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LA TERCERA CRUZADA
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  La relación entre los dos emperadores romanos, Isaac II y Federico I Barbarroja, no era muy buena. Isaac II había ayudado a las ciudades italianas en su rebelión contra Federico I, por lo que la presencia alemana en Constantinopla podía ser muy conflictiva. Isaac II decidió que entre Federico I y Saladino prefería al segundo, y le propuso una alianza al musulmán. Sin embargo Saladino la rechazó. Se sentía lo suficientemente poderoso como para no necesitar alianzas. Por su parte, cuando Federico I pasó por Bulgaria, en 1190, los hermanos Asen le propusieron una alianza contra el Imperio Bizantino. El emperador se sintió tentado, pero era ya mayor y tenía prisa por conquistar Jerusalén. Era el toque publicitario que necesitaba para limpiar la imagen del Sacro Imperio Romano, manchada por los años de lucha contra el Papado. Esto no impidió a los búlgaros derrotar a los bizantinos en Berroia.

Cuando los dos emperadores se encontraron, Isaac II se sometió en todo a Federico I excepto en que no le reconoció su título imperial. Le prometió provisiones y todo tipo de apoyo y lo embarcó rápidamente hasta Asia Menor. Los cruzados arrebataron la ciudad de Konya al sultán de Rum Kiliç Arslán II, pero ahí termino la aventura alemana: Federico I murió mientras se bañaba en el río Calicadnus, como consecuencia de una crecida repentina. Su ejército se disolvió y cada cual volvió a Alemania como pudo.

Mientras tanto el derrocado rey de Jerusalén, Gui de Lusignan, llevaba ya unos meses asediando la ciudad de San Juan de Acre. Ese año murió su esposa Sibila.

Federico I Barbarroja fue sucedido por su hijo Enrique VI, que en 1191 marchó a Roma para hacerse coronar emperador. No lo coronó Clemente III, pues había muerto a principios de año, sino su sucesor, Giacinto di Pietro di Bobone, que, a sus ochenta y cinco años, había adoptado el nombre de Celestino III. Luego Enrique VI tuvo que volver precipitadamente a Alemania, pues Enrique el León había organizado una nueva revuelta apoyada por muchos de sus poderosos familiares, los güelfos. Ese año murió su hermano Federico VI, el duque de Suabia, y el título pasó a su otro hermano Conrado, el duque de Rothenberg. El matrimonio entre éste y Berenguela, la hija de Alfonso VIII de Castilla, fue anulado.

El rey Ricardo I Corazón de León, en su travesía por mar hacia Tierra Santa, había hecho una escala en el reino de Navarra, donde se le había unido Sancho, el hijo del rey Sancho VI, y su hermana Berenguela, con la que se comprometió. Luego se encontró en Sicilia con Felipe II de Francia. Allí se peleó con el rey Tancredo. Felipe II intervino en la querella y se pelearon los tres. Así afloraron las desconfianzas y recelos entre los dos reyes que, mientras les había convenido, habían pasado por amigos y aliados. Ricardo I decidió anular su compromiso de casarse con Inés, la hermana de Felipe II, viuda del emperador Andrónico II y que seguía en Constantinopla. Finalmente se firmó un tratado con Tancredo, pero resultó que éste ofendía al emperador Enrique VI, que aspiraba al trono siciliano en virtud de su matrimonio con Constanza.

Esto no preocupó a los dos reyes cruzados, que continuaron su travesía por el Mediterráneo. Felipe II llegó a Tierra Santa el 20 de abril, mientras que Ricardo I se entretuvo conquistando Chipre a su gobernador bizantino (que se había independizado de Constantinopla poco antes). Cuando la tuvo en su poder se la vendió a los Templarios. Allí se casó con Berenguela. Luego prosiguió su viaje y en junio se reunió de nuevo con Felipe II. La situación que se encontró fue la siguiente: Muchos de los nobles del reino de Jerusalén habían dado la espalda al rey Gui de Lusignan al que responsabilizaban de los desastres del reino. Ofrecieron la corona a Manfredo de Toron, esposo de Isabel de Anjou, hermana del rey anterior, Balduino IV el leproso, así como de Sibila de Anjou, la difunta esposa del rey actual. Manfredo rechazó el honor y entonces los nobles se las arreglaron para disolver su matrimonio y casar a Isabel con Conrado de Monferrato, que había desembarcado en Tiro junto con Felipe II y tenía la fama de haber salvado Tiro del ataque de Saladino. Felipe II había aprobado todo esto, por lo que Ricardo I, al enterarse de los hechos, apoyó a Gui de Lusignan.

El conflicto no impidió que los cruzados se pusieran de acuerdo en acudir a San Juan de Acre, que llevaba ya dos años resistiendo el asedio. Las enfermedades estaban mermando a los dos bandos y todos estaban a un paso de ceder. La llegada de los refuerzos cristianos acabó con la moral de los asediados y en julio fue tomada la ciudad. Se produjo entonces un incidente que después tendría consecuencias importantes: en el ataque había participado el duque Leopoldo V de Austria, quien colocó su estandarte en una de las almenas, pero Ricardo I Corazón de León consideró que todo el mérito era suyo y ordenó quitarlo. Se cuenta que, cuando Leopoldo protestó, Ricardo I lo hizo callar a puntapiés.

Ricardo I propuso a Saladino la entrega de la población musulmana de la ciudad a cambio de unas reliquias que los musulmanes habían capturado un tiempo atrás. Saladino se demoró en su respuesta y Ricardo I ordenó que dos mil seiscientos prisioneros, hombres, mujeres y niños, fueran llevados a las murallas y ejecutados. Los hospitalarios trasladaron su sede central a San Juan de Acre. Allí se había formado el año anterior (entre las tropas que asediaban la ciudad) otra orden hospitalaria conocida como la Orden Teutónica, porque la fundó una colonia de mercaderes alemanes.

Ricardo I Corazón de León se encontraba en su elemento: dirigía, vociferaba, luchaba, y lograba que Felipe II quedara siempre humillantemente en un segundo plano. La salubridad de la zona mejoró, pero ambos reyes enfermaron y ambos se recuperaron. Sin embargo, Felipe II decidió aprovechar la enfermedad como excusa para volver a Francia, aunque dejó su ejército en Oriente y juró no atacar los dominios de Ricardo I. Éste proclamó sonoramente que la retirada del rey francés era una deserción cobarde y se convirtió en el líder indiscutible de la Tercera Cruzada.

Mientras tanto, Juan sin Tierra, rompiendo su juramento, dejó Irlanda y encabezó una revuelta de nobles normandos que depusieron al canciller William Longchamp. Lentamente trataba de maniobrar políticamente para ser aceptado como rey, pero, al inconveniente que suponía la fama que su hermano estaba adquiriendo en oriente, había que sumar que, aun en el supuesto de que Ricardo I muriera, Juan no era el heredero legítimo de la corona. Su difunto hermano Godofredo, el duque de Bretaña, había tenido un hijo llamado Arturo, que era el legítimo heredero de Enrique II, pero que fue pasado por alto en favor de Ricardo I porque en ese momento tenía tan sólo tres años de edad (ahora tenía cinco). Ricardo I, que no tenía hijos, había reconocido a Arturo como heredero.

Tras la boda de Alfonso IX de León y Teresa, la hija de Sancho I de Portugal, el rey Alfonso II de Aragón se unió al pacto firmado el año anterior entre los dos monarcas contra Alfonso VIII de Castilla. Sin embargo, Alfonso VIII denunció el matrimonio a causa del inevitable parentesco, y el Papa Celestino III envió un legado para exigir su disolución. No se le hizo caso y esto inició una enemistad entre el Papado y el reino de León.

El obispo de Toledo y los caballeros de la orden de Calatrava devastaron las comarcas de Jaén y Córdoba.

Ese año murió el conde Felipe de Flandes y sus posesiones pasaron a su hermana Margarita de Alsacia, pero tuvo que ceder numerosos territorios al rey Felipe II. Estaba casada con el conde Balduino V de Hainaut, que ahora se convirtió también en Balduino VIII de Flandes.

El emperador Enrique VI concedió el burgraviato de Nuremberg al conde Federico III de Zollern. El burgrave poseía únicamente las tierras de cultivo fuera de las murallas, pero no pudo dominar a la burquesía instalada en la ciudad, lo que originó una larga cadena de conflictos.

En 1192 Ricardo I Corazón de León comprendió que apoyar a un rey impopular sólo le estaba trayendo problemas, así que decidió reconocer a Conrado de Monferrato como rey de Jerusalén (el reino conservaba su nombre a pesar de que había perdido la capital), pero éste murió a los pocos días víctima de la secta de los asesinos. Inmediatamente se casó a su viuda Isabel de Anjou con el conde Enrique II de Champaña, que se convirtió así en el nuevo rey de Jerusalén. El nuevo marqués de Monferrato pasó a ser Bonifacio I. Ricardo I aprovechó una revuelta en Chipre para convencer a los templarios de que le cedieran la isla a Gui de Lusignan. Pronto afluyeron numerosos franceses, nobles, colonos y comerciantes, que convirtieron a Chipre en un reino de cultura mayoritariamente francesa.

Luego Ricardo I empezó a recorrer la costa tomando fortaleza tras fortaleza. Saladino empezó a inquietarse y, cuando los cruzados estaban ya cerca de Jerusalén, propuso una tregua de tres años: los cristianos se quedarían con la costa de lo que había sido el reino de Jerusalén, pero el interior, incluida la capital, quedarían en poder de Saladino. Después de pensárselo mucho, Ricardo I aceptó. Tal vez le inquietaban las noticias que le llegaban de Inglaterra y de su hermano Juan, así como las posibles intrigas del rey francés. Como los cruzados habían hecho el voto de entrar en Jerusalén (se entendía que conquistándola) exigió a Saladino que les permitiera visitarla desarmados (con lo que, técnicamente, cumplían sus votos). Sin embargo, se dice que el propio rey se negó incluso a mirar la ciudad, juzgándose indigno de mirar lo que no había podido conquistar. Por otra parte, el acuerdo de paz fue de lo más amistoso. Saladino había enviado como negociador a su hermano al-Malik al-Ádil, y Ricardo I proyectó casarlo con su hermana y armó caballero a su hijo al-Malik al-Kámil. Luego zarpó de regreso a Inglaterra.

En Tiro murió el duque Hugo III de Borgoña, que fue sucedido por Eudes III.

También murió el sultán de Rum Kiliç Arslán II. Fue sucedido por su hijo Kayjusraw I, pero sus hermanos le disputaron el poder y el sultanato cayó en la anarquía.

El rey de Servia Esteban Nemanja tenía un hijo llamado Rastko, que huyó de la corte para hacerse monje, con el nombre de Sava. Construyó un convento en el monte Athos.

El rey Tancredo de Sicilia reaccionó contra las presiones del partido imperial que defendía el derecho al trono del emperador Enrique VI. Asoció al trono a su hijo Roger y encarceló a Constanza, la esposa de Enrique VI.

En Japón, Minamoto no Yoritomo hizo que el emperador lo nombrara Shei-i-tai shogun (gran general encargado de los bárbaros), si bien en la práctica el shogun pasó a ser lo que mejor podríamos llamar un "dictador". Desde ese momento los emperadores ya no tuvieron ningún poder real. Yoritomo dictó sus órdenes a todo el país, que hambriento y arruinado, no opuso resistencia. Estableció su capital en Kamakura.

El barco en el que viajaba Ricardo I Corazón de León fue arrastrado a la costa cerca de Venecia. Decidió continuar su travesía por tierra, para lo cual tuvo que ir de incógnito, pues estaba enemistado con media Europa (con el emperador Enrique VI por el incidente de Sicilia, con Felipe II de Francia, e incluso con su suegro Sancho VI de Navarra, pues había abandonado a su esposa Berenguela). Sin embargo, su corpulencia y su altanería dejaban adivinar fácilmente que era alguien importante y, así, en diciembre, cuando pasaba cerca de Viena, fue rodeado por un grupo de hombres dispuestos a pedir un rescate por él, fuese quien fuese. Ricardo I sacó su espada y dijo a sus atacantes que sólo se rendiría ante su señor. Cuando el señor apareció, resultó ser el duque Leopoldo V de Austria, el mismo a quien Ricardo I había humillado descaradamente al tomar San Juan de Acre, que por supuesto, reconoció inmediatamente al monarca y se dispuso a saldar cuentas. Pidió por él el mayor rescate imaginable. Sin embargo, una presa de tal altura era muy cotizada y en 1193 Enrique VI hizo que Leopoldo V, su vasallo, le entregara el rehén. El rey Felipe II de Francia mostró inmediatamente su interés por quedarse con el prisionero, al parecer con el apoyo de Juan sin Tierra, que viajó a Francia para negociar con él en cuanto se enteró del cautiverio de su hermano.

Tal vez la amenaza de entregarlo al rey francés fue lo que más apremió a Ricardo I a hacer las gestiones necesarias para que se pagara el oneroso rescate. Recibió la visita de Hubert Walter, que había sido su representante en todas las negociaciones con Saladino y que después había conducido de vuelta al ejército angevino. Ese mismo año fue nombrado arzobispo de Canterbury y emprendió la recaudación del rescate a través de duros impuestos, aunque procuró hacerlo de la forma más justa posible. Contó con la ventaja de que el pueblo apoyó con entusiasmo la causa de liberar a su heroico rey.

Por otro lado, Felipe II pidió la mano de Ingeborg, la hermana del rey Canuto IV de Dinamarca. Su principal atractivo era la flota de su hermano, que podía ser usada en caso de necesidad contra el Imperio Angevino. Lo que pasó en la noche de bodas nadie lo sabe, pero el hecho es que al día siguiente Felipe II repudió a su esposa. Ella se negó a volver a Dinamarca y el rey la metió en un convento.

Ese año murió Saladino y sus familiares, conocidos como los ayubíes, se repartieron sus territorios: Yemen continuó bajo el gobierno de al-Malik al-Muázzam, conocido como Sams al-Din; al-Malik al-Ádil se adueñó de Siria, y Egipto pasó a al-Áziz, otro hijo de Saladino. Todos fueron gobernantes débiles que procuraron mantener la paz con los cruzados buscando una estabilidad económica más que defender ideales religiosos que ya convencían a pocos, después de tanta guerra.

El sultán Gurí Muhammad de Gur derrotó a una dinastía local y conquistó la ciudad de Delhi, en el norte de la India. Fue la primera penetración estable del Islam en la India.

El Califa almohade Yúsuf II estaba haciendo progresos en Al-Ándalus contra los reyes cristianos, pero tuvo que volver a África para enfrentarse al almorávide Yahyá ibn Ganiya, lo que fue aprovechado por Alfonso VIII de Castilla para realizar una nueva incursión.

En 1194 Ricardo I Corazón de León fue finalmente liberado, después de pagar el rescate exigido por Enrique VI y de reconocerse vasallo del emperador. Volvió a Inglaterra, donde fue coronado por segunda vez, envió de nuevo a Irlanda a Juan sin Tierra, al que le confiscó la mayor parte de sus propiedades en Inglaterra, confirmó como heredero a su sobrino Arturo, luego esquilmó cuanto pudo a sus súbditos y, con lo recaudado, marchó a Normandía para ajustar cuentas con Felipe II. Dejó Inglaterra bajo el gobierno de Hubert Walter, quien realizó una importante labor en la organización de los tribunales reales. Además, procuró apoyarse en los pequeños propietarios de la clase media, que resultaron ser leales a la corona, pues de ella emanaba su autoridad, y evitaron las continuas querellas entre nobles que azotaban a Francia desde siempre. Algunos de ellos se convirtieron más tarde en oficiales de justicia o en "jueces de paz". Felipe II sufrió una primera derrota ante Ricardo I en Fréteval.

El emperador Enrique VI derrotó en Catania al rey Tancredo de Sicilia, que resultó muerto. Deportó a Alemania a la familia de Tancredo y condenó al suplicio a todos los barones prisioneros. (Actos como éste le valieron los sobrenombres de Enrique el Severo y Enrique el Cruel). Ese año se reconcilió con el güelfo Enrique el León, cuyo hijo, Enrique de Brunswick, contrajo matrimonio con Inés, hija de Conrado, el conde Palatino del Rin, tío de Enrique VI. (Brunswick era una de las pocas posesiones que Enrique el León había conservado en Alemania.)

En Chipre murió Gui de Lusignan, que fue sucedido por su hermano Amaury. También murieron el duque de Austria Leopoldo V, que fue sucedido por Federico I, el duque de Polonia Casimiro II, sucedido por su hijo Leszek el Blanco, y el conde Raimundo V de Tolosa, sucedido por su hijo Raimundo VI.

En Navarra murió el rey Sancho VI el Sabio, que recibió este sobrenombre por su labor cultural, ya que hizo construir la catedral de Pamplona y otras iglesias y palacios. Fue sucedido por su hijo Sancho VII el Fuerte.

Averroes fue acusado de heterodoxia y desterrado a Lucena, cerca de Córdoba. En efecto, el fisósofo había desarrollado ideas demasiado avanzadas para su época. Por ejemplo, negaba que algo sea bueno o malo sólo porque así lo haya decretado Alá. Por el contrario, Averrores considera que el criterio de moralidad ha de buscarse en la acomodación a la naturaleza, a la razón y en la conveniencia de la sociedad. También afirmó (proféticamente) que el descubrimiento intempestivo a los ignorantes de las prescripciones y enseñanzas de la religión provocaría las peores catástrofes psicológicas y sociales. Combatió la postergación de los valores humanos, intelectuales y sociales de la mujer.

El rey Juan I de Bulgaria derrotó una vez más a los bizantinos, esta vez en Arcadiópolis. El desprestigio que sufrió Isaac II permitió a su hermano organizar un complot que en 1195 lo convirtió en el nuevo emperador, Alejo III Ángelo, el cual hizo apresar a Isaac II, lo cegó y lo encarceló. Luego se dedicó a vivir la vida sin preocuparse lo más mínimo por el Estado, que se desintegraba por momentos.

El almorávide Yahyá ibn Ganiya logró la soberanía de las tribus bereberes que habitaban al este del Imperio Almohade, en el norte de África.

Averroes se trasladó a Marrakech, donde escribió sus Cuestiones de lógica. Nunca consiguió recobrar la confianza de las autoridades. El Califa Yúsuf II fue requerido en Al-Ándalus para frenar los ataques castellanos, y se presentó con un gran ejército. Sin esperar la ayuda que le ofrecieron los otros reinos cristianos, Alfonso VIII de Castilla quiso detener a los almohades antes de que llegaran a Toledo, y les presentó batalla cerca de la fortaleza de Alarcos. Tras una dura batalla, Yúsuf II obtuvo una rotunda victoria, y a partir de entonces adoptó el título honorífico de al-Mansur billah (el vencedor con la ayuda de Dios). El rey Sancho VII de Navarra llegó demasiado tarde, lo que provocó la ira del rey castellano. Además se apresuró a pedir la paz a Yúsuf II, junto con Alfonso IX de León y Sancho I de Portugal. Esto permitió al Califa seguir hostigando a Castilla. Sus ejércitos penetraron por Extremadura, cruzaron el Tajo y tomaron Plasencia, desde donde saquearon el valle del Tajo. Alfonso VIII reaccionó contra las múltiples alianzas entabladas contra él denunciando a Alfonso IX ante el Papa Celestino III, por haberse aliado con los almohades. El Papa excomulgó al rey leonés y eximió a sus súbditos del vínculo de fidelidad y obediencia.

Ese año murió el conde Balduino VIII de Flandes (V de Hainaut), su esposa, Margarita de Alsacia, había muerto el año anterior, por lo que su hijo Balduino IX (VI) heredó ambos títulos.

También murieron el güelfo Enrique el León y Conrado, el conde palatino del Rin, tío del emperador Enrique VI. Su título pasó a su yerno Enrique de Brunswick (ahora conde Enrique V), el hijo de Enrique el León. El emperador Enrique VI nombró marqués de Toscana a su hermano Felipe, que acababa de cumplir los dieciocho años. Le encomendó así las polémicas posesiones de la condesa Matilde de Toscana, que ésta había donado a los Estados Pontificios, pero que finalmente se las adueñó Enrique V y desde entonces habían sido motivo de disputa entre el Papado y el Sacro Imperio Romano. En 1196 murió el duque Conrado de Suabia, hermano de Enrique VI, y el ducado pasó a Felipe, su hermano menor. El emperador convocó la dieta de Maguncia, en la que declaró que el reino de Sicilia era parte del Sacro Imperio Romano y trató de establecer el carácter hereditario (y no electivo) de la dignidad imperial, pero lo único que consiguió fue que su hijo Federico (de dos años de edad) fuera elegido rey de romanos. Enrique VI necesitaba aumentar su prestigio sobre sus súbditos, y para ello decidió intentar lo que su padre no había logrado: conquistar Jerusalén. En otras palabras: empezó a organizar por su cuenta su propia cruzada.

El sultán de Rum Kayjusraw I fue depuesto por Sulaymán II.

El rey Felipe II de Francia se casó con Inés de Méran, hija de un señor Bávaro, lo que llevó al rey Canuto IV de Dinamarca a quejarse ante el Papa, pues Felipe II ya estaba casado con su hermana Ingeborg. Celestino III ordenó a Felipe II que abandonara a su nueva esposa y restableciese a Ingeborg, pero el Capeto no hizo ningún caso.

Mientras tanto Ricardo I Corazón de León seguía combatiendo con éxito a Felipe II de Francia. Las técnicas de combate occidentales habían experimentado algunas mejoras importadas de Oriente con las cruzadas. Una de ellas fueron los estribos de metal suspendidos de la silla, que permitían a los caballeros sujetarse más firmemente al caballo y acometer con más ímpetu y estabilidad. También llegaron nuevas ideas sobre la construcción de castillos. Ricardo I inició la construcción del Château Gaillard (Castillo Atrevido) una impresionante fortaleza en un promontorio a orillas del Sena. Fue hábilmente diseñado, con murallas dentro de murallas y fortalezas dentro de fortalezas, para que fuera inexpugnable para las técnicas de ataque de la época. Incidentalmente, otra de las ideas que el rey Ricardo I trajo a su reino fue el culto a san Jorge, que por esta época empezó a ser considerado el santo patrón de Inglaterra, como ya lo era de muchos otros lugares de Europa, entre ellos Aragón y Cataluña.

El conde Raimundo VI de Tolosa se casó con Juana, la hermana de Ricardo I Corazón de León y viuda del rey Guillermo II de Sicilia.

El rey Alfonso VIII de Castilla logró convencer a Sancho I de Portugal para que rompiera su alianza con Alfonso IX de León y se uniera a él contra el rey leonés. Sancho I se apoderó entonces de Pontevedra y otras localidades leonesas.

En Aragón murió el rey Alfonso II el Casto. Fue sucedido por su hijo Pedro II. Durante su reinado empezó a usarse la denominación de Corona de Aragón para referirse al estado formado por la unión del reino de Aragón y los condados catalanes. Aunque tenía ya diecinueve años, inició su reinado bajo la tutela de su madre, Sancha de Castilla, con la que tuvo graves desavenencias.

También murió el conde Enrique IV de Luxemburgo, que fue sucedido por su hijo Otón.

En Hungría murió el rey Bela III. Fue sucedido por su hijo Emerico, que se casó con Constanza de Aragón, hermana del rey Pedro II. En Suecia murió el rey Canuto Eriksson. Canuto había introducido la cultura alemana en Suecia. Firmó tratados comerciales y llamó a los alemanes para que explotaran las minas de su país. También fue el primer rey sueco que acuñó moneda. Fue sucedido por Sverker II el Joven, que desplazó al hijo de Canuto, Erik Knutsson.

El rey de Servia Esteban Nemanja abdicó para ingresar en el monasterio fundado por su hijo Sava, donde adoptó el nombre de Simeón. Fue sucedido por su hijo menor, Esteban Nemanjic.

En Bulgaria murió el rey Juan I Asen, asesinado por Ivanko, un boyardo (así se llamaba a la alta nobleza entre los eslavos). Fue sucedido por su hermano Pedro II Asen, que a su vez fue asesinado en 1197, también por Ivanko, que trató de usurpar el trono, pero éste pasó a un hermano menor de los Asen, llamado Juan II Kalojan (el Hermoso), quien inició la conquista de Tracia (que entonces era territorio Bizantino).

Sin lugar a dudas, Ricardo I Corazón de León aventajaba militarmente a Felipe II de Francia, pero la habilidad política de éste era mucho mayor. Convenció a los nobles bretones para que enviaran a París a su duque, Arturo, que a la sazón tenía once años. La excusa era sencilla: como duque de Bretaña, Arturo era vasallo y protegido del rey de Francia, y era obligación del rey proporcionarle la mejor educación posible, en París. Ricardo I comprendió lo que esto significaba. Arturo era su heredero, y si era educado por Felipe II, acabaría volviéndose contra él (como él había hecho con su padre). Ante el hecho consumado de que Arturo estaba ya bajo la protección de Felipe II, no pudo hacer más que negarle la condición de heredero y, a falta de algo mejor, eligió en su lugar a su hermano Juan sin Tierra. Sin embargo, esto provocó confusión en su reino. En él estaba sólidamente arraigada la idea de sucesión legítima (justo lo que faltaba en Alemania y lo que los Capetos se estaban ganando a pulso en Francia). Según los convenios dinásticos de la época, el heredero legítimo de Ricardo era Arturo. ¿Podía el rey cambiar eso a voluntad? No estaba claro.

Finalmente, los reyes Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León llegaron a un acuerdo de paz que se selló con la boda de Berenguela, la hija del rey castellano, con el rey leonés. Para ello, éste repudió a su esposa Teresa, hija de Sancho I de Portugal. Naturalmente, la guerra entre León y Portugal continuó.

El duque Felipe de Suabia se casó con Irene, la hermana del derrocado emperador bizantino Isaac II.

Ese año murió Enrique II de Champaña, el rey de Jerusalén, y su viuda, Isabel de Anjou, volvió a casarse, esta vez con el rey de Chipre Amaury II de Lusignan, que se convirtió así en el nuevo rey de Jerusalén. En el condado de Champaña, Enrique II fue sucedido por su hermano Teobaldo III.

El emperador Enrique VI ya había reunido tropas en Siria y estaba listo para zarpar rumbo a Oriente en lo que se ha llamado la Cruzada Alemana. No se la incluye en la serie numérica de las cruzadas porque en realidad nunca llegó a realizarse: el emperador murió antes de partir y su ejército se disolvió. Su esposa Constanza fue aceptada como reina de Sicilia y gobernó como regente de su hijo Federico I.

La sucesión en el Sacro Imperio Romano fue más conflictiva. La repentina muerte del emperador a sus treinta y dos años de edad había cogido por sorpresa a la nobleza alemana, y hubo un periodo de incertidumbre. Teóricamente el Imperio le correspondía a Federico, pues había sido elegido rey de romanos, pero nadie había imaginado que tendría que heredar a los tres años. Los güelfos empezaron a plantearse la posibilidad de aprovechar las circunstancias para desplazar por fin del poder a los Hohenstaufen, y los Hohenstaufen se plantearon la necesidad de proponer un emperador enérgico que pudiera hacer frente a esta amenaza. Los príncipes electores volvían a ser decisivos. El duque Felipe de Suabia era Hohenstaufen, el duque Bernardo de Sajonia era leal a los Hohenstaufen, pero el conde Palatino del Rin era un güelfo, Enrique de Brunswick. Las miradas se volvieron hacia el cuarto elector laico: el duque Bedrich de Bohemia. Inmediatamente fue reemplazado por Ladislao III, hijo del duque Ladislao II, que había muerto hacía más de veinte años, y que era leal a los Hohenstaufen. Sin embargo, su hermano mayor, Otakar, lo convenció para que le cediera el ducado, y a continuación entró en negociaciones con Felipe de Suabia. Mientras tanto, en el norte de Italia se constituyó la Liga Toscana, con Florencia a la cabeza, para liberar la región de la tutela imperial.

En 1198 el Papa Celestino III dio su conformidad con la transformación de la Orden Teutónica en una orden militar similar a la del Temple. La orden reclutaba sus miembros únicamente entre la nobleza alemana. Sus caballeros llevaban sobre la armadura una túnica blanca con una cruz negra. Además canonizó a san Ladislao, el rey Ladislao I de Hungría.

El Papa tenía ya noventa y dos años y murió a los pocos días. El 8 de enero fue elegido como sucesor Giovanni Lotario, conde de Segni, que adoptó el nombre de Inocencio III. Había sido nombrado cardenal ocho años antes por su tío, el Papa Clemente III. Empezó convenciendo a la reina Constanza para que le confiara la tutela de su hijo Federico I, con lo que se convirtió en el regente del reino de Sicilia. Poco después moría Constanza. Así fortalecido, el nuevo Papa impuso su autoridad al senado romano, anexionó Spoletto y Ravena a los Estados Pontificios y, con la ayuda de la Liga Toscana, expulsó a los alemanes de los dominios de la condesa Matilde.

Mientras tanto los nobles alemanes definían sus posiciones políticas: los güelfos hicieron que Otón IV de Brunswick, hermano de Enrique de Brunswick e hijo de Enrique el León, fuera coronado en Aquisgrán por el arzobispo de Colonia como rey de romanos, y poco después los Hohenstaufen hicieron que el arzobispo de Maguncia coronara al duque Felipe de Suabia. (Por esta época el título de rey de romanos había desplazado completamente al viejo título de rey de Alemania.) Puede decirse que la legalidad estaba de parte de Felipe, pues contaba con los votos de cuatro de los siete príncipes electores: el duque de Suabia (él mismo), el duque de Sajonia, el duque de Bohemia y el arzobispo de Maguncia. Respecto al duque de Bohemia, una vez fue coronado, Felipe decretó que Otakar I pasaba a ser rey de Bohemia con carácter hereditario.

Ese año murió el conde Otón de Luxemburgo, y fue sucedido por su hija Ermesinda II, que estaba casada con el conde de Limburgo.

En Egipto murió el sultán al-Áziz, y su hermano al-Malik al-Afdal trató de sucederle, pero fue vencido por su tío al-Malik al-Ádil, el sultán de Siria, más conocido por Sayf al-Din, o Safadino. Como compensación, cedió a su sobrino el territorio de Samosata, en el Éufrates. El rey Amaury II de Jerusalén aprovechó la revuelta para conquistar Beirut, y luego firmó una tregua con Safadino.  El Papa Inocencio III trató de terminar con los enfrentamientos entre las dos facciones alemanas predicando una cruzada contra Safadino, pero nadie le hizo caso.

También murió el filósofo Averroes.

Felipe II de Francia sufrió otra derrota importante en Courcelles frente a Ricardo I Corazón de Leon. La situación estaba a punto de volverse insostenible para Francia cuando, ya en 1199, las cosas cambiaron por completo. Ricardo I afirmó que un noble menor le debía una pequeña suma de dinero, y, ante su negativa a pagarle, asedió su castillo. Ricardo I rechazó una rendición condicional, pues tomar el castillo luchando era más emocionante. Mientras inspeccionaba las murallas una flecha se le clavó en el hombro izquierdo. Entonces, furioso, ordenó atacar el castillo inmediatamente y no consintió en que se le extrajera la flecha hasta que no fue tomado. Pero entonces era demasiado tarde: la herida se le había infectado y el rey no tardó en morir.

Ahora se planteaba el problema de si el sucesor de Ricardo I iba a ser Arturo o Juan. Leonor de Aquitania seguía viva, y apoyó a su hijo Juan frente a su nieto, al que apenas conocía. Ella era la legítima dueña de Aquitania y decidió ceder el ducado a su hijo, pero entonces el condado de Anjou reconoció a Arturo, que contó inmediatamente con el apoyo de Felipe II. Los señores normandos (tanto los de Inglaterra como los de Normandía) se decantaron por Juan. Con estos apoyos Juan pudo ser coronado rey de Inglaterra y, por supuesto, fue reconocido también como duque de Normandía y Aquitania. El nuevo rey no tenía la pericia de su hermano en el campo de batalla y no se atrevió a continuar la guerra contra Felipe II. Después de algunas luchas, aceptó pagar una cuantiosa suma de dinero al rey francés y cederle algunos territorios en el continente. A cambio Felipe II lo reconocía como rey de Inglaterra en detrimento de Arturo, y a éste se le concedía únicamente el título de duque de Bretaña, por el cual debía rendir vasallaje a Juan.

Ese año murió Alberto III, el conde de Habsburgo y de Zürich, y landgrave de la Alta Alsacia. El aumento de títulos que incorporó a su familia, hasta entonces más bien modesta, le valieron el sobrenombre de Alberto el Rico. Fue sucedido por Rodolfo II.

En Austria murió el duque Federico I y fue sucedido por Leopoldo VI.

También murió el Califa almohade Yúsuf II. Fue el constructor del alminar de la mezquita mayor de Sevilla (la torre que posteriormente sería conocida como la Giralda) y de la Mezquita de Hasán, en Rabat. Fue sucedido por Muhammad al-Násir, su título de amir al-muminin (emir de los creyentes) hizo que en las crónicas cristianas se le llamara Miramamolín.

En Japón murió Yoritomo. El nuevo shogun pasó a ser su hijo Yoriie, pero era menor de edad, así que su abuelo materno, Hojo Tokimasa, asumió el título de shikken (regente) conjuntamente con su hija Masako, la viuda de Yoritomo. El clan Hojo estaba emparentado con el de los Taira.

Mientras Sancho I de Portugal y Alfonso IX de León continuaban en guerra, el rey Alfonso VIII de Castilla había terminado declarando abiertamente la guerra a Navarra como consecuencia del retraso con que el rey Sancho VII había llegado a la batalla de Alarcos. Al mismo tiempo, Blanca, una hermana del rey Sancho VII, contraía matrimonio con el conde Teobaldo III de Champaña. En 1200 León y Portugal firmaron la paz. En cambio, Sancho VII arrebató a Castilla Vitoria y las tierras de Guipúzcoa.

Ese año murió el conde Poncio III de Ampurias y fue sucedido por su hijo Hugo IV.

También murió el conde Otón I de Borgoña, que fue sucedido por su hija Juana.

En Dinamarca hubo una revuelta contra el obispo Absalón. El rey Canuto IV pudo sofocarla y luego se atribuyó poderes casi ilimitados. Absalón había encargado a un tal Saxo Grammaticus que escribiera una historia de Dinamarca en latín, que estuvo acabada por estas fechas, con el título de Gesta Danorum. No es muy rigurosa y su máxima preocupación es glorificar a la Iglesia y a la realeza. Uno de sus episodios más interesantes es una historia, al parecer de origen noruego, que trata sobre un arquero que se vio obligado a disparar contra una manzana situada sobre la cabeza de su propio hijo.

Los rusos y los alemanes estaban aumentando su presión sobre los territorios paganos del Báltico, lo que hizo que los lituanos se organizaran bajo el rey Mindaugas para frenar el avance del cristianismo.

La decadencia de Constantinopla
Índice La Cuarta Cruzada

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