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En 1255 los hermanos Luis II y
Enrique
XIII, duques de Baviera, decidieron repartirse sus posesiones. El
primero se quedó con el Palatinado y la Alta Baviera, mientras que el
segundo se quedó con la Baja
Baviera. Esta división era un primer síntoma de la
debilidad del emperador, a la sazón Guillermo II de Holanda. En 1256 atacó a los frisones (vecinos
y enemigos de los holandeses) y éstos
lo mataron al devolverle el ataque. Holanda pasó a su hijo Florencio V, bajo cuyo gobierno el
condado vivió un gran desarrollo económico (pesca,
comercio marítimo, trabajo de la lana inglesa). Los príncipes electores se reunieron y Ricardo de Cornualles
(el hermano del rey Enrique III de Inglaterra) logró que el
arzobispo de Colonia lo propusiera como candidato a rey de romanos, sin
embargo, a pesar de la presencia del candidato, no se llegó a un
acuerdo y sus detractores buscaron una alternativa: alguien emparentado
con los Hohenstaufen y que no tuviera enemigos en Alemania. Propusieron
al rey Alfonso X de León y Castilla, hijo de Beatriz de Suabia,
prima del emperador Federico II. Los dos fueron elegidos reyes de
romanos y ninguno lo fue. Ni los príncipes alemanes ni el Papa
los reconocieron. Se inició así un largo periodo conocido
como el gran interregno, en
el que el Sacro Imperio Romano no tuvo emperador. Alfonso X
empezó entonces a invertir grandes sumas de dinero
en apoyo de su candidatura, sin obtener ningún resultado
(más bien sus fracasos le hicieron perder prestigio ante sus
súbditos). La falta de apoyo imperial desequilibró a
algunas ciudades
italianas. Mejor le iba al Imperio de Nicea. El emperador Teodoro II
obligó al rey Miguel I Asen de Bulgaria a cederle la fortaleza
de Tsepaina, que
defendía Tracia. Miguel I pasó el trono a su sobrino Colomán II y murió al
año siguiente. Antes de que acabara el año,
Colomán II fue sucedido su primo por Juan Mitso. La condesa Margarita de Flandes había heredado los condados
de Flandes y Hainaut de su hermana Juana. Margarita había estado
casada con el Bouchard de
Avesnes y luego con Guillermo II
de Dampierre, y había tenido hijos con ambos, que ahora se
disputaban los condados. Tras la mediación del rey Luis IX, se
resolvió el conflicto salomónicamente: Flandes
pasó a los Dampierre y Hainaut a los Avesnes. Eduardo, el hijo del rey Enrique III de Inglaterra, se había
dedicado a
extender los territorios galeses que le había asignado su padre,
a costa de Gales, naturalmente, y los galeses se alzaron en armas bajo
la
dirección de Llewelyn II ap
Gruffydd, rey de uno de los muchos diminutos reinos en que se
hallaba dividida la región. Ese año Tomás de Aquino obtuvo el título de
maestro en Teología por la Universidad de París, tras
comentar, como era obligatorio, el libro de Sentencias de Pedro
Lombardo. No tardó en ocupar una de las dos cátedras
reservadas a los dominicos en la Universidad de París.
También acabó sus estudios su amigo Juan de Fidanza, un
franciscano más conocido como Buenaventura,
que fue elegido entonces general de su orden. Poco antes, un profesor
de la universidad de París llamado Guillaume de Saint-Amour
había publicado el Tractatus
de periculis nouissimorum temporum, (Tratado de los peligros de
los tiempos recientes) en el que se oponía a las pretensiones de
las órdenes mendicantes de enseñar en la Universidad de
París. Saint-Amour contaba con el respaldo del clero secular de
la Facultad de Teología, pero Buenaventura se dedicó a
rebatir estos ataques y el Papa Alejandro IV condenó su tratado. El rey Alfonso X de León y Castilla reconoció
finalmente a Teobaldo II como rey de Navarra, y firmó la paz de Soria, en la que el rey
navarro estuvo representado por Jaime I de Aragón. Por otra
parte, Jaime I logró que Pedro de Portugal renunciara (poco
antes de morir) a la isla de Mallorca, en favor del infante Jaime, que
cumplía entonces trece años. Hulagu, el hermano del gran kan Mangú, llegó
finalmente a Irán al frente de una formidable horda, con la que
destruyó la fortaleza de Alamut, el cuartel general de la secta
de los asesinos. En dos años, los asesinos fueron exterminados
en
Irán, aunque algunos sobrevivieron en Siria. En Alamut se
encontraba el astrónomo Nasir
al-Din al-Tusi, que más de treinta años
atrás había aceptado la invitación del jefe de los
asesinos para trasladarse a Alamut, poco después de que Gengis
Kan devastara Tus, la ciudad
natal de al-Tusi. Hulago lo trató con respeto y al-Tusi se
mostró encantado de unirse a él como consejerio
científico y encargado de los asuntos religiosos. No está
claro si al-Tusi se consideraba prisionero de los asesinos o si
más bien tuvo la habilidad de cambiar de bando en el momento
oportuno. Un pueblo azteca llamado Tenochca,
dirigido por Huitzilihuitl, se
asentó en Chapultepec,
pero los culhuas, que
habitaban la región, expulsaron a una parte y redujeron a la
esclavitud a la otra. En 1257 el Papa Alejandro IV
extendió la Santa Inquisición a todo el reino de Francia.
Robert de Sorbon, un
teólogo francés, clérigo de Luis IX, afamado
predicador, fundó en París un pensionado para maestros y
estudiantes pobres en el que se enseñaba teología. Desde
entonces el centro es conocido como La
Sorbona. Adquirió influencia rápidamente y
reunió una rica biblioteca. En la Universidad de Oxford se le prohibió la
enseñanza a Roger Bacon, que se trasladó entonces a
París. En los últimos años había escrito
sus obras De speculis, De mirabili
potestate artis et naturae, Metaphysica, De multiplicatione specierum
y De computo naturali. En
ellas se reveló como uno de los científicos más
avanzados de su tiempo: fue uno de los primeros en darse cuenta de la
inexactitud del calendario juliano; compendió y
señaló los puntos débiles del sistema de Ptolomeo;
en óptica enunció las leyes de la reflexión, de la
refracción, comprendió los espejos esféricos e
ideó una teoría para explicar el arco iris;
describió varios ingenios mecánicos: barcos, coches y
máquinas voladoras; en química se le considera el
inventor de la pólvora de cañón, aunque tal vez
tomó la fórmula de los árabes. También fue uno de los primeros en apartarse de la doctrina
escolástica al propugnar con entusiasmo una ciencia experimental: La ciencia experimental no recibe la verdad de manos de ciencias superiores; es ella la dueña. Distinguió dos clases de observación empírica:
una pasiva y vulgar, otra activa y científica. El rey Alfonso X de León y Castilla sofocó la revuelta
de su hermano Enrique, que marchó al servicio del Califa de
Túnez. Ese año murió Aybak, el sultán de Egipto,
asesinado por orden de su esposa Sayarat al-Durr, y fue sucedido por su
hijo Alí, que a su vez
hizo asesinar a Sayarat. Los mongoles fueron rechazados por los vietnamitas. Mientras tanto,
tras unos años de desorden, la Horda de Oro quedó bajo el
gobierno de Baraka Kan,
hermano de Batú Kan y nieto de Gengis Kan. La nobleza búlgara no estaba contenta con su rey Juan Mitso,
y lo sustituyó por Constantino Tech, emparentado por
parte de madre con la familia real servia. Inmediatamente
repudió a su esposa y se casó con Irene, hija del emperador Teodoro II
de Nicea y de Elena Asen, hermana del rey Miguel I y tía de Juan
Mitso. Entonces cambió su nombre por el de Constantino Asen. Por otra parte,
Teodoro II casó a otra de sus hijas, María, con Nicéforo, hijo del
déspota de Épiro Miguel II, que se vio obligado a cederle
extensos territorios. Luego Miguel II se alió con los servios
contra Teodoro II. El emperador murió
inesperadamente en 1258, y
dejó como heredero a un niño de ocho años, Juan IV Ducas Lascaris. La regencia
quedó en manos de Jorge Myzalon. En febrero, el mongol Hulagu tomó Bagdad. Mustasem, el último Califa abasí, fue torturado, cosido dentro de un saco y pisoteado por los caballos de los vencedores. (Otra versión sospechosamente moralista cuenta que el Califa fue condenado a morir de hambre encerrado en un aposento con sus tesoros.) Bagdad fue incendiada tras diecisiete días de saqueo y, durante un tiempo, su emplazamiento fue reducido a un desierto. Se calcula que murieron unas ochocientas mil personas. A medio plazo, la destrucción de Bagdad fortaleció al Imperio de Trebisonda, que canalizó el comercio con la India. Manfredo, el príncipe de Tarento y regente del reino de
Sicilia, propaló el rumor de la muerte del rey Conradino, que
tenía entonces seis años, y se hizo coronar rey de
Sicilia en Palermo. Su esposa Beatriz de Saboya había muerto el
año anterior y, para reforzar su posición, se casó
con Elena, hija del
déspota Miguel II de Épiro. La falta de apoyo imperial había debilitado el dominio
gibelino sobre Florencia. Farinata degli Uberti trató de
entregar la ciudad a Manfredo, pero finalmente los güelfos,
capitaneados por Guido Guerra,
lograron expulsarlo de la ciudad junto a sus correligionarios, que se
refugiaron en Siena. El rey Enrique III de Inglaterra se negaba a aceptar los acuerdos de
paz que le proponía Luis IX de Francia. Estaba perdiendo todos
sus territorios franceses, pero se obstinaba en conservarlos por la
fuerza, y el problema era que carecía de la fuerza necesaria.
Por otra parte, su hijo Edmundo el Jorobado demandaba más y
más dinero para combatir a Manfredo en Sicilia y convertirse en
rey, según lo acordado con el Papa Alejandro IV. Estos
hechos terminaron provocando una insubordinación de la
nobleza, dirigida por Simón de Montfort. Los amotinados se
reunieron en Oxford y redactaron las Provisiones
de Oxford, un plan de reforma de la monarquía que
establecía un control del rey por un consejo de barones de
quince miembros. Enrique III se vio obligado a aceptar. Con quien sí que llegó a un acuerdo Luis IX fue con
Jaime I de Aragón. Firmó con él el tratado de Corbeil, por el que
Jaime I renunciaba a toda reivindicación sobre los territorios
del sur de Francia (Tolosa, Provenza, etc.) a cambio de la renuncia por
parte de Luis IX a los derechos que, como descendientes de Carlomagno,
alegaban los reyes franceses sobre los condados catalanes, incluidos
Rosellón y Cerdaña (que ahora son franceses). Hasta este
momento, los reyes de Francia se habían titulado condes de
Barcelona y de los demás condados catalanes, aunque su autoridad
sobre tales territorios fuera nula en la práctica. En dicho
tratado se acordó también el matrimonio entre Felipe, el heredero de Luis IX, e Isabel, una de las hijas de Jaime I. Al mismo tiempo, una hija de Luis IX, llamada también Isabel, se casaba con el rey
Teobaldo II de Navarra, conde de Champaña, y una hermana de
éste, llamada Beatriz,
se casó con el duque Hugo IV de Borgoña. Ese año murió Abú Yahyá, el rey de los benimerines, y fue sucedido por su hermano Abú Yúsuf Yaqub. El nuevo rey inició una campaña contra los almohades, que dominaban el sur de Marruecos. En Nicea, el regente Jorge Myzalon fue asesinado, y un general
llamado Miguel Paleólogo
ocupó su lugar. Miguel tenía un pasado turbio. Ese mismo
año había caído en desgracia acusado de
traición y se había refugiado entre los turcos, pero
Teodoro II, poco antes de morir, le había concedido el
perdón y lo había puesto al frente de las tropas que
combatían a Miguel II de Épiro. Probablemente estuvo
detrás del asesinato de Myzalon, y las sospechas contra
él hicieron que se le exigiera una prueba común en
Occidente: Debía coger con las manos una bola candente. Si era
inocente, Dios no permitiría que se quemara, y si se quemaba... Miguel era inteligente y no tuvo inconveniente alguno en someterse a
la prueba. Sólo exigió que, en lugar de recoger la bola
del altar de una iglesia, como se le proponía, la recibiera de
las propias manos del Patriarca de Nicea, que, puesto que era un hombre
santo, no corría ningún riesgo de quemarse. Entonces el
Patriarca aseguró que Miguel merecía toda su confianza y
que la prueba no era en absoluto necesaria. El 1 de enero de 1259 Miguel se
convirtió en Miguel VIII,
emperador asociado. Poco después derrotó al
príncipe Godofredo II de Morea en la batalla de Paflagonia, tras
la cual Godofredo II tuvo que ceder a los bizantinos numerosas
fortalezas del sur del Peloponeso, que Miguel VIII organizó
estableciendo su capital en Mistra.
Presionado por la nobleza, Enrique III de Inglaterra se avino a
firmar la paz con Luis IX de Francia. En el tratado de París Luis IX
reconoció a Enrique III como duque de Aquitania, pero
entendiendo que el territorio correspondiente a este título se
reducía a la parte costera de Gascuña, conocida como Guyena. Por otra parte, Luis IX le
entregó a Enrique III una suma de dinero destinada a reforzar su
autoridad frente a la nobleza inglesa. En el tratado de París
prevaleció frente a otros intereses la voluntad de Luis IX de
llegar a una paz sólida con Inglaterra. Una buena parte de los
habitantes de los territorios entregados a Enrique III no quería
el gobierno inglés, y los propios consejeros del rey le dijeron
que entregaba lo que poseía, mientras que Enrique recibía
lo que no poseía. Otra peculiaridad del tratado de París (aparte de su
inusitada generosidad) fue que no estaba redactado en latín,
sino en francés, y no en el dialecto normando, que
todavía era la lengua oficial de la corte inglesa, sino en el
dialecto de París, que con el tiempo se iba a convertir en la
lengua de la diplomacia europea. Ese mismo año Enrique III concertó el matrimonio de su
hija Beatriz con Juan, el hijo del duque Juan I de
Bretaña. En los últimos años, Tomás de Aquino
había empezado a publicar sus primeras obras importantes: De ente et essentia, De principiis
naturae, Quaestiones disputatae de Veritate, y el Libro I de la Summa contra gentiles, escrito por
instancia de su amigo Raimundo de Peñafort, que en sus intentos
de predicación a los judíos se encontraba con que no le
valían citas de los Santos Padres, a los que ni los
judíos ni los musulmanes reconocían. La obra de
Tomás es "filosófica", para uso de misioneros que
predican en países de infieles. Ahora Tomás de Aquino marchó a Roma, con el
propósito de organizar el plan de estudios de los dominicos.
Allí pudo hacerse con una buena traducción de las obras
de Aristóteles, realizada directamente desde el griego por un
eclesiástico holandés llamado Guillermo de Moerbeke, que
había pasado mucho tiempo en Oriente. En Murcia murió el rey al-Dawla, y su antecesor,
al-Wátiq, tuvo ocasión de entrar de nuevo en
política y encabezó un sector nacionalista que
exigía a Castilla respetar el acuerdo de 1243, cuando Murcia
rindió vasallaje a Fernando III. Con este fin, al-Wátiq,
envió un emisario ante el Papa, para pedirle que instara a los
cristianos a mantener su palabra. El enviado fue Abú Talib, que, a pesar de
sus grandes conocimientos y su educación, no pudo conseguir el
menor respaldo de Alejandro IV. Alí, el sultán de Egipto, fue depuesto por Qutuz, que se convirtió
así en el tercero de los sultanes mamelucos. Ese año murió el rey Cristóbal I de Dinamarca,
que fue sucedido por su hijo de diez años Erik Klipping (el bizco), que
continuó luchando contra la nobleza y el clero. También murió el conde Tomás II del Piamonte,
sucedido por su hijo Tomás III,
de siete años de edad. Mientras tanto el gran kan Mangú y su hermano Qubilay
hacían progresos contra la China de los Song, cuya capital
había tenido que trasladarse hacia el sur el año
anterior, pero Mangú Kan enfermó de disentería y
murió poco después.
Hulagu estaba planeando la conquista de Jerusalén cuando
recibió la noticia y se retiró para participar en la
elección del nuevo gran kan. No obstante, dejó un
ejército en Siria. Los mamelucos aprovecharon la ocasión. En 1260 atacaron Siria y derrotaron a los
mongoles en Ayn Yalut. Fue la
primera derrota seria que sufrieron los mongoles en Occidente y el
mundo descubrió así que no eran invencibles. En la
batalla se distinguió un general llamado Baybars, que al regresar a Egipto
asesinó al sultán Qutuz y los jefes del ejército
lo proclamaron sultán (Baybars I). Cuando Qubilay Kan llegó a Karakorum, el consejo de jefes
había elegido ya como gran kan a su hermano menor, Arigh Böge, que había
convencido a los kanes para que excluyeran a Qubilay por haber adoptado
costumbres chinas. Sin embargo, Qubilay reunió de nuevo el
consejo y se hizo elegir gran kan. Ese año murió Alfonso, el hijo del rey Jaime I de
Aragón. Mientras tanto, el Sacro Imperio Romano, sin emperador,
seguía convulso, y la anarquía se reflejaba en el mapa. A
la muerte del duque Alberto I de Sajonia, sus hijos siguieron el
ejemplo de los duques bávaros y dividieron el ducado. Juan I se quedó con Sajonia-Lauenburgo o Baja Sajonia, mientras que Alberto II se quedó con Sajonia-Wittemberg o Alta Sajonia. El monje dominico Ranieri Fasani
conminó a los habitantes de la ciudad italiana de Peruggia a arrepentirse y flagelarse
para expiar sus faltas, individuales o colectivas. Reunió un
grupo de fieles conocidos como flagelantes,
que se organizaron en cofradías y viajaban flagelándose
el torso desnudo. Se negaban a permanecer más de un día
en el mismo lugar. A menudo, su paso servía de detonante para
que los más desfavorecidos provocaran desórdenes y actos
violentos como protesta por las injusticias a las que se veían
sometidos, por lo que las autoridades, tanto civiles como religiosas,
no tardaron en condenarlos.
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