El escritor, portavoz de algo que cede, al contactar con los demás, ha de ajustarse a unas reglas de convivencia para evitar malas interpretaciones, tergiversación de hechos reales y una merma injusta del concepto de las personas que atentan contra la dignidad.

     Como normas éticas, citamos: La corrección, la reserva, la objetividad y la moralidad.

     La corrección. Cuide el escritor, sobre todo al mencionar a sus compañeros para alabarlos o decir que no está de acuerdo con la tesis que mantienen, de no ensalzarlos demasiado porque la alabanza exagerada puede ser considerada como la antecámara de la ironía o de la mofa. Tampoco emplee un tono desabrido, poco amable y, en definitiva, descortés, cuando contraríe la opinión del compañero. No añada aflicción al afligido.

     La reserva.Si en nuestro estudio nos ocupamos de asuntos públicos, personalidades políticas o autoridades gubernamentales, etc., seamos discretos. No descubramos lo que a nadie interesa ni "esencias" que pudieran oler mal; máxime , si todo proviene de nuestra apreciación personal. Esto no impide que se oriente, informe y difunda, cuanto pueda ser de interés general. El escritor no puede ignorar el grado de reserva que ampara a ciertos asuntos ni lo que entraña el concepto de "secreto profesional".

     La objetividad.Nuestra peculiar visión de las cosas conlleva consideraciones personales, cuya manifestación preponderante son los adjetivos y los epítetos, que están reñidos con el trabajo intelectual, por dos razones: la primera, porque el investigador escribe por y para un tema en cuestión. Su disertar, elimina el "ego". La segunda, porque éste, aunque redacta, no decide en su nombre. Es el tema o asunto el que le marca las directrices.

     Esta falta de protagonismo es suficiente para que nuestro trabajo quede revestido de la necesaria seriedad y se eliminen las divagaciones personales, fórmulas sacramentales o arcaicos giros del lenguaje que, insistimos, están reñidos con el trabajo intelectual.

     La moralidad. La propia naturaleza del trabajo intelectual, orientada al bienestar común, impone al escritor que diserte de acuerdo con los preceptos de la sana moral. Esta cualidad afecta directamente al fueron de la conciencia, nos exige formalidades y nos aconseja excluir a cuanto se oponga a este criterio de sana doctrina.

Justicia y cortesía en los juicios

     Con frecuencia nos vemos obligados a formular juicios y opiniones del trabajo de otros escritores. A nuestro criterio debe ampararlo la imparcialidad, la cortesía y un ser amable, considerado, respetuoso y cortés,no sólo indultado las equivocaciones del consultado sino con mucho respeto ante sus lapsos.

     Don Santiago Ramón y Cajal dijo que "antes, pues, de resolvernos a repudiar un hecho o una interpretación comúnmente admitidos, reflexionemos maduramente. Y tengamos muy en cuenta, al formular nuestros reparos que si entre los sabios de dan caracteres nobles y bondadosos, abundan todavía más lo temperamentos quisquillosos, las altiveces cesáreas y las vanidades exquisitamente susceptibles".

     Con estas precauciones -asegura nuestro autor-, evitaremos en lo posible desdenes sistemáticos hacia nuestra obra y querellas y polémicas envenenadas, en las cuales perderíamos tranquilidad y tiempo, sin ganar pizca de prestigio ni autoridad. Porque en la aprecia-ción de nuestros méritos, sólo se tendrán en cuenta los hechos nuevos aportados, y no la destreza y garbo polémicos. Cuando injustamente atacados, nos veamos compelidos a defendernos, hagámoslo hidalga-mente, esgrimiendo la espada, pero con la punta embotada y adornada, según la imagen vulgar, con ramilletes de flores.

Cita de otros autores

     En ocasiones, se considera oportuno que hable alguien en nuestro nombre., Generalmente decimos quién es y tras hacer una llamada de atención, dígito entre paréntesis, aclaramos en el pie de la página, obra, página, editorial, edición, ciudad y año.

     Si la transcripción es literal y no adaptada, abriremos comillas (") antes y al final de lo que el autor consultado dice. Pero sucede a veces que el consultado también habla en nombre ajeno y cita, a su vez, a dos o tres. Esto implica una serie de entrecomillados y aclaraciones que acaban por confundir al lector. Para evitar esto es aconsejable distinguir, de forma clara. que no hablamos nosotros, y lo conseguiremos así:

     - Comenzando en punto y aparte la exposición del autor citado y mecanografiando cuanto dice a una interlínea, si nosotros escribíamos a dos, o a dos, si lo hacíamos a una.

     - Cambiando tipo de letra e incluso márgenes.

     - "Las citas grandes se efectuarán sin usar comillas" (Oficina Técnica de Proyectos. Escuela Vocacional Miguel Such de Rio Piedras. Normas para la presentación del proyecto fin de carrera. Rio Piedras octubre 1978)." Es de suponer que siempre y cuando dejemos constancia de no ser nosotros quienes hablamos. En caso contrario, huelga comentar, que nos apropiaremos del pensar ajeno.

     - Prestemos especial atención al nombre y apellidos correctos de las personas que mentamos. A nadie le gusta que le llamen "Conejo", apellidándose Cornejo.

 

 

Fundación Educativa Héctor A. García