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En 615 el Imperio
Romano
parecía estar a punto de desaparecer. Los persas habían
conquistado
toda Asia Menor y se disponían a entrar en Egipto. Pero, a
diferencia
de su antecesor, Focas, el emperador Heraclio no se quedó sin
saber
qué hacer. Desde el primer momento que asumió el gobierno
y con la ayuda del Patriarca de Constantinopla, Sergio, se
dedicó
a preparar al Imperio para reaccionar ante el ataque persa. En primer
lugar
dividió en Imperio en pequeñas partes llamadas temas,
que era el nombre griego aplicado a una división de tropas,
siguiendo
la estructura que se había empleado en el exarcado de Ravena y
que
había funcionado bastante bien para hacer frente a los
lombardos:
cada tema estaba bajo la autoridad de un gobernador militar. Se
concedieron
tierras y granjas a las familias a condición de que cada
generación
fuera educada militarmente y proporcionara hombres al ejército.
La idea era formar una población de campesinos-soldados. Con el
dinero aportado por Sergio, Heraclio construyó una flota. Una
medida
menos elegante fue la de obligar al general Prisco a ingresar en un
convento.
Podría justificarse teniendo en cuenta que estaba claro que los
años siguientes iban a ser malos, y que fácilmente un
buen
general como era Prisco lo podría haber tenido muy fácil
para dar un golpe de estado.
En 616 Cosroes II dominaba Egipto. Prácticamente no había encontrado resistencia entre la población. Con esta hazaña, Cosroes II había restaurado el imperio de Darío I. Los persas estaban exultantes. Isanavarman se convirtió en rey de Chen-la, que recientemente había conquistado completamente el reino de Fu-nan. El poder económico que había ostentado este reino pasó a manos del reino de Shampa. Mientras tanto Mahoma había logrado reunir un respetable número de musulmanes en La Meca, así que la aristocracia de la ciudad empezó a preocuparse y se empezó a extender la idea de que un musulmán muerto era mejor que uno vivo, así que Mahoma recomendó a sus fieles que se refugiaran en Abisinia. Los abisinios eran cristianos monofisitas, por lo que compartían con los musulmanes su monoteísmo y su horror a los ídolos. Además Mahoma insistía en que Alá es el mismo dios que adoran los judíos y los cristianos, y reconocía a Jesucristo como profeta (aunque no como dios, claro). Todo ello hizo que no vieran con malos ojos a los musulmanes. El rey visigodo Sisebuto decretó que los judíos de su reino debían abandonarlo o convertirse al catolicismo. Al parecer, unos cien mil se convirtieron, y los restantes emigraron al reino franco. Isidoro de Sevilla censuró la medida porque "iba contra la libertad de unos súbditos". Ese mismo año murió el rey lombardo Agilulfo, y fue sucedido por su hijo Adaloaldo, bajo la tutela de su madre, Teodelinda. El emperador chino Yangdi, escarmentado por el último ataque de los turcos, decidió trasladar la capital más al sur, medida que aumento su impopularidad entre un importante sector de la corte. La reciente unificación de China todavía no estaba bien consolidada: el norte tenía la supremacía política y militar, pero el sur tenía (al menos bajo su propio criterio) la superioridad cultural, y no olvidaba que la parte norte del país había sido ocupada por los bárbaros y como tales consideraba todavía a los sui. En el norte estalló una revolución encabezada por Li Mi, que se convirtió en poco tiempo en uno de los rebeldes más poderosos. También murió el rey Ethelberto de Kent. Su gobierno fue un periodo de paz y estabilidad para su reino. Publicó un código de leyes, el primero de Inglaterra, en el que se establecía un sistema de multas por delitos que incluían hasta el asesinato. Esto sustituyó al antiguo sistema, por el que cuando alguien resultaba perjudicado, procuraba hacer todo el daño posible al culpable, lo que generaba nuevas venganzas, etc. Además Ethelberto gozaba de cierta autoridad sobre los reyes vecinos, lo que se notó claramente tras su muerte. Al año siguiente, en 617, el rey Ethelfrith de Northumbria decidió marchar hacia el sur con una pequeña fuerza para apoderarse de algunos territorios de Anglia Oriental, pero lo que no sabía es que Redvaldo, el rey de Anglia Oriental, estaba preparándose para invadir Northumbria con todo su ejército, por lo que las tropas de Ethelfrith se encontraron con todo el ejército de Anglia Oriental reunido. Ethelfrith se dio cuenta demasiado tarde de la superioridad numérica de su enemigo, entró en combate y fue derrotado y muerto. Esto puso a Eduino en el trono de Northumbria. El general chino Li Yuan, después de obtener una victoria sobre los turcos y de derrotar al rebelde Li Mi, decidió derrocar al emperador Yangdi. En 618 tomó la antigua capital, Changan, e instauró en ella una administración más severa. Mientras tanto, en la nueva capital, Yangdi caía asesinado en su palacio por el general de su guardia, Yuwen Huaiji. El nuevo emperador pasó a ser Yang Hao, sobrino de Yangdi, pero en Luoyang fue proclamado emperador Yang You, que abdicó cuando Li Yuan tomó la ciudad y le cedió las insignias imperiales. Por su parte, Yang Hao carecía de todo poder, así que Li Yuan no tardó en convertirse en el emperador de toda China, inaugurando así la dinastía Tang. El nuevo emperador se consagró a consolidar la unidad de China. Supo tratar a sus rivales y ganarse su lealtad con muestras de clemencia, pero por si acaso dispuso doce ejércitos alrededor de la capital. Reorganizó la administración dividiendo el Imperio en diez grandes regiones, cada una de ellas bajo el mando de inspectores de administración, finanzas y justicia. Creó numerosas escuelas estatales y estableció un sistema de exámenes estatales, de modo que con el tiempo la aristocracia tradicional fue sustituida parcialmente por un nuevo funcionariado profesional. Los ávaros cruzaron nuevamente el Danubio. Para colmo, el rey visigodo Sisebuto había emprendido una campaña contra las posesiones imperiales en Hispania y Heraclio no pudo más que hacer las paces precariamente y conservar una minúscula región. Se cuenta que Heraclio tuvo la idea de abandonar y huir a Cartago, pero Sergio le levantó la moral y logró que continuara trabajando. Los persas estaban ya firmemente asentados en Egipto y parecía que iban a invadir Cartago, pero no lo hicieron. Tal vez Cosroes II pensó que eso suponía alargar demasiado las líneas de comunicación, lo cual era muy peligroso sin disponer de una flota. El rey persa se mantuvo a la espectativa, buscando una paz ventajosa. Ese mismo año murió el Papa san Deodato y fue sucedido por Bonifacio V, que se ocupó principalmente de la evangelización de Inglaterra. En 619 murieron Jadiya y Abú Talib, la esposa y el tío de Mahoma. El Profeta intentó predicar en la ciudad de Taif, pero fracasó, tras lo cual lo intentó con tribus nómadas, y también fracasó. Se dirigió de nuevo a La Meca, donde se casó con otra viuda, Sauda. Inmediatamente tomó como segunda esposa a Ayesha, la hija de su pariente, ahora suegro, Abú Bakr, a la que seguirían otras siete mujeres. Parece ser que estos matrimonios tuvieron una finalidad política, para lograr contactos e influencias. En 620, durante la fiesta de peregrinación a La Meca, Mahoma mantuvo contactos con seis hombres de la ciudad de Yatrib, situada unos quinientos kilómetros al norte de La Meca. Allí vivían tribus judías, tribus árabes judaizadas y tribus árabes paganas, que luchaban constantemente por el dominio de la ciudad. Los seis hombres que trataron con Mahoma habían oído hablar de él a algunos musulmanes que vivían en Yatrib, y sabían que la autoridad del Profeta no se basaba en la fuerza de un clan, sino en la religión y en la moral, por lo que pensaron que Mahoma podía llevar la paz a la ciudad, así que trataron de atraerlo. No obstante, Mahoma rechazó la invitación y prefirió permanecer en La Meca. En 621 murió el rey visigodo Sisebuto (se dice que envenenado) y fue sucedido por su hijo Recaredo II, que murió a los treinta días de reinado. La nobleza logró recuperar su derecho a la elección del monarca, y eligió a Suintila, que había dirigido la campaña de Sisebuto contra las posesiones imperiales en Hispania. En 622 un grupo de hombres de Yatrib se reunió en secreto con Mahoma y se comprometieron a acoger en su ciudad a los musulmanes de La Meca y protegerlos. Mahoma invitó a sus fieles a emigrar poco a poco a Medina. Él mismo fue el último en salir junto con Abú Bakr, poco después de sufrir un intento de asesinato perpetrado por unos jóvenes. En Yatrib fue aclamado por los sectores leales, que dominaban la ciudad. Allí se convirtió en árbitro de las distintas tribus y acabó por implantar un régimen teocrático en el que él era la autoridad suprema. La ciudad incluso cambió de nombre y pasó a llamarse Madinat al Nabi (la ciudad del Profeta) y más tarde simplemente Medina. La mayor oposición la encontró en los clanes judíos, pero Mahoma expulsó al propiamente judío y a los clanes árabes judaizados los convenció de que él estaba continuando la obra de Abraham, el primer musulman, padre de la religión pura que ellos habían abandonado. Así Mahoma tuvo ocasión de desarrollar su doctrina, que recibió el nombre de Islam, es decir, sumisión (a Alá). Sus dogmas principales son los siguientes:
El musulmán estaba obligado a cumplir varios preceptos, los más importantes de los cuales son los siguientes:
Finalmente, Heraclio estaba en condiciones de sacar partido a los años de paciente preparación. Dio dinero a los ávaros para que lo dejaran tranquilo y, con la ayuda de su flota, entró rápidamente en Asia Menor. Desembarcaron en Isos, donde se encuentran Siria y Asia Menor. Las fuerzas persas, dirigidas por el general Sahrbaraz, acudieron rápidamente, pero, siempre con la ayuda de su flota y de sus hombres magníficamente entrenados, Heraclio se las arregló para atacar al mismo tiempo en la primera línea y en la retaguardia enemiga. En enero de 623 obtuvo una gran victoria. Sahrbaraz tuvo que retirarse y Heraclio avanzó hasta Armenia. El rey franco Clotario II decidió nombrar en vida a su hijo Dagoberto I rey de Austrasia, mientras que él se reservó Neustria y Borgoña. Dagoberto I era todavía menor de edad, por lo que lo puso bajo la tutela del Mayordomo de Palacio Pipino de Landen y de Arnould, el obispo de Metz. Un mercader franco llamado Samo logró acaudillar a algunas tribus eslavas que se rebelaron contra los ávaros y se convirtió en rey de un reino eslavo occidental situado en la actual Checoslovaquia. En 624 Suintila expulsó definitivamente a las fuerzas imperiales de Hispania. Los musulmanes de Medina atacaron y derrotaron una caravana de infieles, causando sesenta y trés víctimas. Fue la primera acción bélica musulmana, nada en comparación con lo que vendría después. Sin ir más lejos, ese mismo año salió con trescientos musulmanes y venció a novecientos mecanos en la batalla de Badr. Para mover a sus hombres a estas acciones, Mahoma tuvo primero que vencer el horror que era para los árabes matar a otros árabes. Mahoma los convenció de que no debían distinguir entre árabes y extranjeros, ni mucho menos entre miembros de una u otra tribu, sino únicamente entre musulmanes e infieles. En China se promulgó el Tanglu Shuyi, el primer código legal chino que se conserva completo. En 625 los habitantes de La Meca, alarmados por las expediciones musulmanas, contraatacaron y derrotaron a los hombres de Mahoma en Uhud. El rey Eduino de Northumbria contrajo matrimonio con Ethelberga, hija del difunto rey Ethelberto de Kent. Ello aumentó considerablemente su prestigio entre los anglos. Ethelberga era cristiana, y llevó consigo a un anciano sacerdote llamado Paulino, que había trabajado junto a san Agustín de Canterbury años antes. La reina y Paulino iniciaron la lenta y delicada labor de convertir al pagano Eduino. Ese mismo año murió el Papa Bonifacio V, y fue sucedido por Honorio I, que, al igual que su predecesor, se dedicó a enviar misiones a Inglaterra. También murió Teodelinda, la madre del rey lombardo Adaloaldo, el cual murió envenenado en 626, y fue sucedido por Arioaldo. Cosroes II "el victorioso" estaba desesperado. Ante el fracaso de todos sus intentos de resistir a los romanos, optó como último recurso por entablar una alianza con los ávaros, que no tardaron en cruzar el Danubio y llegar hasta las murallas de Constantinopla. Cosroes II esperaba que los ávaros tomaran la ciudad o que Heraclio se retirara para defenderla, pero no ocurrió ni lo uno ni lo otro. Constantinopla estaba eficientemente dirigida por el Patriarca Sergio, que organizó una firme defensa. La situación no era especialmente grave, pues las murallas podían resistir y la flota abastecía a la capital. Al cabo de un tiempo, los ávaros comprendieron que estaban perdiendo el tiempo y se fueron retirando poco a poco. Cuando los persas recibieron la noticia, se desmoralizaron. En todas partes, los ejércitos persas sólo pedían una oportunidad para volver a su patria. Las fuerzas de Heraclio volvieron a tomar Egipto y Asia Menor y, después de empujar hacia Persia a las deshechas tropas enemigas, se lanzó sobre Mesopotamia. Antes de ello entabló una alianza con los Jázaros, un pueblo nómada que entonces habitaba al norte del mar Negro. Parece ser que era descendiente de los hunos que los turcos habían desplazado desde las fronteras orientales de Persia. Los jázaros atacaron a los ávaros y los mantuvieron ocupados mientras él trataba con los persas. La batalla final se libró cerca de las ruinas de Nínive, en 627. Se prolongó hasta la puesta de sol. Al caer la noche los restos del ejército persa aprovecharon para huir. Heraclio avanzó y pagó con la misma moneda la devastación que los persas habían causado en Asia Menor. Llegó hasta las murallas de Ctesifonte. Entre tanto los musulmanes habían continuado con sus ataques a los infieles desde Medina, hasta que un ejército de mecanos sitió la ciudad con el propósito de acabar de una vez para siempre con Mahoma y sus seguidores. Sin embargo el asedio se vio frustrado por un sistema de fosos y terraplenes construido según modelos persas. Mahoma se dispuso una vez más a atacar La Meca, pero para no poner en peligro a Medina durante su ausencia eliminó a los judíos hostiles que quedaban en la ciudad mediante ejecuciones en masa y vendió a las mujeres y a los niños como esclavos. Luego marchó a La Meca con un fuerte contingente armado y obligó a sus dirigentes a pactar una tregua con él por un periodo de diez años. La ciudad ya no volvió a ofrecer resistencia. En Inglaterra, el rey de Wessex envió un mensajero al rey Eduino de Northumbria, con la orden de que mientras leyera el mensaje tenía que sacar un puñal envenenado y matar a Eduino. Lo intentó, pero un sirviente del rey se dio cuenta a tiempo e, interponiendo su cuerpo, dio su vida por la de su rey. El sacerdote Paulino explicó que el dios de los cristianos había salvado la vida a Eduino para proteger a la reina cristiana. Eduino no lo acabó de creer, pero afirmó que si derrotaba a Wessex sin problemas y volvía sano y salvo, creería estar protegido por el dios cristiano y se convertiría. Así ocurrió, con lo que Eduino y su corte se hicieron cristianos. Fueron bautizados en York, y poco después el Papa Honorio I nombró a Paulino obispo de York. El obispado de York rivalizó durante un tiempo con el de Canterbury, pero finalmente aceptó su lugar de segundo obispado más importante de Inglaterra. Eduino era ahora el rey más poderoso de Inglaterra. y gobernaba el territorio más extenso. En el extremo norte de su reino levantó un castillo para defender la frontera contra los escotos. Según la tradición, más tarde se formó una ciudad alrededor del castillo, que se llamó "ciudad de Eduino", es decir, Edimburgo. El emperador chino Li Yuan fue sucedido tras su muerte por su hijo Li Shimin, (después recordado como Taizong) que con sus dotes militares había ayudado a su padre a alcanzar el poder. Bajo su reinado China alcanzó una prosperidad que no había conocido desde hacía siglos. El sur adquirió una gran importancia económica y cultural, florecía el comercio, especialmente el del té, se desarrolló de nuevo el uso de la moneda y los impuestos dejaron de recaudarse en especie. Los comerciantes crearon bancos y empezó a usarse una especie de letra de cambio. La aristocracia persa quería firmar una paz con Heraclio lo antes posible, pero Cosroes II trató de continuar la guerra, así que lo encarcelaron y poco después lo mataron, en 628. El nuevo rey fue Ardacher III, un niño de seis años. Se firmó la paz con el Imperio Romano, por la cual se le devolvían todos los territorios conquistados y, lo más importante, se restituyó la Vera Cruz. Heraclio abandonó Persia, que quedó sumida en la anarquía. Surgieron varios candidatos a la corona que se estuvieron peleando entre sí durante varios años. Persia perdió también el dominio del Yemen cuando su sátrapa se convirtió al islam. En Inglaterra un guerrero llamado Penda se convirtió en rey de Mercia, independizándola así de Northumbria. Con ello terminó de configurarse la llamada Heptarquía, el largo periodo de la historia de Inglaterra en que estuvo dividida en siete reinos: Kent, Sussex, Essex, Wessex, Anglia Oriental, Northumbria y Mercia. Además de éstos, los galeses formaron algunos pequeños reinos, que nunca llegaron a unirse contra los germanos invasores. También estaba en el norte el reino escoto de Dalriada y más adelante los pictos también acabarían formando su propio reino. Según lo pintan, Penda era guerrero que disfrutaba en las batallas, pero luego no se preocupaba de sacarles ningún partido político. Simplemente buscaba excusas para pelear cuando le apetecía un combate. Despreciaba el cristianismo, pero no hizo ningún intento de impedir que se extendiera por Mercia. Al parecer, su filosofía era que un hombre con lo que había que tener despreciaría el cristianismo como él lo hacía, y que si alguien caía en sus redes es que no era un auténtico hombre y no merecía ser salvado. De todos modos, Penda opinó que la conversión de Eduino al cristianismo bien merecía una guerra, y, tan pronto como estuvo afirmado su dominio sobre su nuevo reino, declaró la guerra a Northumbria por ese motivo. Para ello se alió con Cadwallan, un príncipe galés que además era cristiano, pero a Penda esas cosas le daban igual, y los galeses estaban enemistados con Eduino porque años antes habían encajado muchas derrotas de su parte. En 629 murió Clotario II y su hijo Dagoberto I gobernó sobre todo el reino franco, si bien su hermano Cariberto recibió el título de rey de Aquitania. Los periodos de regencia y el deterioro de las comunicaciones habían proporcionado gran independencia a los señores francos. Cada cual gobernaba sus tierras, impartía justicia según sus propios criterios y a menudo se olvidaba de enviar al rey los impuestos correspondientes. En el fondo, la población prefería esta descentralización, pues un señor poderoso que recaudara para sí mismo tendía a proteger a sus siervos y procurarles un relativo bienestar para mejorar sus rentas, mientras que un señor débil al servicio del rey solía esquilmar a sus súbditos atendiendo a las exigencias de un monarca que no estaba allí para juzgar si sus peticiones eran razonables o no. Este fenómeno era más agudo en Austrasia, cuyas tierras nunca habían conocido el gobierno romano y donde la Iglesia tenía menos peso, por lo que había influido menos en la organización social. Dagoberto I se propuso frenar este proceso de descentralización. El mismo año en que se convirtió en soberano de Neustria y Borgoña viajó a ambos territorios para administrar justicia, recuperó los bienes enajenados por sus predecesores y trató de reavivar el casi extinto comercio mediante una feria anual en Saint Denis. En una solemne celebración, el emperador Heraclio en persona llevó en procesión la Vera Cruz por Jerusalén hasta reponerla en el lugar de donde los persas la habían arrebatado. Luego se entrevistó con el general persa Sarhbaraz y le concedió el apoyo imperial si se apoderaba del trono persa. Sarhbaraz destronó a Ardacher III y se convirtió en rey, pero al poco tiempo fue asesinado. En los dos años siguientes Persia tuvo unos diez reyes más. En 630 el ejército de Mahoma entró triunfante en La Meca, mandó destruir los ídolos que rodeaban a la piedra negra y fue proclamado rey de los árabes. Por aquel entonces muchas ciudades habían aceptado ya la autoridad de Mahoma, que se incrementaron cuando Mahoma obtuvo una victoria sobre los beduinos. Luego Mahoma envió embajadas a los reyes vecinos para hacerse reconocer como único soberano.
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