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LA EXPANSIÓN ÁRABE |
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En 630 el Imperio
Chino había
logrado neutralizar la amenaza de los turcos orientales (en gran parte
gracias a la ayuda de militares turcos). Después de destruir
algunos
pueblos turcos y de sellar alianzas con otros, China pudo derrotar
también
a los turcos occidentales y establecer su protectorado sobre los
territorios
de la ruta de la seda hasta Persia y la India.
Por esta época los tibetanos empezaron a organizarse. El Tíbet estaba dividido en diecisiete feudos situados alrededor del principado de Yar-Klungs, pero en un momento dado el rey Nam-ri empezó a federarlos bajo su autoridad. Envió a la India a su consejero Thon-mi Sambhota para que trajera un sistema de escritura. En el sur de la India murió el rey Mahendravarman I, que fue sucedido por Narasimhavarman I, que mandó construir el puerto de Mahabalipuram para desarrollar el comercio con el sureste asiático. En el reino visigodo se debatía desde hacía tiempo entre dos tendencias: por una parte, la nobleza reivindicaba su derecho a la elección del monarca, mientras que algunos reyes poderosos habían tratado de consolidar una monarquía hereditaria al estilo franco. El rey Suintila había sido elegido por los nobles, pero trató de asociar al trono a su esposa Teodora, a su hermano Geila y a su hijo Ricimer, con lo cual se encontró con la oposición radical de la nobleza. Además, la Iglesia Católica también prefería una monarquía electiva, pues tenía la suficiente influencia como para sacar buen partido de laelección del rey. En 631 murió sin descendencia Cariberto, el rey de Aquitania hermano del rey franco Dagoberto I, quien transformó Aquitania en ducado y la asignó al duque Boggis. El duque de Septimania, Sisenando, logró el apoyo de Dagoberto I para derrocar a Suintila. Avanzó hasta Zaragoza, donde fue proclamado rey por la nobleza y el clero. En 632 Dagoberto I trató de disolver el reino eslavo de Samo, e inició así una guerra en el este. Después de tres años de guerra, el rey Penda de Mercia, en coalición con el galés Cadwallan, logró acorralar a Eduino de Northumbria en Hatfield, a unos cincuenta kilómetros al sur de York. Allí murió Eduino y Cadwallan se dedicó a devastar su reino. La población debió de pensar que tales desgracias se debían a la ira de los dioses, a los que habían abandonado al convertirse al cristianismo, así que Northumbria volvió al paganismo. Paulino y su gente tuvieron que abandonar York. Persia consiguió salir de la anarquía bajo Yazdgard III, un nieto de Cosroes II de quince años de edad. Mahoma había establecido unos años antes que todo musulmán debía peregrinar a La Meca al menos una vez en su vida. Al poco tiempo de volver de una peregrinación, el Profeta enfermó y murió en Medina. Se dijo que el Profeta había sido envenenado por una judía, en venganza por la matanza de judíos que había ordenado en Medina unos años antes. La dirección del islam pasó a manos de su anciano suegro Abú Bakr, que se convirtió así en el primer Califa (sucesor). Tras la muerte del profeta, numerosas tribus y ciudades que habían manifestado su acatamiento del islam se lo pensaron mejor y no reconocieron la autoridad del Califa. Incluso apostataron del islam. Abú Bakr se mantuvo firme y sometió sangrientamente a sus enemigos. Mahoma no había dejado nada escrito (principalmente porque no sabía escribir), por lo que sus enseñanzas se conservaron únicamente en la memoria de sus seguidores y, ocasionalmente, escritas en los lugares más insólitos (omóplatos de camello, hojas de palmera, piedras, etc.) Tras la muerte del profeta, todo este material fue compilado por Zhaid ibn Thabit, bajo la dirección del Califa. Así fue redactándose lo que se convertiría en El Corán (la lectura), el libro sagrado de los musulmanes. En 633 casi toda Arabia estaba bajo el dominio de Abú Bakr. En un acto de increíble osadía, el Califa envió sendos mensajes a Heraclio y a Yazdgard III invitándolos a someterse al islam. Obviamente, ninguno de los dos gobernantes hizo el menor caso, así que los audaces jinetes árabes empezaron a hostigar simultáneamente las fronteras de las dos grandes potencias de la zona. Dagoberto I tuvo que desistir de su intento de dominar el reino de Samo, así que se limitó a reforzar las fronteras orientales de su reino. Tuvo que confiar su defensa a los sajones, a los austrasianos y a Radulfo, el duque de Turingia. Cuando Eduino mató al rey Ethelfrith de Northumbria, los hijos de éste se refugiaron en el norte. Uno de ellos, llamado Osvaldo, se había convertido al cristianismo céltico, y había pasado un tiempo en Iona. Tras la muerte de Eduino regresó a Northumbria y mató a Cadwallan en una batalla. Osvaldo se convirtió en rey de Northumbria y se alió con Wessex casándose con una hija de su rey. El Cuarto Concilio de Toledo reconoció a Sisenando como legítimo rey de los visigodos, condenó a Suintila, acusado de ladrón, asesino y corrupto, estableció como obligatoria la elección del rey por la nobleza y la Iglesia, declaró al rey ungido de Dios, y por lo tanto inviolable, y también estableció algunas medidas antisemitas. El Concilio estuvo presidido por Isidoro de Sevilla, quien unos años antes había escrito en su Crónica de los visigodos que Suintila era "munícipe para todos, largo para pobres e indigentes, pronto a la misericordia, hasta el punto de que mereciera ser llamado no sólo Príncipe de los Pueblos, sino también Padre de los Pobres." Tras el Concilio, Isidoro no borró este párrafo, sino que añadió una nota diciendo que se había equivocado en su juicio. Luego relató los crímenes del Rey y "las riquezas robadas a los pobres". Suintila murió en 634. Un ejército árabe había entrado en Persia el año anterior. Los persas reunieron rápidamente un ejército y los derrotaron rotundamente en la llamada batalla del puente. Mientras tanto, en el frente romano, los árabes tomaron la ciudad de Bosrah, al este del Jordán. La entrega de la ciudad fue considerada una traición en Constantinopla, pues no consideraban que los árabes fueran un enemigo poderoso. Poco después murió el Califa Abú Bakr y fue sucedido por Umar I, que había sido uno de los colaboradores más activos de Mahoma. Dagoberto I destituyó a Pipino de Landen de su cargo de Mayordomo de Palacio y lo mantuvo retenido en Neustria. Su puesto lo ocupó Ansegisal, hijo del obispo de Metz que había sido regente junto con Pipino durante la minoría de edad del monarca. Ansegisal se casó con Begga, hija de Pipino. Para consolidar la sucesión, Dagoberto I nombró rey de Austrasia a su hijo de tres años Sigeberto III. En 635 tuvo un segundo hijo al que convirtió inmediatamente en Clodoveo II, rey de Neustria. Tras un largo asedio, los árabes tomaron Damasco. Heraclio empezó a darse cuenta de que había subestimado a este pueblo. Formó un ejército y lo envió a Siria bajo el mando de su hermano Teodoro, que recuperó la ciudad. Pero los árabes formaron un ejército mayor y volvieron a la carga en 636. Se libró una gran batalla junto al río Yarmuk, un afluente del Jordán, al sur del mar de Galilea. La pesada caballería imperial se enfrentó a la caballería ligera de los árabes. Por tres veces, los romanos rompieron las líneas enemigas, pero los árabes se dispersaban y se reunían ágilmente. Cuando los romanos quedaron agotados, llegaron por todas partes gritando sus llamamientos a Alá. El ejército imperial fue aniquilado. Ahora estaba claro que los árabes constituían una seria amenaza. Mahoma había sembrado en ellos la idea de la guerra santa: todo musulman que muriera defendiendo el islam iría al septimo cielo, la parte más selecta del paraíso. Los ejércitos musulmanes podían ser más toscos que los romanos y los persas, pero eran más numerosos y sus hombres desconocían el miedo a la muerte. Ese mismo año murió el rey visigodo Sisenando, así como san Isidoro de Sevilla, que es la principal fuente de información sobre el reino visigodo en esta época, por lo que sabemos muy poco sobre el reinado de Sisenando y el de sus sucesores, el primero de los cuales fue Chintila. San Isidoro fue un erudito que se interesó por todo el saber que estaba a su alcance. Además del latín, dominaba la lengua gótica, el griego y el hebreo. Escribió sobre historia, teología, ciencia, gramática, etc. En su obra apenas hay nada original, y trata por igual a todas las fuentes, mezclando hechos reales con toda clase de leyendas y supersticiones. Pese a ello tuvo una gran difusión y, por consiguiente, una gran influencia en los siglos posteriores. Además de su hermano san Leandro, también fueron santos sus otros dos hermanos: san Fulgencio y santa Florentina. También murió el rey lombardo Arioaldo, que fue sucedido por Rotario. En 637 los árabes ocuparon Jerusalén. Desde entonces que no se volvió a saber nada de la Vera Cruz. Enardecidos por sus victorias frente al Imperio Romano, volvieron a atacar a Persia. Se produjo un enfrentamiento en Qasidiya, junto al Éufrates, unos ochenta killómetros al sur de donde había estado Babilonia. Los dos ejércitos tenían aproximadamente el mismo número de hombres y la batalla se prolongó durante dos días, pero luego los árabes recibieron un sustancial refuerzo proveniente de Siria. Una tormenta de arena favoreció a los árabes, pues el viento soplaba hacia el frente persa. Los soldados tuvieron que retroceder y finalmente huyeron en desbandada. Los árabes tomaron Ctesifonte. Los persas empezaron a reorganizarse alrededor de la ciudad de Nehavend, cerca de Ecbatana, la antigua capital meda. Sorprendentemente, Heraclio no hizo lo propio tras las derrotas sufridas ante los árabes. Nunca organizó un nuevo ejército para enviarlo contra los invasores. Probablemente Heraclio llegó a la convicción de que era inútil tratar de salvar una tierra que no quiere ser salvada. Siria y Egipto se habían entregado a los persas prácticamente sin resistencia, ahora Siria había vuelto a entregarse a los árabes y era una mera cuestión de tiempo que Egipto hiciera lo mismo. Enviar un ejército arreglaría poco, pues podría ganar una batalla, pero eso no sirve para nada sin el apoyo de la población. El problema real era que Siria y Egipto no sentían ninguna lealtad hacia Constantinopla, y ello se debía principalmente a que sus habitantes eran monofisitas y Constantinopla era católica. Nuevamente, Heraclio contó con el apoyo de Sergio, el patriarca de Constantinopla, que estuvo dispuesto a modificar la postura de la Iglesia para acercarla al monofisismo. En 638 Sergio promulgó una doctrina que fue llamada monotelismo (una sola voluntad): Los católicos afirmaban que Jesucristo tenía dos naturalezas, una divina y otra humana, mientras que los monofisitas consideraban que sólo había en él una naturaleza divina. El monotelismo afirmaba que Jesucristo tenía dos naturalezas animadas por una única voluntad, por lo que en la práctica actuaba como si tuviera una única naturaleza, tal y como creían los monofisitas. Sergio murió ese mismo año, pero su sucesor, Pablo, siguió adelante con el monotelismo. Probablemente Heraclio esperaba que el monotelismo eliminara los recelos de Siria y Egipto hacia Constantinopla y permitiera que el pueblo acogiera a un futuro ejército como liberador y no como "otro conquistador". Sin embargo el monotelismo resultó ser un fracaso. Los teólogos de Siria y Egipto lo rechazaron de plano y lo mismo hizo la Iglesia Romana. No es de extrañar: las sutilezas teológicas sobre Jesucristo difícilmente podían interesar al pueblo llano. Eran meras excusas para canalizar discrepancias políticas e ideologías nacionalistas que no iban a zanjarse con juegos de palabras. En Roma murió el Papa Honorio I y en su lugar fue elegido Severino, pero al ser abiertamente opuesto al monotelismo el gobernador de Roma, Mauricio, impidió su consagración, que no pudo llevarse a cabo hasta dos años después. También murieron el rey franco Dagoberto I y su Mayordomo de Palacio, Ansegisal. Nuevamente el reino quedó dividido en dos: Sigeberto III quedó como rey de Austrasia y Clodoveo II como rey de Neustria. Tenían siete y tres años respectivamente, lo que hizo que el poder real lo ejerciera la nobleza. En Austrasia el poder recayó en el viejo Pipino de Landen, que logró recuperar los privilegios que Dagoberto I le había retirado y se convirtió de nuevo en Mayordomo de Palacio. En 639 murió el rey visigodo Chintila, y la nobleza eligió como sucesor a Tulga. En 640 murió Pipino de Landen. Surgieron muchos candidatos a Mayordomo de Palacio, pero Grimoaldo I, hijo de Pipino, terminó imponiéndose e hizo valer el carácter hereditario del cargo tal y como lo había establecido el rey Clotario II años atrás. Un ejército árabe partió de Siria hacia Egipto, bajo el mando del general Amr ibn al-As. Llegó hasta Pelusio y, tras un mes de asedio, tomó la ciudad. El emperador chino Taizong tomó como concubina a Wu Zhao, hija de un general que había apoyado al emperador para llegar al poder. Desde entonces se entabló una rivalidad entre ella y la Emperatriz Wang, que era estéril. El Papa Severino pudo ser consagrado finalmente, tras lo cual condenó el monotelismo y, en represalia, el gobernador de Roma, Mauricio, saqueó el palacio de Letrán. Se dice que Severino murió del disgusto. En su lugar fue elegido Juan IV, que siguó luchando contra el monotelismo, al que condenó en un concilio celebrado en 641. Ese año murió el emperador Heraclio, mientras los árabes ocupaban Egipto sin esfuerzo. Entre las medidas que Heraclio tomó para cohesionar el Imperio, estuvo la de abandonar el latín como lengua oficial y sustituirla por el griego, que era la lengua que realmente hablaba la población. Esto supuso un paso más en el distanciamiento cada vez mayor entre oriente y occidente. Por esta época en oriente volvió a ponerse de moda la barba. Puede parecer un hecho intrascendente, pero contribuyó a acrecentar la hostilidad entre orientales y occidentales. En occicente la barba se asociaba con los bárbaros incivilizados, mientras que en oriente los rostros afeitados recordaban a los de los eunucos, que tenían fama de mezquinos y despreciables. Así, la imágen típica del oriental causaba un cierto rechazo en el occidental típico, y viceversa. Heraclio dejó el Imperio a sus dos hijos, Constantino III y Heracleonas. Eran hermanastros, pues Heracleonas era hijo de Martina, segunda mujer y sobrina de Heraclio. Un sector de la Iglesia consideró incestuoso este matrimonio, pero Heraclio tenía el prestigio suficiente como para seguir adelante. La corte se dividió entre partidarios de uno y otro emperador, y Martina se puso al frente de los partidarios de su hijo. Tal vez se hubiera desatado una guerra civil si Constantino III no hubiera muerto a los pocos meses de reinado. Probablemente murió de tuberculosis, pero se rumoreó que Martina lo había envenenado. La opinión pública se volvió contra Heracleonas y Martina, por lo que el emperador se vio obligado a abdicar y exiliarse antes de que acabara el año. Fue elegido emperador su sobrino Constante II, hijo de Constantino III, que contaba sólo con once años de edad. El rey Penda de Mercia decidió que le apetecía combatir de nuevo contra Northumbria, y usó de nuevo como excusa el cristianismo de su rey Osvaldo. Al igual que había sucedido con Eduino, el rey Osvaldo fue derrotado y muerto por Penda. Osvaldo tenía un hermano llamado Oswiu, que se apoderó del trono de Northumbria y, para afianzar su posición, se casó con una hija de Eduino. Para evitar que se repitiera la historia de sus dos predecesores, Oswiu trató de aplacar a Penda, le entregó como rehén a uno de sus hijos e hizo que su hija se casara con un hijo de Penda. Luego le ofreció tributo y lo reconoció como señor. El rey tibetano Nam-ri murió envenenado, y fue sucedido por su hijo Srong-btsan Sgam-po, que se casó con una princesa China y otra Nepalí, ambas budistas. Fundó la ciudad de Lhassa y empezó la construcción de un gran palacio, el Potala. Gracias a las buenas relaciones con la China y la India el nivel de vida del Tíbet mejoró sustancialmente: llegaron la cerveza, el aguardiente, el papel, la tinta y el arte de la cerámica y del riego. Esto permitió iniciar el cultivo de la cebada. En 642 Amr ibn al-As tomó Alejandría. La ciudad fue reconquistada por un breve periodo, pero luego volvió a caer, y desde entonces los árabes dominaron todo Egipto. Se cuenta que los libros de la Biblioteca de Alejandría fueron puestos a los pies del Califa Umar, quien sentenció de este modo: "Si estos libros coinciden con el Corán, son innecesarios; si están en desacuerdo con él, son perniciosos. En cualquier caso, destruidlos." Pero es poco probable que esta historia sea cierta y, si lo és, es poco probable que los árabes destruyeran más que unos pocos libros. La Biblioteca de Alejandría había sido destruida mucho antes por los cristianos en su lucha contra el paganismo. En persia los árabes obtuvieron otra gran victoria. El rey Yazdgard III tuvo que huir hacia el noreste mientras los árabes ocupaban sistemáticamente todo el Imperio. Tras la muerte del Papa Juan IV fue elegido Teodoro I. Condenó el monotelismo, y llegó a deponer a Pablo, el Patriarca de Constantinopla (a lo cual, claro, nadie hizo caso). El emperador Constante II seguía apostando por la posibilidad de que el monotelismo se ganara a los cristianos persas y egipcios, como paso previo a una posible reconquista de estos territorios. El rey visigodo Tulga fue víctima de una conjuración de la nobleza, que le obligó a tonsurarse y convertirse en monje (lo cual lo inhabilitaba como rey para siempre). En su lugar fue elegido Chindasvinto, que tenía entonces unos setenta y nueve años. Probablemente fue una elección de compromiso, con la que la nobleza pretendió aplazar unos años (los pocos que viviera Chindasvinto) la elección del nuevo rey. Sin embargo Chindasvinto no resultó fácil de manejar. Hizo matar a muchos nobles, redujo a sus familias a la esclavitud y confiscó sus bienes. Muchos nobles tuvieron que huir a África o al reino franco. En 643 un peregrino chino llamado Huien Tsang llegó a la India, donde el rey Harsa organizó en su honor una gran asamblea presidida por una imagen de Buda a la que acudieron reyes vecinos, brahmanes, jainistas y monjes budistas. Se pronunciaron discursos, se hicieron ofrendas a buda y Harsa distribuyó una parte del tesoro real. El rey lombardo Rotario promulgó en Pavía las llamadas Leyes de Rotario, una recopilación de costumbres germánicas. En 644 murió el Califa Umar I, asesinado en la mezquita de Medina por un esclavo persa. Fue él quien estableció la fecha de la Hégira (la huida de Mahoma a Medina) en el 16 de julio de 622, y la fijó como el primer día del calendario musulmán, vigente hasta la actualidad. Hay que tener presente que el año islámico tiene 354 o 355 días (es lunar), por lo que 33 años islámicos equivalen a 32 años solares. Como nuevo Califa fue elegido Utmán, yerno de Mahoma y perteneciente a una familia noble de La Meca, los Omeyas. Por esta época existían al menos cuatro ediciones del Corán, con las diferencias suficientes para provocar disputas e interpretaciones divergentes. Por ello Utmán nombró una comisión que preparase una única version oficial, que sería la obligatoria para todos los musulmanes hasta la actualidad. Las demás versiones fueron destruidas. El Corán que sobrevivió consta de 144 suras (capítulos) ordenados (criterio científico donde los haya) según su longitud, desde el más largo hasta el más breve, salvo el primero, que es más corto pero contiene los dogmas fundamentales del islam. Se pueden distinguir en él dos fuentes básicas, una más antigua redactada en La Meca en prosa rimada y otra posterior redactada en Medina en una prosa más pesada, monótona y repetitiva. Ambas aparecen mezcladas en una maraña que nadie hasta ahora ha intentado analizar. Hay versículos de una intercalados en versículos de la otra, algunos de los más recientes contradicen a los más antiguos y tal vez sea imposible fechar correctamente las distintas partes. Años más tarde surgió la versión oficial de el Corán es la transcripción literal de un libro que está en el cielo y que le fue dictado a Mahoma por el arcángel san Gabriel. En 645 el clan Soga
perdió
la supremacía en Japón. Fue sustituido por el clan Nakatomi,
que implantó un sistema de gobierno calcado de la China de los
Tang.
Promulgó un código de leyes conocido como código Taika.
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